Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Me
levanté con el ánimo de escribir sobre el escándalo de la "Lista Lagarde"
en Grecia cuando los titulares del diario El País me dejan relativamente sorprendido: "El
PSOE plantea reformar la Constitución para ir a una nueva España federal".
En la información interior se nos dice que, con la ayuda asesora de "catedráticos
y profesores de Derecho Constitucional y Financiero", se ha pergeñado un
nuevo documento:
El PSOE apuesta por una amplia reforma de la
Constitución para dar cabida a un Estado federal que supere las limitaciones
que tiene el actual Estado de las Autonomías, manteniendo la indisoluble unidad
de la nación española. Para impulsar ese proyecto, el presidente de la Junta de
Andalucía y del PSOE, José Antonio Griñán, presentará en la segunda semana de
enero un documento en el que apuesta por una España federal como punto de
encuentro entre posiciones recentralizadoras y tendencias independentistas.*
¿Un
"punto de encuentro", de qué?¿El PSOE pretende ser la "tercera
vía"? ¿Esa es la nueva línea del "producto" socialista, su nueva
"oferta", el banderín de enganche para los electores que le han abandonado?
La
pregunta es: ¿por qué debemos pagar siempre los españoles el hundimiento de los
partidos políticos, sus crisis internas? Por si éramos pocos, ya tenemos tres
"españas": la constitucional, la federal (también llamada "punto
de encuentro") y la secesionista. El hundimiento electoral del PSOE se
paga en términos de una ruptura del sentido histórico de los partidos nacionales.
El peor adversario del PSOE es él mismo. La prensa de hoy mismo da
cuenta de la distancia de seis puntos con el PP a pesar del desgaste de
los brutales ajustes económicos. Que en los momentos de mayores problemas de nuestra
historia reciente, con la mayor crisis económica en décadas, se ponga encima de
la mesa el futuro de la forma de Estado y la nación es uno de los mayores
errores estratégicos que se pueden cometer.
La
generación política anterior supo tener la inteligencia de aparcar diferencias
para traer la democracia a España en los momentos difíciles de la transición
que se ha considerado modélica por todos los que han hablado de ella. La
generación actual, la de los que viven de la política, trae de nuevo el
conflicto para sembrar desconcierto y, sobre todo, para tapar su propia
ineficacia política y gestora. La salida adelante de los partidos en crisis es
siempre echando órdagos, el más difícil todavía. El Estado es la traca final.
Aquí se habla de "apostar por una España federal" como el que habla de "apostar por las energías renovables", con la misma alegría. Mientras unos creen que todo se resuelve inaugurando una web de la "marca España", otros sacan la bandera federal (ya tocará la republicana) y otros la del secesionismo puro y duro. Otro titular, junto al señalado, nos informa de que los socialistas valencianos apuestan por una "España sin provincias": esta vez se habla de "un federalismo integrador y multilateral". ¿A alguien se le ha ocurrido alguna idea más? ¿Por qué no por apostar por una España sin desempleo o mejor educada o más sana?
En
estos momentos, el "espectro político" español va por caminos propios
frente a los ciudadanos, cuyas prioridades y deseos son muy diferentes. Con una
brutal crisis económica, con cinco millones de parados y empresas cerrando cada
día, los problemas que hay que resolver están delante de nosotros. Si queremos
verlos, están ahí, dramáticamente.
La apuesta del PSOE por el federalismo —que es un intento de evitar la evidente mordida de Izquierda Unida— traerá consecuencias importantes para la vida política y especialmente para la izquierda española, que tendrá que reorganizarse, al quedarse sin alternativa "nacional". El federalismo no resuelve nada porque los que quieren la secesión siempre lo verán como un paso intermedio. No es una "tercera vía", digan lo que digan. El chiste de Peridis que se incluye como ilustración del artículo en El País no deja lugar a dudas sobre esto: "Acelera, Artur, que vienen los federales".* El que no lo quiera entender...
Nuestros
políticos tiene que aprender que la competencia política se hace con mejores
soluciones a los problemas, no creando más problemas, que es exactamente lo que
están haciendo. La política no es jugar a las "casitas". El derecho
más elemental de un ciudadano es el de la estabilidad constitucional —para eso
están las Constituciones—, la "seguridad" de la definición de su
propio estado. Quiero saber dónde vivo, qué es lo que tengo debajo de los pies. Parece que nuestro triste destino es no estar nunca de acuerdo en lo más elemental. La Constitución, que lo había logrado, parece que ya tampoco nos vale y ha pasado a ser un punto de desencuentro.Triste.
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