jueves, 30 de abril de 2020

El hombre sin máscara o ¡choca ese codo, Pence!

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La fotografía del vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, sin mascarilla, visitando un hospital, con todo su séquito y los médicos junto al enfermo, también con mascarilla, es un increíble símbolo de la tozudez humana, de la soberbia y la prepotencia. Puede que no se contagie, pero lo cierto es que ya está contagiado de una enfermedad peor que le acompañará el resto de su existencia, la que le contagió su patrón.
La mascarilla solo es necesaria para débiles de espíritu, mientras que Pence rebosa energía, como se aprecia en las chispas que saltan de su codo.
Es de una irresponsabilidad pasmosa en un mandatario de un país. La foto de Pence es el equivalente a las inyecciones con desinfectantes o la aplicación de luces internas para acabar con los coronavirus propuestas por Trump.


La Clínica Mayo, la visitada por Pence para su safari fotográfico, ha declarado que se le notificó al vicepresidente el protocolo de mascarillas dentro del reciento. Pero Pence es el vicepresidente y nadie tuvo las santas agallas de decirle "¡Señor Vicepresidente, no se puede pasar sin mascarilla!" 
Un muy mal ejemplo en todos los niveles. Las cifras de los Estados Unidos están siendo enormes y, pese a ellas, muchos tienen la sospecha de que no se está contando correctamente.
Más allá de las cifras, que representan vidas humanas, no lo olvidemos, las actitudes de prepotencia del presidente y segundo de a bordo provocan una enorme tristeza y, para muchos, vergüenza.


Nunca llegué a pensar que los Estados Unidos pudieran llegar a tal grado de simpleza. Sin embargo, es lo que hay. Cada día se nos muestran ejemplos de este estado contagioso de estupidez que no reconoce alcurnias ni cuentas bancarias, pero sí en cambio un enorme clasismo, una discriminación encubierta que sale a la luz con la pandemia.
Raul A. Reyes, en la CNN, escribe con el titular "The real reason Trump treats meatpacking workers as disposable", sobre los terribles efectos de la irresponsabilidad hacia las condiciones de trabajo en que se encuentran en las fábricas:

Get back to work, says President Trump. He might as well add: even if it might kill you.
Tuesday, he used the Defense Production Act to order meat and poultry processing plants to stay open, despite the coronavirus pandemic. He declared them "critical infrastructure" in an executive order designed to avoid shortages of beef, pork and chicken.
"We're working very hard," Trump said, "to make sure our food supply chain is sound and plentiful."
Given that meat processing plants are Covid-19 hotspots, this order is the height of irresponsibility and cruelty. It endangers the health of some of America's most vulnerable workers, many of whom are Latino, African American and immigrants. It prioritizes corporate interests over workers' lives.
Sadly, to this President, immigrant labor is clearly disposable -- and always useful for political gain.
Across the country, meatpacking plants have been closing as their employees have gotten sick. Smithfield Foods closed its pork processing plant in Sioux Falls, South Dakota, this month after more than 600 workers tested positive for coronavirus. Last week, Tyson Farms shut down its biggest pork processing plant in Waterloo, Iowa, after more than 180 workers tested positive.
Other plants across the country have similarly closed, with reports of coronavirus-related illness and deaths.*



Ya tratamos aquí la noticia del cierre de las fábricas de procesamiento de carne por la cantidad enorme de contagios dadas las condiciones de trabajo. Es aquí donde se muestra las grandes quiebras norteamericanas, las enormes diferencias sociales que las grandes cifras ocultan.

Reyes habla de "crueldad". Es quedarse corto porque Trump es supuestamente el presidente de todos los estadounidenses, algo que esta crisis está dejando en evidencia, mostrando que la división polarizada del país es algo más que de detalles. El clasismo y el racismo de Trump es algo que ha vivido con él desde su nacimiento. Su visión del mundo es el de una máquina en la que unos son piezas recambiables y otros indispensables. Él, por supuesto, está entre aquellos privilegiados por Dios o por Fortuna. Está allí para mantener el sistema haciendo que los ricos lo sigan siendo y los pobres no pidan más y sean sustituidos cuando enfermen hacinados en fábricas o dormitorios. 
Es el mismo modelo del rico Singapur, la masa de trabajadores son de importación, viviendo en condiciones infames y a los que hay que obligar a trabajar teniendo cuidado de que no contaminen a los que realmente importan. Ese es el sentido de los guetos, aislar, evitar la mezcla del tipo que sean. Si las fábricas son nidos de enfermedad, como se ha llegado a pedir (y ya comentamos), que los trabajadores pasen el confinamiento en sus empresas, sin salir de ellas.


Sí, América tiene un problema que se llama "América". Trump y Pence son caras visibles, pero el problema real es el fenómeno creciente de una estupidez basada en el clasismo y el racismo, en un ridículo patrioterismo populista que menosprecia al mundo y carece de sentido común.
Esto es lo que ha saltado a la vista como panorámica global del sistema norteamericano por efecto del COVID-19. Es lo que la política de desmontar servicios, educación, sanidad, etc. ha estado haciendo desde su llegada al poder.


Hace tiempo que lo dijimos y se puede estar acercando el momento. Llegará un punto en el que no sea Estados Unidos quien expulse a los que no quiere dentro de sus fronteras, sino que esas fronteras estén cerradas para los que hayan pasado por los Estados Unidos. Es una situación impensable, pero real. China pasó de no poder salir a tener que controlar la entrada en sus fronteras. Habrá, igualmente, un momento en el que el poderoso pasaporte norteamericano tenga que ser rechazado o que sus portadores tengan que hacer cuarentena hasta que se confirme que están libres de un COVID-19 que ya ha superado el millón de contagios en los Estados Unidos.
¿Que ha querido demostrar Pence? ¿Cuál es su "mensaje"? ¿No ha tenido bastante con lo ocurrido con Boris Johnson? Cualquier sentido que le demos es negativo, absurdo, poco inteligente. Con Trump pidiendo que "¡liberen los estados!" y Pence mostrando que no le tiene miedo a nada que no sea la opinión pública, ¿cuál será el siguiente paso?
El peor presidente en el peor momento. El peor problema en las peores circunstancias de desigualdad social. La mayor obcecación en el momento es que es necesaria la imaginación y la inteligencia para encontrar salida. Nada de esto aparece ante nosotros. ¡Pobre América!


* Raul A. Reyes "The real reason Trump treats meatpacking workers as disposable" CNN 30/04/2020 https://edition.cnn.com/2020/04/29/opinions/trump-treats-meatpacking-workers-as-disposable-reyes/index.html




miércoles, 29 de abril de 2020

La otra pandemia

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Me llama la atención un titular de ayer del diario El País que reza "Lo que saben y lo que no saben los españoles del coronavirus: el 5% cree que lo transmiten mosquitos".* Es probable un parte que no me atrevo a estimar de ese 5% llegue a pensar incluso que esos mosquitos forman parte de una conspiración, que han sido liberados de algún laboratorio de alguna potencia escondido en algún subterráneo de alguna isla recóndita. ¿Por qué no? Algo que hemos descubierto en estas décadas de redes sociales es que para cualquier estupidez que podamos imaginar es posible encontrar un grupo de adeptos y que esos adeptos pueden extender su idiotez hasta niveles donde entrará en competencia con otras estupideces. La ley general es que es mucho más difícil convencer a alguien de una verdad, mientras que las estupideces, las maldades, los bulos más infectos, etc. tienen sus creyentes de forma natural


Hace muchos años, con mucha antelación a la aparición de las redes sociales, se me quedó grabada una frase de mi querido escritor —al que tendré que volver como refugio— Kurt Vonnegut. En una de sus novelas en las que describía a sus paranoicos apuntaba a que en todo país hay 40.000 locos, pero que el problema es que están comunicados. Gran parte de nuestros problemas actuales derivan de esta situación nueva, los locos se comunican.
La comunicación de los locos tiene muchas consecuencias. La primera es que se refuerzan entre ellos; la segunda es que tienen una vocación natural por aumentar sus círculos, lo que dada la atracción natural de la estupidez y el acceso a la tecnología que les une, pasa a ser preocupante. Hay un tercer factor, cuando se llega a ciertos niveles, la estupidez se pone al servicio de ciertos tipos de inteligencia, deja de ser alimento de idiotas para ser, además, labor de interesados cocineros que se ganan la vida (no solo el cielo) con los beneficios de la estupidez, que pasa a ser un bien en alza. Esta rentabilidad para otros fines es el nivel en el que nos encontramos en estos momentos.


Ejemplos de estupidez ilustre los tenemos cada día con las ruedas de prensa del presidente Trump, con sus conocidos mensajes sobre las inyecciones de desinfectantes o la iluminación de intestinos con luces potentes. Las estupideces de Trump quedarán para la historia; quedarán igualmente los seguidores de su secta, los que han seguido la senda marcada gracias a la expansión de sus mensajes que el cargo le permite.
Los Estados Unidos han sorprendido por hacer buena casi cualquier estupidez sobre el coronavirus. Para todas ellas han encontrado adeptos que se han lanzado a las calles a defender lo contrario de lo que la experiencia científica o el sentido común aconsejaban. No son los únicos, desde luego, pero quizá sí los más desafiantes.
Que el 5% de los españoles crea que el COVID-19 se transmite por los mosquitos es elocuente y nos puede parecer esa proporción incluso baja respecto al número de idiotas que conocemos. Pero hay otras cifras más amplias sobre aspectos más creíbles que han sido desestimados, bulos que una y otra vez se ha publicado que no son ciertos. Son los que entran en el tercer nivel, el de interés en que circulen porque aprovechan a terceros.
El diario ABC titulaba hace dos días "La mitad de los ciudadanos se apuntan a la teoría de la conspiración sobre el origen del virus"**. Aquí ya no hablamos de mosquitos o del 5%, más bien adquirimos una visión recelosa del mundo —¿quién conspira, qué poder malévolo se empeña en destruir el orden y sembrar la muerte y el caos?— y le añadimos un cero al 5 hasta llegar al 50%, que es mucha opinión y mucha conspiración.


Las teorías de la conspiración venden teorías y venden conspiración. Son lo contrario de la fatalidad, la naturaleza y lo que dios quiera. Es la versión de humano, demasiado humano de Nietzsche pasado por la no-ciencia-ficción de la credulidad.
Afirmar teorías de la conspiración nos permite aparentar una superioridad frente a los demás —¡pobres estúpidos convencionales!—, a los que se creen lo que dicen los científicos —¡esos mismos que quieren que te creas que los seres humanos llegamos a la Luna!—, a los que leen los medios de comunicación convencionales —¡pagados con capital judío!—. Los que difunden las teorías de la conspiración lo hacen con una cierta sonrisa de "si yo te contara" y un levantamiento de ceja mediante el que muestra su duda sobre si estás preparado para conocer la verdad oculta. Conforme la "verdad oculta" va circulando tiende a perder detalles, la coherencia se pierde por el camino, y se concentra en afirmaciones rotundas, fácilmente transmisibles. "¡Todo esto es intencionado!", te dicen en llamada telefónica y no entran en más detalles porque habrá alguien escuchando. Te sientes un poco la escéptica Scully frente al visionario Mulder, que por supuesto tiene razón.
El tercer momento es aquel en el que la sin razón llega a ser una razón. Son las pinceladas del sinsentido que adquieren sentido en la distancia en la que aparece la forma, la gestalt, que reconocemos. El tercer momento es el de la manipulación interesada, es el de la recogida de la estupidez sembrada para ponerla al servicio de un fin determinado, el del grupo político, económico, religioso, etc. que busca actuar aprovechando el momento de confusión creado.
Para ello hace falta descalificar las fuentes fiables, encontrar explicaciones sobre lo que ocultan y sus motivos, que forman parte de la misma conspiración. Ellos te engañan y te ocultan la verdad. Se provoca en el mejor de los casos la duda, después el miedo y, si todo funciona, la adhesión al grupo con la aceptación de las verdades ocultas que hay que transmitir. ¡Enhorabuena, ya eres un adepto! Ya estás en condiciones de convertirte en parte de la cadena y convencer a otros repitiendo el proceso de captación.


Estamos descubriendo en estos "desilustrados días", por parafrasear irónicamente al poeta Wordsworth, que hay enormes similitudes entre la falta de información y el exceso de información, ya que ambos estados nos dejan en manos de otros. Ya se habla de "infodemia", la epidemia de la información. En algunos países se debaten entre la propaganda del régimen y los bulos, sin esperanza de que la "verdad" pueda sobrevivir a unos y a otros.
El nuevo adepto es un fanático de la información, pero no por ello mejora su situación. Simplemente se refuerza. Cada día es alimentado por aquellos que ven en esta situación un beneficio propio, ya sea porque la venden (ciertos medios) o porque la rentabilizan políticamente con el doble movimiento de erosión/adhesión.
La diferencia con otros tiempos es que ya podemos hablar de "desinformación oficial" en el mismo sentido que hablamos de "información oficial". Lo que está haciendo la Casa Blanca la equipara a lo que hacen otros grupos insignificantes. Los que se han envenenado son los creyentes ciegos. Pero si se llegan a tomar desinfectantes, ¿cómo no van a creer en que es una maniobra de los demócratas, los medios y China? Las insinuaciones de Trump sobre "cobrar a China" por lo ocurrido son una informa clara de propagar las teorías de la conspiración a las que ABC nos dice se suscriben la mitad de los españoles. Es más fácil pensar en un "accidente" o en un "ataque" que comprender qué diferencia hay entre el ADN y ARN. Y además es mucho más divertido. Tus amistades se quedan impresionadas ante tu nivel de información.


En su momento se jugó con la idea de que Barack Obama era un agente del Estado Islámico infiltrado. La totalidad de Oriente Medio está convencido que el Estado Islámico es una creación de los "Occidente" para desacreditar al Islam. A Juan Pablo I lo asesinaron las fuerzas de la Iglesia para deshacerse de sus reformas... Las teorías de conspiración se mantienen y expanden. A veces no logran llegar al tercer momento, del de la recogida y se conforman con seguir vivas. Es el tercer momento el peligroso, cuando se integran dentro de un plan de asalto.
Junto a la guerra contra la pandemia, contra el COVID-19, existen otras muchas guerras, las de la política, de la economía, etc. en las que se trata de tomar posiciones para el momento futuro, para dar un salto en la opinión pública. Lejos de los laboratorios y hospitales, los agitadores de bulos y desinformaciones tratan de mostrarnos su mundo para que lo aceptemos, con sus reglas e implicaciones. Se trata de imponer un vocabulario ("virus chino"...) y una narrativa (la teoría conspiratoria elegida).
En el diario El País, con el titular " Manual de la ultraderecha para desinformar"", se nos dice:

Precisamente en torno al origen del nuevo coronavirus hay al menos una decena de teorías de la conspiración que niegan, en general, que el SARS-CoV-2 haya pasado de un animal al ser humano y apuestan por que ha nacido en algún laboratorio, ya sea de China, Estados Unidos o incluso Canadá, pese a que no existe ningún tipo de prueba al respecto. Es el discurso que apoyan los dirigentes de Vox cuando aluden al “virus chino”, con el que subrayan que este país está detrás de la nueva pandemia —más allá de las implicaciones racistas de usar tal denominación, que estigmatiza a una población—. El dirigente del partido ultranacionalista Javier Ortega Smith, que enfermó de covid-19, se refirió en Twitter al SARS-Cov-2 como los “malditos virus chinos” y aseguró que sus “anticuerpos españoles” lucharían contra ellos “hasta derrotarlos”. El tuit ya ha sido borrado. También Macarena Olona, diputada del mismo partido, hizo las siguientes declaraciones el pasado 13 de abril durante una entrevista en Los Desayunos de TVE: “China nos ha traído dos cosas: en primer lugar, la peste del siglo XXI, y en segundo lugar, el caldo de cultivo propicio para que los postulados comunistas que no han sido votados por los españoles mayoritariamente se impongan finalmente en nuestro país”.***



El artículo recoge la idea de que la ultraderecha mundial está creando sus conexiones para difundir la narrativa del "miedo al comunismo". La articulación de estos grupos populistas es muy evidente, pues se repiten en argumentos y en fines: nacionalismo, anti emigración, neoliberalismo local, sinofobia, antieuropeísmo, xenofobia. Esto es válido para los Estado Unidos de Trump, el Brasil de Bolsonaro, para los grupos de ultraderecha europeos...
Conforme varían las noticias según los países y se habla en muchos de la "desescalada" y se manifiesta el miedo natural a salir a la calle tras más de un mes de confinamiento, aumentan las noticias sobre las teorías conspiratorias. Se trata de rentabilizar la incertidumbre sanitaria, económica, social introduciendo factores que circulen a la velocidad de las redes. Crecen los miedos y se es más receptivo, por lo tanto más influenciable. El miedo anula el juicio, ¿y si es verdad?
El Confidencial publica hoy mismo sobre una de las teorías conspiratorias en la que confluyen los diversos niveles de lucha, político, económico, tecnológico. Con el titular "Un informe de Interior alerta de planes para esparcir el coronavirus y atacar torres de 5G" manifiesta la preocupación por este persistente bulo:
El Ministerio del Interior ha recibido un informe de Inteligencia que advierte de que se han detectado mensajes de grupos extremistas que proponen ataques para amplificar la sensación de crisis que está provocando el coronavirus y difunden teorías conspiranoicas sobre el origen de la pandemia. Una de estas versiones alternativas ya ha provocado sabotajes a torres de telefonía móvil 5G y 4G en Países Bajos, Reino Unido, Irlanda y Chipre.
El documento, al que ha tenido acceso El Confidencial, ha sido elaborado por la Oficina de Coordinación Cibernética (OCC), una célula de ciberpatrullaje integrada por agentes de Policía Nacional y Guardia Civil que se encuadra en el Centro Nacional de Protección de Infraestructuras y Ciberseguridad (CNPIC) del Ministerio del Interior y que reporta directamente al Departamento de Seguridad Nacional (DSN) del Ministerio de Presidencia. El encargado de coordinar toda la cadena de mando es Iván Redondo, jefe de gabinete y asesor áulico de Pedro Sánchez.****


El artículo es tan inquietante que quizá supere a los propios bulos ya que manifestar la preocupación porque algo ocurra significa elevarlo al estatus de que es posible que pueda ocurrir. Es el problema de informar sobre "rumores", "bulos" o preocupaciones de alguien. La desinformación parasita a la propia información, que contagiada, la esparce.
En el artículo, por ejemplo, se habla de cómo la ultraderecha y anarquistas tratan de responsabilizar a "judíos y musulmanes". La cuestión del 5G, en cambio tiene otras connotaciones, pues ha sido uno de los desencadenantes más importantes del ataque de la administración Trump a China a través de Huawei, tratando de bloquear que Europa pueda realizar sus infraestructuras con tecnología de la empresa china. Lo mismo se está haciendo, por ejemplo, con la empresa de videoconferencias china Zoom, que ha sido utilizada por muchos sin problemas hasta que desde Estados Unidos se ha esparcido el bulo de que era "poco segura".
El Confidencial señala:

[...] el informe de la OCC destaca la importancia de una teoría alentada por un pseudocientífico estadounidense llamado Thomas Cowan, que asegura que el coronavirus no es una enfermedad sino una alteración en el cuerpo de los seres humanos por la creación de nuevos campos electromagnéticos que ha ocasionado la implantación de la tecnología de comunicaciones 5G. Cowan sostiene que estas redes afectan al sistema inmunológico o pueden contribuir de alguna manera a la propagación del SARS-Cov-2.
La teoría es disparatada, pero ha encontrado adeptos en todo el mundo, sobre todo entre grupos anarquistas. En Reino Unido, se han producido al menos 60 ataques contra postes 5G y 4G. Estos últimos, al confundirlos con los de la siguiente generación. “Debido a las acciones que ya han sucedido y que siguen sucediendo en nuestro entorno cercano”, apuntan los expertos de las Fuerzas de Seguridad, “las torres y otros sistemas de comunicaciones que dan soporte a la tecnología 5G son objetivos de riesgo”.

Alentar más allá de los círculos habituales es extender la desinformación, que se va adueñando de cada vez más personas, que ante la falta de explicación y la presión de los grupos van aumentado sus creyentes.


La credibilidad de una teoría, en este punto, se basa en el grupo y en las convicciones previas, en la tendencia a creer. Por eso lo diseñadores de buenas teorías de la conspiración suelen ser buenos psicólogos sociales, comprenden los mecanismos del miedo y de la coherencia de lo incoherente. Todo se engarza para permitir remitir de una idea a otra, apuntalándose ambas. El nuevo mundo de la Sociedad de la Información se basa en gran medida en la fabricación de los canales. Pero hay muchos interesado en lo que circula por ellos como forma de hacerse con las narrativas y las explicaciones. Son armas muy efectivas y difíciles de combatir. Como señalamos al inicio, las mentiras se reproducen como conejos, mientras que las verdades son como embarazos de elefantes, largos y costosos.
Se necesita un esfuerzo mayor para eliminar las mentiras y no hay garantías de que no dejen secuelas.  Probablemente duren más que el COVID-19. 



* "Lo que saben y lo que no saben los españoles del coronavirus: el 5% cree que lo transmiten mosquitos" El País 28/04/2020 https://elpais.com/espana/madrid/2020-04-28/lo-que-saben-y-lo-que-no-los-espanoles-del-coronavirus-el-5-cree-que-lo-transmiten-mosquitos.html
** "La mitad de los ciudadanos se apuntan a la teoría de la conspiración sobre el origen del virus" ABC 27/04/2020 https://www.abc.es/espana/abci-mitad-ciudadanos-apuntan-teoria-conspiracion-sobre-origen-virus-202004270220_noticia.html
*** "Manual de la ultraderecha para desinformar" El País 28/04/2020 https://elpais.com/elpais/2020/04/27/hechos/1587976083_338830.html
**** "Un informe de Interior alerta de planes para esparcir el coronavirus y atacar torres de 5G" El Confidencial 29/04/2020 https://www.elconfidencial.com/espana/2020-04-29/informe-interior-alerta-planes-esparcir-coronavirus-atacar-torres-5g_2565723/




martes, 28 de abril de 2020

Verdades, mentiras y versiones oficiales, el COVID-19 en Egipto

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
No perdemos de vista lo que sucede en Egipto con la pandemia. Una vez constatado que no hay imagen que cuidar en una situación mundial tan grave, se ha pasado del "de puntillas" inicial de los primeros casos, de las denuncias contra el epidemiólogo que realizaba horquillas de estimaciones que no gustaban al gobierno —como el caso que recordarán los lectores del investigador canadiense del que se exigió fuera expulsado de su universidad mediante carta firmada por profesores egipcios—, el régimen egipcio tiene dos tareas, lidiar con los efectos de coronavirus y seguir enfrentándose a los enemigos del radicalismo extremista, los de siempre.
Egipto es un país con cien millones de habitantes, con una serie de enfermedades crónicas perfectamente estudiadas, cuyos resultados no se corresponden no solo con los números sino con las propias medidas que el gobierno toma actualmente, mucho más restrictivas que lo que se correspondería con esas cifras. Inicialmente había un intento de mantener la idea de "seguridad" presente hacia el exterior, exactamente igual que se hizo ante el terrorismo, lo que llevaba a negarlo, como en la explosión hace unos meses de un coche cargado de explosivos ante el Instituto del Cáncer dependiente de la Universidad de El Cairo. La idea de "país seguro" era una prioridad, al menos en cuanto a proyección de imagen al exterior se refiere. Con la pandemia del COVID-19 la cuestión es más complicada ante el frenazo internacional del turismo y de la producción mundial, del transporte mismo, lo que afecta al paso por el Canal, otro factor importante de su economía.
En sus tácticas de propaganda del régimen, el gobierno ha ideado algunos movimientos que no dejan de demostrar imaginación. Quizá el más llamativo sea el envío de material sanitario a los Estados Unidos. Hay que entender el gesto en toda su magnificencia y cómo satisface el ego colectivo popular. 


El gesto es una repetición del que se hizo de forma más temprana hacia China, de quien existe una enorme dependencia. Lo que son los Estados Unidos en lo militar para Egipto, lo es China en lo "civil", ya que es quien está detrás del proyecto de la construcción de la nueva capital egipcia y financiando muchos de los proyectos de envergadura que el régimen, poseído de un espíritu faraónico, ha puesto en marcha. Es una pena que esos proyectos —como ocurrió con la innecesaria ampliación del canal de Suez— queden en el aire o sin posibilidad de rentabilizarse, como ha sido la enorme inversión en los nuevos museos, pensados para la atracción masiva de visitantes desde el exterior.
La crisis económica y la pérdida de valor de la libra por su devaluación ya dejaron marcas profunda en la economía y los hogares egipcios. Ahora la crisis del coronavirus amenaza con abrir nuevas brechas de desesperación, que el gesto hacia los Estados Unidos no puede calmar con facilidad. El envió de materiales quiere transmitir, más allá de la solidaridad, que el estado egipcio es poderoso y está sobrado, que puede ser generoso. Permite seguir manteniendo la idea del liderazgo egipcio en el mundo, con la que se juega permanentemente en los medios, dedicados con empeño a potenciar la imagen de al-Sisi como líder mundial, especialmente entre periodos de su paso anual por Naciones Unidas, donde el régimen suele tener que escuchar muchas cosas que no le gusta oír.
Pero por mucho que se use el aparato de propaganda, la realidad de la situación obliga a tomar medidas drásticas por nada hay peor que a los problemas ya existentes, sumarle la falta de acción ante la pandemia, en cuyo caso la situación social se podría hacer insostenible.


Ya hemos dedicado algunas entradas del blog a algunos de los problemas socioculturales que se habían estado produciendo con la llegada de las muertes y la situación de los pueblos en cuarentena, cerrados a cal y canto. También el rechazo que había suscitado en algunos el uso propagandístico del gobierno para la entrega de las ayudas a la gente confinada y sin posibilidad de ganarse la vida.
Hoy se añaden nuevos problemas ante algunas de las medidas tomadas. No se puede obviar un hecho, las bases islamistas están en la sombra a la espera de la ocasión. Los Hermanos Musulmanes y los salafistas se hicieron con el 70% de los escaños del parlamento egipcio en las primeras elecciones y llevaron a Morsi al palacio presidencial. Por más que millones de egipcios mostraran su rechazo al gobierno islamista, por más que muchos les votaran para no tener de nuevo a los militares en el poder por otra vía, lo cierto es que los Hermanos y demás grupos islamistas tienen una fuerte base social. La misma que aprovecharon Nasser y los suyos para el apoyo social que les librara de la colonización británica.
Los islamistas están ahí, creando sus bulos y rumores negativos, calentando a los demás desde dentro y desde fuera. Lo están en las conversaciones callejeras y en las redes sociales, con comentarios dejados caer o con cuentas falsas, con vídeos o cualquier otro tipo materiales que la tecnología les permita.


El cierre de las mezquitas que se decretó tiene algo más que efectos de seguridad para evitar contagios. Las mezquitas son los centros preferidos para esparcir el descontento con los rumores y las criticas dejadas caer en cada reunión ocasional. El cierre de las mezquinas previene los contagios y también los contactos que tienen como función la desestabilización.
En este sentido, el estatal Ahram Online publica una escueta noticia sobre las lecturas del Corán en las mezquitas, sometidas a cierres preventivos:

The Ministry of Endowments did not prohibit reciting the holy Quran at mosques during the fasting month of Ramadan, said Minister Mohamed Mokhtar Gomaa on Monday.
Playing recorded Quran recitation at mosques falls within the responsibility of the mosque imam and should come in line with all precautionary measures adopted by the state to preserve the health and safety of citizens, Gomaa said in a statement issued by the ministry on Monday.
He added that several measures have been taken to counter the anti-government sentiment shared by plotters who allege that the state bans reciting Quran at mosques, in a bid to sow sedition.
The ministry is fully aware of its genuine role of boosting mosque activities, serving the holy Quran along with promoting the moderate teachings of Islam, the minister said.
Gomaa added that the ministry doesn't oppose airing the holy Quran before Maghrib (evening prayer) and Fajr (dawn prayer) at mosques.*


La noticia nos permite comprender en su sencillez las dos fuerzas en lucha: la siembra del descontento y la sedición y las medidas gubernamentales para frenarlas. La técnica islamista es soterrada. Nacieron en la clandestinidad y en ella han pasado la mayor parte de su historia. Se manejan bien en las conversaciones callejeras, en los encuentros en las mezquitas, en los dispensarios, allí donde va la gente que necesita atención y ellos se hacen sentir necesarios allí donde el estado falla o incumple. Por eso viven de la murmuración, máxime en estos tiempos de bulos y desinformación.
Comentamos en su momento el llamado de un Hermano desde los estados Unidos a través de la redes sociales para que se considerara el COVID-19 como un regalo de Dios para poder ser mártir si no se moría solo sino expandiendo la enfermedad al mayor número posible de enemigos, de miembros del régimen de al-Sisi. Era un llamado a abrazar y besar a jueces, a policías, a funcionarios.
Los islamistas son maestros en dar sentido a las desgracias, en reinterpretar la realidad para verla como el cumplimiento de la fatalidad, de la voluntad divina. Todo lo que ocurre es su voluntad, pero son ellos los que le dan sentido. La pandemia misma puede ser considerada como un castigo de unos o un beneficio de otros. Todo el secreto consiste en saber de qué lado estás. Ellos siempre del de Dios, claro. En el mundo islámico, el conflicto es estar siempre a su sombra, ya que el argumento es siempre estar a su lado. Por eso la noticia de Ahram Online insiste en la idea del "islam moderado" y el presidente al-Sisi lleva años irritado por la falta de iniciativas de los clérigos de la Universidad de Al-Azhar para lo que él llama "renovación del islam", algo a lo que no están dispuestos visto el paso del tiempo.


Las muertes se acumulan, pero las cifras siguen siendo asombrosamente bajas. En la edición de ayer de Ahram Online, tras comunicar el Sindicato de Prensa la muerte de uno de sus socios, se cerraba la información con los datos del momento: «Egypt has so far reported 4,782 coronavirus infections and 337 fatalities.»** Para estas cifras tan asombrosamente bajas en un país de cien millones de personas concentradas en dos o tres ciudades, las medidas parecen excesivas, ya que ha tenido que aislar docenas de poblaciones de alrededor de 10.000 personas en distintos lugares del país. Se han producido infecciones masivas de turistas en un crucero en Luxor cuyo origen rastreado lleva sin lugar a dudas al viaje realizado por todos ellos. Lo demostró un reportaje de The Washington Post con los turistas regresados de aquel crucero.
Hace tres días, Egypt Independent informaba sobre una violación de la cuarentena en la ciudad de Alejandría:

Crowds gathered in Alexandria’s Muharram Bey to organize a march on Thursday to celebrate Ramadan, a tradition spanning decades, violating the curfew imposed to limit the coronavirus outbreak.
Images and recordings of the march spread across social media to negative reaction, and eventually the Public Prosecution was informed.
The march began from Sami al-Baroudi Street and the surrounding area at about eight pm. In videos shared across social media, members of the crowd can be heard chanting “God is great … there is no corona.”
Officers from the Muharram Bek Police Department arrested several organizers of the march for breaching curfew.
Alexandria resident Hani Badr explained that this march is a Alexandrian tradition dating back 60 years to welcome Ramadan.
Dozens of people in Alexandria Governorate’s Sidi Bishr neighborhood gathered last month for a march in which they prayed to God to prevent the spread of coronavirus (COVID-19), despite warnings about the importance of social distancing to limit the spread of the highly contagious virus.
Egypt’s Dar al-Iftaa has warned on its official Facebook page against street gatherings, saying: “Any call to gather citizens now in the streets or anywhere under any slogan or pretext is malicious and violates Islamic law.”***


Alejandría es una ciudad de amplia base islamista. La salida a la calle es claramente un desafío a las órdenes gubernamentales y a las religiosas controladas por el régimen. En último párrafo, la institución encargada de emitir las fatwas, Dar al-Iftaa, advierte que las llamadas a salir a las calles "van contra la ley islámica". Pero es precisamente el desprestigio de la instituciones, hacer ver que incumplen los preceptos básicos, que impiden las manifestaciones de religiosidad, etc. el elemento básico con el que cuentan los islamistas.
Pese a los intentos del gobierno de al-Sisi de jugar a una modernidad piadosa para contrarrestar los ataques de desprestigio de los islamistas, que quieren mantener la bandera de la ortodoxia islámica, los grupos islamistas tienen sus iniciativas, que presentan como respeto a la tradición frente a la impiedad gubernamental. Como todo gira sobre apoderarse del discurso religioso, el gobierno tendrá que redoblar sus esfuerzos. Cuanto más empeoré la situación, la pandemia será presentada como una especie de castigo por la impiedad. A Nasser le hicieron lo mismo para explicar su derrota. Y les funcionó.


Quizá una de las mejores descripciones de la situación y mentalidad egipcia enfrentada a la realidad es la realizada el 31 de marzo por la prestigiosa periodista egipcia Shahira Amin en Al-Monitor, fuera de los controles mediáticos gubernamentales. Con precisión va mostrando las reacciones ante la nueva realidad que, una vez más, se niega en favor de ese excepcionalismo en el que los egipcios son envueltos. Es recomendable la lectura de la totalidad del artículo, del que reproducimos su primera parte:

When initial reports of the new coronavirus surfaced in Egypt in February, Egyptians responded with denial. The Egyptian media, many internet users and a handful of celebrities dismissed COVID-19 as a hoax and even joked about it.
Asked about the threat from COVID-19, Egyptian film stars attending the opening ceremony of the Luxor African Film Festival mocked the pandemic.
"We eat salted fish and onions, are you joking? What coronavirus are you talking about? The coronavirus will fall ill if it comes to Egypt," joked actress Zena.
"We are Egyptians, nothing scares us," comedian Badria Tolba told reporters. "We are being asked to avoid large gatherings, but we continue to gather; they advise us not to kiss, but we kiss each other all the time."
"I actually like Corona with milk and Turkish delight," she added, referencing the Egyptian chocolate brand that shares the virus' name. A video clip of her remarks spread quickly, sparking controversy on social media.
In the early weeks, after news of the pandemic broke, the media promoted the narrative that Egypt is "untouchable" and that Egyptians "are immune" to coronavirus.
Talk show hosts across Egyptian TV promoted the message that "Egypt is protected by God. No harm can befall us." Clerics propagated a similar message on social media. In one video, a preacher tells worshippers in his Friday sermon: "Muslims shouldn't fear coronavirus. They perform ablution five times a day, which makes it impossible for them to get infected." In another online video, a Coptic Orthodox priest in Assiut asks his congregation to repeat after him, "If we pray from the bottom of our hearts, coronavirus won't come anywhere near us."
Veteran TV presenter Sanaa Mansour said on her show on the DMC satellite channel, "We drink our water and don't get sick so it seems we [Egyptians] have developed a natural immunity to viruses that kill people elsewhere." Her comment was a reference to the poor quality of Egypt's drinking water, generally considered unsafe.
Said Sadek, a political sociologist at Nile University, attributed such misconceptions to Egyptians' perception of themselves as resistant to external factors. "We have a saying, 'Egyptians eat pebbles,' which basically means we can overcome practically anything," Sadek told Al-Monitor. “This is the result of a media narrative that persistently inflates our self-image. It also stems from the fact that many poor Egyptians struggle on a daily basis and yet miraculously manage to survive. They are inclined to underestimate the threat of the virus because the way they see it is: How does a virus that causes flu-like symptoms compare to the hardships we face every day?"
After the suspension of international flights to and from Egypt in mid-March, initial skepticism gave way to anxiety and fear, which, in turn, prompted even more misinformation about COVID-19. Fake news flooded Egyptian TV, including a host of alleged COVID-19 cures and prevention methods. TV anchor Amany El Khayat suggested on her show on Extra News that "drinking tea is a sure way of killing the virus in the throat before it reaches one's chest."
In a live TV interview on al-Nahar satellite channel, former TV presenter Moufid Fawzy claimed that India was the only other country besides Egypt that was coronavirus-free "because spices that are high in chromium are widely consumed in the Indian diet." While chromium has indeed been found to help metabolize fats and control blood sugar, spices are by no means the only source of this essential mineral, also found in whole grains, cereals, mushrooms and a variety of other foods. More importantly, no medical evidence supports Fawzy's claim that chromium helps prevent the spread of coronavirus.****



El artículo de Shahira Amin continúa describiendo este espectáculo grotesco de los chistes y bromas con los que los egipcios suelen cubrir la dura realidad en la que viven y los problemas que les acucian. Esta psique colectiva es utilizada por todos, militares, estado, islamistas, autoridades religiosas, tanto musulmanas como cristianas coptas. Los egipcios son especiales, superiores... La historia lo demuestra; allí es donde todo empezó, como reza el eslogan destinado tanto a los turistas que llegan como a los habitantes nacionales, a los que se adula con ser una "raza especial".
La lucha actual se redirige al foco religioso porque es el que justifica en última instancia la excepcionalidad de Egipto. Los egipcios son los "judíos" del islam, el pueblo elegido. Cualquier otra circunstancia no entra en la cabeza. Lo que nos muestra Amin es precisamente la respuesta negadora.
Frente a los discursos de las cifras oficiales, asombrosamente bajas, discurre otra realidad que hemos visto en ocasiones anteriores: las negativas a que sean enterrados en cementerios de los pueblos los afectados por el coronavirus o la ocultación de los cadáveres para evitar estigmas. Si Dios protege a los buenos musulmanes, los que mueren será por algo. Se necesita resaltar la sospecha para que el "buen musulmán" se sienta a salvo. Las explicaciones se agrupan en los dos polos, el de la "egipticidad" y el "islámico", por uno o por otros, por ambos a la vez, los egipcios no deberían morir y seguir haciendo chistes, no renunciar a sus rezos comunes ni a sus procesiones, que son presentado como "ofensas" a Dios, del que se duda que es bueno y protege a los buenos egipcios por encima de los demás. Los otros pueden morir, es la lógica aplicada, nosotros, no. Sin embargo, sí se muere. Los médicos se sublevan ante las infecciones negadas de los hospitales en los que las autoridades se niegan a hacer pruebas a los médicos que lo piden tras estar en contacto con enfermos; es lo que nos cuenta el informe de Mada Masr*****, publicado el 21 de abril.


Shahira Amin señala en su artículo que los egipcios se debaten entre los hechos y la ficción. Creo que habría que ir un poco más allá. Quizá los egipcios, como en otras ocasiones, se están debatiendo entre ficciones; quizá no les quedan o no quieren aceptar los hechos, siempre contumaces, y prefieren elegir —como entre los canales televisivos— aquellos que les intoxican con sus versiones del mundo más próximas a lo que quieren escuchar.
 Los que han salido en la procesión de Alejandría lo hacen al grito de que ¡Dios es grande! y nada les va a pasar. Cuando les pase, ya encontrarán una respuesta satisfactoria o simplemente lo negarán. Luxor, el lugar donde se divirtieron tanto con los chistes sobre el coronavirus los artistas invitados, es el mismo lugar donde se produjeron decenas de contagios en el crucero. Lo sabemos porque los contagiados regresaron a sus países de origen y allí fueron diagnosticados, teniendo todos en común el crucero. Los primeros enfermos eran sacados del país para que se contabilizaran fuera. En Egipto no pasaba nada.
Ahora pasa. El problema está en determinar el tamaño e intensidad de lo que pasa en un universo cerrado acostumbrado a que no existe más realidad o verdad que la que el gobierno establece como versión oficial. 
Hay verdades, mentiras y versiones oficiales. Los hechos importan poco. De las risas del Festival de Cine de Luxor a la procesión de Alejandría, todo forma parte de ese escenario teatral de la vida egipcia, siempre complicada e irreal. Todos los países cometen errores de diverso alcance en esta pandemia, pero el caso egipcio es especial porque reproduce de nuevo una forma característica que se mantiene en el tiempo.



* "Endowments ministry didn't ban airing recorded Quran at mosques: Gomaa" Ahram Online MENA 27/04/2020 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/368115/Egypt/Politics-/Endowments-ministry-didnt-ban-airing-recorded-Qura.aspx
** "Egyptian journalist died from coronavirus: Press Syndicate" Ahram Online 27/04/2020 http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/368137/Egypt/Politics-/Egyptian-journalist-died-from-coronavirus-Press-Sy.aspx
*** "Video: Despite coronavirus, crowds in Alexandria march for Ramadan" Egypt Independent 25/04/2020 https://www.egyptindependent.com/video-despite-coronavirus-crowds-in-alexandria-march-for-ramadan/
**** "Egypt battles COVID-19 amid flood of misinformation, conspiracy theories" Al-Monitor 31/03/2020 https://www.al-monitor.com/pulse/originals/2020/03/egyptian-superstitions-jokes-on-coronavirus.html#ixzz6KtYMq9S1
***** "After doctors blame administration for COVID-19 clusters at hospitals, Health Ministry circulates new procedures in internal memo" Mada Masr 21/04/2020 https://madamasr.com/en/2020/04/21/feature/politics/after-doctors-blame-administration-for-covid-19-clusters-at-hospitals-health-ministry-circulates-new-procedures-in-internal-memo/





lunes, 27 de abril de 2020

Bulos y conspiraciones o en quién creer

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Si el siglo XX se centró en la propaganda gracias a los medios masivos, el siglo XXI es el de la desinformación, favorecida esta vez por la naturaleza de los micromedios, su estructura de red y los efectos de auto replicación. No deja de ser una ironía que esta gran crisis, la del coronavirus, se desarrolle en un mundo de redes en la que los fenómenos comunicativos se producen desde su propia "viralidad". "Hacerse viral" es una expresión previa al COVID-19, pero parte de la metáfora del contacto/contagio y asume una forma de transmisión característica de las redes sociales.
No es casual que sean nuestra red de "contactos" los que quieren ser explorados para rastrear nuestra capacidad de contagio, tanto en el contagio del coronavirus como en otro tipo de contagio, el de la desinformación, cuyo objetivo es la destrucción del sistema, esta vez social y político. El funcionamiento es similar y se basa en la capacidad de recibir y transmitir, algo que los medios tradicionales, básicamente verticales tenían más limitado. En los medios verticales la información cae sobre el estrato inferior —el público—, pero está muy limitado en su capacidad de transmitirse horizontalmente, es decir, entre iguales de un mismo nivel. Las redes sociales, en cambio, son transmisoras horizontales de información ya que se basan en nuestra capacidad de repetir y reenviar lo que hemos recibido a nuestros contactos. Cuando alguien cuelga en su muro de Facebook un artículo sacado de un medio, lo está compartiendo con otros de su mismo nivel, que harán lo mismo compartiéndolo entre sus contactos. Cada vez que alguien lo vea y lo coloque en su "muros", esa información se expande entre sus contactos. Algunos de ellos repetirán la operación, creándose un trazado, un sistema de flujos que se irá expandiendo. Somos nosotros los que extendemos a nuestros contactos la información. La estrategia de las empresas de redes sociales ha sido siempre impulsarnos a extender nuestras relaciones porque de esta forma la información fluye con mayor eficacia, más lejos. Las constantes sugerencias de "amistad" ("personas que tal vez conozcas", "grupos que te pueden interesar", etc.) no son más que formas de hacer que ampliemos nuestros contactos creando una red más densa que rentabilice el movimiento de información.


La desinformación se basa en el mismo principio de distribución, el de contacto/contagio formando una cadena igual que una epidemia. Cada contagio se extiende a los demás contactos. Lo que anteriormente estaba reservado a las velocidades relativas de los bulos, en las redes sociales se distribuyen con una velocidad enorme. A ello contribuye su capacidad de camuflarse, es decir, de aparentar ser "información". La "desinformación" es la guerra del siglo XXI, una guerra que busca minar la confianza, mantener en el engaño, a recelar de la verdad, a adherirse a falsedades. Para ello es necesario ese camuflaje que hace que se confíe en ella y se transmita. La desinformación nos necesita y por ello profundiza y aprovecha nuestros miedos, nuestros deseos y esperanzas. Nos dice lo que deseamos escuchar, nos confirma lo que queremos creer.
La Vanguardia nos trae un artículo sobre los bulos durante esta pandemia mundial y su origen. Su título es "España detecta 200 acciones de desinformación bajo la alarma" y está firmado por su corresponsal en Madrid, Carmen del Riego. Al final del texto se señala:

El equipo de la UE que analiza este tipo de informaciones falsas ha desacreditado 2.500 informaciones en los últimos 16 meses. Y en España, el Gobierno ha detectado más de 200, cuyo origen está en servidores emplazados en Rusia, aunque no hay nada, aseguran fuentes gubernamentales, que puedan apuntar a la responsabilidad de un gobierno, sea el ruso o cualquier otro. Surgen de cuentas de nueva creación en las redes, creadas expresamente para difundir los bulos, que actúan muy rápido y dejan de actuar.
Entre las más de 200 acciones de desinformación detectadas figuran medidas que se aseguran que han sido adoptadas por el Ejecutivo y que no son ciertas; la difusión de BOE falsos; informaciones sobre medidas sanitarias que se presentan como eficaces para luchar contra el coronavirus y que no tienen ningún respaldo ni científico ni gubernamental; informaciones sobre falsos medicamentos que curarían la Covid-19, así como informaciones sobre el origen el virus.
España, la UE y la OTAN coinciden en indicar que este tipo de campañas tratan de desacreditar a las instituciones y que sus bulos son muy efectivos y se propagan por las redes sociales y entre la población como la pólvora, creando estados de opinión muy difíciles de revertir por muchas campañas informativas que se hagan.*


La función de de minar la confianza es esencial porque no necesariamente se aspira a convencer sino le basta con sembrar la duda. La información tendrá una recepción variada en función de una curva de credibilidad que va desde personas que no lo creen hasta personas que lo creen firmemente. La credibilidad de las instituciones es importante para determinar la receptividad y desde ahí la credibilidad de lo transmitido.
El estatus de la desinformación es complejo. ¿Es "desinformación" lo que ha hecho Donald Trump al afirmar que determinados productos desinfectantes puede acabar con el COVID-19 inyectándose? Si hubiera salido de algún grupo organizado con una intención definida para desacreditar a la presidencia de los Estados Unidos, habríamos tenido que decir probablemente que sí. Con Trump, parece que no es necesario molestarse mucho.
La máxima preocupación en la Unión Europea es el uso de este tipo de informaciones que buscan sembrar la desconfianza en la propia Unión. Se nos dice en el texto de La Vanguardia:

En concreto, la mayoría de los bulos, según fuentes diplomáticas, se refieren a que la UE está fracasando definitivamente, tras el anterior fiasco de la crisis económica del 2008; que no es solidaria, y que Rusia y China son más eficaces en la gestión de la Covid-19. Una clara demostración, aseguran las fuentes consultadas, de “la voluntad de erosión del proyecto europeo”.*

Los ataques a la Unión Europea, como sabemos, no son nuevos. Se trata del mismo objetivo que desde hace años comparten los populistas y nacionalistas empeñados en desprestigiar, obstaculizar y desmembrar la Unión Europea. Lo malo es que es un objetivo que comparten la Rusia de Putin y los Estados Unidos de Trump ("¡llamadme Mr. Brexit!, fue su expresión). Rusia está afectada por las sanciones de la Unión por la invasión de Ucrania y la anexión de Crimea. Entre los objetivos de los gobiernos europeos populistas, la primera acción que proponen suele ser levantar las sanciones a Rusia. También el Estado islámico y los grupos islamistas están constantemente minando la credibilidad europea. Por motivos obviamente distintos, pero con acciones parecidas, los islamistas tratan de minar el prestigio de las democracias que pudieran alentar levantamientos, una preocupación que comparten con los dictadores de la zona.

El empeño en presentar a la Unión Europea como "débil" es constante. La democracia es flaqueza, les dicen, y no soluciona ningún problema. Los modelos autoritarios pretenden ganar prestigio ante sus maltratados ciudadanos, de poco derechos.
Es difícil no pensar en trama organizada si se llega, como nos dice Carmen de Riego, a falsificar un BOE. ¿Qué planes tienen, a quién aprovechan?  No es fácil saber a quiénes aprovecha cuando, como en España, la política es un patio de vecindad en tiempos de "normalidad", así que en estos "revueltos" hay para todos los gustos. En cualquier caso, hay que diferenciar entre los que lo hacen y quienes se benefician, que no tienen que mover un dedo. Desgraciadamente, en nuestra política los males de uno benefician a otros. Y si hay mucha zancadilla hipócrita en estos tiempos de unidad, no le queda a la zaga el afán de revolver el río por parte de los que se benefician dentro o fuera.
Hemos creado una sociedad muy vulnerable. Y no me refiero ya a la pandemia, sino a la comunicación, que es un verdadero campo de batalla desde hace mucho tiempo. Entre las "fake news", los bulos  y la mala información (que también es un peligro) vivimos en un estado de irritación informativa, de constante incertidumbre sobre lo que nos llega, que es precisamente el punto medio social que se busca.
Es preocupante el resultado de la encuesta de ABC, uno de cuyos puntos sirve para titular
Según el último barómetro de ABC/GAD3, casi la mitad de los españoles (49,1 por ciento) se apuntan a una teoría conspirativa, según la cual el coronavirus tiene un origen claramente intencionado. Los votantes que se agarran con más fuerza a esa idea de la conspiración son los socialistas: el 54 por ciento. Ahí no se ponen de acuerdo con sus compañeros de coalición: solo el 25 por ciento de los electores de Unidas Podemos creen en una supuesta trama para «fabricar» el coronavirus.**


También, se nos dice, creen en la conspiración "el 48 por ciento de los votantes del PP, el 45 por ciento de los de Vox y el 44 por ciento de los electores de Ciudadanos". Si esto es cierto, los medios están fallando (incluido el propio diario ABC, al que también le gusta jugar con estas cosas en los titulares), pues siguen insistiendo unos días en teorías conspiratorias, mientras que en otros repiten la información de la OMS afirmando que no hay ningún indicio de que sea un virus con un "origen claramente intencionado", expresión claramente ambigua y demagógica. ¿"Conspiración" de quién y para qué?
Los mayores interesados en hacer circular esto son los miembros de la administración Trump que tratan de cubrir su ineptitud, su tremendo fracaso como superpotencia y su indefinición social para proteger a sus ciudadanos. Trump sigue interesado en mantener en el aire la idea de la "responsabilidad" (otra ambigüedad: ¿fallo?, ¿arma?) de China. Hace mucho tiempo que dijimos que cuanto más se mostraran los fallos norteamericanos más se insistiría en responsabilizar a otros: los demócratas, los medios y China.


Se han tenido que crear "puntos de información segura" respecto a la pandemia, sobre sus efectos y cuidados. La proliferación de información por la mayor demanda ha creado una situación preocupante en muchos países ante la fragilidad, ambigüedad de la información disponible y, cada vez más y más preocupante, la manipulación para crear desinformación en uno u otro sentido.
Vivimos en medio de una gran confrontación en la que las armas convencionales han sido sustituidas por aquello que destruye nuestro espacio informativo: la confianza. Si habíamos conocido el poder destructivo de las armas de la guerra convencional, las armas en un espacio de redes de información son las mentiras, los bulos y la desconfianza hacia las fuentes, que son permanentemente desacreditadas. El problema es que hoy esto se hace desde un bot automático que distribuye información o desde la presidencia de una potencia mundial. Por eso se valora tanto a los políticos fiables, pocos pero señalados por su trayectoria, como ocurre con Angela Merkel, recogido por El País. Unos aspiran a ser Trump y otros a ser Merkel.
Parece que el futuro que nos espera, en la medida que se extiendan estas prácticas, es oscuro y lleno de efectos secundarios. Los problemas de en quién confiar o qué creer se van a ir agudizando. Esto lo sabemos desde hace tiempo, pero es de difícil solución. Solo queda la autodefensa intentando encontrar fuentes fiables y, sobre todo, desarrollar un sentido crítico suficiente como para saber discernir lo que es información y aquello que solo busca manipularnos.



* "España detecta 200 acciones de desinformación bajo la alarma" La Vanguardia 27/04/2020 https://www.lavanguardia.com/politica/20200427/48740702184/fake-news-ciberseguridad-noticias-falsas-rusia-china-espana-espana-gobierno-policia-guardia-civil.html
** "La mitad de los ciudadanos se apuntan a la teoría de la conspiración sobre el origen del virus" ABC 27/04/2020 https://www.abc.es/espana/abci-mitad-ciudadanos-apuntan-teoria-conspiracion-sobre-origen-virus-202004270220_noticia.html