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jueves, 12 de mayo de 2016

Los desaparecidos

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Parece inevitable que el crecimiento del dogmatismo y del autoritarismo en todo el mundo suponga un ataque constante a la prensa y a la libertad de información. Cuando la prensa cumple su papel real, no solo contar las cosas, sino el análisis competente de lo que ocurre y establecer hipótesis sobre el funcionamiento del mundo social, se vuelve un enemigo peligroso.
Los tiempos empeoran para los periodistas en dos sentidos graves y peligrosos: son atacados y quedan desvirtuados en su papel. La primera parte es más fácil de entender porque mueren, son acosados, desaparecen o tienen que emigrar lejos de alcance de los enemigos que se han buscado intentando decir lo que piensan o, lo que es muy parecido en sus resultados, no decir lo que los poderosos quieren.
A los dogmáticos sociales, a los que desean que se transmita una verdad que coincide con su pensamiento y sus palabras. Son fabricantes de discursos y exigen que sean transmitidos sin cambiarle una como, sin discrepancia alguna.


Estos días hemos visto (seguimos con la historia) cómo el gobierno egipcio pretende que nadie discrepe y que todos acepten la orden de silencio dada por el presidente en este tema y repetida por el fiscal, que se ha limitado a seguir sus deseos.
La BBC británica no trae un caso más —otro—, el de una periodista pakistaní desaparecida. La cadena la presenta de una forma muy sencilla: «Zeenat Shahzadi was a freelance reporter for local channels and also liked to call herself a human rights activist.»*
La combinación no es mala porque nos indica que Shahzadi tenía un sentido social y moral de su trabajo. Era algo más que una forma de ganarse la vida —y sostener a su familia—; era también una vocación en un entorno en el que no tener el apoyo de un medio es estar expuesta a que nadie pregunte más por ti y eso es un acicate para aquellos a quienes les resulte molesta.


Cada vez desaparecen más periodistas. En algunos sitios es ya una profesión muy peligrosa, como en México. Otros son encarcelados, como en la Turquía de Erdogan o el Egipto de El-Sisi. En estos países puedes desaparecer "con todas las de la ley" porque el poder dicta leyes a medida para frenar a los periodistas encerrándolos. También puede ocurrir que, en vez de perder tiempo con formalismos, se recurra a la acción paralela de la que nadie se hace responsable.
Este último caso parece ser el de Pakistán. La Policía se la lleva y no ha regresado un año después. Señalan los de la BBC:

She is the first female journalist to be "disappeared" and it happened in broad daylight in the busy city of Lahore, not some remote rural road.
"We are convinced that this is the work of the secret government agencies, because when someone is detained by them, the police can be quite helpless, and we have seen that in this case," said Hina Jillani.
The government sponsored Commission on Enforced Disappearances has been investigating Zeenat Shahzadi's case.
A senior official, who would only talk off the record, said efforts were being made to "recover" her and expressed hope that there would be progress on her case soon.
This senior official also said security agencies had denied any link to her disappearance.*


Puede parecernos extraña esta forma de desaparecer delante de todo el mundo, pero es el signo de la impunidad del poder, la demostración de que puede hacerlo sin preocuparse. Es un grado más de terror.
Si ayer hablábamos del novelista Ahmed Naji, condenado a 2 años de cárcel en Egipto por dejar su imaginación narrativa volar, Zeenat Shahzadi ha desaparecido por intentar saber el destino de otra persona desaparecida antes que ella. Creía que sus lectores tenían derecho a saberlo. Y se puso al servicio de esa causa informativa. Consiguió —cuenta la BBC— que las autoridades admitieran que estaba en su poder. La hicieron reaparecer, la enjuiciaron y la volvieron a encerrar. Con juicio o son juicio, no querían soltarla.
Las excusas para estos abusos son cada vez más perecidas y comunes. La leyes antiterroristas están sirviendo —como ocurre en Egipto— para reprimir, condenar o hacer desaparecer a las personas, sean o no terroristas. Nos quejamos en Europa de ciertas molestias derivas de los controles, pero no son nada en comparación con lo que ocurre en países con esa tendencia autoritaria.


Muchas veces en Occidente les aplaudimos o miramos para otro lado, porque nos da igual que paguen justos por pecadores, que se aprovechen para perseguir disidentes. Lo importante para nosotros, se callan nuestras autoridades, es que no pase nadie. Si los que quedan son inocente, pues qué se le va a hacer.
Y esto se debería de terminar. Deseamos que la joven periodista regrese pronto a su casa y que mantenga el mismo compromiso. Si la sociedad reconoce la importancia de su acto y el valor que representa, mejor. Lo contrario suele ser más frecuente, que la acusen de complicarles la vida a todos.


* "Zeenat Shahzadi: Fears for missing Pakistan reporter" BBC 11/05/2016 http://www.bbc.com/news/world-asia-36149315