miércoles, 30 de septiembre de 2020

La bronca

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


No es fácil suscitar reacciones como las que ha generado el debate electoral entre el presidente reinante Donald Trump y el aspirante Joe Biden. Las descripciones van desde las apocalípticas a las surrealistas. Estos son algunos de los titulares de ahora mismo en The New York Times: "After That Fiasco, Biden Should Refuse to Debate Trump Again", "Will You Leave the Country if Trump Is Re-Elected?", "Trump Has Sold Off America’s Credibility for His Personal Gain", "Trump Won’t Condemn White Supremacy; Policy Talk Is Drowned Out", "With Cross Talk, Lies and Mockery, Trump Tramples Decorum in Debate With Biden"...  Más allá del titular, en las frases que preceden al texto, encontramos afirmaciones como "Amid a volcanic performance full of untruths and bulldozer-style tactics, President Trump notably refused to condemn white supremacy when asked" o esta otra "Both he and Joe Biden lobbed personal attacks and expressed a level of acrid contempt for each other unheard-of in modern American politics."

No parecen estar describiendo un debate electoral sino un violento encuentro entre dos personas que se odian. Y quizá sea exactamente lo que parece.  En la CNN, Chris Cillizza escribe en su sección "The Point!": 

I have been an unapologetic lover of politics for decades. I love the pageantry, the competition, the strategy, the history, the battle of ideas. And at the top of the list of what I enjoy most about politics and campaigns has always been debates. They have long been an effective distillation of the mix of performance and policy required to not just be elected president but also to do the job well. Because I love politics so much, it was deeply disappointing to watch the debacle on my TV screen on Tuesday night. It didn't make me mad. It made me sad. Because politics is -- and has to be -- better than this.* 

 El momento soñado por todo comentarista político, el debate electoral por la presidencia se convirtió en una gresca barriobajera, en la que lo único positivo que la prensa ha encontrado es no estar el lugar del pobre moderador, Chris Wallace, que se ha ganado dos o tres reencarnaciones positivas y un descanso final de iluminado. El propio Cillizza le dedica un apartado que comienza señalando: 

Look, no one -- and I mean not any person currently alive on Earth -- could have effectively handled this debate. Trump is like a rhetorical pile driver -- he just talks and talks and talks. He has zero regard for rules. Or other people. Or politeness. Or answering questions. You get the idea.* 

Sí, es difícil no hacerse una idea a la vista de la unanimidad de los comentarios. En la CNN, Jack Tapper, siempre comedido, se ha referido al debate como "Sh*tshow", en donde ese asterisco pudorosamente colocado no evita el tufillo que ha dejado en los platós televisivos y redacciones desde donde se ha seguido y comentado.

Los periodistas han tenido que ampliar su repertorio y lanzarse a zonas casi sin explorar, recuperando palabras olvidadas en este tipo de debates para poder describir esas sensaciones.

La CNN ha hecho una encuesta entre los asistentes al debate, donde los que han contestado sitúan a Biden con un 60% de aceptación mientras que Trump no llega al 30%. El presentado rápidamente no explica que no es una encuesta general, sino solo entre aquellos que lo seguía. Se trata de evitar así llevar a confusión.

La pregunta realmente es ¿esperaba usted otra cosa de Donald Trump? Tiene que tener cuidado Biden porque ese es el terreno de Trump, el de la gresca y el insulto, el de llevar al oponente a un punto en el que sea incapaz de desarrollar una idea. Los suyos le aplaudirán, los de Biden se lo imaginarán y los indecisos se quedarán como estaban. Y eso es peligroso porque es la única baza que le queda a Trump, la de la marrullería.

Esto es lo que ha hecho toda su vida allí donde no los controla. Es lo que ha hecho con los periodistas díscolos en las ruedas de prensa. No va desencaminado el titular de Frank Bruni, antes citado, "After That Fiasco, Biden Should Refuse to Debate Trump Again". Pero si Biden se retira, Trump se declarará "ganador" por abandono y ese será el centro de la campaña, un triunfo anticipado por huida del contrario. Así que Biden debe aguantar el tipo y encontrar la estrategia para dejarle en evidencia sin que parezca que Trump gana terreno. No es fácil, nada fácil con un navajero consumado.

La prensa se ha encontrado horrorizada ante lo que ha visto. No deja de sorprenderme porque esperar otra cosa a esas alturas de la presidencia y de la vida de Trump sería mucho —demasiado— pedir. Trump es el jugar que tira el tablero cuando va perdiendo o le pega fuego a la casa. Cualquier cosa se puede esperar de él.

La salida de los temas relacionados con los impuestos no va a descolocarlo porque Trump es un toro herido esperando el descabello que te puede dar una mala cornada en cuanto que te descuides. No acabo de entender cómo, con el entrenamiento de la prensa y los políticos con Trump es posible que se haya producido ese violento enfrentamiento. Trump incumple, como señalan, todas las reglas, pero es lo que hace siempre. Esperar que fuera un debate limpio, como decimos, es confiar demasiado en los milagros.

Leyendo el lenguaje corporal de Trump, se mostraba muy tenso, sabe lo que se juega. No le vemos como cuando domina con la autoridad presidencial y sabe que hay un punto de ventaja en su favor. Aquí ha salido como un aspirante que va 20 puntos por debajo de su contrincante. Biden debe establecer otra estrategia, sabiendo que no va a haber moderador que le modere y que nadie va a expulsar al Presidente de los Estados Unidos del escenario. Aunque quizá sería un precedente interesante para el futuro.

El debate ha sido tan agrio que me parecía estar en España.

 


* Chris Cillizza "Hits and misses from the first Trump-Biden debate" CNN 30/09/2020 https://edition.cnn.com/2020/09/29/politics/first-presidential-debate-hits-and-misses/index.html



martes, 29 de septiembre de 2020

La bronca política como opio del pueblo

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


La Vanguardia selecciona esta elocuente frase del artículo de Miguel Roca: “Nos peleamos por todo; nos estamos destruyendo mucho más eficazmente de lo que lo hace la Covid”. Es una afirmación que creo que mucha gente, harta ya, está empezando exteriorizar. ¿Queda algo por lo que pelearnos? Se me hace difícil encontrar algo por lo que no seamos capaces de discutir o pelear, dos grados de intensidad pero una misma voluntad, la del desacuerdo.

Las palabras de Miguel Roca apuntan en un sentido, pero nos llevan a preguntarnos sobre por qué nuestra clase política, principalmente, pero también el resto de la sociedad se ve envuelta en esta gresca continua en la que nadie gana, aunque lo crea, y todos pierden, aunque no lo sepan.

Siempre ha habido demagogos, pero el problema está en las proporciones, en la existencia de sensatez mayoritaria que neutralice a los briosos discutidores. Desgraciadamente, el sistema ha apostado por la bronca como música de fondo y la agresividad se ha convertido en un punto favorable a los ojos de los políticos, que son los que tienen máxima presencia mediática.

Gran parte de estas broncas forman parte del espectáculo y luego nos enterábamos que había algunos políticos resultaban ser padrinos de los hijos de algunos del "otro bando". Hace tiempo que eso pasó a la historia, como ocurrió con aquellos partidos que sus señorías jugaban para demostrar que eran capaces de saltar a un campo de juego y resistirse a la tentación de hacer polvo las espinillas de sus contrarios. Sí, hubo un tiempo en que era frecuente que se organizaran este tipo de celebraciones cuya finalidad era precisamente hacer ver que los enfrentamientos no minaban el espíritu festivo y la buena educación. No creo que muchos arriesgarán sus espinillas, rótulas y cabezas, incluso, en este tipo de partidos, que serían calificados de "alto riesgo".

La pregunta de Roca, sí, es pertinente. Y es necesaria la respuesta.

Hace mucho tiempo que aporte un explicación darwinista de la jungla política hablando de los procesos de selección en la política, donde —como en la crianza de animales— se potencian determinados rasgos, entre ellos precisamente la "agresividad". En el caso de los perros, los seleccionamos por su mansedumbre en unos casos, mientras que mediante la selección de otros los convertimos en agresivos perros de presa.

Hace mucho tiempo que en la política se selecciona por la agresividad y no por otro tipo de virtudes, como el diálogo, la inteligencia, la educación. Los que han sido seleccionados por su carácter agresivo, cuando llegan al poder, además, eliminan a los dialogantes y tiran de los agresivos hacia arriba.

Es la agresividad —traducida en falta de diálogo— la que hace que los partidos políticos se fraccionen ante la incapacidad de la convivencia interna, que se convierte en sumisión o en pelea directa. Esta incapacidad de entenderse incluso con el más próximo ideológicamente, es decir, de elevar a cisma lo que solo puede ser discusión de matices, se multiplica ante la presencia de lo que se consideran contrarios, donde la lucha ya es a muerte. Solo se frena si se percibe que causa un daño considerable.

Hubo un tiempo en que esto no era así. No se trata de idealizar la historia, pero sí de afirmar que hay otra forma de escribirla que no sea con sangre, como estamos viendo de forma continua.

¿Por qué se ha producido esto que algunos —me gustaría pensar que muchos— consideramos un deterioro de la vida pública, una desmoralización cívica del ciudadano y la antesala de muchos desastres que, como ocurre con el coronavirus, no se logra frenar por la discusión eterna, por la falta de coordinación?

Creo que son dos los factores más determinantes de esta situación. El primero se refiere a la conversión de los partidos en mecanismos de sumisión, escleróticos, negación del diálogo interno y su articulación en camarillas rivales pendientes de acceder a los puestos de decisión que determinan el reparto final del "poder", que se traduce en las listas electorales, el apoyo a candidatos que cuentan con el aparato como respaldo, etc. La absorción de poder en un núcleo central tiene ese tipo de efecto que lleva a que la promoción interna para acceder al poder exterior, de un alcalde a un diputado, sea un doble mecanismo de sumisión al poder interno y de fidelidad demostrada mediante la eliminación de contrarios o rivales. Esto es frecuente y se nos cuenta desde los medios. El bochornoso espectáculo al que asistimos con algunos de los escándalos que saltan a la vista cada vez que encendemos un televisor o leemos las páginas de un periódico. "Si se hacían eso entre ellos, ¡qué no habrán hecho con los demás!", clamaba un político al que se le podría decir lo mismo.

Todos estos casos acaban estallando y acaban en la Justicia. Revelan unas prácticas internas que dicen mucho sobre lo que supone actualmente la "vocación política". No hay que mitificarla, pero dista mucho de ser lo que ha sido y llevó a muchas personas que tenían una posición profesional y respeto público a participar en algo que debería ser la consecución del bien común, de la mejora de la sociedad. Casi da pudor escribir esto.

Por el contrario, la política agresiva actual, aleja a las personas notables y sensatas de la política, convirtiéndola en territorio de advenedizos y buscavidas. Muchas son personas que están metidas en la política desde la adolescencia, que lo han hecho como una forma de medrar, de ascender, de tener acceso a un poder que se traduce a su vez en lazos económicos con los sectores tentadores, aquellos que ya saben cómo dominar a estos ambiciosos a los que pueden manejar. No es posible, por ejemplo, que la Comunidad de Madrid tenga o haya tenido encarcelados a los que han sido sus autoridades, o que lo mismo haya ocurrido en otras Comunidades, si bien con variable densidad. Alcaldes y concejales, presidentes y consejeros, especialmente, pero también ex ministros de todos los colores. Habrá muchas excepciones, pero hay demasiados casos.

El segundo factor que creo que es determinante son los medios de comunicación. Hoy no se entiende la política sin ellos. Política y medios forman una combinación en donde ambos se necesitan: el político necesita de los medios para llegar a los electores y los medios usan la política como una forma de atracción, consumo y establecimiento de sus propias líneas con el poder.

Vivimos en una sociedad mediática, en un continuo estímulo de la información. Muchas veces habrán escuchado sobre la campaña electoral continua en que vivimos. Es así e implica que los medios necesitan tener focalizados a los políticos para atraer así lectores y también la necesidad del político de ofrecer novedades para ser escuchado, para mantener un contacto constante en la lucha por decir y evitar ser silenciado por los otros. Y evidentemente, como dicen los viejos principios periodísticos, la verdadera noticia es que el hombre muerda al perro. Generar noticias es una obligación del político, una necesidad. Necesitan del foco mediático.

Les dedicamos demasiada atención. Lo hacemos porque cuando no están ellos en pantalla, lo están los que hablan de ellos. Todo un ejército de comentadores dedica horas y horas diarias a escribir, a discutir sobre lo que hacen, dejan de hacer, sobre sus peleas y conflictos internos y externos. La política se ha convertido en espectáculo ya sea como propaganda propia o como denigración de lo ajeno. El silencio es la muerte de los políticos. Necesitan público; lo necesitan desesperadamente, por lo que viven en un escenario permanente de conflicto, que es lo que trae la atención. Los medios viven mejor con desastres, violencia, accidentes, enfrentamientos, guerras, etc. que con una paz insulsa.

El efecto combinado que se crea es desolador para el ciudadano que no se deja arrastrar en esta lucha constante, en este "más difícil todavía" de la descalificación.

Torra ha sido inhabilitado por un acto mediático, la puesta en escena de una pancarta que los medios del mundo deberían recoger. Como bien ha dicho la sentencia, no era una cuestión de "libertad de expresión" como se aducía, sino una desobediencia, una incapacidad de aprovechar la atención creada con su gesto de rebeldía. Podríamos poner muchos otros ejemplos porque los tenemos cada día.



Los que se dejan arrastrar son ya adictos al conflicto político. Para los que entendemos que la política es resolver problemas y no crearlos, que se deberían respetar aspectos comunes que nos permitan sentirnos parte de algo y no vivir en un frentismo improductivo  que me obliga a ver enemigos por todas partes, es un espectáculo insoportable. Es una tensión generada por la vergüenza que sientes del comportamiento de los deberían ser ejemplares, la indignación ante incapacidad de resolver problemas creando otros y el aburrimiento de esta "canal de lucha" en el que nos sumergen para tenernos atados ante un televisor o un periódico.

¡Frustrante! No sé si lograremos romper esta dinámica, pues lo que produce el sistema es más demagogia y no algo de sensatez. La novedad debe ser apocalíptica para atraer la atención y el que llega lo hace ya dando caña. Se trata de producir más ruido que los demás para atraer la atención del pueblo dopado. Sí, la bronca como opio del pueblo. 

lunes, 28 de septiembre de 2020

Si eres tan listo...

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Uno de los secretos mejor guardados del universo ha salido parcialmente a la luz. Me refiero a las declaraciones de impuestos de Donald Trump, reclamadas desde antes de que pisara la Casa Blanca. Sin embargo, algo que parece un simple ejercicio de transparencia, se ha convertido en un misterio cuya resistencia a explicación ya decía algo. Con negarse a mostrarlo, ya se sabía que había algo que ocultar. ¿Por qué, si no, esta resistencia tan enconada? Lo sencillo, de estar todo bien, habría sido permitir verlo. Sin embargo no es lo que ha ocurrido.

Las hipótesis sobre por qué un personaje tan exhibicionista como Donald Trump se negaba a mostrar los números de sus impuestos se distribuían en dos grandes grupos: 1) posibilidad de fraude y que le pillaran al hacer públicas las declaraciones; y 2) que los números no mostraran el éxito empresarial del que ha presumido siempre. Evidentemente, no se excluye una combinación de ambas, es decir, que Trump hubiera engañado en sus declaraciones para hacer ver (a Hacienda) que sus negocios no iban bien pero que eso entrara en conflicto con sus propia imagen pública de ganador.

Pero algo de luz está apareciendo justo en el peor momento para él, la recta final final de la campaña electoral, el punto en el que las maniobras no son fáciles de rectificar.

En La Vanguardia, su corresponsal en Washington, Beatriz Navarro, nos trae el siguiente titular Trump perdió más dinero que ganó durante 10 años, según ‘The New York Times’". En su artículo nos explica: 

El aura de hombre de negocios de éxito y supermillonario que aupó a Donald Trump a la Casa Blanca hace cuatro años se oscureció ayer un poco más con la publicación, por parte de The New York Times, de información hasta ahora secreta y desconocida sobre las finanzas de la Organización Trump.

Su factura fiscal, según el diario, que asegura haber accedido a sus declaraciones de las dos últimas décadas, es mucho menor a la que pagan la inmensa mayoría de familias americanas: 750 dólares en el 2017, su primer año en la Casa Blanca, y otros 750 dólares el año anterior. En 10 de los 15 años anteriores a su elección, el empresario no pagó ni un solo dolar al Servicio de Recaudación de Impuestos federal. La razón, sus negocios –sus hoteles, campos de golf, clubes...– perdieron más dinero del que ganaron.

Desde que Trump es presidente, sus propiedades han albergado un sinfín de actos políticos que han alimentado las acusaciones de conflictos de intereses contra el presidente, que se negó a desprenderse de sus empresas al llegar a la Casa Blanca.* 

La mención del "aura" de Trump está bien usada ya que eso ha sido lo que Trump ha querido presentar desde el inicio como su mejor baza, la del empresario de éxito. Ese ha sido el modelo de presentación y único aval en este niño rico metido al espectáculo, de la televisión a los concursos de mises, convirtiendo finalmente en un circo ridículo la Casa Blanca.

Las líneas de la narrativa de Trump siempre ha sido que Estados Unidos tiene una clase política burocrática mientras que él representa el ideal norteamericano del "self made man", algo que no deja de ser una burla en alguien que es millonario de nacimiento y ha hecho los negocios siguiendo la línea oscura de sus dos antecesores, abuelo y padre, cuyas fortunas vienen de burdeles y especulaciones inmobiliarias. ¡Un digno vástago! Pero todas estas cosas se perdonan si eres rico. Y Trump siempre ha presumido de serlo, de que el dinero es la base del poder, que es hacer lo que te viene en gana, cambiar de mujer y poder despreciar a los demás. Esa es, más o menos, su concepto de para qué sirve ser millonario.


Los reportajes en las propiedades de Trump son un libro abierto. Esas fotografías de sus lujosos áticos llenos de oro y mármol, son un libro abierto sobre el mal gusto, la pretenciosidad y el vacío personal. Hay una célebre canción norteamericana cuyo título decía "si eres tan inteligente, ¿por qué no eres rico?" (If you are so smart, why come you ain't rich?". La canción era del gran Louis Jordan y ha sido usada en muy diferentes contextos. El caso de Trump es a la inversa: "si eres tan rico, ¿por qué no eres inteligente?" Y este parece ser el principal argumento para  empezar la búsqueda de sus declaraciones de impuestos.

En la CNN, con el titular "", se nos dice: 

It was the moment when Donald Trump's "Art of the Deal" fabulism, billionaire tycoon bluster and populist standard-bearing for forgotten Americans was revealed to be what it always looked like: a sham.

A stunning New York Times exposé of the President's tax returns Sunday revealed a pitifully inept businessman and a serial tax avoider crushed by massive debts that could expose him to conflicts of interest given his position as President and power to help undisclosed lenders.

Trump refused to talk about his tax returns and blasted the Times report as "totally fake news" on Sunday. But the article portrays the anti-elite crusader who rails against a corrupt system as actually using its loopholes to avoid paying any federal taxes at all in 10 of 15 years beginning in 2000 by writing off his own staggering losses.** 

Es difícil encontrar una definición más patética de un presidente norteamericano a semanas de las elecciones. Sí, es difícil, pero anunciado. La protección que Trump levantó para proteger su flanco débil ha sido crear la fantasía contraria, por lo que el estrépito del hundimiento es enorme.

Los ataques van ahora hacia la "madre de todas las mentiras", la de su éxito empresarial, la que ha justificado todas sus acciones y ha hecho que muchos confíen en él hasta el extremo de inyectarse lejía. Si era tan rico, tenía que ser muy listo.

La hipótesis de un rico tonto es demasiado subversiva para el gusto por el éxito en un país donde llamarte "loser" es una condena a muerte social. Trump, por el contrario, era el ganador, el hombre de éxito, el verdadero americano al mando de la nave.

Las maniobras de Trump para llevar dinero a sus hoteles y residencias convocando allí reuniones internacionales, o la construcción de un "torre Trump" en Moscú (para muchos, una baza que tiene Putin en la manga), los negocios golfistas en Irlanda y otros lugares del mundo, etc. le explotan ahora junto con las declaraciones de los impuestos. No hay muchas dudas sobre esto. Pero el descubrimiento de sus declaraciones de impuestos muestra un panorama al del escandalosamente rico.

La inmoralidad de sus actos se combina ahora con un nuevo retrato. La portada de The New York Times, donde se publican las investigaciones sobre los números de Trump usa una eficaz fotografía en blanco y negro. El sombrío mensaje expresa esa pérdida de la imagen colorista que Trump ha dado de sí mismo y lo lleva a un mundo oscuro.

Puede que muchos de sus votantes le perdonen que robe si es tan listo. Pero no sabemos qué harán cuando descubran que no es tan rico ni tan listo. Quizá ya no les parezca tan fiable.

 


* Beatriz Navarro "Trump perdió más dinero que ganó durante 10 años, según ‘The New York Times’" La Vanguardia 28/09/2020 https://www.lavanguardia.com/internacional/20200928/483711719119/trump-negocios-impuestos-perdidas-estados-unidos.html

** Stephen Collinson "Tax bombshell reveals Trump's image is a sham" CNN 28/09/2020 https://edition.cnn.com/2020/09/28/politics/donald-trump-taxes-election-2020-joe-biden-debate/index.html


domingo, 27 de septiembre de 2020

El miedo egipcio a la llegada del caos

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Un extraño artículo aparece en el diario Egypt Independent. Su titular es el siguiente: "Al-Azhar urges citizens to stand against attempts to destabilize Egypt". Una llamada de este tipo desde las instancias religiosas no suele ser frecuente, aunque es un ejemplo más de cómo el gobierno egipcio apela al control religioso para que le sirva de sostén al poder.

Que sea el centro religioso el que haga el llamamiento a la disciplina y al respaldo al gobierno de al-Sisi es por una parte chocante, pero por otro tiene su lógica, ya que esa es la función diseñada para estas instituciones, que han sido puestas al servicio del gobernante "virtuoso", el que se aleja de las "lecturas erróneas" de la religión en esa extraña mezcla que comentábamos hace unos días sobre la relación entre religión y política y el concepto de liderazgo.

Pero es "llamamiento urgente", ¿a qué desestabilización obedece? ¿Hay alguna situación crítica que obligue a este llamamiento combinado? No es solo Al-Azhar, sino que también ha sido secundado por el ministerio destinado a la cuestión religiosa.

Leemos en el diario egipcio:

Al-Azhar, the Islamic world’s top Sunni religious institution, on Saturday urged all Egyptians to stand against any attempts to destabilize the country.

Egyptian contractor Mohamed Ali, known for his opposition towards President Abdel Fattah al-Sisi’s regime, called for mass protests against the state since September 20.

His demands have been met with a weak response.

Azhar’s statement said it that keeps an eye on destructive movements aiming to tear down public order, undermine Egypt’s security and disrupt development and investment.

It praised the Egyptian people for being aware enough to ignore calls to destabilize the country.

Azhar said that it is confident that the government can address the nation’s issues in a manner that fully satisfies its citizens. Egypt is marching in the right direction as clearly indicated by various development projects being accomplished on the ground, the statement added.* 

Hasta ahí las referencias a la Universidad, pero después, como se ha indicado, entra en la noticia el otro equipo oficial de clérigos ministeriales, completando la doble llamada de atención a la llegada de ese caos peligroso que amenaza con la destrucción del país. Es un miedo que se invoca con frecuencia, pero no con esta doble llamada y claridad: 

In another statement, Minister of Religious Endowments Mohamed Mukhtar Gomaa said that calling to incite chaos is a crime amounting to national treason. Advocates against public order must be treated with the utmost decisiveness, he said, to deter anyone seeking to undermine Egypt’s society and safety.

“Every sincere patriot who loves their homeland and is keen on its security and peace is required not to cover up any element of terrorist groups and corruption cells,” Gomaa said, adding that “We consider covering up any of these rogue elements as a betrayal of the homeland and religion.”

Egypt’s Tax Evasion Prosecution referred Ali in late 2019 to an urgent criminal trial over charges of tax evasion.

An investigation had been initiated at the request of Finance Minister Mohamed Maait into the records of the contractor, who currently lives in Spain.

Ali is notorious for publishing a series of videos where he attacked President Sisi, the Army and General Intelligence leaders over projects that he took part in.*

 

¿Es tan grave la situación? De no serlo, ¿a qué viene esta alarmante petición ante la llegada del caos? ¿Qué "caos" es el que se teme?

El uso egipcio de la palabra "caos" es la alternativa al "orden" representado de forma única por la conjunción de tres elementos: administración (el aparato del estado), el Ejército y las instituciones religiosas. Cualquier cosa que afecte a esos tres elementos, a su autoridad y prestigio es considerada caos. En la cúspide, por supuesto, se encuentra la presidencia del país, un elemento que una veces juega a ser el padre del país y otra el hijo predilecto que sirve a la madre patria con devoción, sacrificio y entrega a su deber histórico, el más alto honor. Así se planteó la presidencia, el militar Sisi, que había dicho que no tenía pretensión de gobernar él mismo y que no habría gobierno militar. Hoy sigue siendo el presidente (y lo que le queda) y le basto tener un sueño profético en que el difunto Anwar El Sadat le pidió que se hiciera cargo del país y colgar el uniforme, reservándolo para las ocasiones más solemnes y propagandísticas, como la inauguración del nuevo e inútil tramo de Canal en un momento en que el tráfico marítimo disminuía.

El foco en el personaje del empresario Mohamed Alí, refugiado en España, fuente de los vídeos acusando de corrupción a la presidencia y a sus allegados en la construcción de palacios suntuosos no deja de ser sorprendente, pero debe haber metido el dedo certeramente en el ojo adecuado, pues si se le responsabiliza del próximo y peligroso caos, mucho efecto ha debido producir.

No hace muchos días, la prensa se hacía eco de la solicitud egipcia a España de la extradición de Alí. No sabemos mucho más, pero sí se barajó que el empresario solicitara la nacionalidad española por la vía rápida, es decir, por el procedimiento de la inversión suficiente en suelo.

El día 16 de septiembre, Egyptian Streets mostraba otro capítulo de este culebrón con Alí como protagonista. Se trataba de una escocida intervención de al-Sisi en su foro favorito, convertido ya sin tapujos en un espacio de propaganda personal: 

President Sisi noted during the eighth edition of the National Youth Forum on Saturday that what was mentioned in the videos uploaded on social media were “full of lies and slander.”

He added that the goal of these videos were to undermine the confidence “between me and the people and who he trusted.”

“Yes, I build presidential palaces and I will continue to build them but not for myself… I’m working to build a new Egypt.”

“And I say to every mother and every man who trusts in me… and I say to the people: your son (referring to himself) is honest, faithful and sincere, and this is not a response to anyone, but this is something known about me for a long time,” he stated.

The statement was said during a session that deals with the effects of spreading lies through social media.

At the beginning of the session, a documentary was aired on the effect of social media on the youth and its social and health damages. It also mentioned that some terror organizations have resorted to cyberspace to undermine the state.

In a series of videos that went viral last week, actor and businessman Mohamed Ali, who recently fled to Spain and reportedly worked with the army for 15 years, accused the military of spending billions on their own families whilst ordinary people live in poverty.

He accused Sisi of constructing a 7-star hotel at a cost of around 2 billion Egyptian pounds ($120 million) as a favor to Sherif Salah, a military general, and that he was assigned to carry out the project by direct order, not through a tender involving several companies.

Ali notes that the reason for speaking out now is because his company is owed 220 million EGP ($13.3 million) for the construction of a luxury hotel in New Cairo.**

La noticia nos da un poco más de perspectiva de lo que está ocurriendo y sobre la llegada de ese anunciado y peligroso "caos".

Conforme avanza la crisis mundial por la pandemia, los números egipcios son ya difíciles de calcular. La pregunta que surge es la siguiente: si se trata de construir por el bien de Egipto, ¿por qué no se construyen hospitales o fábricas o riegos en vez de lujosos palacios presidenciales? El hijo de Egipto parece haber salido un poco gastón. La identificación presidencial con Egipto se ha excedido, sobre todo si se trata del lujo de alguien de quien se supone que se pasará tanto años, treinta, como Mubarak en el poder.

Al-Sisi comenzó cantando al pueblo y ahora la melodía es muy diferente. La crisis económica sobre Egipto ha sido anterior a la pandemia. Con la pandemia sus tres fuentes de riqueza -turismo, canal y petróleo- se han hundido arrastrando a todos. Las promesas de las llegadas de turismo que saltan a las noticias no dejan de ser la banda sonora de un fracaso. La Historia les ha jugado una mala pasada hundiendo cada intento de presentar un Egipto en marcha. Lo fue la ampliación del canal de Suez, como dijimos. Los egipcios ven cómo El Cairo se va a quedar despoblado ante la llegada de la nueva capital administrativa que está atesorando demasiados lujos como para que solo haya oficinas. Como avisamos en su momento, se convertirá en un reducto de quienes se lo pueden permitir ante la previsión (cíclica) de que los egipcios desesperados hagan lo mismo que cuando sacaron a Mubarak del poder.

La inversión se ha hecho para atraer turismo, como los lujosos museos faraónicos, en sentido de adjetivo, por lo lujoso. Quienes se han beneficiado han sido los constructores, los amigos del régimen (es la denuncia de Alí), y los que se van a quedar fuera mirando son los de siempre. Pero nadie contaba con el COVID-19 ni con la subversión del que no tiene nada que perder.

Egipto, como otros países árabes, está invirtiendo mucho en promoción exterior, como muestran canales como la CNN, de donde desaparecen las referencias a Egipto que son sustituidas por el pago de programas promocionales, siguiendo el modelo de Arabia Saudí o de Emiratos. Pero las visitas a Egipto no salvan los números de los que se quedan al otro lado del cordón protector.

¿Se está empezando a caldear el ambiente ante la presión social y las demandas de otro tipo de economía, ahora que se ve que la recuperación turística no va en el camino esperado (¡España, aprende!)? No es fácil entender que en un país tan necesitado de desarrollo, sufridor de años de abandono y con unas diferencias sociales abismales, el dinero se vaya en la construcción de palacios presidenciales por más que el presidente al-Sisi insista en ello.

La herida abierta por los vídeos de denuncia de los tejemanejes internos, sobre los beneficiarios, miembros del Ejército, y la clase empresarial surgida de tantos años de corrupción económica y política, es muy honda. No es fácil ignorarla y menos si se dan detalles y nombres.

¿Hasta dónde llegará el caos? No lo sabemos, pero sí que quienes lo temen están profundamente preocupados por ello. No hay otra respuesta a la llamada a la tranquilidad de los clérigos, síntoma preocupante.

Hace tiempo que venimos dando algunos avisos sobre estas pequeñas cuestiones egipcias, las subyacentes a males mayores cuyo alcance no debe ser despreciado, como ocurrió con los incidentes previos a 2011. 

Egipto está metido en una serie de conflictos cuyos contrincantes contemplan satisfechos cómo al presidente le preocupa la llegada del caos. Los discursos y documentales sobre las maldades de las redes sociales y su pernicioso efectos sobre los jóvenes anticipan el cerco de silencio, que volverá de nuevo a la máxima intensidad para evitar que el caos o la indignación crezca.  Mucho me temo que servirán de muy poco. ¿Cuál es el siguiente paso?

* "Al-Azhar urges citizens to stand against attempts to destabilize Egypt" Egypt Independent 26/09/2020 https://www.egyptindependent.com/al-azhar-urges-citizens-to-stand-against-attempts-to-destabilize-egypt/ 

** "Sisi Says Videos on Government Corruption Full of ‘Lies’ and ‘Slander’" Egyptian Streets 14/09/2020 https://egyptianstreets.com/2019/09/14/sisi-calls-videos-on-government-corruption-full-of-lies-and-slander/

sábado, 26 de septiembre de 2020

Qué hacemos con Madrid

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


No es posible mantenerse callado ante el bochornoso espectáculo político que la Comunidad de Madrid está dando al mundo. Ante el fracaso de sus políticas y acciones, la Comunidad intentar recrear una especie de Numancia, El Álamo en versión americana, para hacer ver que defiende los intereses de los madrileños. Pero ¿de qué "madrileños"?

Nido de escándalos y encarcelamientos de sus dirigentes con diferentes delitos de por medio, no es precisamente un ejemplo de actuación transparente, sino más bien de lo contrario. En ese nido los huevos son los intereses del control de la capital y de su economía, que se ha ido privatizando despojándola de los servicios básicos, que han sido privatizados o recortados hasta el límite de su funcionamiento. Las manifestaciones de los sectores públicos por la precariedad y su deterioro han sido constantes denunciando el estado en el que se encuentran. Frente a la moderación de otras autonomías gobernadas por el PP, Madrid siempre ha tenido en el núcleo duro del neoliberalismo, de la privatización y el recorte, de la economía por delante. Pero esa "economía" es la de la patronal y la banca, con sede importantes en la capital de España. "Economía" aquí quiere decir recortes de impuestos y aumento de las distancias sociales, que se materializan en esas diferencias "norte-sur".

La fragmentación y consiguiente radicalización de la política española ha llevado a que Madrid se convierta en una autonomía de políticas moderadas y sociales, de protección del empleo, que tiende a ser barato y precario.


La agresividad madrileña la hemos visto, por ejemplo, en las amenazas a Barcelona de hacerse con el Congreso Mobile World, el año pasado. La política agresiva de la Comunidad se sitúa a la sombra del PP nacional, poniéndoles en una situación complicada. Mientras otros siguen políticas moderadas de colaboración con la administración central, la ineficacia del gobierno autonómico se intenta tapar con los excesos verbales y las maneras agresivas de la peor escuela.

Madrid se eles está yendo de las manos, mientras son jaleados por la prensa más conservadora para que siga enfrentándose al gobierno central. Las manifestaciones ciudadanas de estos días contra las medidas los son esencialmente contra el mal reparto, contra la carga sobre los de siempre y sobre la tardanza de las medidas. Madrid no actúa, sino que hace creer que lo hace. Un confinamiento del que se puede salir a trabajar, a estudiar o a cualquier otra medida "justificada" no es un confinamiento y más si se repite que no se va a multar a nadie. La gente pide "más sanidad y menos Policía", pero el modelo madrileño no parece dispuesto, al menos, a lo primero.

En La Vanguardia, Susana Quadrado escribe:

Causa un tremendo bochorno lo que ocurre en Madrid. Mientras la disfunción institucional va en aumento, los madrileños son rehenes de una brega política que puede acabar con cientos de muertos.

Un pulso de barra de bar, diríase, donde dos adversarios se juegan quién carga con la responsabilidad política de un nuevo fracaso en la gestión de la pandemia en España, un país convertido en el epicentro vírico de Europa. Si una de las partes cede, entonces los muertos (aquí, una palabra desgarradoramente literal) le caerán al otro encima. Así que aguantarán unas semanas más. Porque viven en una campaña electoral infinita.*


No se trata de otra cosa, son las vidas de los madrileños con las que se está jugando. Madrid ha desperdiciado la oportunidad de estos meses, ha dejado de aprovechar el tiempo para prepararse para lo que era seguro que llegaría pero ellos no aceptaban. La política seguida ha sido errónea desde su inicio sobre todo porque ha sido una falta de política real, solo lo que suelen hacer: invertir en propaganda, hacer ver que todo era seguro sin asegurarse que lo fuera. Este ha sido el drama madrileño, la falta de visión, la falta de recursos, la falta de vergüenza.

En The New York Times en español, el periodista David Jiménez explica:

Los políticos españoles consideran un gran misterio por qué volvemos a ser el país europeo más castigado por la pandemia. Han culpado a la imprudencia de los jóvenes, a nuestra latina incapacidad para mantener el distanciamiento e incluso a la inmigración. Y, sin embargo, todo este tiempo tenían la respuesta mucho más cerca: nada ha facilitado la propagación del virus tanto como su propia incompetencia.

Los españoles aceptaron con infinita paciencia el confinamiento más duro de Europa durante la primera ola de marzo, asumieron graves perjuicios económicos a cambio de proteger la vida de sus mayores y han sido algunos de los ciudadanos más disciplinados en normas como el uso de la mascarilla, utilizada por más del 84 por ciento de la población. Hoy asisten, entre la impotencia y la indignación, al desperdicio de todos sus sacrificios por parte de una clase política que no cumplió su parte del trato. El lunes, el gobierno de Madrid impuso un confinamiento parcial en 37 zonas básicas de la ciudad; el miércoles pidió ayuda urgente al ejército y el despacho de 300 médicos luego de una nueva ola de infecciones. 


La gran cuestión de esta inoperancia es cómo es posible que tanta mediocridad política se acumule en un solo país. Lo que tenemos encima de la mesa es una clase política atomizada, débil pero que intenta parecer fuerte, enfrentada en batallas infinitas en una guerra fantasmal, surrealista, suicida. Es una clase política que está trufada con independentistas, republicanos, asamblearios populistas, extrema derecha populista, partidos con un solo representante en el parlamento, personajes pintorescos, fiscales que barren para casa, escándalos reales, presos ilustres de todos los pelajes... Es una fauna infinita de una inmensa voracidad y labia, empeñada siempre en convencernos de que son los mejores. En España hemos renovado todo, pero todo ha ido a peor. ¿Esta era la "nueva política", la que iba a acabar con castas y escándalos? Esta es la que reniega de la transición y disfruta volviendo mentalmente a la Guerra Civil para sacar provecho demagógico, la que se preocupa de los muertos de hace 90 años y no de los que están cayendo en esta locura del coronavirus. Es la España de la que se van los jóvenes formados para poder conseguir un trabajo dignamente remunerado, un contrato que dure algo más que unos meses, que abre bares y cierra fábricas. Es la España precaria, vieja prematura, sin ilusión más allá de las que se alientan del fútbol y demás deportes, de los botellones o de la vida nocturna. Es la España de los medios triviales, de las televisiones chabacanas, del niño que de mayor quiere ser influencer. Es la España cliente frente a la productiva, sin ilusión para que no te la frustren.


A esta España se le pidieron sacrificios porque no había más remedio. Y se realizaron porque tampoco había más remedio. Volvemos al punto de partida, pero mucho más hartos y cansados, aburridos, enfadados. Se ha perdido el tiempo, se ha desperdiciado la ocasión de haberse preparado para lo que venía. Pero, no. Había que "estimular" la economía, quejarse con la boca chica de que no se cumplieran las medidas porque había que satisfacer al sector turístico a falta de alemanes, ingleses y extraterrestres. La mayoría hizo lo que mejor se le da al español, sentarse y quejarse. Muy pocos se han preparado para lo que se venía venir. Y eso incluye a las administraciones y especialmente a un Madrid que tiene todos los números peligrosos del sorteo, desde las concentraciones enormes en barrios populares a la falta de centros asistenciales que puedan cubrir las necesidades. Víctima de las políticas de recortes durante años de gobierno, ahora se encuentra incapaz de hacer otra cosa más que confinar. Sí, es de justicia lo que la gente pide, que no es otra cosa que lo que lleva años pidiendo pero ahora se hace necesariamente trágico, más sanidad, más educación, mejor transporte público. Ahora ya no es un lujo, sino una necesidad imperante. Pero eso no se hace sin impuestos y menos bajándolos. Pero el reclamo madrileño eran las rebajas dentro de la insensata competencia entre autonomías para robarse las empresas con las fiscalidades propias, ¡Vaya sentido de la competencia! ¡Desvestir a un santo para vestir a otro! Pero es el método español, el método fragmentario que nos obliga a la guerra permanente y a que nada se solucione. No hay sentido de una comunidad en su conjunto y nos hemos ido fragmentando hasta llegar a unidades imposibles inoperativas. Nos quejamos de que cada autonomía sigue su camino y lo hace además con fuego cruzado, zancadillas y miserias según el color político de cada una y sus relaciones con el poder central. Lo ocurrido con los mal llamados "ahorros" de los ayuntamientos son una muestra más de la incapacidad de ponerse de acuerdo en nada, del conflicto permanente.

Y todo esto se paga y, francamente, muy caro. La pandemia nos pilló ya en una gran guerra política, la del acoso y derribo de unos a otros mediante mociones de censura, la salsa picante de los extremismos, la constancia de la demagogia en todos.


El COVID-19 exigía y exige la unidad de todos para poder salir. Es una exigencia que las encuestas muestran con número abrumadores cada vez que se realizan. Solo los políticos parecen no entenderlo. Quizá es porque no dan más de sí, porque no dan para más y han llegado a su nivel de ineptitud.

Cuando se veía venir esto dijimos que Madrid no se merecía esto. Hay que decirlo de nuevo. La estupidez política, desde su mediocridad, no llega a asimilar los problemas reales y es incapaz de dar soluciones más allá del dejar de hacer y solo hace cuando ya no es eficaz. Ese es nuestro drama. 

De poco o nada sirven las voces profesionales, científicas, ciudadanas que piden soluciones. Solo saben vivir en la gresca, enmascarando así sus carencias y miserias. Triste espectáculo, sí. 

* Susana Quadrado "Un pulso con muertos en la mesa" La Vanguardia 26/09/2020 https://www.lavanguardia.com/vida/20200926/483660589773/un-pulso-con-muertos-en-la-mesa.html

** David Jiménez "La incompetencia de los políticos españoles puede ser tan mortal como la COVID-19" The New York Times 24/09/2020  https://www.nytimes.com/es/2020/09/24/espanol/opinion/espana-coronavirus.html

viernes, 25 de septiembre de 2020

Madrid y Nueva York o las odiosas comparaciones

Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Madrid lo está pasando mal y esto solo está empezando. Tenemos por delante medidas drásticas que volverán a poner en evidencia cuáles son las preferencias: salud o dinero (no escribo "economía" porque la propia salud es ya también un negocio), comunidad o individualidad. Por mucho que se niegue, las autoridades han practicado dos técnicas, la del doble lenguaje y la de la relajación de medidas. Mediante la primera se decía una cosa y se realizaba otra; mediante la segunda, lo que se decía no se hacía.

Partamos del principio de la dificultad, por sus propias características de capitalidad, centralidad, accesibilidad y distribución. Madrid no es una ciudad fácil de controlar por todos esos motivos. Hay que añadir otro factor: el enfrentamiento con las políticas del gobierno, porque había que hacer oposición cuando se trataba de cooperación. En esto Madrid quería sacar nota por las propias condiciones de debilidad política. No es el más fuerte el que más grita; el gobierno de Madrid es débil por su propia constitución y el peso que ha ido tomando la parte más derechista  y la propia ultraderecha. Por otro lado, la política tiene una fuerte vertebración norte-sur con adscripciones política muy diferentes. Otro factor muy importante, decisivo: el poder de la patronal en Madrid.

Todos estos factores han llevado a la situación actual, una ciudad al borde del confinamiento y de la rebelión de los distritos alentados por unos y otros. Los derechistas ven que el gobierno izquierdista les quiere destruir, mientras que los grupos más de izquierda consideran que se les está penalizando. Como esta división ideológica se corresponde también con la distribución espacial, es fácil para ellos suponer que se les está penalizando más allá de los datos.


¿Es cierto? da igual, es lo que parece y eso es lo que cuenta para la forma de respuesta. Lo que sí es cierto —y en eso coinciden todos los que no tienen un cargo político— es que Madrid no ha tenido en cuenta las prioridades de salud, no se han desarrollado los medios de prevención y no se han tomado decisiones a tiempo. Eso es así y solo los políticos responsables se empeñan en decir que no o en responsabilizar a otros. ¿Hay por medio guerras? Por supuesto. Pero son las guerras que nunca se debían haber dado entre administraciones y, mucho menos, convertirlas en la excusa para no invertir en todo lo que se debería haber hecho que, además, podría haber estimulado la propia economía, como es el caso de la digitalización de la enseñanza, del teletrabajo, etc. Se ha preferido lo restrictivo antes que la inversión en sectores que se han estado deteriorando por políticas de recortes y desinversiones, como se ha visto, en la sanidad y en la educación, sectores que se han mostrado como clave.

Desconfío de cualquier político o línea política cuyo única propuesta se la reducción de impuestos y recortes en sectores clave. Y eso es lo que ha resultado de una política de ya muchos años. Hoy entendemos que el problema no es gastar mucho o poco, sino hacerlo de forma inteligente en los sectores que aseguran un estado de bienestar, que incluye la seguridad y prevención sanitarias, a las comunidades. Pero eso no entra en las mentalidades simplistas de algunos neoliberales de salón, con el riñón bien cubierto y que todo lo basan en la filosofía del "dejar hacer", del no intervenir, porque todo se reajusta solo. Y eso se paga.


No, las políticas de Madrid han supuesto encontrarnos ahora en un estado débil para enfrentarnos a esto. El problema es que no se han puesto cimientos sólidos para poder enfrentarse a las oleadas siguientes. Por el contrario, la mentalidad ha sido siempre la provisionalidad dada la excepcionalidad de la situación. Pero la situación ha dejado de ser excepcional para constituir una "nueva anormalidad", un estado cronificado del problema que no solo no se reduce, sino que aumenta dado el deterioro o desgaste de los recursos materiales, humanos y de los fondos disponibles, cuyas deudas veremos cómo pagamos.

Somos la economía más perjudicada de Europa, somos el mayor foco de la pandemia de Europa y somos los que más rápidamente crecemos. Las medidas que haya que tomar se hacen con un sector sanitario agotado y desmoralizado, una población harta y mal acostumbrada por los propios políticos y sus vaivenes pragmáticos, y unos políticos que no quieren cargar con las responsabilidades y el desgaste políticos. Todos se apuntaban a la desescalada, que se prometía feliz, pero nadie quiere asumir su propio fracaso en este problema. Volvemos a repetir: hace mes y medio todas las autonomías clamaban por tener corredores seguros para que les llegaran los turistas. Los sensatos se quedaron en casa porque no les motivaba mucho poner en marcha nuestra economía y los insensatos llegaban a hacer en España las barbaridades que nos les dejaban hacer en los suyos, como ocurrió con los alemanes a los que su propio gobierno tuvo que llamar la atención. Luego, como consecuencia de nuestros deseos ilimitados de actividades sociales —de funerales a bautizos, de despedidas de solteros a barbacoas en las playas y botellones en los parques— todo lo ganado se perdía. Entonces, ya a finales de agosto, nos acordamos que había que llevar a los niños al colegio y que no se había contratado profesorado, no había aulas para dividirlos ni programas que poder hacer online. Lo que se dice de las escuelas, se puede aplicar a las universidades, dejadas a la buena de dios.


Me ha llamado la atención la información que nos ha facilitado Antena 3 sobre la comparación del desarrollo de la pandemia en las ciudades de Madrid y Nueva York. Es muy reveladora y clara, basta con ver las gráficas temporales. Explica porqué muchos científicos piden una auditoría a las acciones de unos políticos que decían siempre actuar guiados por expertos y en nombre de la Ciencia. En la última semana es frecuente comparar los datos de Madrid con los de Nueva York, dos grandes ciudades de gran movimiento y variedad de población.

En la web de la cadena podemos leer:

 

[...] en esta segunda ola de la enfermedad en Madrid se ha disparado los contagios de coronavirus, mientras que Nueva York ha conseguido contener el avance del virus.

Pero ¿Cuáles son los motivos para que en Nueva York las cosas hayan funcionado bien, y en Madrid estén funcionando tan mal frente al coronavirus? 

Las diferencias entre Madrid y Nueva York

Madrid pisó el acelerador y Nueva York, puso el freno. Eso creen los expertos. Reabrieron la ciudad más despacio, hicieron muchos más test y rastrearon mejor a los contactos.

Para Sara Lumbreras del Instituto de Investigación Tecnológica de la Universidad de Comillas (ICAI), "si hubiéramos tenido los rastreadores que se necesitaban, habríamos conseguido mantener los contagios tan bajos como estaban en verano y Nueva York parece que sí que ha hecho un gran esfuerzo" afirma la experta.

Antes de la desescalada, Nueva York ya tenía a 6000 rastreadores trabajando. En Madrid en total había 200.

Otro factor: a principios de verano Madrid daba luz verde a la hostelería con aforos reducidos al 50%, en Nueva York esto no ocurrirá hasta el próximo 30 de septiembre y con un 25% de aforo. A día de hoy, solo funcionan las terrazas.

"Si por ello hay un aumento en la tasa de infección, siempre podemos presionar el botón de pausa" afirmaba Andrew Cuomo, Gobernador de Nueva York, al que no le tiembla la mano a la hora de tomar decisiones para frenar el avance del coronavirus en su ciudad.

El pandemia puso a la ciudad de los rascacielos al borde del colapso. Los muertos por coronavirus se amontonaban. Hoy sus pacientes Covid ingresados en UCIS no llegan al 1%.*



 

Creo que las cosas no pueden ser más claras. Demasiada prisa por abrir y poco recursos para controlar. Claro como el agua. Hacer creer que una vez llegados a las cifras buenas, las malas no llegarían, ha sido una irresponsabilidad. La falta de turismo llevo a la promoción mediática de la salidas a donde fuera. Había que cambiar la foto de aquel que salía del supermercado cargado de rollos de papel higiénico por la toalla playera, asegurándonos que el mundo ideal era posible. Pero nadie quería dejar de intentar recuperar lo perdido, ya fueran la caja del negocio o las cervezas dejadas de beber, los cafelitos dejados de remover. ¿Quién puede vivir sin un bar, sin una cafetería, sin un chiringuito?

Hoy la realidad nos cae como una jarra de agua. Nos cae el aguay nos cae la jarra, de dura cerámica dejándonos descalabrados y estupefactos ante el anuncio de lo que no se tenía que haber producido, para lo cual los responsables, llamada la atención desde Europa, tienen que aparentar la firmeza que no tuvieron o que era de boquilla.


Durante meses se ha visto a gente burlar las medidas, sacar cincuenta veces al perro, prestárselo unos a otros. Nosotros no somos confucianos, pero tampoco tenemos a políticos como el gobernador de Nueva York, que decidió tomar el problema de frente, dar la cara todos los días y meterse en la mente de cada ciudadano de Nueva York y de su estado para lograr una respuesta que hoy tiene sus frutos. Nosotros tenemos lo contrario. Políticos quejicas, acusicas, muy limitaditos, temerosos siempre de que alguien les llame desde Génova o Ferraz, desde donde sea, a decirles que las medidas cuestan votos y hay que tener cuidado.

Echamos en falta políticos con ideas, responsabilidad y voluntad y no expertos en el insulto, la queja y en deshacerse del muerto pasándoselo a otros. Esta forma vergonzante de transmitir la responsabilidad a los ciudadanos más allá de los consejos, la recomendaciones, etc. no es la más adecuada. Se ha visto que no sirve porque en el fondo no se quería "parar la economía", frase tonta donde las haya, pues lo que tenían que haber hecho es estimular lo posible y, aún más, lo necesario, que es lo que se les ha quedado en el tintero. No tenemos lo que deberíamos tener en marcha, de hospitales a personal sanitario, de profesores a teletrabajadores. Había que haber estimulado iniciativas, que las hay, en sectores importantes y necesarios. Algunos han cumplido, pero lo han hecho a su aire o han sido dejados a lo que pasara (como ha ocurrido con los temporeros en las recogidas).

Es muy fácil poner sanciones (aunque no sea tan fácil cobrarlas). Es más difícil contratar personal sanitario, educativo, del transporte público, etc. Las condiciones en que se contrata a los sanitarios es de vergüenza ajena. No es nuevo y eso es lo preocupante. Ni la pandemia ha servido para modificar los modelos aberrantes de contratación (una enfermera decía en TV haber tenido decenas de contratos en solo tres meses, hilando unos con otros en un ciclo infinito de contratación y despido).


Lo que ha dejado en evidencia el coronavirus es la miseria de un sistema que lleva años cultivando el desempleo, la subvención, etc. en vez de afrontar la industrialización de España y su salto al siglo XXI. Tenemos un modelo económico infame, asocial y debilitado. Es lo que explica que formemos gente y después emigren a países donde ganan sueldos decentes, con contratos decentes y no lo que se ofrece en esta país que ha hecho de sus vicios virtudes.

No hay trazas de cambio. Es todo tan precario que nadie dice lo que ve o piensa por temor a quedarse fuera. Y eso vale para el que conduce un taxi, atiende una frutería, muere de un golpe da calor por no tener ni sombrajo o ducha, o para un profesor universitario que encadena uno tras otro miserables contratos por los que debe dar las gracias en un entorno despiadado y burocrático que ha convertido en muchas ocasiones los departamentos en escenarios selváticos. A todo esto lo llaman "mercado", "competitividad", "eficiencia", etc. Pero no es más que la injustica camuflada.

Madrid y Nueva York. El gobernador Andrew Cuomo le ha plantado cara a la brutalidad ignorante de Trump. Pero sus resultados le dan la razón, mientras que dejan a Trump en su lugar. Con líderes comprometidos, la gente responde mejor porque confía en ellos y sigue sus recomendaciones. Nosotros, desgraciadamente, nos contentamos con mucho menos. No conseguimos tener proyectos comunes entre tantas divisiones profundas y guerras abiertas, a las que nos arrastran. Acabamos defendiendo a unos porque no son los otros. No hay más mérito.

Suerte, Madrid. Vivir es sobrevivir, muchas veces a uno mismo.

 


* "¿Cuáles son los motivos para que Nueva York pueda contener el coronavirus y Madrid no?" Antena 3 25/09/2020

https://www.antena3.com/noticias/mundo/cuales-son-los-motivos-para-que-nueva-york-pueda-contener-el-coronavirus-y-madrid-no_202009245f6cf6be822f050001a8c91d.html