sábado, 29 de febrero de 2020

Está feo señalar

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
En la presente crisis provocada por la presencia del COVID-19 tenemos un caso perfecto de complejidad. No hay nivel que no se vea afectado, la economía, la política, la saludo, las relaciones humanas, el transporte, la ciencia, lo individual y lo colectivo, las diferencias de mentalidad, la gastronomía nacional, el comercio, los medios, el sistema educativo, los eventos deportivos, la concentraciones... Eso plantea el problema de la perspectiva más rica, es decir, la que nos provee de más información para tomar decisiones que no podrán ser nunca ignorancia del resto ni unilateral. Desgraciadamente nuestra visión está principalmente escorada hacia la economía, que es la que disputa los titulares en nuestros medios.
Nos hemos acostumbrado a reducir todo a costes y a tener en cuenta lo que es evaluable. No es una novedad: la influencia de una gripe se mide en número de horas laborales perdidas o en costes al servicio de Salud y a la Hacienda pública.
El COVID-19 es un hecho de la naturaleza, mientras que la "enfermedad" es un hecho de la cultura, sujeta a vicisitudes, enfoques, conocimiento, experiencia, etc. Para el coronavirus no existe todo aquello que nosotros vemos. Para "él" solo existen oportunidades y dificultades para su expansión, como para cualquier otro ser vivo. Nosotros, los sociales humanos, somos un medio muy favorable para "ellos". Les creamos condiciones muy positivas para que continúen su destino que es la reproducción y extensión. Nada más. El problema es cómo crearles un medio desfavorable, entendido esto de forma física y biológica.


Nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos, nuestra capacidad —mayor o menor— de ser conscientes, primero, y disciplinados después en las medidas personales y colectivas que podamos tomar.
Después están las reacciones humanas, las sociales, las que nos hacen actuar de una forma u otra, darle un sentido. La historia de las enfermedades es una mezcla de hechos naturales y culturales, desde los estigmas sociales a los enfoques puramente técnicos. El caso del otro día en Valencia, con la persona encargada del tema epidemiológico diciendo que ellos eran sanitarios y no tenían porque saber que había un partido de un equipo valenciano en el norte de Italia, es una reacción que ignora la dimensión social. Todo puede contribuir dentro de un enfoque epidemiológico, ya que son los motivos humanos los que nos acercan unos a otros. Por ello la vigilancia primera es la social, la advertencia, la responsabilidad informativa, evitar las psicosis.
Estos días estamos dando otro mal paso informativo, que es la personalización de la enfermedad. Esto plantea o debería plantear ciertas reservas a los informadores, ciertas orientaciones y límites que vemos son ignorados.
El artículo sobre el estudiante italiano de Segovia, en el diario El Mundo, me parece que entra en un peligroso juego de la identificación excesiva de las personas contagiadas, que tienen derecho a privacidad. No me parece prudente ni sensato jugar a convertirlos en protagonistas más allá de los datos numéricos o estadísticos. Pasar ese límite, insisto, es peligroso.
El título del artículo es el siguiente: "Eduardo, el italiano que llevó el coronavirus a Segovia: "Se siente un poco culpable"" y lleva al extremo de lo sensato la información ya que no solo lo identifica, sino que nos dice dónde vive, quiénes le rodean, las medidas tomadas (más bien la falta de las mismas), los lugares donde van a tomarse cañas, etc. La identificación del estudiante es absoluta, incluyendo una fotografía de la entrada de su residencia por si hubiera alguna duda.

El miedo tiene nombre estos días en Segovia. Se llama Eduardo, ha podido saber EL MUNDO -sin que se haya llegado al apellido-. Es un chico italiano, «simpático, muy normal», que se trajo el coronavirus de Milán el domingo pasado y que, responsable, en cuanto le asaltó la fiebre el martes a última hora, levantó el dedo y se fue al médico de cabecera, que le derivó rápidamente al Hospital General, donde el chaval fue puesto instantáneamente en aislamiento.*



¿Por qué no habría de ser "simpático" ni "muy normal"? ¿"Se trajo" el coronavirus de Milán el domingo? ¿Es forma de expresar un contagio?
Se dan igualmente nombre y nacionalidad de sus compañeros de residencia. El articulista parece ignorante de lo que puede causar su irresponsabilidad en el caso de que alguien se tome en demasiado en serio los efectos y pueda responsabilizarle de los males que puedan ocurrir. Si Eduardo se siente él mismo "culpable", es más fácil que los demás lo vean como quien ha traído el desastre conforme se vaya aumentando la psicosis de algunos. Es ponerle cara al COVID-19 y eso es peligroso. No es el primer caso de este tipo que se produce y de reacciones sociales incontroladas contra las personas a las que se hace responsables.
El artículo, además, incide en la falta de responsabilidad de la propia residencia, con lo que se deja claro que las medidas no van más allá de que las personas que están en ella se tomen la temperatura ellas mismas dos veces al día. Se nos dice igualmente que asisten con "normalidad" a clase.


La manera de informar es bastante alarmista con un cierto tono de juego, realmente penoso para una información sobre estas cuestiones de enorme importancia social y en las que uno se debería permitir ni alegrías ni juegos. En el texto se señala:

La gerencia transmite un mensaje de «absoluta normalidad» -todo el mundo dice estar muy "tranquilo", lo que sugiere lo contrario- y ninguno de los trabajadores lleva siquiera mascarilla, al igual que una mayoría de estudiantes, todos los cuales tienen libertad absoluta de movimientos, y muchos fueron ayer viernes a clase. Pero luego está el miedo: Giulia nos asegura que al compañero de habitación de Eduardo se le ha conminado a no salir ni al pasillo, y de hecho los 150 moradores de la residencia son considerados por la Consejería de Salud de Castilla y León «bajo estricta vigilancia epidemiológica».
Ellos, y también las «aproximadamente 100 personas» que tuvieron contacto con Eduardo ese lunes entre el domingo de su regreso de Italia y el martes de la fiebre. Todos deben tomarse la fiebre dos veces al día, y enviar un mail diario a las autoridades sanitarias, que monitorizan minuciosamente su evolución.
Al menos, el jefe territorial de Sanidad de Segovia, César Montarelo, sí aclaró ayer un rumor que corría como la pólvora por la ciudad desde que se hizo público el positivo: no, Eduardo no estuvo el martes en la Plaza Mayor en la Fiesta de Carnaval, y por tanto no pudo contagiar a las masas -cosa difícil por otro lado, pero ya se sabe que el miedo es libre-.*

Es difícil, especialmente en el último párrafo, escapar de la más escandalosa frivolidad. Hay muchas formas de redactar, pero esta es especialmente irresponsable. Cada afirmación va seguida por el sembrado de la duda al respecto. Desde la tranquilidad de la residencia a  las dudas sobre la Fiesta del Carnaval, todo parece un ejercicio de gracia. En las entradas que dividen el texto,  se puede leer ""Tranquilidad" en la cafetería preferida del contagiado". Otra gracia.
Creo que las Facultades como la mía deberían empezar a tomarse en serio estas formas de informar producidas por tomárselo todo en broma. Aunque su intención fuera la de denunciar la situación (cosa que dudo), el tono elegido debería ser otro muy diferente.
Señalar a los enfermos más allá de sus datos básicos (edad y nacionalidad, si es necesario para saber la procedencia) es irresponsable y es, sobre todo, un violación de sus derechos. El de El Mundo no es el único caso en que se dan nombre, edad y lugar, aunque sí el que lo ha hecho con más detalle y recreación.
Esperemos que no tenga consecuencias ni para "Eduardo" ni para ninguno de los señalados. 



* "Eduardo, el italiano que llevó el coronavirus a Segovia: "Se siente un poco culpable"" El Mundo 29/02/2020 https://www.elmundo.es/papel/historias/2020/02/29/5e59649e21efa09a648b467f.html

viernes, 28 de febrero de 2020

Trump y el vaso medio lleno (que antes estaba medio vacío)

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Hace unos días señalábamos que el COVID-19 entraba en la política norteamericana. Dijimos entonces que la orientación cambiaba del aprovechamiento para encabalgar la política económica norteamericana con la salud para atacar a China en un momento de plenitud de la política anti China. Señalamos que con la aparición de casos fuera de China y conforme se iba acercando a los Estados Unidos, la cuestión ser invertiría, restándole importancia. Eso se ha ido cumpliendo. Estados Unidos deja de preocuparse por la salud y lo hace por lo que Donald Trump considera su mejor activo para la reelección, la economía.
El artículo que el economista y Premio Nobel, Pau Krugman, columnista habitual de The New York Times, es demoledor y confirma todo lo anterior, la evolución del caso, con un nuevo añadido: la puesta al frente del vice presidente, Mike Pence, cuyo mejor activo para ese puesto deben ser las oraciones.
El artículo de Krugman se titula "When a Pandemic Meets a Personality Cult" y lleva junto a él el añadido aclarador "The Trump team confirms all of our worst fears". Escribe Krugman al comienzo de su artículo:

So, here’s the response of the Trump team and its allies to the coronavirus, at least so far: It’s actually good for America. Also, it’s a hoax perpetrated by the news media and the Democrats. Besides, it’s no big deal, and people should buy stocks. Anyway, we’ll get it all under control under the leadership of a man who doesn’t believe in science.
From the day Donald Trump was elected, some of us worried how his administration would deal with a crisis not of its own making. Remarkably, we’ve gone three years without finding out: Until now, every serious problem facing the Trump administration, from trade wars to confrontation with Iran, has been self-created. But the coronavirus is looking as if it might be the test we’ve been fearing.
And the results aren’t looking good.
The story of the Trump pandemic response actually began several years ago. Almost as soon as he took office, Trump began cutting funding for the Centers for Disease Control and Prevention, leading in turn to an 80 percent cut in the resources the agency devotes to global disease outbreaks. Trump also shut down the entire global-health-security unit of the National Security Council.
Experts warned that these moves were exposing America to severe risks. “We’ll leave the field open to microbes,” declared Tom Frieden, a much-admired former head of the C.D.C., more than two years ago. But the Trump administration has a preconceived notion about where national security threats come from — basically, scary brown people — and is hostile to science in general. So we entered the current crisis in an already weakened condition.*


Esto es algo más que el impeachment, algo más que una cadena de tuits insultado a la gente o mofándose de los rivales. Como señala Krugman, Trump es el peor escenario posible.
Lo señalado por el artículo plantea algo más. Es importante la idea de un Trump desencadenador de conflictos que pretende controlar para perjudicar a terceros y beneficio propio. Este, dice Krugman, no lo ha creado él y no lo puede controlar porque entonces entra el segundo aspecto, la desprotección médica de los Estados Unidos, una realidad provocada —esta vez sí— por los recortes en sanidad que impiden una política real de enfrentamiento. Ante esto, Trump responde ignorando el problema real y creando un nuevo caso que se ajuste a su retórica de respuesta: todo es una ficción de demócratas y medios liberales para hundir su exitosa candidatura a la reelección.
En la CNN se recoge la denuncia de un funcionario: "HHS whistleblower claims US workers received coronavirus evacuees without proper precautions". La cadena explica:

A whistleblower at the Department of Health and Human Services is seeking federal protection after complaining that more than a dozen workers who received the first Americans evacuated from Wuhan, China, lacked proper training or protective gear for coronavirus infection control.**


La denuncia está servida y abre otro foco de responsabilidad, que Trump no asumirá con los mismos argumentos que rechaza el resto: todo son campaña contra él. Es la egolatría que le impedirá asumir la responsabilidad política de liderar al país.  La elección de Mike Pence es un síntoma claro de esta impotencia. Recordemos que Trump ha puesto al frente de los grandes servicios públicos, agencias, etc. a personas cuya finalidad no era desarrollarlos sino recortarlos. Trump ha puesto personas contra las escuelas públicas en Educación o contra la sanidad pública al frente de la Salud. Y eso se paga porque su función era reducirlas a mínimos. Lo que está claro ahora es que no será la Asociación Nacional del Rifle la que sirva para cazar los COVID-19 sueltos. The Washington Post recuerda hoy mismo "Coronavirus pushes Trump to rely on experts he has long maligned". El negacionista Trump y sus equipos no tienen la capacidad de establecer más que barreras de palabras ante la incapacidad manifiesta de ir más allá de la demagogia en un caso real. Cuando se trataba de crear una guerra comercial con China, Trump recurrió a todos los especialistas en el campo difamatorio. Ahora necesita algo más que sus asesores del Tea Party o de Breitbart. Necesita expertos, científicos especialista capaz de frenar lo que será difícil en un servicio nacional debilitado.
Firmado por la AFP, el diario egipcio Egypt Independent titula " Trump downplays epidemic fears as virus spreads around world"*** y señala la misma actitud en Trump:

President Donald Trump has played down fears of a major coronavirus outbreak in the United States, even as infections ricochet around the world, prompting Saudi Arabia to ban pilgrims from visiting Islam’s holiest sites.
China is no longer the only breeding ground for the deadly virus as countries fret over possible contagion coming from other hotbeds of infection, including Iran, South Korea and Italy.
There are now more daily cases being recorded outside China than inside the country, where the virus first emerged in December, according to the World Health Organization.***


Trump se ha empeñado en diseñar los escenarios de sus guerras y conflictos. Pero el COVID-19 se le resiste y es difícil que logre llevar el agua a su molino. La guerra que plantea no es la que se necesita para resolver el problema. La cuestión es que Trump es unidimensional, como lo es su administración. Los especialistas en repetir sus consignas a través de los medios han quedado huérfanos de palabra. Ya no es posible la difusión de sus ideas porque las propuestas son incongruentes e indefendibles.
Paul Krugman recuerda en su artículo la trayectoria de algunos defensores del presidente:
The first reaction of the Trumpers was to see the coronavirus as a Chinese problem — and to see whatever is bad for China as being good for us. Wilbur Ross, the commerce secretary, cheered it on as a development that would “accelerate the return of jobs to North America.”
The story changed once it became clear that the virus was spreading well beyond China. At that point it became a hoax perpetrated by the news media. Rush Limbaugh weighed in: “It looks like the coronavirus is being weaponized as yet another element to bring down Donald Trump. Now, I want to tell you the truth about the coronavirus. … The coronavirus is the common cold, folks.”
Limbaugh was, you may not be surprised to hear, projecting. Back in 2014 right-wing politicians and media did indeed try to politically weaponize a disease outbreak, the Ebola virus, with Trump himself responsible for more than 100 tweets denouncing the Obama administration’s response (which was actually competent and effective).


Todavía nos quedan muchas cosas por ver en la política norteamericana referidas al COVID-19. Trump se ha escondido tras Pence, algo que lamenta en su interior, pues desvía el protagonismo natural en él. Habrán tenido que convencerle de que quede en segundo término para evitar el desgaste cara a las próximas elecciones.
Uno de los problemas que se plantea es la transformación de todo en política y economía. Las preocupaciones por los efectos económicos son naturales, pero no deben anteponerse a las medidas de seguridad. A las crisis económicas se sobrevive; a la otra, muchos no lo hacen.
La forma de vencer al COVID-19 es la sensatez, la responsabilidad y la buena información. No pasa nada por perderse el encuentro de su equipo de fútbol en una zona peligrosa o si se celebra a puerta cerrada. No es posible que escuchemos a los expertos y sindicalistas indicar —como acabo de escuchar— que si estás "enfermo" no se te descuenta nada, pero que si estás en "cuarentena preventiva" se te descontarán los días o los tienes que negociar como "días libres", "vacaciones", etc. porque es la mayor incitación a que la gente no haga las esenciales cuarentenas.


Los países que descuentan a los trabajadores los días de enfermedad o de aislamiento son en los que más se difunden las enfermedades contagiosas. La gente va a trabajar enferma porque les descuentan o despiden. Eso hoy es llamar al desastre. El miedo al contagio puede ser menor al miedo a ser despedido en estos tiempos precarios.
Veremos cómo se adaptan las instituciones, las personas, etc. a las nuevas normas que hay que modificar para permitir vencer a este COVID-19. La actitud de Trump y los suyos, al frente de la administración, debería cambiar por el bien de todos. De no ser así, las consecuencias sociales irán mucho más allá de la salud y resonarán muchos tambores. 


* Paul Krugman "When a Pandemic Meets a Personality Cult" The New York Times 27/02/2020 https://www.nytimes.com/2020/02/27/opinion/coronavirus-trump.html
** "Trump downplays epidemic fears as virus spreads around world" Daily News Egypt 27/02/2020 https://www.egyptindependent.com/trump-downplays-epidemic-fears-as-virus-spreads-around-world/
** "HHS whistleblower claims US workers received coronavirus evacuees without proper precautions" CNN 27/02/2020 https://edition.cnn.com/2020/02/27/politics/hhs-whistleblower-coronavirus/index.html





jueves, 27 de febrero de 2020

El COVID-19 y el fútbol o las rutinas de la vida

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La vida cotidiana se compone de innumerables rutinas y automatismos. La llegada de un elemento como el COVID-19 produce una alteración y por ello una desautomatización de lo que se hacía a través de la consciencia de los actos que se hacen visibles, muchos de ellos, por su imposibilidad. El COVID-19 divide la vida en nuevas secciones de lo que se puede o no puede hacer, de lo que se debe o no debe realizar. Este hecho obliga a una situación dolorosa en la medida en que se es consciente de la necesidad de nuevas rutinas que tardan en instalarse en lo cotidiano.
Euronews nos muestra el conflicto, que antes no lo era, por la celebración de un partido de fútbol de la Eurocopa entre el italiano Juventus de Turín y el Lyon francés. Lo que antes era una bienvenida a los visitantes que realizaban gastos en el lugar de celebración, ahora se ve como amenaza:

Los responsables de dos distritos de Lyon han pedido que se cancele el viaje de unos 3.000 seguidores de la Juventus de Turín de la ciudad francesa para el partido de la Liga de Campeones del miércoles por la noche que finalmente se disputará.
El equipo italiano sostuvo que "no hay restricciones particulares" para sus seguidores, que son libres de viajar sin "ningún problema".
El presidente del Olympique de Lyon Jean-Michel Aulas, aseguro que los aficionados italianos se mantendrían separados de los demás seguidores en el estadio.
A diferencia del partido en Francia, la Juventus jugará su próximo partido de la liga italiana a puerta cerrada debido al coronavirus. El partido contra el Inter de Milán del domingo es uno de los cinco partidos de la Serie A que se enfrentan a tales restricciones.*



Los partidos, los viajes acompañando al equipo, etc. forman parte de esas rutinas que son sometidas a inspección, cuestionadas en función del sentido que adquieren en las nuevas circunstancias. Las incongruencias se producen. ¿No lo es celebrar a puerta cerrada en Italia y que se trasladen 3.000 aficionados a Francia? Cuando las autoridades francesas son preguntadas se alarman por la llegada, así se manifiesta la alcaldesa de la ciudad cuando es entrevistada. Cuando los aficionados de la Juventus que recorren la ciudad francesa son preguntados no consideran que la situación sea preocupante y creen que se exagera.
El fútbol sale por otro lado en el diario El Mundo. Con el titular "La Sanidad valenciana desconocía que el Valencia jugó en Milán: "No teníamos ninguna información""** nos muestra otro caso de incongruencia. La actitud de la subdirectora general de Epidemiología de Sanidad de la Generalitat Valenciana, Hermelinda Vanaclocha, en el vídeo que acompaña a la información no parece la más adecuada para una rueda de prensa. No sé si es lo más adecuado decir que "ellos son sanitarios y no tienen porqué saberlo", poniendo como ejemplo de confirmación que "tampoco sabían que se había celebrado una fashion week"**. No sé si la señora Vanaclocha tiene claro que su función es estar al tanto de todas estas cosas pues la epidemiología, su especialidad, tiene "algo" que ver con este tipo de situaciones. Lo primero que deberían es recabar información de este tipo —lo que se celebra y puede ser problemático— para evitar no solo la preocupación excesiva sino también otro elemento peligroso, el relativismo que solo mira en el ojo ajeno, pero no en el propio. Es característico del ser humano ocultarse los problemas cuando le interesa y, viceversa, agrandarlos cuando no le interesan.


Evidentemente la responsable de Epidemiología de Sanidad de la Generalitat Valenciana siente que la han lanzado a los pies de los caballos en la rueda de prensa donde queda en evidencia que no ha sido informada de algo que debería saber.
Son estas pequeñas rutinas, como ir a ver un partido, las que demuestran el grado de autoconciencia y de responsabilidad individual y colectiva. Es ahí donde se ve el civismo. El COVID-19 se mantendrá o expandirá en función del grado de civismo y responsabilidad de los diferentes países y personas.
Está claro —y el ejemplo de China lo demuestra claramente— que solo el sacrificio y la responsabilidad funcionan para la contención. Todo el mundo tiene en su mano la prevención normalizada, que debe constituirse en nueva rutina, sin alarmas pero con responsabilidad.


La alteración de la vida diaria implica enormes costes económicos. Es sorprendente que se cancelen ciertas rutinas mientras que otras se mantienen en función de intereses económicos. No es la forma de traer no solo confianza sino seguridad. El COVID-19 no necesita de "relaciones públicas" para mitigar sus efectos económicos. Lo que necesita es mostrar seguridad real e información correcta y fidedigna. Pero es duro tomar decisiones.
Modificar ciertas rutinas y crear otras nuevas más seguras es necesario. Pero si se percibe que hay demasiada "elasticidad" en ciertos casos, el mensaje que se transmite no es bueno. Italia es la que está en el punto de mira. Antes le tocó a China, cuyas decisiones fueron drásticas y a la que se criticaba. Si en Italia se aislaba a 40.000 personas, en China lo han sido 40 millones. En China decrecen los casos, mientras que aumentan en otros lugares y, algo añadido, se traslada el conflicto a las calles, de las que no se hace desaparecer el miedo, lo que provoca conflictos.
El "no teníamos ni idea de que el Valencia jugó en Milán" de la señora Vanaclocha, con todos mis respetos, no es un mensaje afortunado por mucha razón que tenga para su enfado. Imagino que es una respuesta de persona que se encuentra en una tesitura en la que es consciente de la falta de información. Pero sí debería saberlo. No se trata de que no se vaya, sino de que se tomen las medidas a la ida y a la vuelta y que haya recomendaciones a los que van, como las hay en casos de situaciones peligrosas en determinadas zonas de riesgos climático, seguridad, violencia, etc.
El caso actual debe servir para formar expertos en crisis futuras que sin duda llegarán. Hay una parte que es naturaleza, biología, pero hay otra que es plenamente humana, las migraciones, el turismo, las ligas internacionales, los grandes eventos, etc. construyen nuestra vida cotidiana, pero también aumentan los riesgos en un mundo en el que todo está a unas pocas horas de vuelo, en donde se producen grandes concentraciones, de un domingo playero a unos Juegos Olímpicos, de una asamblea de Naciones Unidas a un festival de cine. Debemos aprender a informar, a no crear pánicos sino seguridad real, no palabras o cuentos. Debemos aprender a ser solidarios con los que sufren y no esperar a que nos llegue a nosotros.
Esta crisis está sacando muchas cosas buenas, solidarias; pero también está sacando escenas como la de los ciudadanos ucranianos atacando los autobuses en los que se repatría a sus enfermos, el racismo y la xenofobia callejera y muchas conductas individuales o colectivas que no llegan a aparecer en los medios.
Habrá que introducir nuevas rutinas y olvidar algunas de las viejas. Costará, pero se puede. Me gusta la imagen que abre este texto: representa una nueva normalidad rutinaria. Una cola de transporte, las mascarillas y el ramo de flores de alguna celebración que el COVID-19 no ha logrado alterar.



* "Gol del fútbol al coronavirus: el partido Lyon-Juventus no se cancela" Euronews 26/02 https://es.euronews.com/2020/02/26/el-coronavirus-obliga-a-cancelar-el-italia-irlanda-del-seis-naciones-de-rugby
** "La Sanidad valenciana desconocía que el Valencia jugó en Milán: "No teníamos ninguna información"" El Mundo TV https://videos.elmundo.es/v/yIxG8tHdzXk-la-sanidad-valenciana-desconocia-que-el-valencia-jugo-en-milan-no-teniamos-ninguna-informacion



miércoles, 26 de febrero de 2020

Los tres días del héroe o la incómoda muerte de Hosni Mubarak

Joaquín Mª  Aguirre (UCM)
En plena crisis internacional del COVD-19, la muerte del ex presidente egipcio Hosni Mubarak ha pasado de puntillas, pero no ha sido desatendida.  Su fallecimiento, a los 92 (o 91) años, según las fuentes, es un test recordatorio de un país con memoria frágil y emocionales cambios en el recuerdo.
Con su paso a otra vida, Mubarak es ya un recuerdo colectivo medianamente manejable. Una vez muerto, lo que queda es lo que se quiera recordar y como se quiera recordar. Lo que no se podía decir en vida, es posible convertirlo en canto, loa y biografía oficial Egipto, el gobierno y sus seguidores, han decidido convertirlo en héroe post mortem.


Pero no es fácil hacer olvidar o manipular el recuerdo. Pese a todo, Mubarak, fallecido a los 91 años en su cama hospitalaria, fue el presidente que cayó, que fue derribado por la ira de una fuerza que hoy solo aplaude. Al-Sisi es ya el único presidente vivo sobre la faz egipcia. Puede que la Iglesia católica tenga dos papas, pero esa situación era muy incómoda en Egipto, porque Mubarak no se retiró, sino que lo retiraron. La historia oficial egipcia, la única permitida, ha estado buscando excusas para aquello desde 2011 que se produjo. Desde esta perspectiva, los casi diez años últimos de su historia han tenido como fin complicado la reinserción de Hosni Mubarak en la memoria colectiva, que era la manera de hacer aceptable el duro presente y justificar cómo se ha llegado a él.


La reinserción de Mubarak en la vida oficial mediante tres días de luto nacional es un claro ejemplo de lo que ha ocurrido en Egipto, que no es otra cosa que el desempoderamiento del pueblo frente a la necesidad del líder. En el simbolismo político, el pueblo es masa y estallido sentimental —¡cuánto se ha insistido en que la revolución de 2011 fracasó porque carecía de liderazgo!—, frente al líder, la mano fuerte que forja la historia. El simbolismo político plantea que es la masa popular la que debe ser canalizada, reorientada frente a su tendencia a la apatía o a los estallidos de furia e indignación. Al caos social se opone el orden militar, que no se debe percibir como dictadura (aunque lo sea), sino como una salvación en la unidad. De ahí esa reivindicación egipcia del Estado y del líder. Ejército y Estado forman unidad, acogen al pueblo, y son liderados por la mano firme del héroe.

Hoy se celebra a Mubarak no como presidente. Se justifican los tres días de luto oficial por el héroe que llevó a ganar batallas, el signo del favor divino, porque nada hay que saque al egipcio del convencimiento de ser un pueblo elegido. Eso ha dado lugar al especial nacionalismo egipcio y a la imposibilidad de un movimiento pan árabe que no esté liderado desde Egipto, donde todo comenzó.
La prensa recoge la muerte de Mubarak. Algunos se limitan a la loa, otros quieren dar las dos caras de la moneda y los críticos procuran que no se les note mucho. El análisis comparado de las biografías de Mubarak, resaltando unos aspectos u otros, es una experiencia sobre cómo funciona ese imaginario y qué lugar ocupa Hosni Mubarak en él.
Creo que es interesante el artículo aparecido en Egypt Independent, por la fotografía que lo encabeza y por el texto dividido que ofrece. En la primera parte se nos dan las virtudes por las que se le celebra oficialmente:

The Egyptian Presidency has announced three days of mourning following the death of former Egyptian President Mohamed Hosni Mubarak, who passed away on Tuesday morning at the age of 92 after a battle with illness.
A statement from the Egyptian Presidency said that Mubarak did a lot for his country as one of the “leaders and heroes” of the 1973 October war, commenting that he had commanded the Egyptian Air Force during the war, which “restored dignity and pride” to the Arab nation.
The Presidency extended its sincere condolences to Mubarak’s family, with the three days of mourning to begin on Wednesday.
The General Command of the Armed Forces also mourned the late president as one of the leaders of the October War, extending condolences to his family, officers of the armed forces, and Egypt’s soldiers.*



Salta a la vista inmediatamente que se ha elegido un Mubarak militar, como "héroe" al que rendir homenaje, prescindiendo total y absolutamente de referencias a su mandato de treinta años sobre el país. Se puede decir que no se despide y celebra al ex presidente, sino al pre presidente. Sobre los treinta años se corre un velo.
Algunos podrán pensar que es una forma de censura o reprobación de su mandato. Es ahí donde entre el juego de sutilezas que se han desarrollado desde 2011 tratando de encajar las piezas rotas. Mubarak ha sido reivindicado muchas veces por miembros del parlamento en el régimen actual. Por mucho que se le celebre como héroe, no se puede obviar que el cadáver que va en el féretro es uno y solo uno. Es un fenómeno de "disonancia cognoscitiva", la confrontación interna de dos visiones o ideas distintas del mismo personaje. Celebrarlo como héroe es darle un empujoncito a un sentido frente a otro.
Mubarak tiene que ser celebrado porque lo que realmente vale, el uniforme. Es de ahí de donde proviene su fuerza. De esta forma, la constancia del Ejército al frente del país es también celebrada.

El ejército egipcio consiguió ser celebrado al ponerse "del lado del pueblo" frente al héroe hoy despedido como militar, acusado entonces de ordenar la muerte de cientos de manifestantes. Ese fue el motivo principal de su encarcelamiento tras ser derrocado. Sin embargo, esa caída del régimen no se produjo nunca porque el Ejército /y el aparato de seguridad) siempre mantuvieron el control del país. Solo su nefasto planteamiento queriendo imponer un candidato militar frente a los islamistas hizo que Morsi llegara al poder, en donde duró un año. De nuevo el Ejército se manifestó como brazo del pueblo, ejecutor de su voluntad. Toda la represión y los muertos se hacen en Egipto en el nombre del pueblo, como al-Sisi les recuerda cuando es criticado y denunciado internacionalmente. Es el castigo del aplauso a los dictadores. Al-Sisi, hoy amado presidente, estaba al frente de los servicios de Inteligencia, por lo que tuvo que ver con la represión a los revolucionarios; fue ministro de Defensa con Morsi, al que destituyó en el "no-coup"; y reprimió con violencia extrema la protesta contra la destitución de Morsi.
Por su propia naturaleza, el régimen actual es heredero de Mubarak y ha ido más allá en muchos sentidos. Es casi un tópico ya considerarlo como más represivo que el de Mubarak.
Tras el Mubarak héroe militar, se incorporan al artículo unas loas internacionales. En este caso se reducen a las del ministro de Asuntos Exteriores de Emiratos Árabes Unidos, que le recuerda en la guerra para liberar Kuwait y lo presenta como un líder sabio que evitó crisis en el mundo árabe. Es la fase de transición que, por escueta y centrada, sorprende.
En la tercera parte, el diario se deja de lágrimas y cantos fúnebres para dar otra visión de Mubarak. En ella se señala:

Mubarak ruled Egypt for 30 years until he was ousted on February 11, 2011 during an 18-day uprising, part of the larger Arab Spring.
Mubarak also previously faced charges of corruption, as well as charges of complicity in the killing of protesters during the uprising that led to his overthrow.
He was sentenced to life imprisonment in 2012 after a court convicted him of complicity in the killing of demonstrators during the revolution, but Mubarak was later retried and subsequently acquitted and released in 2017.*

De nuevo, se ignora o no se dispone de argumentos para describirlo de otra manera. Es el Mubarak derrocado por la presión popular. Es el que siembra el desconcierto en Tahrir cuando dice hablar "como un padre" a los egipcios y egipcias que están allí son moverse, aguantando todo tipo de ataques y vejaciones, hasta que abandone el poder. Es el Mubarak que destituye a su primer ministro, pero el pueblo sigue cantando que quieren la caída del régimen. Finalmente, no hay otra salida que la detención. Al-Sisi, el militar que dijo que nunca aspiraría a la presidencia y que Egipto tendría un gobierno civil, el que se hizo con el control del país.
Tras la caída, las farsas egipcias de juzgar, condenar y después ir anulando condenas, fueron constantes. Tanto para él como para su familia. Las imágenes de su enfermedad, de su juicio en camilla tras las rejas, etc. fueron quedando en la memoria, tanto como las anteriores que hacían mofa revolucionaria del caracterizándolo como "la vaca que ríe". Los chistes sobre Mubarak circularon a lo largo de su presidencia por Egipto como un elemento popular de crítica. Hoy se persiguen los chistes en las redes sociales sobre al-Sisi y los hay en la cárcel por reproducir un meme presidencial en su páginas o tenerlo en sus teléfonos.


El fallecimiento de Hosni Mubarak produce un cierre en falso en la historia y la memoria egipcias. Mubarak se va como un héroe, con tres días de luto oficial.
No podemos dejar al margen la fotografía que abre el artículo. Quizá sea la foto menos adecuada de todas. Nos muestra un momento clave:

Image: In this Oct. 6, 1981 file photo, Egyptian President Anwar Sadat, right, and Vice President Hosni Mubarak sit on the reviewing stand during a military parade just before soldiers opened fire from a truck during the parade at the reviewing stand, killing Sadat and injuring Mubarak. Egypt’s state TV said Tuesday, Feb. 25, 2020, that the country’s former President Hosni Mubarak, ousted in the 2011 Arab Spring uprising, has died. Mubarak, who was in power for almost three decades, was forced to resign on Feb. 11, 2011, following 18 days of protests around the country. (AP Photo/Bill Foley, File)

¡Extraño pie de foto! De nuevo una imagen pre presidencial para ilustrar la historia del ex presidente. El recordatorio del hecho que le llevó al poder, no sus heroicidades, sino el asesinato de Sadat a manos de militares islamistas que los ametrallaron durante ese desfile. La traición del piadoso Sadat al pactar la paz con Israel era el motivo. Pero el salto explicativo posterior nos lleva al otro borde de su presidencia, al día en que fue derrocado o forzado a renunciar, que sería, efectivamente más ajustado a la realidad.
La muerte de Mubarak no es un hecho cómodo. Sume al país en una enorme ambigüedad y muestra el constante reto que supone la aceptación de la historia. Mubarak pasa a ser símbolo, no político sino militar, se acoge a la imagen del héroe. Sin embargo, no es posible negarlo todo.


* "Egyptian Presidency announces three days of national mourning following Mubarak’s death" Egypt Independent 25/02/2020 https://www.egyptindependent.com/egyptian-presidency-announces-three-days-of-national-mourning-following-mubaraks-death/



martes, 25 de febrero de 2020

El COVID-19 entra en la política norteamericana

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El COVID-19 acaba de entrar en la precampaña electoral norteamericana. Mientras Trump entra —¡Dios mío!— en la tumba de Gandhi y en el Taj Mahal, en casa se discute sobre el futuro y las medidas necesarias para prevenir lo que pueda ocurrir y para contener lo que ocurra.
En todo este tiempo, la prensa norteamericana de cualquier color ha arremetido contra China. La llegada del coronavirus fue enarbolada como metáfora en una lucha ya existente, previa, que había comenzado con la llegada de Trump a la Casa Blanca, incluso ya en la pre campaña electoral. Trump quería poner a China contra las cuerdas y parte de su argumento camino de la presidencia era que China se había beneficiado de los malos negociadores anteriores, que habían perjudicado el desarrollo norteamericano. Los tiras y afloja arancelarios abrieron una llamada "guerra económica" que hizo que Trump movilizara contra China a diversos países de la zona presionando para evitar los planes de crear una zona de beneficio común en Asia, algo que a Trump no le interesaba. Para ello tensó las cuerdas con Corea del Norte y abrió los conflictos con Taiwán y Japón, también con Corea del Sur. Los ataques a China se incrementaron por aquello que Estados Unidos considera propio: las comunicaciones. Tanto el desarrollo del mercado de la telefonía móvil, en el que chinos y surcoreanos dominan en detrimento de Apple, como el desarrollo del 5G en Europa en acuerdos con Huawei, elevaron el tono de la guerra comercial y mediática contra China. Y algo más: en lo único que han estado de acuerdo demócratas y republicanos ha sido en la necesidad de "frenar" a China, que les ha dejado atrás en muchos campos.


Mientras China se limitaba a ser la fábrica, los Estados Unidos, lo creadores de la idea de "globalización", no había problema. Ha sido cuando China ha demostrado que podía crear su propia tecnología, competir y ganar en muchos sectores punteros, como las comunicaciones o la Inteligencia Artificial, cuando empiezan a surgir los problemas y Estados Unidos ataca.
Y entonces llegó el COVID-19. Los titulares de los medios norteamericanos empezaron a echar chispas cuando en China comenzaron los contagios y muertes. El "virus chino", como se le identificó inicialmente, era la guinda que coronaba el pastel de la guerra comercial.
En los medios estadounidenses (y británicos) se repetían las imágenes fotográficas que asociaban los símbolos de China (bandera, dragones, colores, etc.) directamente con el virus. La culminación de este proceso de asociación simbólica país-virus se realizó, sin embargo en Dinamarca logrando la culminación de la elegancia perversa: una bandera china en la que se había sustituido las estrellas características por los coronavirus. El gobierno chino protestó. Las imágenes de este tipo se han repetido una y otra vez, como tuvimos ocasión de señalar.
Mientras los coronavirus no salieron de China, los ataques eran fáciles. Se creaba pánico, pero el peligro estaba lejos. Y esto ha cambiado. La aparición de focos importantes en países como Italia y Corea del Sur obliga a la redefinición del problema, que ya no se puede centrar en China.


El problema se plantea a un Donald Trump que presumía hace unos días de haber cerrado Estados Unidos a los "chinos", creyendo que eso era sencillo, eficaz y suficiente para su propio discurso aislacionista. Trump "castigaba" a China. La cuestión ya no es tan sencilla y no se puede limitar a las palabras, por muy encendidas que sean.
Trump ha estado presumiendo que sus medidas para la prevención, como todo lo que hace, eran perfectas y suficientes. Pero ahora se le pide aclaración y, sobre todo, muchos empiezan a temer que si hay un "problema", el sistema sanitario pueda abarcarlo.
Como sabemos, la cuestión de la sanidad es uno de los caballos de batalla en la política norteamericana, un conflicto que obliga a los candidatos a tomar posiciones sobre su tamaño y cobertura. La salud es política pura en los Estados Unidos.


Desde esta perspectiva debemos considerar el artículo aparecido en la CNN con el titular  "Virus concern grips Washington as Trump dispenses optimism". Por su propia dinámica, nada hay más preocupante que el "optimismo" de Trump. ¿Qué se puede hacer cuando se tiene al presidente más mentiroso de la historia? A los norteamericanos empieza a llegarles el miedo y no es precisamente Trump la persona para infundirles confianza y prometerles salir de la crisis.
Este es el comienzo del artículo de la CNN:

Growing fears that the coronavirus outbreak could turn into a pandemic and reach the United States are challenging President Donald Trump's sunny assurances that everything is under control.
After weeks of telling Americans that China has a lid on the situation, the President is returning from a trip to India amid growing concern in Washington over the virus and partisan criticism of his attitude.
A panicked 1,000-point Wall Street sell-off, a building world supply-chain crunch and a looming hit to global growth together could pose peril for Trump by slowing the strong economy he plans to ride to reelection.
But even more worryingly, the virus is spreading beyond its Chinese epicenter to Europe and the Middle East in a way that has experts warning it could soon become a full-blown pandemic. In such a scenario, the US could not expect to escape from a wave of infections and Trump would face a test of his leadership and capacity to bring a jumpy nation together.
The White House insists Trump is more than on top of the situation. But Democrats are now sounding the alarm, with Senate Minority Leader Chuck Schumer charging Monday that the President is "asleep at the wheel" as the threat builds.
A serious outbreak in the US could put a health system already facing a tough flu season under severe pressure, posing an organizational challenge for an administration that habitually stokes chaos and sends mixed messages.*


Mientras se veían los toros desde la barrera, por usar el dicho español, era fácil atacar a China. Pero ahora, el toro se ve mucho más cerca y ya no valen las palabras del presidente, al que su falta de credibilidad le pasa ahora factura. Se le pide algo más que ataques en mítines de fin de semana o tuits agresivos.
La caída de Wall Street y de muchas bolsas mundiales es algo que sitúa el problema en la otra cara de la moneda. Desde el principio, el caso del COVID-19 se vio como una cuestión económica paralela al problema sanitario. La moneda ha tenido esas dos caras, la salud y la economía. Se pensaba que China sería la perjudicada, y lo es. Pero en el mundo en que vivimos nada queda desconectado.
Las críticas que se dirigían a China, se plantean ahora contra Japón y Corea del Sur. Lo de Japón es por su gestión de los barcos con infectados y su falta de acción preventiva, consiguiendo crear en el Diamond Princess, el segundo foco en importancia tras de China. Más grave la situación surcoreana con una secta religiosa como principal agente de contagio y un crecimiento espectacular cuyos efectos solo están comenzando.
Todo ello se vuelve contra el propio Trump, pues debe demostrar si es capaz de hacer algo más que levantar muros para aislar a los Estados Unidos. De nuevo vuelve a aparecer el problema económico, esta vez en su campaña para la reelección, pues si la economía se ralentiza y hay muchos más sustos bursátiles cada vez que ocurra algo, su mayor activo para la reelección se vendrá abajo.


Los demócratas están volviendo las armas por el COVID-19 contra Trump al pedirle algo que no tiene: un plan real de defensa frente al coronavirus. La idea de que "se ha dormido al volante" es expresiva en el reproche. La debilidad del sistema sanitario enfrentado ya a la gripe preocupa y los que han visto la sanidad como una carga puede que tengan que repensar sus teorías frente a la dureza de la realidad.
Pero hay otro aspecto importante, de orden psicológico en esta guerra múltiple, tal como queda reflejado en el artículo:

The sudden upsurge in political heat over the coronavirus in Washington came after Mike Ryan, executive director of the World Health Organization's Health Emergencies Program, said that while the virus was not yet a pandemic, it was time to prepare for it to evolve in such a way.
"Look what's happened in China: We've seen a significant drop in cases, huge pressure placed on the virus and a sequential decrease in the number of cases; that goes against the logic of pandemic. Yet we see in contrast of that, an acceleration of cases in places like Korea, and therefore we are still in the balance," he said.*

El hecho de que la Organización Mundial de la Salud reconozca los esfuerzos y sacrificios de China y vea los resultados en la caída de los casos, mientras que crecen en otros lugares, se vuelve políticamente contra Trump. El mensaje es claro: China actúa, Estados Unidos habla.

La lucha política es cómoda mientras la realidad no ponga a cada uno en su lugar. La importancia de la coordinación mundial es lo contrario de lo que se ha hecho desde la maquinaria norteamericana, más empeñada en aislar y hundir a China que en resolver un problema que puede ser global y de gran trascendencia.
La reducción de los casos de contagio en China es una buena noticia. Pero sirve de muy poco si los demás países no toman medidas adecuadas, que no serán populares. Si no quieren ponderar lo realizado por las autoridades chinas, debe reconocerse al menos el enorme espíritu de sacrificio del pueblo chino para combatir algo más que su propia salud individual.
La lucha contra la expansión en un caso como este requiere una enorme solidaridad y sacrificio por parte de millones y millones de personas de las que se ha hablado poco, mostrándolos como una especie de curiosidad disciplinada tras sus mascarillas, y en sus aislamientos, muchas veces voluntarios, para evitar ser foco de transmisión. Hoy gracias a esa disciplina, el coronavirus pierde fuerza en China mientras que la gana en otros países. Veremos si en todas partes se responde de igualforma.
Las líneas finales del artículo de la CNN vuelven a poner en cuestión lo hecho en Estados Unidos y la actuación posible de Trump:

Any sign that the US economy is being affected would surely catch Trump's eye and might jolt him into more urgent action.
The President gets higher marks from voters for his economic management than for any other aspect of his presidency. He incessantly cheers stock markets as they hit new highs. But a growth slowdown and the psychological impact of a prolonged correction could complicate his pitch for a second term.*
.
Economía, salud y política parecen ser los tres parámetros con los que se mide el caso. No es bueno. El valor real de los dirigentes es ser capaces de jerarquizar esos tres elementos. El orden en que se pongan ayudará a resolver el problema de mejor o peor manera. Creo que está claro que los virus no entienden ni de política ni de economía, por mucho que algunos se empeñen.
La queja de la OMS por haber solicitado fondos internacionales para combatir e investigar y haber obtenido una pobre respuesta, nos indica que las prioridades de los países no siempre están claras.
Ahora entra en la política interna norteamericana exigiéndole a Trump prevención y medidas eficaces para contener lo que pueda ocurrir, cuestionando su optimismo. Ironías de la vida.



* Stephen Collinson "Virus concern grips Washington as Trump dispenses optimism" CNN 25/02/2020 https://edition.cnn.com/2020/02/25/politics/coronavirus-us-donald-trump-washington-politics/index.html

lunes, 24 de febrero de 2020

La muerte de Mad Mike o la tierra sigue siendo redonda

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
En estos tiempos, presuntamente ilustrados, una noticia me devuelve a esa otra realidad, contante y sonante, que nos deja en evidencia, que nunca nos abandona como un recordatorio de que nos dejamos lagunas en nuestro avance. El titular es sencillo y nos los trae el diario El País: "Mike Hughes muere tras lanzarse en un cohete casero con el que quería demostrar que la Tierra es plana".*
El artículo nos ofrece una serie de textos anteriores sobre el tema de la tierra plana y la sociedad que investiga la conspiración mundial para evitar que se sepa la "verdad", la Flat Earth Society, que mantiene una conferencia internacional anual para ponerse al día sobre su objeto de investigación.
En uno de los textos, de enero de 2019, hablaban de fletar un barco para expedición que llegara a los límites del mundo y así demostrar sus teorías sobre la planicie del planeta. En él se nos dice:

Existen varias teorías dentro de los que creen que la Tierra es plana, aunque la principal afirma que, después de "una extensa experimentación, análisis e investigación" la Tierra es un disco gigante con el polo norte en el centro y rodeado de "una barrera de pared de hielo: la Antártida", según la sociedad terraplanista.**



La incapacidad de superar el límite medieval, los convierte en un grupo pre Galileo, que para ellos debe ser una ilusión histórica, un eslabón en el retroceso del conocimiento que supuso saber que el mundo era esférico. Me es difícil imaginar el debate de esas sesiones de la Sociedad, cada uno intentando encontrar una teoría que explique mejor principios falsos. El artículo se cierra diciendo:

La Flat Earth Society asegura que "las agencias espaciales del mundo" han conspirado para falsificar "el viaje espacial y la exploración". "Probablemente empezó durante la Guerra Fría. La URSS y Estados Unidos estaban obsesionados con ser los mejores en cuanto a llegar al espacio se refiere, hasta el punto de que cada uno fingía sus logros en un intento por seguir el ritmo de los supuestos logros del rival", aseguran.**

Como vemos, la teoría necesita acabar con todo aquello que suponga un impedimento para su núcleo central, que debe mantenerse. Por ello, todo aquello que suponga contradicción es eliminado o considerado una "conspiración". Según este principio de limpieza, todos los países que envían misiones al espacio conspiran para que la gente crea que el mundo es redondo o que han salido al espacio exterior, desde donde lo que se vería sería un panorama muy distinto, ese disco rodeado de hielo antártico.


La muerte del aventurero Mike Hughes en el cohete casero es una pérdida humana, pero permite añadir nuevas conspiraciones a los conspiracionistas, dejando en suspenso la constatación de que el mundo es un disco flotante en el universo.
El diario nos explica las circunstancias de la muerte:

El aventurero estadounidense Mike Hughes ha fallecido este sábado al lanzarse en un cohete que fabricó él mismo y con el que quería demostrar que la Tierra es plana. El artefacto falló. Hughes, de 64 años y que se promocionaba como Mad Mike: el mayor temerario del mundo, llevaba años preparando el proyecto y, tras algunos problemas con las anteriores ubicaciones, había programado el despegue para este fin de semana cerca de la localidad de Bartow, en California. El lanzamiento iba a ser grabado para una serie de televisión. 
Según se recoge en el vídeo del lanzamiento, el cohete de Mad Mike perdió el paracaídas nada más despegar, lo que ya hacía inevitable el fatal desenlace. Luego, el aparato, que cayó a unos 150 metros de distancia, se pierde entre las nubes y, al poco, se observa cómo Hughes se precipita contra el suelo. "Fue un shock para todo el mundo. No sabían qué hacer", ha relatado el periodista Justin Chapman  a algunos testigos del accidente.
El objetivo de este aventurero que trabajaba como conductor de limusinas era alcanzar una altura de 5.000 pies (unos 1.524 metros) y que se transmitiera en Astronautas Caseros, del Science Channel, ha informado el canal Discovery. Esta serie recoge historias de gente que "explora la frontera final con presupuestos limitados".*



Puedo llegar a entender que un llamado "Science Channel" intente sobrevivir con materiales baratos y chapuceros que obvian los principios de la Ciencia invocada y dé espacio a estos "astronautas caseros", los que se dedican a "explorar la frontera final con presupuestos limitados". Puedo entenderlo desde los principios del mercado, pero no desde los de la ciencia.
Lo entiendo de la misma manera que el llamado "Canal Historia" ofrece programas sobre la presencia de los extraterrestres y demás "misterios" que nos rodean. Esta es parte de su programación de hoy lunes: 06:08 "La maldición de Oak Island: La verdad detrás de la maldición"; 09:57 "Misterios sin resolver: El ascenso del Cuarto Reich"; 14:16 "La maldición de Oak Island: Los 25 mejores momentos inéditos"; 19:21 "El misterio de las pirámides: El misterio de las pirámides"... Es solo una muestra porque los programas sobre los misterios de las pirámides, por ejemplo, son cuatro o cinco en el día.


La muerte de Mad Mike, como se le conocía, hay que apuntarla a las dosis de estupidez humana, al afán de protagonismo y al deseo irredento de muchos por llevar la contraria a los demás, realidad incluida.
La existencia de este tipo de grupos y teorías se basa en una especie de ignorancia morbosa guiada por la incapacidad de creer lo evidente y apuntarse a lo más improbable.
Creo que estas teorías venden sobre todo credulidad disfrazada de incredulidad. El rechazo a lo que consideran verdades oficiales, mentiras de estado, conspiraciones contra el conocimiento, etc., es la versión moderna de la superstición. De alguna manera, estas personas alcanzan su punto máximo enfrentándose a lo que los demás creen, al rechazo de las evidencias y el dejarse llevar por las teorías más improbables que son precisamente las que dejan un mayor papel a la credulidad alimentada por la imaginación.
Hay campos en los que hay gran desconocimiento y les queda espacio para imaginar y proponer. Pero en otros, solo la extravagancia y el negacionismo radical es su motivación.


El diario El País dedica sus últimos párrafos a tratar de establecer la realidad del aventurero respecto a su aventura:

Cuando lanzó su proyecto en 2016, Hughes explicó que su motivación era demostrar que la Tierra era plana y, también, ver el espacio con sus propios ojos ya que, tal y como insistía en los vídeos que compartía en redes sociales, creía que el ser humano aún no ha viajado fuera del planeta.
Sin embargo, su representante, Darren Shuster, ha dejado entrever tras el fatal desenlace del lanzamiento que Mad Mike realmente no creía en el terraplanismo, sino que era una vía para lograr financiación para sus proyectos. De hecho, había conseguido recaudar unos 17.000 dólares (unos 15.600 euros) de la asociación negacionista The Flat Earth Society (La Sociedad de la Tierra Plana) para poner en marcha la iniciativa. Hughes, según decía en sus vídeos en las redes sociales, tenía 40 años de experiencia con cohetes. Su última hazaña fue en 2014, cuando creó su primer cohete casero tripulado.
La oficina del forense del condado de San Bernardino donde tuvo lugar el despegue ha anunciado una "larga" investigación del incidente. "No tenemos ningún hecho hasta el momento", ha explicado una portavoz del organismo.*

Es comprensible que se intente salvar la memoria de Hughes, pasar del todo por la causa al todo por la pasta. Concediéndole que para sus adentros la tierra fuera redonda hasta nuevo aviso, seguro que hubiera encontrado una mejor causa para sus aventuras, una causa que le permitiera lograr financiación.
Las conspiraciones, junto con el miedo y las supersticiones, han sido buenos motivos de atracción para aquellos que son capaces de vivir a la contra o que no son capaces de vivir de otra manera. ¿Por qué pensar como los demás?


Este tipo de grupos (verdaderas sectas en muchos casos) viven de ser diferentes, de oponerse a lo que los demás creen. Con los medios actuales, son capaces de alimentarse de lo que los canales con nombres como "Ciencia" o "Historia", nobles palabras, les ofrecen. Es una manera como otra de hacer dinero, pero muy peligrosa por sus consecuencias sociales. Al aumentar el número de seguidores, el peligro para ellos mismos crece (la muerte de Mike Hughes lo confirma), pero también crece en la sociedad cuyos miembros acaban estando convencidos que todo es una conspiración.
Los que aceptan con facilidad creencias de este tipo, pueden aceptar sin más las creencias en conspiraciones políticas o sociales. Su mente está entrenada para aceptar demagogos que les manipulen convenciéndoles de que lo que dicen es verdad.
Cuanto más peregrinas sean sus conspiraciones, más fácil será atraerlos hacia ellas. Son crédulos aumentados por el efecto de esas informaciones que reciben. No vivimos en una sociedad ilustrada, sino más bien fragmentada por una credulidad creciente. ¿Les parece una teoría conspirativa?
El representante de Mike Hughes ha intentado que el fallecido no sea recordado como un "tonto"; es mejor pasar por un tramposo que se ganaba la vida recaudando dinero para su propia causa y promoción. Habrá sido una decisión difícil, me imagino, que habrá desencantado a los especulativos miembros de la Earth Flat Society. El "gran paso para la Humanidad" que pensaban dar quedará para otra ocasión. Seguiremos pensando que la tierra es redonda.


* "Mike Hughes muere tras lanzarse en un cohete casero con el que quería demostrar que la Tierra es plana" El País 24/02/2020 https://elpais.com/internacional/2020/02/23/mundo_global/1582484041_526418.html