martes, 25 de diciembre de 2012

Turrón del duro

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Nos ofrece RTVE esta misma mañana, saliendo el sol, un reportaje emitido en 1974, obra del periodista Javier Basilio, fallecido en 1992. El reportaje, en blanco y negro, en su título hace referencia "a los que no estarán en casa por Navidad". Uno de los anuncios de más impacto en la vida televisiva española fue la campaña "vuelve a casa por navidad", realizada por un conocido turrón, El Almendro. La canción ("Vuelve, a casa vuelve...") junto a las imágenes de españoles regresando para pasar las fiestas en familia representaban una fuerte carga emocional e incidían en la emigración española que se había desarrollado en las décadas anteriores. Mucha gente tenía familiares lejos, repartidos por el mundo, especialmente en Francia y Alemania, destino europeo de muchos españoles.

El periodista Javier Basilio
El reportaje de Javier Basilio nos muestra a los emigrantes españoles en Alemania —mucho gallego, extremeños, murcianos...— explicando sus sentimientos por no poder viajar a España y estar junto a sus familiares. Algunos expresan que han de quedarse en las fábricas; otros explican que fueron hace poco tiempo a casa y que no se pueden permitir el volver de nuevo, tan pronto. Desde España se nos muestra a una madre de emigrante, mujer mayor de moño blanco y vestido negro, de un pueblecito extremeño de calles de piedra. Cada semana recibe carta de su hijo desde Alemania. No hay e-mails ni Skype; hay que sentarse y dedicar un tiempo a escribir, ir a echar la carta. Cada semana.
Todos manifiestan su deseo de regresar a la "patria" con sus familias, pero esta vez no podrá ser. Ellos se quedan; tocan navidades germanas. Algunos han rehecho su vida en Alemania. Se conocieron allí y allí se han casado y tenido hijos. Nos vuelven a contar hoy, desde el pasado, cómo ha sido su adaptación, difícil, pero están a gusto. Añoran su país, su forma de vida.


Es un mundo en blanco y negro, de nostalgias y necesidades, de buscarse la vida en donde se puede. Son trabajadores que fueron a lo que saliera. Uno de ellos, que trabaja en un bar, cuenta cómo comenzó a trabajar en una fábrica. No sabía lo que era una llave inglesa: "¿Cómo voy a saber cómo se llama, ni en español, si no he visto una en mi vida?", explica. Ahora les sirve las copas diligentemente a los comensales del restaurante; esto ya lo controla mejor. Había estudiado seis meses alemán, pero cuando llegó se dio cuenta de que no sabía nada.
Hoy es Navidad y cuarenta años después, nuevos emigrantes se buscan la vida fuera de España, país que aprende poco de sus épocas de esplendor y bonanza. Los libros de Historia de la Economía, de cualquier procedencia, siempre ponen de ejemplo negativo la crisis que la riqueza traída de la Indias provocó en el siglo XVI: los ingresos eran enormes, pero los gastos lo fueron todavía más. Parece ser nuestro sino la mala administración de lo que tenemos. Las épocas de "vacas gordas", solo engordan a algunos, mientras que las de "vacas flacas", adelgazan a la mayoría. Salimos de la riqueza llenos de deudas. No es fácil avanzar así.



Creo que la clave de esta especie de fatalidad histórica es precisamente la mala administración, la incapacidad de gestionar con mentalidad de previsión, una forma de "presentismo" constante que se junta con nuestra incapacidad crónica de aprender del pasado y nuestra ceguera para contemplar el futuro. Es sorprendente que pocas crisis hayan estado tan avisadas como la española, la "específica" dentro de la grande, de la de todos. Pero dio igual.
Al final, la solución es siempre la emigración: mandar gente al exterior porque no somos capaces de construir un espacio de convivencia estable, que crezca aprendiendo, que no incida de los errores del pasado, que mire hacia adelante. Una diferencia importante: aquella gente hablaba de "volver a la patria". Los que se van a ahora no saben lo que encontrarán a la vuelta.
Aquel viejo anuncio del turrón, que nos ponía a todos la lagrimita en el ojo y nos encogía el corazón porque siempre nos acordábamos de algunos ausentes, vuelve a tener sentido emocional —y político— cuarenta años después. Quizá la realidad española sea como el turrón tradicional, del duro o del blando, según las ocasiones. En estas navidades toca del duro.
¡Feliz Navidad a todos!




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