Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Los
motivos por los que alguien puede llegar a convertirse en "personaje del
año" son variopintos. La clausura
de 2012 conlleva competiciones en las que profesionales y público votan para
elegir a aquellas personas destacadas o que han merecido la aprobación general.
La cadena informativa Euronews lo ha hecho, como casi todos los medios. Entre
los profesionales y por votación popular de los espectadores y lectores de la
cadena ha habido una triunfadora: Malala.
Estaba cantado. Cuando preguntamos a nuestros compañeros en la
redacción quienes podrían ser los candidatos a personaje del año 2012 el nombre
de esta niña de 15 años se repetía sin cesar entre las sugerencias. Según
nuestros cálculos, no científicos, un 52 % de la redacción votó por la joven.
Y los lectores de euronews.com lo han
confirmado con un 26% de los votos. Curiosamente el equipo del robot Curiosity
de la NASA ha quedado en segunda posición con un 21% de los apoyos entre
nuestros usuarios.*
Sí,
estaba cantado porque el mérito no consiste solo en los grandes logros, sino en
la relación entre las propias fuerzas, el objetivo y las dimensiones del
adversario. Y en esta relación, el caso de Malala, la niña pakistaní tiroteada
por defender la educación de la mujeres en su país, no tiene parangón.
Si
comparamos su caso con el de los segundos clasificados, el equipo de la NASA,
podemos apreciar que han realizado un gran logro científico, pero también que
son la punta del iceberg de todo un complejo investigador con presupuesto
gigantesco para llevar adelante su trabajo. Malala, en cambio, no se ha
enfrentado a las dificultades de la naturaleza, del espacio, a un reto
tecnológico y científico, sino justo a lo contrario: a la ignorancia más
absoluta, violenta y contagiosa que ha visto el mundo en mucho tiempo. Allí
donde la NASA se enfrenta a la materialidad del universo, Malala se enfrentó a la
falta de espíritu de seres enfangados en una ignorancia atroz que quieren
condenar a la oscuridad a su propio pueblo.
En el valle del Swat, los talibanes
han prohibido a las niñas ir a las escuelas. Mientras mandamos robots a
explorar Marte o el saltador al vacío Felix Baumgarten, el tercer clasificado, usa el conocimiento científico disponible para sus logros, en Pakistán —y en otras zonas del mundo bajo esta negrura violenta— se intenta convertir la mente de las personas en desiertos sin
exploración posible. Es la perversión infinita a la que lleva el gran pecado de
la ignorancia orgullosa.
El
único recurso de Malala para enfrentarse a esa negrura que rodea a su pueblo es
el de la inocencia y la firmeza. Al adquirir notoriedad internacional el caso
de Malala a través de su blog en la BBC y un reportaje en The New York Times,
los talibanes no perdonaron y en octubre de este año la niña sobrevivió
milagrosamente a un atentado en el que quedaron también heridas otras dos compañeras
de clase. Hay zonas de Pakistán en las que el heroísmo consiste en coger los
libros e ir a clase cada día. La sangre de Malala, quien se recupera de sus
heridas protegida en Londres, ha servido para que se tome conciencia del caso extremo de
la violencia talibán, del peligro que suponen para las personas y para la
simple inteligencia. Son una monstruosidad andante allí donde proliferan y se
les deja crecer.
La muerte de los médicos y personal sanitario que vacunaban
contra la polio hace unos días nos muestra que Malala no es la única enemiga.
Los talibanes temen que esas vacunas en gotas que se administra a los niños
sean para esterilizar a los musulmanes, una campaña orquestada desde Occidente;
anteriormente temían que los médicos fueran espías occidentales intentando obtener
muestras de ADN para localizar a Osama Bin Laden.** La ignorancia no tiene límites
y la padecerán miles de niños condenados a esta terrible enfermedad. No es
casual que Afganistán y Pakistán sean los mayores focos de polio.
Hay
zonas de África, como ahora ocurre en Mali, en las que el fundamentalismo religioso de
estos fanáticos oscuros condena a todos los que les rodean a la ignorancia o a
la muerte; a ambas cosas, en ocasiones. Donde unos son víctimas de la polio, otros quedan lisiados de por vida con los miembros amputados, manos y piernas, en aplicación de la crueldad disfrazada de ley.
Malala
es, en cambio, una luz; es el deseo de aprender como forma de superación del
mundo que tiene enfrente. Es, además, ejemplo. Podía, como tantas otras, haber
tratado de ocultarse y estudiar a escondidas de las miradas talibanes, pero
eligió la visibilidad que diera fuerza a las demás en su situación. Y es eso lo
que no le han perdonado los talibanes, el desafío, el que una niña comenzara a
los once años a desafiarlos. Han asegurado que volverán hasta lograr acabar con
ella. Nadie lo duda. No son personas con las que se pueda dialogar; son
simplemente una enfermedad inhumana con la que siempre se está en desventaja
porque no podemos dejar de ser humanos, algo que ellos sí han hecho.
Malala
es el personaje del año. Y debería serlo año tras año sin necesidad de que
nadie atentara contra ella. Sus valores son los de la lucha que nos queda a
todos por delante, estemos donde estemos, los de la mujer y los de la
educación. La ignorancia y el patriarcado son dos formas de lo mismo, el deseo
de esclavizar a los demás, la voluntad de poder que sigue manando desde un
mundo cavernario; son la negación de los derechos del otro. Asistir a clase,
recibir una vacuna, cualquier acto normal en casi todas las partes del mundo,
puede considerarse como un pecado imperdonable merecedor del más terrible de
los castigos a manos de estas estúpidas espadas flamígeras vivientes.
Ante la
heroicidad sencilla de Malala palidecen el vertiginoso salto al vacío de Felix
Baumgarten o los logros extrañamente diversos de los
empatados Barack Obama, el coreano PSY y Lionel Messi. A la hora de puntuar a los
personajes del año se pueden tener en cuenta muchas cosas. Afortunadamente,
existe gente que es capaz de diferenciar entre dar saltos con gracia, meter
goles con arte y jugarse la vida por los demás.
En el fondo, no solo elegimos al "personaje del año", algo meramente simbólico, sino que esto es un test de nuestra propia sensibilidad y respuesta ante los problemas que nos rodean. Este año hemos mejorado un poco.
*
"http://es.euronews.com/2012/12/17/malala-yousoufzai-la-joven-que-planto-cara-a-los-talibanes/"
Euronews 17/12/2012
http://es.euronews.com/2012/12/17/malala-yousoufzai-la-joven-que-planto-cara-a-los-talibanes/
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