jueves, 29 de noviembre de 2012

Erdogan el Riguroso, Solimán el Magnífico y el harén desenfrenado

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Al primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, no le gusta la serie sobre Solimán el Magnífico que se emite en su país. Dice que hay mucho harén y poca batalla o, quizá, que casi todas las batallas se dan en el harén y los lechos. Y eso le parece poco histórico y aleccionador para las nuevas generaciones, que tienen que salir más batalladoras y con menos granos. Nos cuenta el diario ABC que sus palabras críticas sobre la serie "El siglo magnífico" han sido las siguientes:

«Yo maldigo y condeno a los realizadores de esta serie y a los propietarios de esta cadena de televisión. Aquellos que juegan con los valores de la gente deberían recibir una lección».*

Cualquiera comprenderá que esto excede las opiniones habituales de los críticos televisivos. No digo que ninguno hayamos pensado en maldiciones ante la visión de algún engendro con los que las cadenas —¡qué metáfora tan apropiada!— nos castigan habitualmente, pero viniendo de un primer ministro y además turco, da un poco de eso, de aprehensión, por decirlo finamente.

En Turquía, estas cosas acaban pasando factura, porque dentro de nada se puede considerar que es "terrorismo" y acaba alguno "recibiendo la lección" tras las rejas o en el punto de mira de la opinión pública o quién sabe. No es una afirmación gratuita. El mismo diario ABC recogía hace un mes un informe internacional sobre el encarcelamiento de periodistas en Turquía:

Turquía es el país que más periodistas tiene encarcelados, según constata un informe hecho público este lunes por el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), una organización internacional con base en Nueva York. Hay 76 reporteros entre rejas, según los datos del CPJ, la cifra más alta a nivel mundial en esta década y, en al menos 61 casos, el Comité dice haber probado que el único fundamento de acusación es su labor periodística.
«El Gobierno turco ha lanzado una amplia ofensiva para silenciar a los periodistas críticos mediante el encarcelamiento, procesos en los tribunales y una intimidación oficial», asegura el informe del CPJ, de 53 páginas, que coloca a Turquía por delante de Irán, China y Eritrea en este ránking sobre la persecución de la prensa.**

Y concluía lo siguiente:

«La tendencia de Turquía de equiparar el periodismo crítico con el terrorismo no se justifica por los problemas de seguridad del país. El primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, debería poner fin a sus ataques contra la prensa e implantar reformas legales que garanticen la libertad de expresión», dice el director ejecutivo del CPJ, Joel Simon. El CPJ exige a Turquía que «libere a todos los periodistas encarcelados por su trabajo» y recuerda que tres de cada cuatro están en detención preventiva sin sentencia.**


Y es que por muy moderados que sean, dentro de cada islamista hay siempre un juez, para unas cosas o para otras o para todas directamente. El ABC lo explica como un renacimiento del "neo-otomanismo", que fue de lo que acusó a Erdogan el presidente sirio Bashar al-Assad, de querer ser un nuevo sultán otomano, un nuevo Solimán El Magnífico. Pero Bashar al-Assad no es el más indicado para opinar ni dar lecciones de historia o de televisión; se ha quedado solo en genocida.


La oposición turca denuncia la progresiva radicalización del régimen de Erdogan y sus frecuentes opiniones críticas sobre el arte, entre otras muchas cosas. El Diario Vasco —con fuentes de EFE— contaba, en enero de 2011 las declaraciones del líder de la oposición turca, Kemal Kiliçdaroglu, sobre la deriva autoritaria en el país. Ya entonces, hace casi dos años, se mostraba el celo artístico de Erdogan respecto a la serie y algún otro caso:

En una reciente visita a Kars, capital de una provincia turca fronteriza con Armenia, Erdogan calificó de estéticamente "monstruosa" una escultura de 30 metros de altura en honor a la amistad turco-armenia y pidió al alcalde que la retirara antes de su próxima visita a la ciudad.
El renombrado escultor turco Mehmet Aksoy, autor de la obra, dijo que la actitud del primer ministro era propia de "talibanes".
En el caso de la serie de Suleiman "El magnífico", a Erdogan no le gustó cómo se representaba al poderosos sultán, rodeado de lujos y placeres terrenales, por lo que dijo que se debía de proteger el buen nombre de las "figuras históricas".***


Puede que a Erdogan simplemente no le haga mucha gracia que haya estatuas dedicadas a la amistad "turco-armenia". Él sabrá. Si además de negar el exterminio armenio, también niega la posibilidad de una estatua para la amistad de ambos pueblos, creo que nunca se resolverá la herida. Ya es mucho negar.
No creo que sea tanto un problema de rigor histórico como un problema de "estrechez histórica" y, sobre todo, de falta de sentido del espectáculo combinados. A una mayoría de los turcos, la serie sobre Solimán no les molesta demasiado, porque se emite en hora de máxima audiencia y va ya por su tercera temporada. El pueblo llano siempre sospechó que aunque los libros de historia nos mostraban a los reyes, sultanes o emperadores con la espada en la mano, no siempre estaban así y el harén lo tenían para algo. Pero lo que irrita y hace maldecir al primer ministro Erdogan es el desconocimiento histórico que la serie "El siglo magnífico" provoca en quienes la ven. Le parece poco ejemplar y distorsionada:

«No se conoce a nuestros padres y nuestros antepasados más que por «El siglo magnífico», pero ese no es el Solimán que conocemos. Él se pasó la vida a lomos de un caballo y no en palacios, como nos lo muestra la serie», afirmó.*


Alguna vez bajaría, digo yo, que tampoco hay que exagerar. La trivialización de los momentos de esplendor relativo —lo digo porque supuso la invasión de otros, como Hungría— irrita profundamente a los que lo proponen como modelo. En el fondo, la historia se hizo para deleite de reyes y emperadores a los que les gustaba que les repitieran las gestas más o menos míticas de sus antepasados o la suyas propias. Al pueblo le interesaba más el espectáculo. Y eso hoy es el harén, como prueba el éxito de la serie.
A Erdogan le parece más didáctico un Solimán guerrero, conquistador y recatado, con oficina en el campo de batalla, horas extraordinarias y llevándose trabajo a casa los fines de semana. La serie les ofrece a los turcos intrigas, conspiraciones, seducciones y mucho harén y galanteo y eso no debe entrar en su sentido del espectáculo histórico.


Como aquí se trata de ver quién es el más purista y de cuál es el camino más rápido al paraíso, los iraníes —otros grandes críticos de televisión—  también le enmiendan la plana a la serie turca y consideran que el harén no está descrito como debe ser y han ofrecido documentos históricos fotográficos para enmendarlo mostrando imágenes de los harenes otomanos y de cómo les quieren dar gato por liebre. Y es que el purismo estético reside en las almas puras.
En cambio, nos cuentan también, a los que les encanta la serie es a los griegos****, que se lo pasan bien con las idas y venidas de los harenes en mitad de su crisis. No sabrán si seguirán en el euro, pero que no los desenganche nadie de la serie. Está claro que no se puede satisfacer a todo el mundo. Ni tampoco maldecirlo ni, mucho menos, condenarlo.


* "Erdogan maldice y condena una serie de televisión sobre Solimán el Magnífico" ABC 29/11/2012 http://www.abc.es/internacional/20121129/abci-erdogan-maldice-condena-201211281937.html
** "Turquía récord de periodistas entre rejas" ABC 22/10/2012
*** "El líder opositor turco dice que Erdogan lleva a Turquía al 'fascismo'" Diario Vasco EFE 16/01/2011 http://www.diariovasco.com/agencias/20110116/mas-actualidad/mundo/lider-opositor-turco-dice-erdogan_201101161600.html
**** "Las series de televisión turcas triunfan en Grecia" Hispanatolia 16/09/2012 http://www.hispanatolia.com/seccion/2/id,16538/las-series-de-television-turcas-triunfan-en-grecia





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