Joaquín Mª Aguirre (UCM)
En este
caos de divergencia al que hemos llevado al país es realmente difícil que nos
pongamos de acuerdo. No ayudan nada las divergencias de las instituciones
jurídicas, cuyos dictámenes acaban sembrando la confusión. Es cierto que no
todos juzgan sobre las mismas condiciones, que allí donde les someten a
consideración las diferentes cuestiones, ya hay diferencias.
En la
prensa de hoy volvemos a encontrar diferentes apreciaciones sobre una misma
pregunta, la relacionada con las suspensiones temporales de ciertos sectores
ante la subida de la incidencia de la pandemia.
En RTVE leemos dos noticias con resoluciones contrarias. La primera de ellas es la de los tribunales en el Principado de Asturias donde se ha desestimado el recurso de la patronal hotelera con los cierres:
Una vez ponderados los intereses públicos y privados en juego, para el TSJA "deben prevalecer sin lugar a dudas el interés general y la vida" de los ciudadanos y "el mantenimiento de los servicios de salud en un nivel apropiado de respuesta frente a los legítimos intereses, sustancialmente económicos, de los miembros de la asociación recurrente".*
La respuesta está clara, pero lo que no está claro es ese "sin lugar a dudas", ya que encontramos no ya dudas sino respuestas de signo contrario, como ha ocurrido en Canarias. Leemos el resultado en Antena 3 Noticias:
El Gobierno de Canarias había solicitado al Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) que ratifique judicialmente el toque de queda nocturno en las islas en nivel 2 y 3 en el puente de 'Nochevieja' y también en la noche de Reyes.
Finalmente, el TSJC rechaza el toque de queda pedido para las noches del 31 de diciembre, Nochevieja, 1 de enero, Año Nuevo y el 5 de enero, vísperas de Reyes.
El auto de la Sala de lo
Contencioso-Administrativo asegura que el Gobierno tiene competencias para
fijar este tipo de restricciones pero entiende que la medida "es una
importante restricción de la libertad personal", que afecta también a
quienes han tenido un comportamiento cívico durante la pandemia.
Además, insiste en que la interacción social
también puede producirse por el día y "la posibilidad de contagio sigue
existiendo, de forma que su idoneidad es relativa".
La Sala coincide con la Fiscalía en que la orden del Gobierno canario "no expresa, ni justifica que sea equilibrada o ponderada por derivarse de ella más beneficios o ventajas para el interés general que perjuicios sobre otros bienes o valores en conflicto".**
Como
puede apreciarse, dos formas de ver el mundo, la justicia y el riesgo que
supone para todos. Puede argumentarse que el peso del turismo y el ocio es
distinto en Canarias que en Asturias, pero no sé si eso deja de ser una forma
de parcialidad.
En este
segundo caso hay dos partes que deben resaltarse. El primero es la apreciación
judicial sobre que uno puede contagiarse en cualquier interacción social.
¿Supone eso que o se prohíbe toda interacción o no tiene sentido solicitar las
más evidentes? Es a lo que lleva esa argumentación. De que uno puede
contagiarse por el día se saca la consecuencia que no tiene sentido limitar el
ocio nocturno. Parece una explicación un tanto demagógica.
La
segunda cuestión no es nueva: la falta de explicación sobre la medida solicitada.
No es la primera vez que los tribunales rechazan la medida del cierre por falta
de motivación o de explicación sobre la medida. Se dice que no está
correctamente documentada. Esto lleva a tener que dudar de la eficacia y
profesionalidad de los equipos jurídicos, que presentan una solicitud de forma
inadecuada, pero también pudiera haber una segunda explicación a la que se
recurre con en ocasiones en el mundo del Derecho: la presentación de una
propuesta falta de documentación o argumentación para que sea rechazada. Esto
implicaría que algunos gobiernos presentan estas solicitudes porque deben
hacerlo ante la situación extrema a la que llegan, pero que se trataría de una
maniobra de imagen, ya que los intereses políticos y/o económicos van en la dirección
contraria. Habrá que elegir entre ser ineptos y ser astutos. Que haga cada uno
la elección que le parezca más adecuada.
El otro
aspecto que tenemos hoy en la prensa relacionado con el COVID-19 es la
indeterminación de los conceptos: qué significa ser "asintomático",
qué son "síntomas leves", quién debe determinarlo y quién decreta
cuándo se acaba la cuarentena. Los expertos han sido prácticamente unánimes:
esto lo tiene que supervisar un médico. Sin embargo, esto se ha establecido
precisamente para lo contrario, para evitar que la gente acuda a los centros de
salud, completamente saturados. Esto solo deja una alternativa: la empresa, que
es la autoridad que, sin saber qué decir sobre los síntomas, sí sabe velar por
sus intereses.
El
diario ABC entrevistaba ayer a la Presidenta de la Sociedad Española de
Epidemiología, Elena Vanessa Martínez, a la que se le pregunta "si hemos
sido imprudentes", a lo que responde:
—La gente se ha comportado conforme a lo que les dejan hacer y no vale echar la culpa a la población. Yo no diría imprudentes, sino que había escenarios aprobados, con limitaciones por ejemplo en el consumo en la barra de los locales, cierres de espacios cerrados o limitación de aforos, que no se han cumplido. Hemos sido irresponsables entre comillas. Pongo un ejemplo: una de las medidas que menos se sigue es la distancia de seguridad. Si limitamos [Martínez trabaja en el CCAES, o Centro de Alertas dirigido por Fernando Simón] a seis personas las mesas en la restauración, pero ponemos a seis en una mesa de cuatro, no hacemos nada. Los niveles de riesgo 1, 2, 3 y 4 que se marcaron hay que mantenerlos, no se ponen porque sí. Ayudan a cortar la transmisión, aunque cuesta que tengan efecto.***
Creo
que es ahí donde reside la clave: se han puesto medidas, pero las autoridades
han temido hacerlas reales en la mayoría de los casos debido al alto coste
político en las dos dimensiones: votantes y fuerzas económicas. Es difícil
encontrar una aplicación sostenida y clara de las medidas. De esta forma se ha
"maleducado" a la ciudadanía, que ha actuado convencida que incumplir
las normas de seguridad no tenía consecuencias.
Aquí
hemos comentado en muchas ocasiones esa falta de presión en las medidas.
Escuchar en el Metro una voz que nos repite que "se recomienda" el
uso del ascensor por una sola persona mientras se ve a 7 u 8 esperando para
subir es lo normal; escuchar de nuevo que se "mantenga la distancia de
seguridad" cuando la gente se hacina en los asientos y entra en grupos es
igualmente poco edificante. Ver en la universidad como el aforo del 50%
incumple las distancias de seguridad reduciendo a poco más de 50 cm (un asiento
vacío) lo que debería ser metro y medio entre alumnos; ver salir a fumar juntos
a los estudiantes que se habían mantenidos separados previamente en el aula, etc. no es
lo más ejemplar precisamente. Pasamos frente a restaurantes en los que se ha
reducido el número de mesas, pero no el de sillas, por lo que los que se
sienten a la misma se encuentra apelotonados durante un periodo en el que están
sin mascarillas. Lo mismo se aprecia en las mesas de terrazas, donde por mucho
que se esté al aire libre permanecen juntos, sin distancia alguna y sin
mascarilla.
Cuando se habilitó el primer partido de fútbol en un estadio con solo unos pocos miles, ¡se les concentró a todos en una sola grada! diciendo que era legal y que ellos había cumplido las normas de aforo. Evidentemente, el número era el mismo, pero todos juntos, que es mucho más barato que repartirlos por el estadio. Esto mismo se ha ido repitiendo en todas partes. He tenido que repetir a mis alumnos cada mañana que había sitios libres y que se mantuvieran separados. Costó pero sirve de poco si no se mantiene.
Se han puesto normas, sí, pero no se ha seguido una política firme de "mentalización"
de que había que cumplirlas. No se ha asimilado que su sentido es nuestra
propia protección y la de los demás, que somos nosotros los que movemos el
virus. La falta de firmeza ha sido general y, además, desmoralizante para
quienes pretendían cumplirlas. La anulación de las multas fue el detalle con el
que nuestros jueces dieron la "razón" a los incumplidores, quitando
las ganas a los que tenían que estar en las calles haciendo cumplir las normas.
Por eso, cortar la trasmisión, como señala Elena Vanessa Martínez, es elemento central y eso solo se hace con las distancias y mascarillas, con la ventilación de interiores. Si no se hubieran sentado seis en una mesa de cuatro, por seguir su ejemplo, estaríamos en una cifras mejores que el desastre actual, donde se vuelve a recurrir a la peor idea, la de la inmunidad de rebaño, que es una forma de hacer no haciendo, que se contagien todos, cueste los muertos que cueste. Pero esto está condicionado a que las vacunas no pierdan eficacia y que no se vuelvan inútiles ante las nuevas variantes por llegar, que no tardarán mucho por el explosivo contagio, la combinación de Delta y Ómicron más lo siguiente que llegue.
* "La Justicia avala el cierre del ocio nocturno en Asturias: "Debe prevalecer el interés general y la vida"" TRVE 30/12/2021 https://www.rtve.es/noticias/20211230/justicia-avala-cierre-ocio-nocturno-asturias/2246440.shtml
** "El Tribunal Superior de Justicia de Canarias rechaza el toque de queda para Nochevieja, Año Nuevo y Reyes" Antena 3 Noticias 30/12/2021 https://www.antena3.com/noticias/sociedad/tribunal-superior-justicia-canarias-rechaza-toque-queda-nochevieja-ano-nuevo-reyes_2021123061cdcfea572a7d000122b49b.html
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Érika Montañés "La presidenta de los epidemiólogos: «En enero, Filomena
ayudó a parar la transmisión. A Ómicron no lo frena nadie»" ABC 30/12/2021
https://www.abc.es/sociedad/abci-presidenta-epidemiologos-enero-filomena-ayudo-parar-transmision-omicron-no-frena-nadie-202112301942_noticia.html