Joaquín Mª
Aguirre (UCM)
El diario
Ahram Online publica un interesante artículo titulado "Why the Arab Spring
revolutions stumbled", firmado por el profesor Mohamed Shuman, decano de
la Faculty of Communication and Mass
Media at the British University in Egypt (BUE). Todavía es
problemática la comprensión de un fenómeno cuyos resultados están condicionando
el presente, es decir, cuyo resultado ha dado forma a las situaciones actuales,
ya de por sí confusas. Lo que se llamó la "Primavera árabe", nombre
metafórico y casi poético, es un fenómeno histórico que revela la complejidad
de una zona del mundo en la que se dan conflictos en órdenes horizontales y
verticales, sincrónicos y diacrónicos.
Esta gran complejidad la dan los
problemas no resueltos, acumulados, que determinan las transiciones incompletas
que impiden la satisfacción social por la diversidad de sus propias
expectativas. Las sociedades que tienen más posibilidades de estabilidad son
aquellas que logran reducir las divergencias extremas y centrarse en la
convergencia de intereses comunes. No es algo que se haya podido alcanzar en el
mundo árabe islámico. El estallido de las distintas "Primaveras" es
una muestra si no de comunidad de objetivos, si de convergencia de insatisfacciones
acumuladas.
Mohamed Shuman trata de explicar este fenómeno histórico a
través de las distintas "teorías" que explican el
"tropiezo", la frustración de las expectativas desde perspectivas
distintas. Son las siguientes:
1) "The conspiracy theory which is the
most famous and the most circulated within popular quarters. It springs from a
postulate that the last five years' events were an outside conspiracy launched,
as usual, by America, Western countries and Israel and in another narrative was
sparked by Iran and Hezbollah and in a third narrative it was led by the Muslim
Brotherhood backed by Turkey and Qatar."*
Es la teoría de mayor circulación. Teniendo en cuenta que la
mayor parte de las teorías sobre lo que ocurre en el mundo árabe se acaban
explicando mediante conspiraciones, más parece una respuesta recurrente, cómoda
y fácilmente aceptable, que elimina las responsabilidades sobre lo que ocurre y
las descarga sobre otros. Aquí hemos recogido hasta su aceptación por el Papa
Copto Tawadros, que daba por hecho una conspiración occidental, Europa incluida,
en su controvertida entrevista concedida al diario El Mundo. Con esta teoría es
fácil desviar los males e incompetencia propios hacia los demás, con lo que es
la preferida de dirigentes y pueblo. Cuando se tienen varios enemigos, se da
por supuesto que están aliados para buscar la perdición y eso permite tomar
medidas contra ellos justificándose en la defensa.
2) "The inability of the five countries'
institutions and elites to reach a consensus concerning the steps of political
and social reformation whether before the popular uprisings or after them.
Reformation constituted one of the most important concepts of the Arab
political and media discourse before the Arab spring, although it was not
accommodated in any executive steps and the ruling elite did not respond to it
albeit its formal talk about it and pretending to be doing it. This has opened
the door in front of the revolutionary mobility."*
La insatisfacción ante la falta de respuestas de los
gobiernos habría provocado los levantamientos. No puede decirse, desde luego,
que ninguno de los gobiernos de los diferentes países implicados en las
revueltas fueran modélicos. Cada uno por sus propias circunstancias eran
ejemplos de ineficacia, represión y corrupción. Cada uno de estos gobernantes
eran expertos en mantenerse en el poder usando todos los medios a su alcance
para su supervivencia interna y exterior. La famosa foto con el "club de
los dictadores" de la que se iban tachando rostros según iban cayendo no
era una anécdota, sino una realidad de cómo se había ido generando una
sensación de permanencia en el poder, transformando algunas repúblicas en
monarquías de facto al transmitir a
los hijos el mando por entrar en edades avanzadas. Es el caso de Mubarak a su
hijo Gamal o de Gadafi a su hijo Saif al-Islam, ahora condenado a muerte en
Libia, designados como sucesores, o el de Al-Assad, consumada la sucesión de su
padre.
En estas condiciones, las elites generadas desde sus largos
gobiernos no eran precisamente las más sensibles para atender las demandas
ciudadanas, sino más bien lo contrario, personas favorables al régimen y
beneficiadas por la corrupción existente. Los que pudieran sentir alguna
responsabilidad por sus pueblos no estaban en los gobiernos o no habían durado
mucho. La longevidad de estos gobiernos es una prueba de su supervivencia y
adaptación. Los verdaderos críticos acababan en las cárceles, en el exilio o
desaparecían si eran muy molestos.
3) " The extent of the ruling regime's
authoritianism, its alliances and the nature of the state's formation,
especially the army, in the five countries. These factors have defined the
behaviour of the popular uprisings in every country and its expectations;
peacefulness was predominant in the movement of the masses in Tunisia, Egypt
and Yemen against the ruling regime where the army sided with the people in
Tunisia and Egypt."*
Aunque este es un factor importante históricamente, los
resultados desde la perspectiva del "fracaso" de las
"primaveras" es el mismo. El papel de los Ejércitos ha sido decisivo,
desde luego, pero desde el punto de vista de la posibilidad de que triunfara una revolución ha dado igual.
Esta no ha sido posible ni donde se desembocó en guerra civil como en Libia o
Siria, ni donde "intervinieron" y se facilitó la salida de los dictadores, como Túnez, Egipto o Yemen, tras procesos
de distinta naturaleza. Aunque no desembocaran en guerras civiles haciendo salir a los dictadores, fue ese
precisamente el método en Egipto para que el Ejército siguiera controlando el
país. La evolución posterior ha mostrado la necesidad de crear un nuevo símbolo
—"la revolución de junio de 2013"— para justificar la presencia de un
militar al frente del país. Las guerras civiles, como en Siria, se han
internacionalizado con la intervención del yihadismo concentrándose primero en
un espacio para expandirse después en forma de "terrorismo" en Egipto
y Túnez, y en forma de guerra civil primero y guerra internacional después en
Yemen.
Es importante el papel de los ejércitos en cada caso, pues
son los que han marcado la dirección con su apoyo o rechazo. No creo que hablar
de "apoyo" sea correcto; sería más ajustado decir "no
intervención" hasta ver qué ocurría. Los pilares de los regímenes
autoritarios han sido Ejército, Policía y Judicatura. Las relaciones entre
ellos, muchas veces de rivalidad más que de otra cosa pudieron resolverse
dentro de la retórica de apoyo al pueblo, pero eso no es lo que realmente
ocurrió, por mucho que les abrazaran o besaran después. Basta con recordar el
nefasto periodo de gobierno de la SCAF en Egipto para comprenderlo. Las
sospechas sobre sus actuaciones desestabilizadoras posteriormente tampoco
pueden ignorarse.
4) "The cultural approach. The popular
uprisings in the five countries revealed the extent of cultural and political
divisions in every society and the historical failure of the state to absorb
this division and its treatment where the state always resorted to repressing
political Islam with its different versions, chasing its members and siding
with the civil powers, which were not civil in the true sense, except perhaps in
Tunisia's case."*
Es evidente que una sociedad con unas diferencias tan abismales
como las de los países señalados, con sus matices, tiene que albergar una
disparidad de visiones del mundo. La tensión cultural existente entre unas
elites formadas en un mundo nuevo, hipercomunicado, son distintas a las de las
viejas elites que se formaron durante la formación de los regímenes. El avance
del islam político —los islamistas—
es la respuesta desde los años 70 al fallo de las revoluciones poscoloniales en
modernizar sus respectivos países, convirtiéndolos en cárceles y cortijos de
dictadores. Sus alianzas y apoyos internacionales son fruto de las complejas
políticas de algunos países árabes, especialmente de Arabia Saudí, Qatar y otros
países del Golfo que han hecho una diplomacia de petrodólares para extender su
influencia.
Es interesante que se excluya del análisis de las revueltas
la de Bahréin, que sin embargo es muy ilustrativa de la actitud de Arabia Saudí
y de lo que ocurre hoy en Yemen. Se recordará que la "insensibilidad"
llegó a tal extremo que casi estuvo a punto de celebrarse el Gran Premio de
Fórmula 1 ante la indiferencia por las muertes y represión que se estaba
produciendo. La Plaza de la Perla se convirtió en escenario silenciado de
muertes y represión. Los saudíes y los amigos
de los saudíes y de la Fórmula 1 silenciaron al pequeño emirato.
Shuman señala que las diferencias culturales se han resuelto
como "terrorismo" allí donde no consiguieron sacar adelante su visión
del mundo. Es cierto, pero no toda la verdad, pues se excluye las historias de
los coquetos del poder con los grupos islamistas, como en Egipto, dejándoles
quedarse con parte de la sociedad que las autoridades no tenían interés en
mejorar. De hecho, la expansión islamista se debió a la conjunción de apoyos
económicos exteriores, pero sobre todo el desastre de los estados para cubrir
las necesidades de los ciudadanos. Los islamistas entraron como "ONG"
y se dedicaron a la labor de captación a través de acciones organizadas de
caridad allí donde el Estado era incapaz de dar los mínimos. Eso les permitió
ganar terreno y ser las únicas organizaciones poderosas frente a unos
raquíticos partidos políticos mantenidos testimonialmente por las dictaduras para
satisfacer los mínimos democráticos que los gobiernos occidentales les exigían
para satisfacer a sus opiniones públicas sin caer en el escándalo. Hasta a
Gadafi se le permitió lavarse la cara con tal de hacer negocios con él.
5) "The failed revolutions approach. This
approach hypothesises that the five countries have witnessed an unprecedented
revolutionary mobility due to the accumulation of despotism, discrimination and
the state's failure. However, this mobility lacked in each country the
conditions of successful revolutions and the most significant is the
revolutionary organisation and the ideology or the vision for change and the
absence of clear programmes for change."*
Señala Shuman algo que se vio desde el principio: la fuerza
de las masas en la calle no tenía cabeza ni programa. Era un estallido de
indignación en donde lo único que estaba claro era que aquellos dictadores
debían caer. Lo que ocurriera después no se planteaba en esos primeros momentos
pasionales.
Es cierto que eso ocurrió, que fueron revoluciones de
símbolos globales más que de caras concretas, de héroes cotidianos, sin
liderazgo. No había ideología unificadora, solo indignación como grupo y la
imaginación de cada uno sobre lo que ocurriría al día siguiente. Esa fue su
fuerza momentánea y su debilidad a largo plazo. Se realimentaban no con ideas
sino con la sangre de los caídos, convertidos en símbolos en las paredes.
La ira se canalizó, pero no sirvió para unificar porque no
había nada que unificar. Los agentes que entraron en juego eran los mismos que
habían fracasado durante décadas en oponerse al poder. Llegaron a ponerse al
frente de las manifestaciones porque los verdaderos revolucionarios no querían
ser cabeza de nada. Como hemos señalado anteriormente, los únicos con un
programa, un electorado ganado en los años anteriores y una organización fuerte
eran los grupos islamistas curtidos en la persecución y encarcelamiento. Aprovecharon
bien el que otros movieran el árbol para conseguir las nueces.
Tras señalar estos cinco enfoques diferentes para explicar
el fracaso de las revoluciones, Mohamed Shuman hace balance de su capacidad
explicativa:
With the exception of the first interpretation,
I have a persuasion of the significance of the last four interpretations which
are indispensible in analysing the path of the Arab uprisings and its stumble
making them incomplete for several reasons. I have pointed out some of them and
I may add the weakness of the political forces, the fragility of the civil
society and the absence of the culture of democracy.
In spite of all this, the parliamentary and
presidential elections were on the top of the agenda of the uprisings in
Tunisia and Egypt. Consequently, it brought undemocratic forces employing
religion in politics and understands democracy as a one way course – and only
once – in order to reach power. These forces also refuse the participation of
other political forces and marginalise women and religious minorities.*
Dejar fuera la primera explicación —la conspiración
universal— ya es algo. La gran mayoría la sigue sosteniendo porque es
gratificante y libera de responsabilidades. Asumir por el contrario que el
fracaso se debe a los propios errores y carencias, a las debilidades y vicios
históricos es el camino hacia la comprensión que permita escapar de esas
condiciones en algún momento.
Shuman que cree que la explicación está en combinar
elementos de las cuatro restantes explicaciones. La "explicación"
implica la creencia en una causa que puede ser primero "percibida" y
después "entendida". Las cuestiones políticas o históricas no suelen
estar sujetas a procesos de "falsación" y se aproximan más a su
capacidad de convencernos, estos es, de hacernos salir de nuestras posturas
previas hacia otras diferentes. No es fácil sacar a alguien de las teorías de
la conspiración, por ejemplo. Si quiere creer en ellas, lo hará hasta el fin de
sus días, simplemente cambiará de conspiradores según le interese.
Explicar es siempre simplificar, construir un discurso
congruente, articulado en el que todo tenga explicación. Y no todo la tiene.
Las diferencias entre los países señalados son grandes, aunque tengan sus
similitudes y los participantes en cada proceso tuvieran el convencimiento de
que estaban empeñados en un juego común, acabar con el club de los dictadores.
Pero en la Historia —somos seres históricos— las explicaciones pasan a formar parte
de los procesos, sean ciertas o no. Una verdad puede cambiar el mundo tanto
como una mentira si es creída. Por eso es importante lo que pensemos de este
proceso, porque determinará nuestra forma de percibir el futuro y, por ello,
nuestra forma de actuar. Si se piensa que la democracia es incompatible con la mentalidad árabe, se actuará de forma distinta
a si se piensa que luchan por la libertad
contra poderosos dictadores.
No sé cuál es la proporción en la que en cada caso estos
factores son responsables de la situación histórica actual. No creo que sea
algo que se pueda medir con la precisión del análisis de un compuesto químico.
Creo más, como he señalado, en el valor orientador
de la explicación. Hay explicaciones con
esperanza y otras fatalistas. La
esperanza es la que puede poner en marcha la acción. El fatalismo frena a unos
e impulsa a otros. La fuerza del yihadismo y la de los grupos islamistas es el
convencimiento de que ellos son los que cierran la Historia.
Finally, there is a question that arises: Did
the Arab uprisings or revolutions were a total failure, or it stumbled for
different reasons? Thus, the indicators of the state collapse, falling of large
numbers of those killed and wounded and destroying the economic pillars of
three countries in addition to Iraq, then the emergence of Islamist terrorist
groups and the stumble of the democratic transition in Egypt and Tunisia. All
these indicators prove complete failure of those uprisings or show its stumble.
Thus, it will be completed through a complicated and long historical path in
which the Arabs must pay economic, human and moral cost.
La pregunta inicial de si había habido realmente
"revoluciones" se ha desplazado a debatir el origen del fracaso y si
este ha sido un colapso de todo el sistema o ha tenido causas parciales
entremezcladas. Desde mi punto de vista, la clave está en encontrar las
preguntas cuyas respuestas podamos manejar histórica y políticamente.
El artículo de Shuman debería servir de ejemplo de esa
necesidad de reflexión constante que el mundo árabe necesita para poner en
discurso antes que en escena las transformaciones pospuestas que acaban
fallando por la falta de ese discurso precisamente. Las revoluciones
anticoloniales tenían un discurso previo anticolonial. Los regímenes salidos de
ellas crearon un doblepensar, en el sentido orwelliano, en donde se seguía
manteniendo un discurso oficialista frente a la incapacidad general de
articular un discurso social eficiente y con calado. De eso se han encargado
los generadores de discurso que han acallado con la muerte y la persecución,
con la intimidación a los que disentían y ofrecían un futuro diferente.
El islamismo no ha tenido reparo en acusar de blasfemos y
pedir el asesinato de todos aquellos que intentaban acercarse al pueblo con
idea de modernización. También los gobiernos les han perseguido.
El último párrafo del texto de Shuman es una alusión al artículo
(y obra posterior) de Francis Fukuyama sobre el "fin de la Historia".
Señala el autor:
This catastrophic path is similar to the
situation of Europe in the nineteenth century, in the way presented by
Fukuyama, where it spent several decades in order to achieve democratic
transformation and the establishment of the state based on citizenship. It is a
similarity, which I personally has reservations against, because history does
not repeat itself. How much do we Arabs need to learn from history lessons to
avoid its catastrophes and sacrifices which may sometimes seem to be
meaningless!*
La Historia da lecciones cuando se cree en la Historia y que
esta avanza, principio de la tesis hegeliana de Fukuyama. La lucha en la
Historia para que triunfe la forma política en la que mejor se manifieste la
libertad humana es difícil de concebir si se niega la posibilidad de que esa
individualidad exista como libertad. El islam político la niega y el
autoritarismo militarista también, aunque de forma diferente La nueva barbarie
que representa el yihadismo del Estado Islámico y su visión de que ese es el
estado ideal del mundo está sacudiendo las conciencias de muchos, incluido o
especialmente el mundo árabe. Las posibilidades de elección, parecen querer
decir algunos, se limitan al islamismo o a una sociedad militarizada a la
defensiva como dialéctica irresoluble.
En medio queda la revolución como deseo, pendiente de
formular su modernidad y luchar por traerla contra los deseos retrógrados de
unos y el autoritarismo pesimista de otros. Para unos no hay libertad, para
otros es una ficción que se esconde tras una paz vigilada. Pero esto no es más
que el resultado de la propia historia hasta el momento.
El valor de las revoluciones árabes, por encima de sus
resultados, fue mostrar que había una fuerza real a los que sus propios
gobernantes despreciaban. La situación hoy es compleja y confusa. Lo que no se
debe hacer es responsabilizar de ello a las personas que desearon ir hacia algo
mejor que lo que tenían. Cualquier interpretación es posible menos la de
aquellos —que son casi todos— que las consideran responsables del estado
actual, maniobra interesada de aquellos que se vieron afectados porque
levantaran la mirada del suelo.
La violencia hoy no es fruto del deseo de libertad, sino de
su represión. No es fruto de la incapacidad de gobernar, sino de las múltiples
trabas que se pusieron en su camino allí donde tuvieron fuerza para llegar más
lejos. El poder volvió donde estaba o está todavía en el aire. Pero eso no fue
culpa de los que protestaron contra la opresión sino de la resistencia a
abandonar el poder de los que lo habían tenido y de aquellos que cuando lo
tuvieron lo utilizaron para recortar de nuevo las libertades. No hay fatalidad, solo los mismos agentes en liza. Esa tendencia se puede cambiar logrando —como buscan ya algunos— la emergencia de la sociedad civil, algo que se había impedido sistemáticamente. Desconfían de los poderes tradicionales y buscan extender nuevas razones en el campo de juego. La acción se desplaza más allá. Lo importante es lograr salir de la lucha tradicional entre dos formas de autoritarismo que se presentan como antagónicas pero que coinciden en considerar la libertad como un peligro o como un pecado.
Los que atacan la revolución tratan de hacer olvidar qué las
motivó. Pero no es fácil.
* "Why
the Arab Spring revolutions stumbled" Ahram Online 30/07/2015
http://english.ahram.org.eg/NewsContentP/4/135767/Opinion/Why-the-Arab-Spring-revolutions-stumbled.aspx