Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La
prolongación de la doble jornada electoral en Egipto a un tercer día no es un
buen mensaje. La función de unos comicios es detectar en primer lugar cuántos
votan, después cómo se reparten los votos. Cuando se publican los resultados, unos
ganan y otros pierden, pero previamente sabemos cuántos han querido estar
dentro y cuántos fuera del sistema. Las especialísimas circunstancias históricas
en las que se celebran las elecciones añaden un elemento más para la discusión
o, como mínimo, la interpretación. Si siempre es complicado analizar la
abstención en unas elecciones, aquí lo es más. O quizá menos, según se mire.
Y es
ese problema hermenéutico sobre el que se centra todo. En realidad, si las
cifras de intención de voto que se han ido dando eran correctas, el 95% para
Al-Sisi y el 5 restantes para Sabahi, no se trataba de unas elecciones sino de
una especie de plebiscito en el que el candidato oficial utiliza al otro como
excusa democrática. La ausencia de candidato más allá del voluntarioso nasserista,
reducido al mínimo en su campaña, apoyado por un puñado de fieles, acusado
incluso por el hecho de presentarse de estar al servicio de los Hermanos
Musulmanes, serviría para sostener una elección que todos daban por hecha. El
único rival real era la abstención y esta ha ganado implícitamente al tener que ampliar un día más las votaciones
para conseguir que la gente vaya a las urnas.
Los
responsables de campaña de los dos candidatos han protestado oficialmente ante
la ampliación decidida por la Junta Electoral. Ahram Online explica:
Egypt's electoral committee has rejected
legal complaints lodged by the election's two contenders against its decision
to extend the country's presidential vote to a third day.
The Presidential Elections Commission (PEC)
announced on Tuesday night that polling would be extended until Wednesday. The
two-day vote was originally scheduled to conclude on Tuesday but was lengthened
in response to calls by "large swaths of the people" that were not
able to cast their ballots during scheduled hours, a statement by the PEC said.
"We do not abide by the desires of the
candidates. We are following the popular wishes," the PEC's secretary
Abdel-Aziz Salman told private satellite TV channel CBC. Salman said that
"two representative of a popular delegation" came to the committee's
headquarters to request more opportunities to vote.
The teams of both presidential contenders,
former army chief Abdel-Fattah El-Sisi and leftist politician Hamdeen Sabahi,
have expressed their opposition to the decision.*
Las Juntas Electorales no "siguen los deseos del
pueblo", sino las normas que se dictan para todos, entre las que se
incluyen obviamente las fechas para votar. Luego se va a votar o no. Normalmente las ampliaciones de
las jornadas electoral se producen porque se forman largas colas ante los
colegios que hacen necesario mantenerlos abiertos, ya sea por la afluencia
masiva o porque se han producido incidencias extraordinarias en la apertura o
durante la jornada que han impedido votar. En Egipto ya son dos días los que se
dedican a las elecciones. El tercero no se produce porque haya una gran
afluencia de votantes, sino justo por lo contrario. Es otro mal síntoma.
Esta
ampliación no dará más legitimad a lo que salga de las urnas sino más bien lo
contrario, permitirá descalificar los resultados, sean cuales sean, dentro y fuera
del país, ponerlos bajo sospecha. Por unos pocos votos (esperemos que no
aparezcan millones de votantes) se habrá perdido mucho crédito. Para la
oposición, los que no participan, será una muestra de los efectos de haber
dejado fuera a una parte de electorado; para los descontentos será una forma
más de mostrar su rechazo a las formas en que avanza el proceso político.
Distingo
entre "oposición" y "descontentos" porque creo que es
necesario diferenciar entre los que están dentro
del sistema —los que apoyaron la caída de Morsi— y los que están fuera, que son los que cayeron con él.
Los opositores están contra todo lo que salga de esas urnas a las que niegan
legitimidad porque para ellos "su" presidente se encuentra
encarcelado. Los descontentos son los que han ido perdiendo confianza desde el
30 de junio, la multitudinaria manifestación de Tamarod pidiendo a Morsi su
abandono y nuevas elecciones. Para los descontentos, lo que ahora se les da no
es lo que entonces pedían. Han manifestado su desacuerdo y algunos lo han
pagado.
Están también los "opositores descontentos camuflados", como los salafistas del Partido Nour, en el que los dirigentes piden votar, para seguir dentro del sistema, mientras que sus bases llaman al boicot, alineándose con los islamistas fuera del sistema. Nunca se deja de aprender con ellos.
La
falta de una voluntad política real de llevar a Egipto hacia una democracia que
se parezca a las que los son ha hecho que parte de los que se defendieron de
los intentos de islamizar el país por el gobierno de los Hermanos Musulmanes,
una grande y variada masa social, no esté de acuerdo con el camino recorrido
desde entonces. Evidentemente los expulsados del poder y sus seguidores eran abstencionistas
natos y no se podía esperar de ellos que fueran a las urnas a respaldar a
ninguno de los dos candidatos en liza.
La
mayoría de los que respaldan la candidatura de Al-Sisi y creadores de la
"sisimanía" quedan ahora reflejados en las urnas. Y el resultado,
hasta el momento, no ha convencido a las propias autoridades. En vez de
analizar con realismo lo que supone —un descontento—, se prefiere intentar
esconderlo para mantener una ficción de un respaldo masivo, algo que, a la
vista de los resultados, será muy difícil de mantener.
Se han
cerrado centros comerciales, casi se decretada fiesta, se ha hecho gratuito el servicio
de metro, etc., con la intención de movilizar a la gente hacia las urnas.
Parece que no ha servido, por lo que se buscan explicaciones externas a la
propia política, como por ejemplo, el calor. Yo he estado en El Cairo con 45
grados y no creo que ese sea el problema para ir a votar.
Entre
los descontentos, especialmente importante es el de los jóvenes. La fuerza principal
que hizo la revolución de 2011 en defensa de su futuro, harta del inmovilismo
del régimen anquilosado, ha ido abandonando el proyecto, en el que ven una
repetición de su pasado. Tienen la sensación de que no se dirigen al futuro
sino al mundo que querían dejar atrás. Los encarcelamientos de prominentes
participantes en las revueltas, de jóvenes que se enfrentaron al régimen de
Mubarak, no han sido la mejor forma de convencer a nadie de que Egipto se
encaminaba hacia un futuro democrático real, sino a un escenario en el que la
disidencia o la protesta se paga.
En el
diario independiente Mada Masr, una
ciudad que califica en su titular como "pro-Sisi", que padeció los brutales
atentados islamistas recientemente, se analiza el descontento o desinterés en
el proceso electoral de los jóvenes. La revista recala en una librería que se
ha convertido en centro de actividades:
The owner, Ashraf Wagdy, a 50-year-old
psychologist, has made his bookstore a cultural center of sorts, a space
friendly to political activists and artists alike. He was an avid protester in
2011 and 2012, and supports Sabbahi.
Wagdy says he’s noticed a marked shift in the
youth who frequent his bookstore. Instead of politics, many are investing their
time and energy in music and art.
Wagdy claims that he was one of the youngest
people at the polling station when he went to cast his vote for Sabbahi earlier
in the day. The youth don’t really have an impetus to vote, he says.
While no official figures are out, the polling
stations seem to be dominated by elderly and female voters so far.
In Wagdy’s view, one reason the youth sat this
one out is their disillusionment with the dire economic situation.
“The youth today are caught between the
Islamists and the military,” he says, and react by rejecting both.**
El dato llega de más puntos de información. Euronews sondea desde El Cairo a jóvenes
sentados en una terraza. Todo está
decidido, esto es un "espectáculo", dice uno de los preguntados.
No ha ido a votar ni creo, por su actitud, que piense hacerlo, aunque se amplíe
la jornada electoral. Tras entrevistar a otros jóvenes de Mansura—unos dan su
nombre, otros prefieren el anonimato—, el artículo de Mada Masr se cierra con palabras
del librero: “The youth don’t see that there is a political solution,” Wagdy
says. “They see that the
political door is closed for them. But what else is there? We don’t
know.”**
Lo peor que le puede pasar a Egipto es dar de nuevo la
espalda a su juventud, su mayor valor y el único futuro posible, real. La
historia del joven inventor, un muchacho de diecisiete años, que comentamos
hace unas semanas, que ha ganado con su invención —unas gafas inteligentes para
ser usadas por persona tetrapléjicas y controlar un ordenador con la mirada— el
derecho a ir a concursar a la fase mundial en los Estados Unidos, se convierte
en una fábula oscura. El joven es detenido en mitad de una revuelta y acusado
de haber participado en la quema de un coche de policía, algo que él niega
rotundamente. Pronto se forma el escándalo: el joven es un "genio"
informático que ha ganado su derecho a acudir a la fase final del concurso
internacional de Intel a Los Angeles. El joven pierde su vuelo a Estados Unidos
pero, ante la presión, se le permite salir en el siguiente. ¿Quién se atreve a
evitar que un egipcio pueda ganar un premio mundial? Cuando el joven llega a
Estados Unidos y participa, con su pasaporte controlado desde su llegada,
notifica que pide asilo ante el temor de ser encarcelado a su vuelta. "Yes I am afraid to return back
[to] Egypt, who is not afraid nowadays?"***, ha señalado Abdallah
Assem en su página de Facebook, como recoge la prensa egipcia.
Ahora se
dividen entre los que lo consideran un traidor que abandona su país llevándose
su talento, un criminal huido o los que le dan la razón porque es la única
forma de que su genio sirva para algo. No son historias nuevas. Mucho del
verdadero potencial de Egipto se aburre y se va; por eso es esencial que los
jóvenes se sientan implicados en un proceso en el que ahora no encuentran
demasiado sitio, como nos contaban en Mansura.
La
participación de miembros del antiguo régimen de Mubarak en las elecciones al
frente de las campañas en lugares como Alejandría no ayuda mucho. El diez de mayo, el diario Ahram
Online daba la noticia de la renuncia del jefe de campaña de Al-Sisi en Alejandría:
The coordinator of presidential candidate
Abdel-Fattah El-Sisi's campaign in Alexandria, Mostafa Kadry, resigned Saturday
in protest at what he described as the dominance of remnants of the Mubarak
regime in the campaign.
Kadry told Al-Ahram Arabic news website that
his decision came due to the presence of 17 figures allegedly remnants of the
toppled regime of Hosni Mubarak in the campaign backing the ex-minister of
defence.
"When I complained about their presence to
members of the Cairo-based official central campaign in a meeting Friday, I was
surprised to find that they saw no harm in their presence in the
campaign," said Kadry, who added that his decision came out of faith that
"the presence of Mubarak's loyalists in the official campaign contradicts
with what El-Sisi announced as a refusal of the return of the former
regime."****
Lo que
pensó él me imagino que lo habrán pensado muchos otros ante la misma visión.
Muchos tienen la sensación de que estos años han sido no de avance hacia una
democratización real sino una forma pendular con puntos en Morsi y Al-Sisi.
Es una
muy mala noticia la abstención hasta el momento superior al 63%. Es mucho peor
a que Abdel Fatah Al-Sisi solo hubiera conseguido el 50% de los votos con las
urnas llenas. Significa que aunque consiga ese 95% augurado, no tendrá lo que
buscaba no una elección sino un baño electoral de multitudes. Esta actitud
revela un problema de fondo de la forma de hacer política al egipcia, esa
necesidad de caudillaje mesiánico con
que se revisten todos los que llegan al poder. Lo tratamos aquí hace mucho
tiempo precisamente bajo la idea de "llamada", de compromiso con la
historia. No basta con el hecho de ganar unas elecciones porque la gente quiera
que tú les gobiernes, que es la normalidad vulgar de la democracia. Es algo
diferente, que necesita del halo, de haber tenido sueños en la infancia en los
que te indicaban tu destino, como el propio Al-Sisi manifestó haber tenido. No
se trata de que te voten, sino de que te reconozcan como el "enviado"
y te aclamen. Esta mentalidad que se ha aplicado a más de un dirigente egipcio
forma parte de su idiosincrasia y es uno de sus principales obstáculos para
alcanzar la normalidad, pues desemboca en fidelidades que convierten a los
líderes en incuestionables y en traidores
a los que los cuestionan.
Los
países no se arreglan besando las fotos de los candidatos, sino creando las
condiciones de concordia y crecimiento necesarios para garantizar la
estabilidad que posibilite la tranquilidad del día a día. Ninguna de las dos
cosas se ha conseguido. El aumento de la represión se ha llevado por delante
con la Ley anti protestas en la mano a los que protestaban contra ella. Con lo
que al final no queda más que todo convertido en violencia con la excepción de
aquellos que se manifiestan a favor. En ese momento todo parece unánime,
arrollador, pero cuando se va a las urnas, la caída a la realidad de las
cuentas se hace inapelable.
La
abstención ya fue mayor de lo deseado cuando se votó la constitución —no sé si
hacía calor o no— aunque no tanto como ahora. No fue menor a la islamista, pero
defraudó las expectativas de obtener unas cifras que justificaran muchas cosas
que no se tenían que haber producido, precisamente para realizar un proceso de
estabilizar la sociedad egipcia.
Ahora
se paga con la abstención los errores estratégicos cometidos. Por mucha
retórica que se emplee, el futuro democrático de Egipto, como el de cualquier
país moderno y civilizado, no pasa por el mesianismo sin por la
perfectibilidad, el convencimiento de que podemos hacer las cosas mejor que el
que nos lo prometió la última vez. El mismo error del islamista Mursi y sus
acólitos de querer hacerse con el país tras ganar unas elecciones y llevarlo a
puntos de no retorno islamistas, negando el pan y la sal a los demás, su derecho
a existir, se estará cometiendo si se sigue construyendo el futuro de forma
personalista. Y parece un mal del que Egipto no parece querer librarse.
Más
grave será el caso cuando se planteen unas elecciones legislativas para las que
el poder no tiene alternativa porque no existe un partido. Se creará entonces,
de nuevo, una corte con aquellos que han adulado lo suficiente al líder como
para merecer su confianza. En estos momentos, no hay un partido tras el futuro
presidente, solo aparato electoral. De ahí la preocupación de algunos, como el
director de campaña de Alejandría, al verse rodeado por miembros del partido de
Hosni Mubarak.
Como
siempre, deseo que lo que se hace en Egipto sirva para el bien de Egipto, para
su progreso y satisfacción. Sin embargo, saltan las dudas sobre si este es el
camino más adecuado. Creo que eso es lo que quieren decir al no acudir a las
urnas una parte muy importante de la población. En Egipto es difícil encontrar un día que haga frío para realizar
la elecciones.
*
"Egypt's PEC rejects candidate's complaints against vote extension"
Ahram Online 27/05/2014 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/102362/Egypt/Politics-/Egypts-PEC-rejects-candidates-complaints-against-v.aspx
** "In
pro-Sisi Mansoura, embittered youth avoid the polls" Mada Masr 27/05/2014
http://www.madamasr.com/content/pro-sisi-mansoura-embittered-youth-avoid-polls
***
"Young inventor says he won't come back to Egypt" Ahram Online
20/05/2014
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/101810/Egypt/Politics-/Young-inventor-says-he-wont-come-back-to-Egypt.aspx
****
"El-Sisi's campaign in Alexandria run by Mubarak loyalists: Resigning coordinator"
Ahram Online 10/05/2014
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/0/100913/Egypt/0/ElSisis-campaign-in-Alexandria-run-by-Mubarak-loya.aspx