lunes, 31 de enero de 2022

Las otras guerras de Eurovisión

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

En un día dominado por la insólita unanimidad creada por el genio de Rafael Nadal, contrasta lo ocurrido con el resultado del "fest" dedicado a la selección del representante español para el festival de Eurovisión, algo que ha hecho manifestarse este año a intelectuales y políticos como un intento de mostrar su trascendencia. Lo conseguido es, una vez más, un conflicto a la española en la que todos discuten los resultados y consideran sus temas preferidos como manifiestos al mundo reivindicando algún tipo de causa, no dudo que justas en cada caso. Manifiesto desde aquí mi absoluto desconocimiento y desinterés por los saraos montados y sus entresijos selectivos en donde, según parece, se trataba de que todo el mundo participara y se sintiera soberano con su voto para que finalmente decidieran "los de siempre", según señalan algunos. Esto, como era previsible, causa un descontento y frustración que ha tardado segundos en manifestarse.

Tengo la primera noticia viendo a la ganadora, que es entrevistada por RTVE, la organizadora oficial del concurso de selección. Manifiesta su alegría y satisfacción, pero también: "ha pedido que cese el acoso por redes por parte de quienes no están satisfechos por el resultado. "Tened cuidado con lo que decís porque está en juego la salud mental y emocional de las personas", ha suplicado la artista, quien también ha señalado que está recibiendo "muchísimo amor"."*

Hay algo que se me antoja incomprensible en todos estos procesos, como es la falta de equilibrio a la hora de valorar las cosas, la incapacidad de ver lo que realmente tenemos ante nosotros, como en este caso, un proceso para elegir a los representantes en un concurso sin más trascendencia.

Parece haber una conexión entre la intensidad que se trata de crear para que cualquier evento trivial se convierta en trascendental buscando la implicación de la gente. Esa misma implicación se transforma en frustración y posteriormente en agresividad, como señalaba la propia cantante Chanel. Ese choque en la recepción de "muchísimo amor" por parte de unos y de manifestaciones agresivas, de odio, a través de las redes sociales, convertidas en un espacio emocional incontrolable.

Picado por la curiosidad, leo algunas noticias en los medios para tratar de entender qué ha llevado a esto. En Antena 3 Noticias leo:

Las críticas no tardaron en llegar. "Señoritos del jurado no sabéis la oportunidad que acabamos de perder por vuestra culpa", criticó en Twitter la atleta gallega Ana Peleteiro. "El jurado del Benidorm Fest es como el Consejo General del Poder Judicial", indicaba el portavoz de Unidas-Podemos, Pablo Echenique.

Desde el ámbito de la cultura son numerosas las críticas, como la del escritor Manuel Rivas: "El voto popular fue para "Terra" de Tanxugueiras. Manipulación e vergoña". "Vaya desconexión con la gente", lamentaba el cantante gallego Iván Ferreiro.

El guionista y escritor Javier Giner escribía: "Qué pereza enviar la misma actuación que vemos 800 veces en Eurovisión cada año. Y esto no va contra Chanel, que es una artistaza y se lo ha currado como nadie. Va contra un jurado de supuestos expertos que no saben valorar lo diferente y lo especial".**

Habrá quien valore todo esto como un "exitazo", dado el principio "que hable, aunque sea mal", pero como ha señalado la cantante, esto es un juego peligroso con la salud mental y puede que con la no mental.

Esta búsqueda de la polémica a todo trance es siempre peligrosa en este mundo de nervios a flor de piel, agresividad creciente y necesidad de desahogar frustraciones de otras fuentes en aquello que nos lo permite,

El ramillete de quejas que nos muestra la cadena de televisión es bastante significativo. Horas antes de la final, se preguntaba a los políticos de diversas tendencias sobre cuáles eran sus favoritos. Lo que se trataba de mostrar como un indicador del interés, se convierte poco después en un motivo más de enfrentamiento. Preguntar a los políticos por sus favoritos es un error estratégico o un éxito, según se mire.

Puede que algunos piensen que esto se disipará como el humo pasado unos días. Puede que sea así, pero no por ello deja de ser un ejercicio peligroso porque mantiene en todo lo que se nos plantea un principio de enfrentamiento.


Los concursos siempre tuvieron un jurado, más justo o menos justo. Convertirnos a todos en jurados se inauguró en su momento no por voluntad democrática sino por implicar a las audiencias cuando empezaron las cadenas a competir entre ellas. Pocos concursos han dejado en manos del público la elección final de forma absoluta; siempre ha habido un jurado cuyo peso controlaba el resultado final. Los mecanismos son viejos, van desde el cobro de las llamadas, cuando se ha elegido la opción telefónica, a la promoción por redes. En esta última, la motivación se basa siempre en lo mismo, la búsqueda del conflicto polarizado, un arma de doble filo, pues la propia intensidad que genera se vuelca sobre la frustración de quienes pierden, que se hace mucho más fuerte y personal.

Hoy nada se detiene en seco gracias a las redes sociales, una cámara de resonancia en donde se manipulan las emociones durante más tiempo del deseado. Los que piensen que se trata solo de "música" se equivocan pues todo necesita de un segundo componente, el que cree el conflicto y permita la adhesión a un principio o causa extra musical. De esta forma, los conflictos atraen y comprometen; ganar o perder afecta también a la causa, que no es trivial.

En ABC se nos explica:

Todas las quinielas daban por ganadora del Benidorm Fest a Rigoberta Bandini, pero ni su teta ni su himno feminista lograron desbancar a la hispanocubana. El icono ‘indie’ aunó más que nadie el favor de los expertos y el público, pero ni por esas pudo escalar más allá del segundo puesto. Más hiriente fue lo de las Tanxugueiras, que enarbolaron el apoyo popular al ritmo de las panderetas y su «non hay fronteiras». Ganaron el voto demoscópico (25%), esa ‘rara avis’ que sale de una encuesta a 350 personas que, según Alaska, «son representativas», y también el televoto (25%). Pero al grupo de expertos no le gustó la propuesta del trío gallego, si cabe la más medida, multicultural y, como reivindicaron durante la noche del sábado, «inclusiva», ya que integra todas las lenguas oficiales del país.

Hubo muchas decisiones, pero bastó una polémica para levantar a medio país. Cantantes como Iván Ferreiro, periodistas de la casa como Paloma del Río y hasta políticos cuestionaron el sistema de votación, el talón de Aquiles de la Corporación en este invento. RTVE, que sacó pecho por los buenos datos de audiencia, terminó saliendo ayer al paso de las críticas con un comunicado.***

Los datos de la audiencia no nos dicen los conflictos que se han generado. Es como decir que la "toma de la Bastilla" fue un éxito de convocatoria. Juntar a la gente frente a un televisor está bien; el problema es lo que se produce después. Es parte de lo que la lingüista Deborah Tannen llamó la "cultura del conflicto", la necesidad de arrastrar hacia él para generar esos efectos que sean medibles y expresados en términos de datos comparables. Los "buenos datos de audiencia", como señala ABC, son generadores posteriormente de enfrentamientos.

En El País, los titulares se ocupan de diversos temas con un despliegue insólito en este tipo de eventos:  "Chanel: “He soñado que me tiraban un tomate, pero estoy fuerte ante el odio en redes”" —sobre la violencia desatada contra la ganadora—, "El festival se convierte en un asunto político" —la implicación de los diversos políticos—, "Tanxugueiras: “Al llegar a la final, ganamos. Todas las lenguas ganaron”" —la cuestión de las lenguas nacionales— y "El encuentro volverá a la ciudad alicantina en 2023" —sobre la ocupación hotelera en la ciudad durante el festival—, todo un repertorio que constituye el mapa temático del concurso y el origen de sus conflictos.

Mientras sean los conflictos los que intensifiquen las propuestas llamando "a las barricadas", este tipo de fenómenos solo dejaran satisfechos a los que los provocan, más interesados en el número que en otra cosa. Este fenómeno es cada vez más usado, aplicado a cada escenario, del deporte a la canción, de la política a los conflictos entre los medios. Este último aspecto no es irrelevante y contribuye a la lucha entre unos y otros por las propias audiencias. RTVE ha prometido un nuevo programa con los participantes, una forma de intentar calmar a los seguidores,  de aprovechar el conflicto o, quién sabe, de las dos cosas a la vez.

Al final, estas guerras previas ejercen su violencia sobre las personas. Esperemos que a la ganadora se le deje de acosar y deje de soñar que le lanzan tomates, que no tenga que arrepentirse. Como dijimos hace unos días sobre lo que ocurre en Ucrania, hay muchas guerras dentro de las guerras. Como bien ha querido decir la ganadora sobre la salud mental, tened cuidado que las víctimas son siempre civiles. No hay ya placeres sencillos. 


* "Chanel pide frenar el acoso en redes tras su victoria" RTVE- A la carta 30/01/2022 https://www.rtve.es/play/videos/telediario-fin-de-semana/benidorm-fest-chanel-pide-frenar-acoso-redes-tras-su-victoria/6334846/

** "Polémica por la elección de Chanel como representante en Eurovisión 2022" Antena 3 30/01/2022 https://www.antena3.com/noticias/cultura/polemica-eleccion-chanel-como-representante-eurovision-2022_2022013061f687ad6f20300001385d7d.html

*** Lucía M. Cabanelas "La resurrección del Benidorm Fest, un éxito con el público en contra" ABC 31/01/2022 https://www.abc.es/play/television/eurovision/abci-benidorm-fest-quejas-tongo-202201310114_noticia.html

domingo, 30 de enero de 2022

La narrativa de la conspiración

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Una de las cosas sociológicamente interesantes de la pandemia del COVID es su capacidad para entretejerse con todo tipo de situaciones, de las locales a las planetarias. El COVID puede entrar en casos tan distintos que sorprende esta capacidad explicativa.

En Independent en Español leemos el siguiente titular: "Teoría de conspiración de Michael Flynn: Soros, Gates y otros inventaron el covid-19 para derrotar a Trump". Que el narcisismo de Trump sea contagioso y llegue a convertirse en un motivo de la campaña es comprensible dada la personalidad peculiar del expresidente y máximo fabulador en el cargo. El pintoresco y maquiavélico Michael Flynn, ex militar y escritor de algunas de las fabulaciones que ayudaron a Trump desde su inclusión en los equipos de la Casa Blanca, contribuye con nuevos bulos a explicar el fracaso de Trump.

Señalan en el diario:

Michael Flynn afirmó que George Soros, Bill Gates y otros inventaron el covid-19 para derrotar a Donald Trump.

El antiguo general de tres estrellas y asesor del expresidente despotricó sobre la pandemia durante una participación en el sitio web de extrema derecha Infowars.

Flynn se ha convertido en una figura destacada del movimiento de la teoría de conspiración de QAnon, e incluso sugirió que el ejército estadounidense considerara un golpe al estilo de Birmania.

Le dijo a Infowars que la Organización Mundial de la Salud, las Naciones Unidas y otros grupos “se ven a sí mismos como ‘así es como podemos gobernar el mundo, así es como podemos controlar a las sociedades, así es como podemos controlar a la humanidad’”.

“Así que introduzcamos algo llamado covid-19, y lo hicieron, y lo hicieron por un par de razones, una de las principales fue robar una elección”, comentó.* 


Estas breves líneas no tienen desperdicio alguno y deberían servir de ejemplo de cómo se entretejen las narraciones para llegar a un resultado final en el que todo confluye para explicar la tesis central del trumpismo, el robo electoral. ¿Hasta cuándo va a estar la ultraderecha norteamericana con la misma cantilena? Covid-19, QAnon, la OMS, George Soros, Bill Gates, Naciones Unidas confluyen finalmente en la derrota electoral, lo que le da un toque entre épico y trágico a haber salido de la Casa Blanca, casi a rastras, y haber alentado un asalto al Capitolio para impedir la llegada de Biden.

En The Washington Post de hoy, Dan Balz se pregunta si los republicanos siguen amando a Trump de la misma forma que antes tras el asalto del 6 de enero (Do Republicans love Trump as they once did?), mientras que en la CNN nos muestra a Trump dando mítines por Texas en los que sigue insistiendo en que le "robaron" las elecciones, que los detenidos por el asalto al Capitolio son "tratados injustamente" y les concederá indultos cuando "llegue a la casa Blanca" tras las elecciones de 2024 —que ganará, claro— y aprovecha para insultar a los dos fiscales afroamericanos que le están investigando por sus poco claros negocios. 

El artículo de CNN se cierra con otro mensaje que alimenta la realidad alternativa que el ex presidente está fabricando frase a frase:

"These prosecutors are vicious, horrible people. They're racists and they're very sick -- they're mentally sick," he said. "They're going after me without any protection of my rights from the Supreme Court or most other courts. In reality, they're not after me, they're after you."**


Ese giro final señalando que no es él el perseguido, sino tú, ejemplifica a la perfección los mecanismos de la conspiración. Eres la víctima, él te advierte, al igual que el ex militar y asesor Mike Flynn, al que Trump indultó antes de salir de la Casa Blanca, tal como hizo con otros que le habían apoyado con sus mentiras. Los sacó de la cárcel en uno de los casos más sangrantes de pago de favores nunca visto. Ellos le salvaron el pellejo y él se lo devolvió con indultos.

Flynn, como otros, refuerzan las teorías sobre la salida de Trump. En su visión del mundo, nadie podía ganarle honestamente, como decía el bribón Barry Lyndon, el inmortal personaje picaresco creado por W.M. Thackeray en la época victoriana.

La construcción conjunta de todo este tipo de elementos forma un macro texto con un único sentido, a Trump le robaron las elecciones. Todo confluye en ese punto, da igual por los caminos que transite, el Capitolio o el Coronavirus. Son como estaciones de una línea circular de ferrocarril que te llevan finalmente a la misma estación central de la que saliste.


Hace unos días, la prensa mundial daba cuenta de la decisión del músico Neil Young de retirar sus canciones de Spotify por no estar de acuerdo con alojamiento allí de un podcast negacionista. Hoy se nos dice que la también canadiense Joni Mitchell ha tomado la misma resolución, retirar la música. No quieren participar en una plataforma de difusión que acepta semejantes personajes. La rentabilidad del podcast ultra hace que las empresas acaban apoyando a los negacionistas y trumpistas, muchas veces convergentes, como hemos visto en los "conspiranoicos" señalados.

¿Hasta qué punto se creen sus mentiras? El nuevo modelo de conspiranoico es un profesional. Tenemos a los creyentes que siguen las palabras, pero están los profesionales de la intoxicación, los que conocen y explotan esa dependencia respecto a los líderes a los que siguen, cuyo grado de fanatismo y credulidad es muy variable. La ausencia de sentido crítico en una parte importante e implica que necesitan ser reforzados en sus absurdos. Es lo que hacen expertos profesionales en manipulación, como es el caso del asesor Flynn o de Steve Bannon, otro importante difusor de teorías alternativas. No necesitan creerlo, solo reforzarlo en otros.

El País 25/11/2021

El objetivo final de todo esto solo es uno: llevar de nuevo a Trump a la Casa Blanca en 2024. No hay otro. Si lo consiguen, se irán configurando los intereses en cascada, los objetivos que cada uno se haya marcado con el acceso al poder. Pero todo pasa por cumplir ese objetivo. Por ello las concentraciones de elementos distintos para poder unir todas las fobias creadas en el electorado republicano. 

Si la parte del Partido Republicano que se resiste a ser arrastrada por Trump no reacciona rápidamente ante estos despropósitos y deja que sean estos los argumentos de la campaña  los que identifiquen a los republicanos, el futuro político norteamericano estará muy complicado. De hecho, ya lo está. La sombra de Trump sigue sobre Biden y este ya tiene suficientes problemas fuera.


* Graeme Massie "Teoría de conspiración de Michael Flynn: Soros, Gates y otros inventaron el covid-19 para derrotar a Trump" Independent en Español 29/01/2022 https://www.independentespanol.com/noticias/michael-flynn-conspiracion-trump-gates-b2003543.html

** Eric Bradner "Trump teases a presidential run and dangles pardons for January 6 rioters at Texas rally" CNN 30/01/2022 https://edition.cnn.com/2022/01/30/politics/trump-rally-texas/index.html

sábado, 29 de enero de 2022

Alguien gritó ¡guerra!, pero es mejor la calma

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Es interesante que sea Ucrania la que pida a Occidente rebajar el nivel de alarma porque los efectos pueden no ser buenos. En efecto, llama la atención que cada vez que se entrevista a los ucranianos o a los españoles que residen allí, la sensación que transmite sea la misma: viven con cierta normalidad, llevan con la misma sensación desde 2014 y se alarman ellos mismos cuando ven cómo reflejan las noticias en el exterior. Eso es lo que vemos cuando los periodistas trasladan cámaras y micrófonos a Ucrania.

En RTVE.es leemos, con el titular "Zelenski llama a Occidente a no alentar el "pánico": "No considero que la situación sea más tensa que antes"", la siguiente información: 

El presidente de Ucrania, Volódimir Zelenski, ha llamado a Occidente a no alentar el pánico sobre un inminente ataque por parte de Rusia y ha señalado que no considera que "la situación sea más tensa que antes". Además, el mandatario ha advertido de las consecuencias económicas que tienen para Ucrania este tipo de mensajes.

"Pensamos que debe haber un enfoque equilibrado. No estoy diciendo que (Joe Biden) esté influenciando a los medios estadounidenses, pero la política mediática tiene que ser equilibrada", ha afirmado Zelenski. "¿Tenemos tanques en las calles? No. Pero la sensación es esa si no estás aquí", ha recalcado.

Las declaraciones del mandatario llegan después de que el ministro de Defensa de Ucrania, Oleksii Reznikov, también haya pedido calma y asegurara que la situación es comparable a la escalada militar protagonizada por Moscú en abril de 2021.* 


Hay mucho que considerar en estos tres párrafos y en varios niveles, del político y estratégico al mediático, que es el que crea el estado de la "opinión pública". Podemos hablar esencialmente de tres cuestiones: la mediática, la económica y la política.

En primer lugar, los medios necesitan incrementar la tensión emocional respecto a lo que ocurre. No se trata ya de contar lo que ocurre, sino de mantener al espectador o a los lectores sacudidos por la información y enganchados a la situación. Cuanto mayor sea la tensión, más ligado se siente emocionalmente los receptores. Hay muchos conflictos mucho más nítidos en sus consecuencias que no le importan a nadie. Sin embargo, este ocurre en Europa y nosotros, aunque estemos en la otra punta, somos europeos. Hablar de una posible "guerra en Europa" es sacudir los nervios de cualquier europeo por esa figura retórica que nos lleva a incluirnos en el todo.

Hay otro factor más general en los medios: la competencia mediática por la atención. Cuando vemos el tono empleado en algunas cadenas de televisión, la selección de las imágenes o los titulares podemos establecer con claridad las diferencias entre unos y otros. Hay informativos que han abierto con las imágenes de los civiles haciendo prácticas de tiros o de militares enseñando las armas en las escuelas. La retórica bélica, sin duda, vende. Abrir con imágenes de tanques, explosiones y demás es muy eficaz para mantener a atención, que es el objetivo mediático en detrimento de lo que sea una información más equilibrada. Este es el drama informativo de los medios, la tentación sensacionalista, algo que distorsiona la información cuando no es más grave, es decir, desinforma sobre el estado real. La petición de Zelenski a los medios no es trivial; él mismo es un hombre de medios y sabe lo que dice. Pero ¿cómo controlar la información llevándola a su punto adecuado?


La queja de Zelenski nos lleva al segundo punto: el perjuicio económico. Las informaciones transmiten una sensación que afecta a la economía, ya que se percibe un mayor riesgo en la situación. Paralizará las inversiones y también hará retirarse a empresas que se sientan inseguras o que puedan quedar atrapadas. Eso supone que sin necesidad de un conflicto directo, ya se está dañando a Ucrania, con lo que Rusia ya ha logrado un objetivo sin entrar un metro en territorio ucraniano. Cada día que pasa, la situación empeora para Ucrania sin tener que entrar. Eso aumentará la crisis económica, que se traduce en una forma de vida peor. Eso forma parte de la guerra psicológica, ya que mediante otro tipo de informaciones hará ver que es Occidente el que perjudica realmente a Ucrania. Este tipo de situaciones es lo que ha permitido recuperar terreno a los grupos prorrusos que añoran los lazos con Moscú por diversos motivos.

El tercer factor, el político y estratégico es el más complejo y se basa en la manipulación de los otros dos. La frase de Zelenski citada en el texto es muy reveladora: "Pensamos que debe haber un enfoque equilibrado. No estoy diciendo que (Joe Biden) esté influenciando a los medios estadounidenses, pero la política mediática tiene que ser equilibrada". ¿Por qué meter a Joe Biden en mitad de la frase? Zelenski sabe que son muchas las "guerras" que están sobre el tapete y que Biden tiene la suya, al igual que Vladimir Putin. Esta situación tiene unos objetivos, más allá de los declarados, que tienen que ver con la propia situación de los Estados Unidos y Rusia, con las guerras que se desarrollan.

Siempre se ha dicho que hay que temer las situaciones conflictivas internacionales cuando las nacionales son de debilidad. Biden se encuentra en una situación de debilidad interna y perdido internacionalmente, con artículos que señalan el "declive del imperio americano", resaltan el ascenso de países como China —que había sido el objetivo hasta el momento—, el desafío independiente de Europa tras los efectos de Trump y el deseo de contar con un ejército propio para no tener que dependen de los Estados Unidos. La resaca del mandato de Donald Trump y la terrible posibilidad de su regreso a la Casa Blanca por el hundimiento de Biden en las encuestas es un factor que puede hacer que Biden tome decisiones de fuerza de cara al electorado norteamericano que acaban pagando en Europa. La principal perjudicada, tras Ucrania, es la Unión Europea que ve cómo la protección de los Estados Unidos significa una mayor dependencia.


Por lo pronto, la conexión energética con Rusia, a través del gaseoducto hasta Alemania, está en el aire y, en la otra dirección, se ha afianzado la conexión energética con los Estados Unidos e incluso con uno de sus principales aliados "duros", Australia, que sale así del boicot al que China le tiene sometido. En estos días se nos cuenta cómo determinados barcos cargados de gas dan la vuelta de sus destinos iniciales para dirigirse a países como Reino Unido o la misma España gracias a las subidas del precio, que hacen más rentable vender a unos que a otros.

Putin también tiene sus propios asuntos. La idea de la amenaza en sus fronteras es clave y exige lo mismo que hizo los Estados Unidos con la crisis de los misiles cubanos, obligar a que se retiren. Esta vez los "misiles" son los de la OTAN. Rusia quiere una "franja de seguridad", que se desmilitaricen los países que la rodean, que no ingresen unos y que se salgan otros. Es difícil que con estas amenazas se consiga, ya que la invasión de parte de Ucrania, incluida Crimea, hacen sospechar a los afectados que en cuanto que se retire la protección pueden ser invadidos por Rusia, de forma militar o mediante la promoción de aliados prorrusos en el gobierno, que no serían más que títeres. Esta posibilidad ya se ha barajado en la prensa internacional.

El clima prebélico, como denuncia Zelenski, favorece al expansionismo norteamericano, que vende armas, coloca bases y mientras sienta que hay amenazas no se moverá. Los pequeños dependen de los grandes, por lo que la parte más débil de Europa, la fronteriza con Rusia, se sienta más OTAN que nadie y pide ser ocupada por tropas para intimidar a Rusia. Esto, a su vez, divide más a la Unión Europea, donde cada uno, según sus intereses, tiene una opción diferente. La dependencia de Rusia en energía varía de unos a otros, redefiniendo además la situación de los países que se vuelven alternativas al gas ruso, como ocurre con el norte de África, que están estableciendo nuevas estrategias con terceros. Todo es sistémico, complejo; cualquier movimiento, produce efectos inesperados más allá de lo que se buscaba.

La guerra, como vemos, se produce en muchos niveles y escenarios. En España, la situación ha creado la ya habitual fisura entre los socios de gobierno. A Unidas Podemos le ha interesado desenterrar los eslóganes de "¡No a la guerra!" antes de que esta exista, contribuyendo a reforzar su electorado y a debilitar el de sus socios. ¡Cómoda doble posición la suya, de gobierno y de oposición en el mismo despacho!


La preocupación española, irónicamente, es saber por qué no nos ha llamado Biden, algo que algunos consideran un ninguneo para hacer ver que nadie cuenta con Sánchez mientras que otros lo ven como resultado de la plena integración en la OTAN, lo que molesta al sector anti-OTAN. La situación de Ucrania, realidad y exageración, no deja de afectar a todos en este mundo global.

La retórica bélica es peligrosa, incluso como juego político. Zelenski tiene razón. ¿Pero cómo encontrar ese punto de equilibrio entre lo que es y lo que puede ser en un mundo global y mediático, de intereses múltiples e interpretaciones divergentes? No convienen ni esos gritos falsos que provocan avalanchas mortales por el pánico creado, ni los avisos continuos sobre la llegada del lobo que nadie acaba creyendo.

Muchos gritan "¡guerra!", pero es mejor la calma. Lo es para todos.


* "Zelenski llama a Occidente a no alentar el "pánico": "No considero que la situación sea más tensa que antes"" RTVE.es 28/01/2022 https://www.rtve.es/noticias/20220128/zelenski-llama-occidente-no-alentar-panico/2273920.shtml

viernes, 28 de enero de 2022

La indiferencia o muerte de un fotógrafo

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

El mundo real nos es cada vez más indiferente. Nuestra necesidad de mirar focalizados en las pantallas nos oscurece el mundo, lo que nos rodea. La realidad parece no estimularnos demasiado, por eso muchos sacan sus teléfonos móviles para grabar lo que el marco de la pantalla aísla y traduce a un nuevo lenguaje. Lo que no está enmarcado carece de sentido y nos es indiferente.

Escucho lo ocurrido con el fotógrafo francés René Robert. En la web de RTVE el titular nos resume "El fotógrafo René Robert muere congelado tras permanecer nueve horas inconsciente en una calle de París" y una primera entrada nos da un dato más "La única persona que llamó a los servicios de emergencia fue un vagabundo". Un acontecimiento terrible que en Antena 3 llaman, siguiendo a la prensa francesa, "asesinato por indiferencia".

RTVE lo reseña así:

El fotógrafo René Robert ha muerto a los 84 años por una hipotermia en una concurrida calle de París. El martes 18 de enero el fotógrafo cayó por la tarde en medio de la calle y permaneció nueve horas inconsciente sin que nadie lo socorriera.

A la mañana siguiente, temprano, un vagabundo lo encontró en el suelo y llamó a los servicios de emergencia, pero Robert ya había fallecido."Permaneció solo, en el suelo, consciente, al menos durante las primeras cinco o seis horas en uno de los barrios más concurridos de París sin que nadie viera oportuno intervenir", ha criticado el periodista Michel Mompontet, amigo del fotógrafo.

Además, esta semana se retransmitió el homenaje que hizo Mompontet al fotógrafo en la televisión francesa. "Murió solo en una concurrida calle de la capital sin que nadie se detuviera a socorrerlo... Este trágico y repugnante final nos enseña sobre nosotros mismos", lamentó Mompontet en su red social. *



 Probablemente la palabra más dolorosa sea "concurrida" que nos deja un escenario terrible, presidido por la indiferencia. Robert murió solo, pero en una soledad marcada por la presencia de los que le ignoraban.

Trágico y repugnante son las dos dimensiones paralelas en una sociedad que se preocupa por el destino de vacas, cerdos, hámsteres, perros y gatos, sentimientos loables. Está de moda sufrir por todos menos por los seres humanos; es intenso el sentimiento de empatía por lo que está lejos de nosotros mientras podemos pasar por encima de enfermos, muertos y heridos con total indiferencia y hasta un poco de cínica elegancia. Sí, el caso nos enseña mucho sobre nosotros mismos. Han sido casi diez horas de enseñanza sobre la indiferencia que nos provoca el dolor ajeno.

Me viene a la mente el relato de mi padre, escandalizado cuando llegado, como corresponsal a la ciudad de Buenos Aires, nos contaba su estupefacción al ver una persona caída del autobús sin que nadie se molestara en atenderla. Eran mediados de los sesenta y todavía Madrid no acumulaba los defectos de las grandes ciudades.

¿Podemos imaginar lo que fueron esas cinco horas consciente que le calculan a René Robert? ¿Podemos sentir esa muerte, ese "asesinato por indiferencia", intentando ponernos en su lugar o es demasiado insoportable dentro de nuestro mundo hiperactivo e indiferente?


Hace muchas décadas que se detecto esta enfermedad, la indiferencia, de la que surgen muchas otras de forma directa y derivada. Sí, la indiferencia refleja un estado social en donde nos vemos como partes indiferenciadas del entorno. No somos, sino que formamos parte de un paisaje rutinario.

René Robert era un gran fotógrafo. Nos dicen que es el gran fotógrafo del arte del flamenco, el que puso en blanco y negro a los grandes artistas de un arte del que le atrajo su densidad emocional, su grito de dolor convertido en voz y movimiento. Él puso la imagen dramática y silenciosa del flamenco para emocionarnos. Podemos emocionarnos ante una foto pero no ante la agonía que esa foto puede haber retratado. Hemos perdido la respuesta ante la realidad, que nos es cada vez más indiferente.

Casi diez horas tendido en una calle parisina. Una muerte por abandono, por indiferencia, por un frío real y por una frialdad social, muerte por congelación.


Cada vez son mayores los síntomas de nuestra indiferencia. Lo vemos en la destrucción progresiva de las relaciones humanas, que quedan circunscritas cada vez más a círculos estrechos mientras que el resto se convierte en un infierno gélido de indiferencia o de agresión. Eso va de los entornos laborales a los educativos, a los deportivos, a las aceras de nuestras ciudades.

La queja de las personas mayores respecto a la atención bancaria automatizada no es solo por "no entender" cómo funcionan las máquinas, sino al rechazo a ser tratados por máquinas y como objetos. Es el rechazo al desprecio hacia lo humano y por la pérdida de humanidad cada vez más evidente en nuestro trato diario.

La muerte por indiferencia durante diez horas de René Robert es algo más que una terrible muerte; es un aviso, una advertencia que nuestra indiferencia olvidará mañana conmovidos por alguna nueva desgracia. Esta saturación mediática hace que solo sintamos frente a una pantalla, pero que la realidad no resulte lo suficientemente empática. Vivimos a través de sacudidas artificiales mediante las que comprobamos nuestra existencia anodina.

Solo le pido a Dios

Que el dolor no me sea indiferente

Que la reseca muerte no me encuentre

Vacía y sola sin haber hecho lo suficiente.

La vieja canción de Mercedes Sosa resuena como un eco lejano. Descanse en paz el fotógrafo René Robert, quien nos enseñó a mirar el dolor a través de su lente, pero al que nadie quiso ver, hasta que un vagabundo se acercó a él.

Los muertos eran ellos, los que circularon a su alrededor durante sus horas de agonía.

Necesitamos aprender de nuevo a ver, a ver el mundo con sentido; necesitamos salir de las conchas de teléfonos y pantallas y mirar el mundo que vive y sufre, que muere bajo nuestra indiferencia, con nuestros propios ojos.

Una imagen me ronda y no me deja tranquilo. La posibilidad de que algunos hayan fotografiado a René Robert con sus teléfonos y seguido su marcha. 


"El fotógrafo René Robert muere congelado tras permanecer nueve horas inconsciente en una calle de París" RTVE.es 27/01/2021 https://www.rtve.es/noticias/20220127/rene-robert-muere-congelado-horas-inconsciente-calle-paris/2272381.shtml

jueves, 27 de enero de 2022

La España desigual

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Estos días se están produciendo manifestaciones por las situaciones extremas a las que se ha llegado en muchos sectores. Las cifras y datos nos dan una realidad muy alejada de lo que la clase política, enfrascada en sus grescas y puñaladas, en su obsesión por el descrédito como estrategia facilona y mediocre, pretende mostrarnos.

El drama de la extrema desigualdad que se ha ido generando y a la que no son ajenos ninguno de los partidos que han gobernado España, lo que llamamos hace unos días, la "España con alfileres", a la que la más mínima sacudida hace tambalearse, es una triste realidad. Un país en el que solo prosperan algunos, mientras que la gran mayoría va perdiendo lo que tanto costó a las generaciones anteriores en todos los campos no es el ideal para nadie o, más sinceramente, solo para los que se benefician. Los datos son los datos y todos señalan a España como uno de los países más desiguales, solo equiparable con los del este de Europa que no lograron pasar con éxito a la Unión, sino arrastrando sus lacras.

Esta desigualdad es fruto de la cronificación de la precariedad y de la explotación, de un desamparo y de una falta de oportunidades reales. Esto ha producido otros males, nuestra condena a las burbujas inmobiliarias o bancarias, ambas ligadas a través del de nuevo creciente fenómeno de la hipotecas, surgido de la incapacidad de acceso a la vivienda por los míseros sueldos y la inestabilidad de los contratos, que hacen vivir en una constante inseguridad. A su vez este fenómeno afecta a la demografía. España no crece porque cada vez menos tienen casas en las que tener hijos o se reducen al mínimo. Queda entonces la dependencia de la inmigración para la supervivencia, como nos dicen los sociólogos y economistas. Todo esto ocurre en un marco económico débil, marcado por el turismo y afines, lo que nos crea otra dependencia: los demás países deben ir bien para que nosotros recibamos nuestras dosis de turistas para sobrevivir.

El drama del campo, explotado por las cadenas de negocios que se crean hasta llegar a la mesa del consumidor, es otro síntoma de esta enfermedad general que establece la desigualdad.

La desigualdad es además inmisericorde ya que se produce para el beneficio de unos en detrimento de otros. Las quejas de las poblaciones abandonadas por bancos y empresas de servicios, alejadas de los medios de transporte habituales porque no son "rentables".  La desigualdad se produce también en ambos extremos de la edad, de los jóvenes que no acceden a los trabajos más que como "prácticas", como nuestros triste becarios, o los interminables contratos basura, a por el otro extremo, los de más edad, que son olvidados por los bancos, pero también por muchos otros sectores que se transforman en entidades automatizadas, echando a la calle a sus trabajadores, cerrando sucursales y presumiendo de una "modernidad" que es convertir en robóticas las empresas. Así crecen los dividendos de las empresas y sus accionistas se hacen más ricos. La indefensión ante las comisiones abusivas da cuenta del poder de los bancos y de poco poder de la política para dirigir y ordenar la realidad. Los gobiernos se muestran inútiles para este tipo de abusos.

En este contexto real —que podría detallarse más— los políticos han encontrado un campo en el que discutir. Quieren hacer creer que son capaces de actuar, pero lo cierto es que su capacidad se ha reducido a la vez que sus conocimientos sobre un laberinto de intereses que no son fáciles de aclarar. Ante esto, se entiende que prefieran discutir sobre cosas que molestan a pocos, muchas veces que apenas importan a nadie pero a las que se les puede sacer un cierto rendimiento mediático. De ahí que hay que amplificar las grescas, controlar la imagen, para evitar los descensos de popularidad.

El espectáculo continuo del descrédito del otro trata de ocultar la propia incapacidad de enfrentarse a los problemas acumulados, de la sanidad a la educación, pasando por la creación real de empleo, de un empleo justo y regular, y no este paro que duplica el europeo. ¿Por qué ellos pueden y nosotros no desde hace décadas? Quizá tienen otro sentido de la política, son capaces de realizar "grandes coaliciones" con poder para hacer grandes reformas y no nuestros gobiernos dependientes de las fuerzas que están detrás (o delante), de los medios y de los socios parasitarios.


Cuando preguntan a los investigadores españoles para cuándo la vacuna española contra el coronavirus contestan —ayer mismo— a ver si hay suerte y está para finales de año. Es más fácil hablar de ella que apoyar la investigación, financiar y unir esfuerzos. Cuando nos alegraremos, pero hubiera sido mejor tenerla cuando más necesaria era. España es el país de las ayudas que se conceden y anuncian pomposamente los políticos, pero que no llegan o tardan años en llegar, como ocurre con los desastres como el de La Palma. Las quejas en estos casos son generales.

¡Hay tantos problemas sobre los que sentarse a debatir y menos a pelearse! Gobierno y oposición se ponen medio de acuerdo sobre mandar un navío al otro extremo de Europa, a Ucrania, pero nunca sobre lo que ocurre bajos nuestros pies. El problema es que  esto —no estar de acuerdo— se considera normalidad. No lo ve así el ciudadano que, por encima de cualquier otra cosa, quiere tener una mejora en su vida y se niega a considerar que es algún tipo de destino inevitable el que hace que empeore el futuro para las próximas generaciones. Sin embargo lo hemos aceptado con resignación, ¿por qué? ¿Por qué elegir la demagogia?

El caso del acceso de los mayores a los bancos es sintomático. Tiene que salir de un jubilado harto de ser maltratado, despreciado por su propio banco; tiene que reunir cientos de miles de firmas para que el gobierno "pida" a los bancos que traten mejor a sus propios clientes. El desprecio a los que empiezan y a los que terminan sus vidas en constante. A los que quedan, tampoco se les trata mejor. Pero esto plantea un enorme crisis futura en los términos señalados, los económicos, demográficos, sanitarios, educativos, etc. La desigualdad española es nuestra debilidad por lo que muestra de falta de solidaridad de unos e interés de otros.



miércoles, 26 de enero de 2022

Existió el 25 de enero, un grito joven

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


La portada del diario estatal Ahram Online, cabeza de la información oficial, nos ofrece un gran titular, "Egypt experiencing coldest weather in ten years: Experts". ¿Irónico? Sí, en muchos sentidos, los 25 de enero son cada vez más fríos en un gélido invierno solo iluminado por la sonrisa del presidente desde todos los rincones del país, despacho y viviendas de gente que necesita tenerlo colgado en su paredes, no vayan a sospechar. Egipto es una gigantesca galería fotográfica dedicada a reproducir la imagen del presidente. En todos los tamaños, desde calles y avenidas, él está allí.

Pocos recuerdan que el 25 de enero de 2011 Egipto salió a las calles a decir basta. Al menos, una parte importante del país, la parte joven, la parte aburrida de un régimen, el de Hosni Mubarak, al que habían aprendido a temer y a hacer chistes sobre él por partes iguales. Era el "Día de la Policía", tremenda jugarreta del destino del calendario: la Revolución contra la represión del régimen el mismo día en que se celebraba su principal institución represora. Quizá era lo justo entonces. Ahora solo queda el recuerdo policial. Es toda una lección de vida a la egipcia.

Repaso al final del día las portadas digitales de algunas de las ediciones internacionales más relevantes y allí solo existe hueco para el presidente, para Mohamed Salah, para algún que otro ministro y algo del inagotable problema de la presa del sur.

Lo de todos los días, propaganda y más propaganda. El presidente mostrando su sonrisa y su voluntad de que todo lo que se haga en el país sea para bien, aunque no se explica cómo. El presidente, como militar que es, da órdenes precisas, pero sus recambiables subalternos son cambiados cuando la tozuda realidad muestra resistencia. Entonces simplemente se cambia de ministro. El presidente está por encima de todo, auténticamente faraónico. Para los egipcios es una imagen benevolente que les desea lo mejor, que mantiene el orden evitando el caso (acabar como Siria o Libia), por lo que todos deben darle las gracias cada día.

Siempre nos quedarán los titulares, papel que los egipcios usarán para quemar en el frío invierno que ataca la zona, su particular anomalía en un mundo normalizado por la voluntad presidencial. Es el presidente que cuando ellos dijeron que tenían hambre les explicó contundentemente que él había sobrevivido con solo agua en el frigorífico. Eso es sensibilidad social. Alguien me dijo hace  muchos años que en Egipto, al final, la culpa la tiene siempre el pueblo. Será la voluntad de Dios, piensan algunos.

Controlando casi toda la economía del país a través de negocios y chanchullos, las élites militares no podían permitirse una revolución anti militar. Con la excepción del efímero Morsi, todos los presidentes egipcios han sido militares y han visto el poder como una cuestión interna. Eso que llaman el "estado" es la mayor agencia de colocaciones del país, dividiéndolo en dos, los que están dentro y los que están fuera. Dentro se sobrevive y, si se juega bien la baza, se puede uno hacer hasta rico; fuera no queda nada que hacer. Militares y funcionarios son los grandes activos del poder, un ejército en el que de vez en cuando hay que hacer purgas para evitar que se les infiltren islamistas o personas con tendencias diferentes a las que el poder admite.

En estos tres últimos años se ha desmontado toda la prensa, convertida en un coro de musical para mayor gloria de los solistas, el gobierno y, sobre todo, el presidente, que ha dejado pulverizados los records anteriores de culto a la personalidad. No creo que existan muchos puntos a los que los egipcios puedan mirar sin encontrarse con la mirada del presidente.

El nuevo régimen creó su propio mito: el pueblo se levantó justamente el 25 de enero de 2011 y la revolución fue arrebatada por los enemigos de Egipto, que querían destruirlo; pero el pueblo salió a la calle a pedir a los militares que tomaran el poder dando un "golpe de timón". Al-Sisi, ministro de Defensa, le pidió al presidente que hiciera caso al pueblo, pero este no quiso marcharse y sus milicias se levantaron en armas contra el pueblo. Al-Sisi, siguiendo los mandatos del pueblo, reprimió con violencia toda resistencia islamista o de cualquier otro orden.  El obediente mariscal prometió que no sería presidente, que no habría más militares en el poder, y que solo se necesitaba un periodo de tranquilidad militar para que regresara el paraíso a Egipto. Pero un día, en sueños, se la apareció el piadoso Sadat y le dijo que era su responsabilidad histórica tomar en sus manos las riendas del país, que era voluntad divina la cuestión. Y Abdel Fattah al-Sisi, obediente a Dios y a sus jerarquías militares celestiales, aceptó cargar sobre sus hombros la responsabilidad de guiar al rebaño por el buen camino. Lo demás es la historia de la humilde aceptación del destino y la voluntad de Dios por parte de otro hombre piadoso.


Es un simulacro de democracia en la que se encarceló a cualquiera que se intentará presentar como candidato a la presidencia. Lo intentaron varios militares y se les acusó a uno de intentar "separa al pueblo del Ejército", que deben ser "una sola mano", como señala el dicho. A otro, estando en la reserva, se le militarizó de nuevo y se le consideró en "desobediencia" por presentarse si permiso. Entre los civiles demócratas está el caso del "dedo díscolo" del candidato Khaled Alí, por el que fue detenido y juzgado porque algunos percibían un dedo demasiado expresivo que había sido registrado por un vídeo que fue aportado por la fiscalía. La historia se puede recordar en la entrada titulada "Delicias electorales", del 8 de enero de 2018. Tuvieron que improvisar un candidato de "oposición" porque los habían encarcelado a todos. Había que cubrir las apariencias de aquella farsa electoral.

Donald Trump, un amigo, llamó a al-Sisi "su dictador favorito", mostrando lo que mejor entendía de la política, los intereses. En Egipto se manifestaron contra Obama y su secretaria de estado, Hillary Clinton. Las instituciones internacionales de derechos, de prensa, feminismo, etc. sitúan al Egipto de al-Sisi  en posiciones muy bajas, situando falta de respeto por casi cualquier derecho. Los activistas suman condenas, se van al extranjero o desaparecen. Muchos dirigentes evitan las fotos con el presidente egipcio. Las relaciones se mantienen, pero poco más. Los negocios son más importantes que los derechos humanos.

Ayer, 25 de enero, te volvían a la mente muchas de estas historias, entre lo trágico del pueblo y lo bufo del poder, siempre represivo. Hay un fatalismo de la obediencia, un sentimiento en muchos de que salir es imposible; es una tristeza que ha ido calando hondo ante la oportunidad perdida de aquella respuesta de los "jóvenes", porque así fue percibida, como un grito joven contra una situación vieja y aceptada, contra una lucha polarizada entre dos formas de autoritarismo, el militar y el islamista. Pero hay una generación desengañada, exiliada porque no ve la posibilidad de que sus sueños democráticos y de progreso tomen forma en su tierra.

La historia egipcia de estos años es la de una enorme represión, una historia de desapariciones, de encarcelamientos continuos, de casos como el del estudiante italiano secuestrado, torturado y asesinado porque la inepta Policía pensó que por hacer una tesis sobre los sindicatos egipcios ya era un espía o un terrorista. Su cadáver fue abandonado al borde de una carretera, junto al desierto. Todavía sigue el gobierno egipcio cubriendo el rastro de los asesinos identificados por la Justicia italiana. 


No podemos olvidar a Shaimaa El-Sabbagh, la mártir de las flores, cuyo único delito para ser disparada en plena calle fue llevar una corona de flores. El régimen dijo, como siempre, que la habían matado sus propios compañeros, hasta que la evidencia de un vídeo mostrando al asesino uniformado, dejó todo claro. Lo juzgaron y al año le revisaron la condena para que saliera. Es la forma de proceder del régimen para poder sobrevivir, asegurar que los asesinos y torturadores siempre saldrán impunes hagan lo que hagan en la represión. Ambos crímenes sucedieron en la proximidad del 25 de enero. Hoy, si alguien ha salido a la calle, nadie da cuenta de ello. Solo Egytian Streets, con todo cuidado, se ha atrevido a mencionar la Revolución del 25 de enero de 2011, como un recuerdo, como algo que ocurrió en la infancia.


Frente a los sueños, el sueño eterno; frente a las ilusiones, el fatalismo. Los que se enfrentaron a las tanquetas, a las violaciones colectivas y a los "exámenes de virginidad" de los militar, a los camellos y camelleros que les lanzaron, a las difamaciones acusándolos de trabajar para potencias extranjeras... a los que sobrevivieron a tanta infamia no es fácil recordar un tiempo que parece perderse en la noche. Pero aquel tiempo existió, los sueños fueron reales. Por más que el "Día de la Policía" intente borrar el Día de la Revolución de los jóvenes, el día en que cristianos y musulmanes entrelazaban sus manos y vigilaban mientras los otros rezaban, el día en que los que no rezaban no temía por sus vidas... ese día existió.

Existe una enorme injusticia cuando se juzga hoy la Primavera Árabe como un fracaso que trajo guerras civiles y violencia. Fue precisamente la resistencia de los dictadores y de los islamistas a una sociedad democrática la que generó el caos. No se puede culpar a la gente por querer ser libre. Eso se vio perfectamente en Egipto, cómo se fue llevando a un extremo polarizado, ignorando el deseo de libertad y convivencia de aquel espíritu revolucionario que deseaba justicia, futuro, oportunidades, progreso y paz, tener el destino en sus manos y no en las del dictador de turno.

Desaparecido de las portadas, seguro que está en el recuerdo de muchos egipcios que siguen soñando. Los sueños deben seguir para que algún día haya algo más que una fantasía.