domingo, 28 de febrero de 2021

El regreso de Jamal Khashoggi o Biden se queda corto

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)



El presidente Biden tiene que marcar distancias con lo que ha sido la era Trump. No es excesivamente complicado debido a las posturas extremas, personales y muchas veces poco irracionales de su predecesor. Simplemente las vacunaciones ya han marcado una enorme diferencia, como nos mostraban las curvas de estadísticas en algunos noticiarios norteamericanos.

Conforme se va alejando la era Trump, se pueden ver con más claridad algunos de los aspectos que él oscureció por su intereses personales o al servicio de aquellos que le colocaron allí.

En estos días hay abierta una crisis por un caso escandaloso que aquí hemos tratado con frecuencia y que no siempre se ha tratado igualmente en los medios o, peor, por la clase política de los diferentes países occidentales. Me estoy refiriendo al secuestro, tortura, asesinato y borrado del rastro del periodistas saudí disidente, Jamal Khashoggi, del que se responsabilizo al príncipe heredero, Mohamed Bin Salman, el auténtico hombre fuerte del régimen teocrático saudí.

Los saudíes han gozado de una especie de patente de corso mediante el recurso más habitual, la compra de los silencios favoreciendo los buenos negocios con los "buenos amigos", que —no hay ni que decirlo— son aquellos que miran para otro lado cuando salen a la luz asuntos que pueden suscitar el rechazo de la opinión pública.



Desgraciadamente, la política internacional es cada vez más un intento de cubrir lo negativo para evitar que los negocios se conviertan en conflictivos mediante las acusaciones de los activistas de Derechos Humanos. Los gobiernos tratan de mantener en la sombra sus relaciones comerciales y militares con ciertos regímenes que han aprendido pronto cuáles son las "prioridades", economía y defensa. Ya se trate de venderles un AVE a La Meca o que te compren aviones, fragatas o cualquier arma para el control del orden público, unas veces se airean la coincidencia de  "intereses" y otras el monto económico de las ventas, máxime en época de crisis en la que las industrias aprietan las clavijas a los políticos para que superen sus "escrúpulos". Si alguien ha mantenido esta idea como línea rectora ha sido Donald Trump, elevado a la presidencia —entre otros grupos— por la industria armamentística norteamericana.

La CNN evalúa a través de varios artículos la incidencia de la liberación por parte de la nueva administración del presidente Biden de los informes que dejan poca duda sobre la implicación directa, de Mohamed Bin Salman, el hombre que controla el presente y el futuro de Arabia Saudí, el que ha logrado deshacerse de sus rivales para asegurarse el poder futuro. Pero el caso de Jamal Khashoggi le puede complicar bastante su aceptación internacional pues es difícil que allá donde vaya no sea tratado como un "asesino". Uno se acostumbra a casi todo, pero un estigma de este tipo puede debilitar su ascenso y ser cuestionado.

Las primeras versiones se fueron diluyendo inmediatamente, dejando en ridículo a los países que, como Egipto, salieron a rasgarse las vestiduras al espacio internacional clamando por la inocencia de "MBS". Khashoggi se había volatilizado y nadie se sentía responsable porque hubiera hecho de Houdini en la embajada saudí en la que se le vio entrar, pero nunca salir.

Han tenido que sacarse los audios de la tortura para que nadie tenga dudas de su destino, aunque siga sin saberse nada de su paradero. Sus restos siguen sin aparecer. La justicia saudí, cuando no tuvo más remedio, realizó una farsa de juicio, condenando a los que les cayó el marrón. Pero se trataba de dejar fuera al príncipe heredero, algo que finalmente, tras la publicación del informe, no va a ser ya posible.



La jugada de Biden es doble: se reivindica como defensor de los Derechos Humanos y crítico de los regímenes que tanto gustaban a Trump, familia y seguidores, por un lado; por el otro, manda una carga de profundidad a la nave de Donald Trump, que queda en evidencia como un encubridor de un criminal. El artículo en la página de la CNN se cierra con estas consideraciones: 

 

According to journalist Bob Woodward's book "Rage," Trump doubled down on protecting MBS and said, "I saved his ass. I was able to get Congress to leave him alone."

Trump rationalized his inaction when he told CBS 60 Minutes that "we'd be punishing ourselves" by canceling American arms sales to Saudi Arabia, deals that he frequently trumpeted as amounting to more than $110 billion, even though that figure was wildly inflated.

Trump's defense of MBS was of a piece with his repeated defenses of other tyrants, such as Russian President Vladimir Putin in his efforts to swing the 2016 American presidential election against Hillary Clinton and the North Korean dictator Kim Jong Un, who Trump has praised lavishly.

Having enjoyed a very close relationship with the Trump administration, the Saudis are now getting just a taste of what could be a recalibrated relationship with the Biden administration. Biden will almost certainly not be looking to cause permanent damage to the US-Saudi relationship, but MBS will no longer have a free pass to murder his opponents outside of the kingdom, which is saying something.

The release of Friday's report should leave no doubt that the US government, from President Biden to the intelligence community, holds him personally responsible for Khashoggi's death.*

 


La gravedad del caso Khashoggi no puede ser ignorada, pues señala directamente a un futuro líder que ya hace sus salidas al extranjero como un criminal, creando un problema más allá de una cuestión diplomática. Si cada vez que un dirigente occidental estrecha la mano de MBS salen titulares recordando el secuestro, tortura y asesinato del periodista saudí, la cuestión se convierte en un problema. "¡Si se tratara solo de un dictador...!", suspirarán algunos laxos. Pero es algo más, sí. Los dictadores suelen tener su discreción en estas cosas y delegan, delegan mucho, precisamente para asegurarse la distancia y poder encogerse de hombros. Pero la impunidad siempre es mala consejera cuando sales de tu feudo.

El caso complementario de lo que supone perder la perspectiva es el caso del italiano Giulio Regeni, secuestrado, torturado, asesinado y abandonado en una cuneta en mitad del desierto de noche. El gobierno egipcio sigue jugando con la "protección" a sus servidores porque sabe que en ello le va la duración. Un gobierno represivo tiene que asegurar la protección de sus sicarios para evitar que estos puedan tomar decisiones comprometedoras a la hora de explicar lo que hicieron.

Básicamente, los dos casos nos muestran el poco avance democrático existente en esa zona y cómo los dictadores se apoyan unos a otros, prometiéndose la "no intervención" en sus suciedades propias ni dar acogida a los huidos para salvar el cuello.



Ni Khashoggi ni Regeni tuvieron ocasión de decidir. Lo del primero fue una eliminación de un obstáculo molesto; lo del italiano, un fatal error que dejó al descubierto las chapuzas incontables de la Seguridad egipcia, acostumbrada a campar por sus respetos, sin que nadie la contradiga. El asesinato del saudí fue fuera de su país, una osadía; el Regeni, el de un extranjero, otra osadía. En ninguno de los dos casos se va a parar la justicia internacional, por muchos aviones, barcos o tanquetas que compren.

En el contexto de los Estados Unidos, Biden tiene una baza: desenmascarar a un cómplice claro. La expresión recogida por Bob Woodward en su libro, "haberle salvado el culo" con respecto a MBS deja bastante claro el asunto. Si Trump, como presumía, interfirió en la recogida o publicación del informe que ahora sale, también tendrá algún tipo de consecuencias, pues pondrá a los republicanos trumpistas contra la pared, dando margen a los que tiene que darle la batalla en las próximas elecciones parciales.

El argumento de los miles de millones ganados por "salvar el culo" a Mohamed Bin Salman no es algo que se pueda poner encima de la mesa, pues llevaría a terrenos complicados y podría sacar a la luz más porquería.

Tampoco lo tendrá fácil Biden con el caso, que le creará problemas internos con los que se benefician del tráfico con Arabia Saudí. Biden no debería descartar algún "contratiempo", dada la oscuridad de la zona. Algunos han aprendido la forma de hacerse necesarios.

Me parece excesivamente optimista la idea final, "MBS will no longer have a free pass to murder his opponents outside of the kingdom", que se señala como resultado. ¿Nadie pondrá problemas a los crímenes interiores, solo a los que se cometan en el extranjero? Pero esto es como pedirle al verdugo que se lave las manos antes de coger la espada.



Esto se hace obvio para aquellos que consideran que no se hace lo suficiente con MBS, que en realidad es solo un getso que tampoco le va a quitar el sueño mientras no le afecte en lo esencial, su acceso al poder, para el que se está abriendo camino.

En este sentido, el artículo de Nicholas Kristof  en The New York Times, titulado "President Biden Lets a Saudi Murderer Walk"** es bastante directo y no deja margen a Biden para colocarse medalla alguna por la salida del documento. Su artículo sobre la muerte del que denomina "su amigo", Jamal Khashoggi,  se cierra así:

Perhaps I’m biased because I knew Jamal. Some may think: It’s too bad about the murder, but other leaders have killed people, too. True, but M.B.S. poisons everything he touches. He kidnapped Lebanon’s prime minister. He oversaw a feud with Qatar. He caused the world’s worst humanitarian catastrophe in Yemen. He imprisoned women’s rights activists. He has tarnished his country’s reputation far more effectively than Iran ever could.

So, Mr. Biden, it’s not a human rights “gesture” to sanction M.B.S. Jamal was a practical man who didn’t believe in mushy gestures — but he did dream of a more democratic Arab world that would benefit Arabs and Americans alike. And by letting a murderer walk, you betray that vision.**




Es difícil satisfacer a todos, pero nada retrata mejor que el comportamiento ante los tiranos. Trump envió a su yerno a hacer buenas migas con MBS para su fracasado "acuerdo del siglo". Biden saca a la luz ahora las implicaciones del príncipe, pero no remata la faena, en un gesto que algunos consideran de cara a la  galería y que otros muchos consideran que se queda corto. Y quizá haya quienes no se lo perdonen a Biden.

¿Sacarán los saudíes la consecuencia que se trata solo de "discreción" lo que se les pide? Veremos en qué quedan las cosas. Pero el asesinato de Jaml Khashoggi todavía puede dar problemas a más de uno.



* Peter Bergen "Biden is walking a tightrope on Saudi Arabia" CNN 27/02/2021 https://edition.cnn.com/2021/02/27/opinions/biden-saudi-arabia-mbs-khashoggi-report-bergen/index.html

** Nicholas Kristof "President Biden Lets a Saudi Murderer Walk" The New York Times 26/02/2021 https://www.nytimes.com/2021/02/26/opinion/sunday/saudi-arabia-biden-khashoggi.html

sábado, 27 de febrero de 2021

Cambios de palabra

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)



Los teóricos de la comunicación llamaron la "Gran División" a la existente entre el mundo oral y el que surge con la aparición de la escritura, un sistema que permite conservar, compartir a distancia y temporalmente. Frente a la temporalidad y la necesidad de la copresencia de lo oral, la escritura creó un mundo nuevo en el que se produjeron muchos e importantísimos cambios. El mundo se fue poblando de "escribas" y "dictadores", los que escribían y los que lo dictaban lo que había que escribir. 

Escribir durante muchos siglos fue un arte que se consideraba reservado a una casta o grupo, lo que incluía a los escribas egipcios, los monjes cristianos de las órdenes encargadas o los secretarios privados o públicos. La imprenta supuso un gran avance, pero no ha sido —en Occidente— hasta la llegada de los ideales de la Ilustración en el siglo XVIII cuando se planteó de forma eficaz un deseo de extender la lectura y escritura como objetivos sociales. Pensar que "todos" debían educarse en el arte de la escritura y la lectura supuso una revolución política, pero sobre todo una transformación radical de la sociedad, dotando de unas herramientas fundamentales con importantes consecuencias sociales y cognitivas.



El hecho de poder acceder a un mundo más allá de lo que vemos a través de la lectura es un proceso que marca la psique de la persona y les permite acceder a unos niveles de conocimiento desconocidos hasta el momento. Los pequeños universos de la oralidad se transforman en amplias vías para acceder al conocimiento, permiten una mayor libertad formativa y nos permiten tener una imagen del pasado a través de la herencia escrita frente a la necesidad presencial de lo oral, que tiende a actualizarse ajustándose al momento. Con la escritura no solo comienza nuestra historia, como testimonios que permanecen, sino la misma historia, convertida ahora en un discurso fijado, en una disciplina que busca la creación de identidades.

La CNN nos traía el día 24 una noticia titulada "The hot new thing in tech: speaking into your phone"*, firmada por Kaya Yurieff y Rishi Iyengar. En ella se nos habla de una nueva tendencia vinculada con los dispositivos electrónicos y digitales, los mensajes de voz. Dejamos de escribir cartas y llegaron los emails. Estos nos resultaban demasiado largos y comenzamos con los "sms", cuyas dos características principales son el "short" y la sustitución de las palabras por emoticonos, que sustituyen a las pocas palabras que utilizamos ya. La noticia nos habla de la nueva tendencia, que todos habremos experimentado, de recibir "mensajes de voz".



La noticia nos da explicaciones variadas, girando la mayor parte de ellas en conexión con la pandemia y el aislamiento o distancia que supone para muchos. La gente preferiría "dejar mensaje orales". En efecto, el componente afectivo de la voz es importante frente a la impersonalidad del mensaje escrito

Pero creo que hay algo mucho más allá, algo anunciado pero pocas veces admitido, la disolución de la era de la escritura y la creación de lo que se llamó "oralidad digital" o "nueva oralidad".

Desde hace muchas décadas, desde el comienzo de la Era Industrial, la dirección del desarrollo está marcada por los intereses de la industria, convertida en el motor de la innovación. La Ciencia tiene efecto indirecto, pues no es el conocimiento lo que nos mueve sino su traducción aplicada a la tecnología que manejamos. El mensaje de voz tiene tras de sí toda una serie de descubrimientos que adquieren nuevo valor tras su aplicación, es decir, tras su conversión a dispositivos, aplicaciones a situaciones concretas, resolución de problemas, etc. Generalmente desconocemos la "ciencia" que hay tras nuestros objetos cotidianos. Los objetos y la tecnología aparecen en nuestras vidas para resolver problemas o para favorecer determinadas tendencias. En un entorno competitivo, lo que dirige el mundo son los intentos por establecer esas tendencias que implican usos y desarrollo. 

La noticia de la CNN está "sabiamente" incluida en la sección de "business" porque se percibe como una cuestión tras la que se encuentran empresas que se verán favorecidas dando satisfacción (o creando) a determinadas tendencias de las sociedad, que es interpretada como "mercado". Pero a nosotros nos interesa llevar hacia la "cultura" y el cambio social, a las consecuencias que esto tiene en nuestras líneas básicas de desarrollo y cambio.



Hace mucho tiempo que estamos observando un cambio en la tecnología base de las comunicaciones. Con "tecnología base" me refiero  lo que J.D. Bolter y otros, como Walter Ong, definieron como "tecnologías de la palabra", es decir, aquellas que se crean alrededor de algo profundamente humano, la palabra. La palabra es administrada desde su condición de pensamiento y voz. Estas tecnologías van desde las nemotécnicas hasta nuestros mensajes de voz, pasando por la escritura manuscrita y tipográfica.

Todo lo relacionado con esta transmisión de palabras, portadoras de conocimiento y sentimientos, es especialmente importante para nuestra cultura como transmisión e intercambio, pero también como memoria colectiva a la que se puede acceder. Si pensamos la distancia existente entre las reservas sobre el conocimiento antiguo y la expansión de una Wikipedia, veremos que el mundo ha dado un giro de enorme trascendencia. La palabra nos ha dado la identidad personal al permitirnos percibirnos a nosotros mismos en el discurso interior; nos relaciona con los demás a través de las forma de conversación y deja recuerdo nuestro que puede ser recuperado del pasado.

Hemos vivido la era de la palabra escrita, pero algunos teóricos de la comunicación nos señalan que esto está cambiando, que esa palabra escrita y sus tecnologías se están desmembrando por efecto de las tecnologías electrónicas primero (la telefonía, la radio y la TV) y las digitales posteriormente.



¿Vamos camino de una civilización nuevamente oral, pero esta vez planetaria? ¿Vuelve la imagen como elemento comunicativo con valor por encima de la palabra? hay síntomas claros de que estamos regresando a la "tribalidad" augurada por Marshall McLuhan y la "aldea global". Vivimos en un mundo entre palabras grabadas, copresenciales, donde se combinan multitud de tecnologías de transmisión y almacenamiento, es decir, de comunicación y memoria, donde podemos hablar a distancia, conservar los que antes desaparecía y hacer hablar a lo que no tenía voz.

Tenemos, por ejemplo, dispositivos que nos hablan leyendo directamente lo que antes estaba escrito. Los "libros" no solo se desmaterializan separándose del soporte sino que pueden ser ahora escuchados mediante distintos tipos de programas y dispositivos. Dispongo, por ejemplo, de un pequeño scanner de lápiz que manda el texto a mi teléfono, desde donde no solo puedo escucharlo sino también traducirlo, es decir, escucharlo directamente en un idioma diferente al que estaba escrito. Este dispositivo sustituye históricamente a los "copistas", a los "lectores" y a los "traductores". Obviamente también  puedo redistribuirlo una vez extraído de su soporte original, el papel. Es solo un pequeño ejemplo de cómo se han transformado el mundo de las tecnologías de la Palabra.

Volvemos a preguntarnos ¿se está cerrando la era de la palabra-escritura?


Ayer, mientras hacía tiempo, hice un recorrido por la escueta librería del hipermercado. Me encontré con una versión en forma de "comic" de la obra "Sapiens. De animales a dioses", un best seller mundial de Yuval Noah Harari. Me hice con él mientras pasaba el tiempo de espera. Leí el libro hace tres o cuatro años y despertó muy curiosidad cómo lo habían desarrollado en forma gráfica, algo por lo que están pasando muchos autores, de los clásicos a los más novedosos. ´La obra evolucionaba a través de interlocutores, es decir, de personajes que actuaban mediante diálogos con el propio autor, que pasaba de ser una "voz" en el texto a ser un "personaje" mediador, alguien que respondía preguntas y explicaba a otros las cuestiones clave. Toda una serie de convenciones gráficas estaban en marcha para representar en el propio texto la transmisión de informaciones. El "cómic" es una forma híbrida que toma técnicas de la pictografía más básica, del cine, las convenciones icónicas, etc. Lo hace junto a la palabra, que era la base del diálogo que se establecía entre el lector y las voces de los autores. En el libro, el autor me habla a través del texto, mediante una voz directa que le representa. En el cómic se me convertía en espectador de unas conversaciones que el autor mantenía con personas de su propio universo gráfico. En otras ocasiones hablará directamente a los lectores, pero dejará de ser solo una voz para tener esa representación que percibo a través de los dibujos que lo representan.



Cualquiera que esté en cualquier nivel educativo sabe que año tras año se van produciendo mayores diferencias entre el alumnado en lo que respecta al manejo de la tecnología de la escritura y de todo lo que a través de ella se vincula. Nuestro mundo vive cada vez más dentro de otros tipos de tecnologías comunicativas y estas son cada vez más condicionantes precisamente porque nos rodean formando una especie de burbuja informativa en la que nos movemos, un ecosistema informacional.

La tendencia, efectivamente, es a una nueva oralidad electrónica que no necesita de la memoria, que era su correlato esencial, y una escritura cada vez más pictográfica o icónica, menos abstracta y menos fonológica, por paradójico que parezca. El uso de los emoticonos lo muestra al sustituir las palabras y reducir nuestro vocabulario y nuestras formas de expresión.

Esto está cada vez más presente desde el principio de la vida y las nuevas generaciones se ven inmersas en entornos nuevos, produciéndose unos abismos generacionales cada vez mayores. Cada grupo de edad queda marcado por sus tecnologías comunicativas, rápidamente cambiantes. Contenidos y sus vehículos se han acelerados y nos vinculan a un presente continuo, que rompe barreras con el pasado, que debe ser "traducido" a los nuevos formatos comunicativos (como el cómic de Y-N Hariri) para adaptarse a la redes que se crean para las interacciones.

Si la Ilustración supuso un movimiento descendente, desde las élites ilustradas extendiendo el conocimiento mediante las tecnologías de la lectura y la escritura apoyadas en la imprenta, hoy nuestras tecnologías son mucho más agresivas y absorbentes ya que buscan la creación de fuertes lazos emocionales, como los creados por la vieja oralidad.



La nueva oralidad es también intensiva y emocional, busca constantemente la creación de lazos emocionales y la creación de un estado receptivo constante y adictivo. Esto afecta a una gran cantidad de campos ya que produce una psique —individual y colectiva— difícil de satisfacer, en permanente estado de excitación.

Necesitamos ir más allá de los meros estudios económicos y adentrarnos en los campos más amplios de un mundo globalizado y mediático, cambiante en tecnologías de la palabra. Hay que regresar al estudio de los efectos de los medios y de sus efectos. Necesitamos más estudios y, sobre todo, visiones globales de un mundo que va por delante de nosotros, que nos sentimos arrastrados.

Muchos fenómenos que vemos hoy —sospecho— están vinculados con este tipo de situación individual y colectiva, de la misma manera que el traslado de las poblaciones del campo a las ciudades para favorecer la industrialización provocó un cambio notable en las mentalidades, en la forma de ver el mundo y vernos a nosotros mismos. Vamos muy deprisa y no somos conscientes del camino que recorremos, que solo se nos revela cuando miramos hacia atrás y vemos sus efectos.

Los mensajes de voz, los emoticonos, las conversiones a cómic de texto escritos, el impacto de lo audiovisual, la emergencia de los podcast, etc. son síntomas pequeños de grandes movimientos de desplazamiento del lugar central de la lectura y la escritura tal como las hemos conocido. La cuestión es que al debilitarse su centralidad desaparecerán muchas otras cosas, que serán pronto sensorialmente inaceptables, dificultosamente percibidas y confusamente entendidas.

A nadie le importará porque el mundo en el que estamos funciona ya con otra mentalidad.

 

 

* Kaya Yurieff y Rishi Iyengar "The hot new thing in tech: speaking into your phone" CNN 24/02/2021 https://edition.cnn.com/2021/02/24/tech/voice-messaging-pandemic/index.html

viernes, 26 de febrero de 2021

Cuidado con la salud mental

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)



La causalidad nos marca para entender el mundo, por lo que se pierden muchos efectos producidos en las relaciones del sistema. Hay muchos resultados que surgen de interacciones, de combinaciones inesperadas.

La pandemia es un estado que acoge muchos efectos y provoca el desencadenamiento de reacciones combinadas que cada uno experimenta de forma diversa. Están los efectos directos del contagio, pero hay muchos otros en diferentes dimensiones que también se ven se manifiestan de otra forma.

Uno de los más evidentes es la salud mental. El miedo al contagio, la tensión vivida, los temores laborales, los diferentes tipos de incertidumbres... todo ello afecta a las personas individualmente y en grupo. Nada está aislado y todo llega hasta nosotros.

En el diario El país, Carmen Sánchez-Silva titula "La pandemia silenciosa: la salud mental de los trabajadores empeora a gran velocidad". Las enfermedades mentales son siempre complejas, pero esta vez lo son más; han pasado a ser colectivas y, al igual que el coronavirus, se crea un entorno "favorable" cuando estas se expanden.


Aunque no hay datos oficiales sobre el deterioro psicológico de los trabajadores (ya que este tipo de patologías no están incluidas en el catálogo de enfermedades profesionales y causan bajas que se contabilizan dentro del compendio de contingencias comunes), no hay duda de que la covid está afectando al estado mental de las plantillas, asegura Ana García de la Torre, secretaria de Salud Laboral y Medio Ambiente de UGT. Esta experta ve una clara correlación entre este deterioro provocado por el miedo al contagio, el aislamiento, la disponibilidad permanente y la crisis económica, entre otras causas, y la siniestralidad laboral.

 


Efectivamente, nada causa un mayor deterioro que una situación prolongada de estrés por la inquietud, por el miedo. Es ya mucho tiempo el que llevamos. Muchos miedos se han enterrado para no tener que vivir conscientemente con ellos, pero siguen ahí, actuando desde la sombra. No por negarlos desaparecen. Hay mucho de negación del propio miedo en los negacionistas, que tratan de controlar el proceso de esta forma. Pero por mucho que se niegue, el coronavirus está allí, demasiado extendido.

Desgraciadamente, sé directamente de personas que han muerto de coronavirus en la UCI cuando llegaron al hospital con otras patologías. Los familiares han quedado sumergidos en una especie de burbuja de sinsentido, de la que no es fácil salir. Tengo compañeros en la UCI  que entraron pocos días después de hablar con ellos virtualmente. ¿Por qué bajaron la guardia solo unas horas? Nuestra mente no engaña y protege nuestro deseo dotándolo de razones, justificándolo.

Las empresas, nos dicen, están empezando a tomarse en serio medidas colectivas para proteger la salud mental, no solo medidas de control de coronavirus. Podemos establecer una distancia física de seguridad, pero nuestra mente está en pleno centro del problema. Estamos físicamente distantes, pero psicológicamente encerrados con el virus y sus efectos.



Al final del texto en que se nos ha mostrado esa conexión entre las enfermedades mentales y la angustia prolongada, hay una intervención de un experto en Psiquiatría: 

 

El catedrático de psicopatología de la Universidad Complutense de Madrid, Carmelo Vázquez, está investigando mediante mediciones periódicas entre 2.000 personas el crecimiento personal postraumático derivado de la covid. Sus conclusiones son que entre el 75% y el 80% de las personas son resilientes desde el punto de vista emocional. Mientras que el resto tiene síntomas importantes de depresión, estrés y trauma, que se mantienen más en el tiempo que durante otras catástrofes o actos terroristas pasados.

Lo que conduce a esa sintomatología, dice, es la ansiedad en torno a la muerte y las ideas de sospecha, ideas conspiratorias que persiguen a una parte de la población y que alientan mucho los políticos. "El cainismo que hay en este país tiene mucho impacto en la salud mental de la gente. Sobre todo entre los más vulnerables y menos informados, que pueden llegar a la paranoia. La conspiración es enormemente dañina", sostiene.

El 60% de las personas salen fortalecidas de la crisis. Según Vázquez, el mejor antídoto para lograrlo es el optimismo o una mayor orientación hacia el futuro en conjunción con la vinculación a los demás.*

 

No creo que sea una exageración ni en la cifra (1 de cada 4-5) ni en el efecto pernicioso. Los estallidos de algunos personajes que saltan a las páginas de los periódicos convencidos de las conspiraciones internacionales, como el que refleja hoy mismo la prensa con las manifestaciones de la actriz Victoria Abril, francamente irresponsables y en la línea de las realizadas en su día por algún que otro actor.



¿Busca de notoriedad? Creo que más bien un proceso de deterioro provocado por la angustia que provoca la información constante, su variación de enfoques y la multitud de fuentes. Nada crea más incertidumbre que la falta de unidad informativa.

El papel de los medios tiene una parte positiva, evidentemente, pero también existen muchas acciones informativas contraproducentes. Los criterios informativos periodísticos no son siempre los más adecuados desde el punto de vista de la salud y las emociones. Es mucho tiempo el que llevamos con el COVID19 en primer término y eso hace que ya la información recurra en ocasiones a fórmulas más emocionales para presentar la información diaria.



Los juegos constantes con las expectativas de curación, las angustias por las llegadas o no de la vacunas, de a quién le toca o no, de lo que es posible y no posible tras ser vacunados, los conflictos entre políticos, etc., todo ello afecta la salud del conjunto especialmente a aquellos más sensibles por determinadas circunstancias, de la exposición del transporte a las laborales, pasando por las familiares.

Esto está prolongándose mucho y nuestras sociedades modernas no están acostumbradas a la contención, sino más bien a lo contrario, al impulso, a conseguir lo que se desea inmediatamente. Y el coronavirus es un freno constante, un recordatorio de lo frágil que es el mundo en que vivimos y nosotros mismo. Eso crea inseguridad. Hay que trabajar en el sentido contrario, en la confianza y en saber que hay una serie de medidas firmes que son eficaces, olvidarse de los cantos de sirena que nos rodean.

 


* Carmen Sánchez-Silva "La pandemia silenciosa: la salud mental de los trabajadores empeora a gran velocidad" El País 26/02/2021 https://elpais.com/economia/2021-02-25/la-pandemia-silenciosa-la-salud-mental-de-los-trabajadores-empeora-a-gran-velocidad.html




jueves, 25 de febrero de 2021

Errores cíclicos

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)




Monotonía, por no decir aburrimiento. Esto es lo que provoca la nueva edición de la fase previa a un periodo vacacional. Los expertos anuncian ya la cuarta ola y repiten una expresión en todos los canales televisivos: no cometamos el mismo error. Pero, ya saben, "errar es humano...", "la misma piedra...", etc.

Llevamos pensando en la "Semana Santa" desde Navidades en este juego infernal de la Oca que es la manifestación del "ser turístico" que nos condiciona, con las presiones de los sectores para lanzarnos a la calle, playas, a ocupar restaurantes, terrazas, etc. Los medios repiten las mismas cuestiones, en paralelo con los expertos, esta vez unánimes: no cometamos el mismo error.

En Castilla y León una consejera de Sanidad, Verónica León, lo ha dicho con contundencia: "estamos aquí para salvar vidas, no la Semana Santa". Pero no todos lo dicen así de claro y muchos tampoco lo piensan. 




Las estrategias políticas sí han cambiado. Allí donde se pedía diversidad competitiva para "salvar el verano", con los políticos autonómicos reclamando salto en los niveles de seguridad para competir con los extranjeros y los nacionales en la atracción fatal turística, la demanda ahora es otra muy diferente. 

El escándalo del verano, cuando se tiró por la borda lo que se había conseguido con el confinamiento, por la llegada de la segunda ola, es tan evidente que hasta el presidente del Gobierno ha lamentado que no se hiciera bien la llamada "desescalada". ¡Insólito reconocimiento de un error!

Como esto ha sido claro, ya en navidades (la Campaña de las Navidades) se intentó un pacto de uniformidad, que es "hagamos todo lo mismo" para evitar entrar de nuevo en una carrera competitiva como la pre veraniega.



La mentalidad con la que se han abordado las campañas tras el verano es muy diferente y el aprendizaje que se desarrolla tiene efectos. La caída de contagios estos días no hace sino confirmar la realidad del contagio navideño. Es decir, las "campañas" tienen un coste en vidas humanas, en saturación sanitaria, en falta de recursos, etc. 

Nadie puede negar los terribles efectos de nuestra condena a tener que salir a "salvar" temporadas. Cuando salimos de una temporada, nos metemos en otra y así en unos ciclos perversos en los que nos reservamos saludables entre "campañas", para enfermar o morir después de "disfrutarlas". Es la lógica del juego entre economía y salud, lo que algunos llaman "equilibrio" con evidente cinismo.

Para evitar que esto sea demasiado evidente y se vuelva contra los políticos, que son quienes deciden finalmente,  se busca el castizo "¡todos a una, Fuenteovejuna!", que tiene dos ventajas: que al hacer todos lo mismo el desastre se reparte, por un lado, y que nadie puede ser acusado por la oposición porque todos han hecho lo mismo. Este planteamiento "Fuenteovejuna" no gusta a los más arrojados, los que con más descaro se dedican a abrir y luego no tienen pudor en responsabilizar a otros.

Los políticos saben de sobra los efectos de una nueva "campaña". Saben que ahora el aviso de los expertos es unánime porque ellos ya no pueden cubrirles las espaldas con medias tintas. Hay un límite para lo que se puede decir y sostener; hay un límite en lo que se puede ignorar mirando hacia otro lado. Ya no se puede, por repetición, convencer de lo que nadie cree porque la conexión entre "campañas" y agravamiento es un hecho reiterado, constatado por las cifras.

Por eso asistimos a un mensaje que busca coordinar la prudencia para evitar quedar entre las acusaciones de los médicos y expertos epidemiólogos, las de los votantes y las de sus respectivas oposiciones. Ahora se trata de moverse con prudencia sanitaria y política. El coste de las desescaladas trágicas es cada vez mayor y hay que medir las palabras.

Los sanitarios lo denuncian porque no están dispuestos a seguir quemándose diariamente tratando de controlar lo que desde la economía —desde diferentes sectores— se reclama y la política trata de satisfacer.



Todo se repite en este ciclo mortal. Además de las "campañas" estacionales, están las fechas clave de cada uno. Una de las más polémicas y que se ha vuelto contra el gobierno es el "8M", fecha que para muchos había que dejar libre de confinamiento por su significación política y la manifestación que nadie estaba dispuesto a perderse.

El "8M" se ha convertido en una pieza clave en la lucha política. Hace unos días, un medio señalaba que el coste de no haber cerrado una semana antes se podía cifrar en unas 20.000 muertes. No lo sé y no sé muy bien cómo se calculan estas cosas ni cómo deben tomarse, pero que fue un error lo descubrieron algunas de las autoridades que estuvieron en primera fila.

La Vanguardia nos explica otro nuevo conflicto entre ministerios alrededor del 8M:

La ministra de Sanidad, Carolina Darias, ha asegurado este miércoles que "no ha lugar" a las manifestaciones por el Día Internacional de la Mujer, el próximo 8 de marzo, en una situación de pandemia y hace un llamamiento a la "responsabilidad". Un mensaje al Ministerio de Igualdad, que dirige Irene Montero, para que no fomente concentraciones como las del año pasado que habrían contribuido a la propagación del virus.

Darias ha sido preguntada, en la rueda de prensa posterior al Consejo Interterritorial de Salud, por las próximas celebraciones previstas para este día y si ella acudiría a las mismas, como hizo el año pasado junto a otras mujeres de su partido y miembros del Gobierno. Días más tarde de su presencia en la marcha del 8M, la ministra confirmaba su positivo por coronavirus.

"Por coherencia de una llamada a la responsabilidad que he realizado, puesto que todavía estamos en situación de riesgo extremo, no ha lugar", ha respondido la titular de Sanidad.

A su juicio, "la situación epidemiológica" actual "no permitiría llevar a cabo" las manifestaciones de las que se está hablando en los medios.

Darias hace estas declaraciones el mismo día en el que el delegado de Gobierno en la Comunidad de Madrid, José Manuel Franco, ha anunciado que se prohibirán las marchas de más de 500 personas en la capital el 8-M. *

 


Ya sea por la economía o por motivos políticos, no encontramos en el mismo disparadero una y otra vez. Aquí no hay "economía" que activar, solo "visibilidad" delante de una pancarta. Hay muchas formas de celebración de un día importante, como es el 8M, pero de nuevo vamos a crear situaciones en las que se pueden plantear problemas sanitarios que se recogerán días después.

¿Vamos a estar otro año discutiendo sobre lo que se debía y no debía haber celebrado? Creo que el Día Internacional de la Mujer, el 8M, se merece mucho más que esta repetición del mismo problema. Y centrar en la manifestación lo que debería ser atención a los problemas de las mujeres en el mundo —que son muchos— me parece un acto narcisista que las propias mujeres no se merecen.



Volver a discutir lo mismo nos muestra que hay repeticiones de ciclo corto, como las de "campañas" y de ciclo largo, como las celebraciones de días señalados. Ya sea por celebrar una cosa u otra, el resultado es que todos los caminos llevan a la UCI. Te puedes contagiar por una causa trivial o por una muy digna, pero eso le trae al fresco al coronavirus, que lo agradece todo.

Por definición, las "campañas" son masivas. Es con lo que nuestra economía cuenta: desplazamientos masivos, consumo masivo... todo concentrado en determinadas fechas, apenas una o dos semanas, más largo en la campaña veraniega. Los efectos los conocemos ya. La manifestaciones, por definición también, buscar ser masivas; la proximidad física es la representación simbólica de la unidad ideológica. Al "salvemos las campañas" se añade el "salvemos las manifestaciones", con el mismo efecto, pues el virus no entiende de causas.

Los expertos advierten hasta el aburrimiento de lo mismo una y otra vez. No sé si los políticos lograrán ponerse de acuerdo para no ser acusados después. Espero que las medidas, además de ser pactadas, lo sean en beneficio de la salud de todos, incluso de aquellos a los que les importa poco la propia y nada la ajena.

 


* "Darias avisa a Montero: "por responsabilidad, no ha lugar" a manifestaciones del 8-M en pandemia" La Vanguardia / Europa Press 24/02/2021 https://www.lavanguardia.com/politica/20210224/6259190/video-darias-asegura-lugar-manifestaciones-8m-pandemia-llama-responsabilidad.html

miércoles, 24 de febrero de 2021

¿Cambios en el modelo de ciberespacio?

Joaquín Mª Aguirre (UCM)



El conflicto desatado entre Facebook y Australia ha estado estos días en el debate mediático trayendo de nuevo el problema de las relaciones a tres bandas entre gobiernos, medios de comunicación y las grandes tecnológicas, un debate que no se resuelve nunca y de difícil acuerdo por la propia dinámica interna de la red, que hace que unos planten las semillas y otros recojan las flores.

Cuando tenía una asignatura en la que hablaba de estas cosas, les solía proponer a los alumnos una pregunta: ¿quién gana siempre en un partido de tenis? La respuesta era el dueño de la pista. En este caso, los dueños de las pistas son los que se aprovechan de los que corren por su superficie, los creadores de las redes, lo beneficiarios de los contenidos que otros aportan. Puede que haya ganadores parciales, pero al final, al igual que en los casinos, es la banca la que gana.

Nos olvidamos del nombre con el que se creó esto: las "súper autopistas de la información", término creado por el entonces vicepresidente de los Estados Unidos, Al Gore, y presentado como una forma de expansión norteamericana al mundo. Evidentemente, Gore no pensaba en el beneficio de los demás, sino en la exportación de algo que entonces se entendía como un gran poder estadounidense, la información, la forma en que se podía gestionar y rentabilizar algo que era "conocimiento", que se consideraba entonces algo propio del país que había llegado a la Luna y exploraba el universo. La tecnología de la información sustituiría en ganancias a la economía industrial porque la información era un flujo inagotable que crearía la "nueva era americana".



Gore acertó en muchas cosas, pero no creo que pudiera percibir que el estímulo informativo serviría para que otras potencias le recortaran la ventaja a los Estados Unidos y que este finalmente perdiera el control del escenario que había creado. Las grandes compañías sobre las que se asienta Internet son norteamericanas de origen y globales en su desarrollo. Han supuesto la creación de nuevas consideraciones frente a los sectores tradicionales. Como "red de redes" (ya no se usa este nombre, pero sigue siendo útil por lo que nos dice), sobre una serie de redes locales se crean conexiones que la expanden. Es la parte "física" del asunto. La información que circula desde cualquiera de sus puntos es distribuida al resto de las redes interconectadas, convirtiendo en valor precisamente la posibilidad de acceder a ella desde el resto de los puntos, salvo que se desconecte o filtre el acceso.

Internet debe su valor a la interconexión, lo que quiere decir que cada vez que una red se conecta a la red general aumenta su valor y, por la misma lógica, cada vez que se limita disminuye. Eso está claro. Todos los programas de redes que usamos buscan favorecer el uso continuado ofreciéndonos posibilidades de acceso, nos presentan "personas que quizá conozcamos", sugerencias de amigos y contactos; nos ofrecen publicidad y nuevos contenidos con los que estar más tiempo en las redes. Eso abarca las noticias, los amigos o las partidas online; los canales televisivos, las videoconferencias, los podcast, la prensa digital... Todo se ha convertido en un flujo informativo que se distribuye por los canales creados, las redes literales, con sus conexiones, cables, satélites, wifi, etc. Sobre esas redes locales unidas hasta formar el gran mapa, se superponen las plataformas que dan soporte ya las acciones humanas, que adquieren "forma" y "sentido" para nosotros. Sus funciones son distintas, las hay grandes, de tamaño global, y más pequeñas que sobreviven mejor o peor, porque las redes en este plano son competitivas, funcionan mejor o peor, acogen en su "espacio virtual" lo que hacemos. Pueden bloquear al mismísimo presidente de los Estados Unidos, la persona más poderos del planeta, al que se le borran los tuits. Creo que este es el ejemplo más significativo de los redes en estos últimos tiempos y lo que, indirectamente, ha sembrado inquietudes en la clase política, pues han descubierto que en el mundo existe una forma paralela de poder que les sobre pasa, la de aquellos que pueden desconectarte, borrarte del sistema y dejar en cero tu "fuerza" comunicativa, como en el caso de Trump. Hemos ido construyendo un mundo global en el aspecto informativo, de flujos globales... que ha creado sus propias instancias de poder que ahora entran en colisión.



La idea de la neutralidad de la red y de su carácter global comienza a tambalearse. Los jueces del mundo se preocupan porque la decisión del silenciamiento se les escapa de las manos; los políticos se preocupan ante este poder "norteamericano" capaz de censurar al presidente de su país o de adjuntar mensajes a los suyos señalando que lo que dice es mentira o que no se corresponde con los hechos. Ya no es solo un mega poder, sino un meta poder.

Cuando se da un golpe de estado, como ha ocurrido en Myanmar o ya ocurrió en 2011 en Egipto, los que tienen el poder de cerrar las comunicaciones obligan a las compañías telefónicas a cerrar. Se produce un vacío en el que podemos comprender el poder de la información, pero también el poder que puede tumbar toda la estructura. Eso nos deja un panorama complicado.

Desde hace tiempo, los gobiernos de los países han comenzado a poner límites al poder de las compañías. Las infraestructuras de redes puede ser controladas con un cierre, pero no ocurre lo mismo con las propias empresas creadas, que se encuentran fuera de su jurisdicción. El conflicto entre Australia y Facebook es uno más de los intentos en ponerle puertas al campo, por un lado, pero también de cazar al zorro en ese mismo campo y demostrar quién manda.



Los medios de comunicación, que se adaptaron a la llegada de las redes digitalizándose con la promesa de millones de personas en sus audiencias mundiales, descubren que esos lectores quieren hacerlo gratuitamente, que la publicidad de va a los abiertos y que, sin saber muy bien cómo, se encuentran en declive de forma general y en bancarrota de forma específica muchos. Se encuentran también con que los medios son comidos por los micromedios, que son los favorecidos por las redes para aumentar el tráfico de las redes, que se han llenado de "YouTubers", de "Influencers" y demás que desde su casa, con una mínima inversión, tienen más seguidores que varios medios juntos, y se hacen ricos marchando a Andorra para evitar impuestos. Mientras ellos se quiebran la cabeza pensando qué diablos pueden poner en sus páginas que sea barato y atractivo, encontrándose reproduciendo para sobrevivir las tonterías que los usuarios producen y cuelgan de las redes. La locura de los medios es intentar producir información de calidad cuando son millones los que quieren consumir (y producir) trivialidades, estupideces infinitas que les dé unos segundos de popularidad. Tiene que ser muy desmoralizante ver cómo tu información importante, profesionalmente preparada, es superada por una gracieta de un gato o una caída haciéndose un selfie en un barranco. Y ruinoso. Pero esto es parte de ese contagio que la producción en cantidad, no en calidad, buscan desde ese nivel superior, donde no importan los contenidos, solo los flujos, las cantidades.

En la CNN, Rishi Iyengar publicó ayer un artículo titulado "The worldwide web as we know it may be ending" donde nos da algunas pistas sobre la transformación que se está produciendo o, al menos, sobre el comienzo de esas hostilidades que se han abierto desde los gobiernos hacia las grandes compañías tecnológicas. Escribe Iyengar: "A fight over news in Australia is a relatively small part of the clash between tech and governments, which has largely been focused on issues such as censorship, privacy and competition."*

En efecto, la multiplicación de casos es un hecho, el resultado de que una vez se ha dado el paso por parte de los estados, estos sirven de orientación a los siguientes, que buscan establecer sus normas en las relaciones con las grandes compañías, estableciendo un mapa confuso y, desde luego, cada vez menos uniforme y global.




En el texto se hace repaso de algunos precedentes en la cuestión del uso de la información procedente de los medios por parte de las compañías. Se cita incluso el caso español, donde los medios también intentaron obtener beneficios sobre la recogida que Google hacia mediante los enlaces a sus noticias.

En el artículo se va precisamente a la cuestión de esta lucha de poderes abierta:

 

A fight over news in Australia is a relatively small part of the clash between tech and governments, which has largely been focused on issues such as censorship, privacy and competition. But the response to Facebook's move in Australia has shown that a more international effort to rein in Big Tech may be gathering momentum -- and with it, the potential for additional fracturing of how internet services function from one country to the next.

As his government faced off against Facebook last week, Australian Prime Minister Scott Morrison issued a warning to the social media giant: what you do here may come back to hurt you in other countries.

"These actions will only confirm the concerns that an increasing number of countries are expressing about the behavior of Big Tech companies who think they are bigger than governments and that the rules should not apply to them," he said in a Facebook post. "They may be changing the world, but that doesn't mean they run it."*

 


La frase que cierra el párrafo muestra con claridad el sentido del enfrentamiento, una cosa es cambiar el mundo y otra dirigirlo, muestra claramente que la lucha está abierta. La transformación provocada por las creación de aquellas "súper autopistas de la información" de Gore, ha excedido lo que se pensaba inicialmente por todos, tanto por los que las crearon, como por los empezaron a usarlas. Los sueños que se tenían respecto al mundo virtual se han ido transformando conforme sus efectos de transformación eran mayores y se iban convirtiendo en una maquinaria global de poder y dinero. Las dictaduras mostraron los caminos del control y el bloqueo. Las democracias no siguen ese camino, pero sí tratan de frenar la deriva de quienes pueden controlar una vida —social, política, económica— que dependen cada vez más de unas pocas compañías que se reparten el pastel y obligan a pasar por el aro a los que quieren estar conectados.



Los problemas derivados de un mundo controlado por grandes empresas tecnológicas cuyo poder aumenta por la participación creciente e intensiva son muchos y crecientes. La ausencia de regulación no es buena, pero tampoco es fácil, sencillo ni claro. Hay muchas cosas que sopesar porque los beneficios son evidentes. La cuestión, pues, es política. Se refiere a la jerarquía, a los límites y al orden social. Se refiere, en última instancia, como diría Michel Foucault, al "orden del discurso", a su regulación, pues quien lo controla tiene el verdadero poder.

Ahora solo falta ya que se enfrenten al nuevo gran negocio: la recogida de datos masivos, que pese a las regulaciones de protección se sigue siendo un conflicto sin resolver. Es otro grupo de intereses que vive de nuestro movimiento en las redes que habrá, tarde o temprano, que controlar con eficacia y cuya opacidad es manifiesta más allá del primer escalón.

Quizá Trump pase a la historia por algo que no pensaba, por haber mostrado el camino y los límites al ser silenciado por Twitter después de haber sido su vehículo favorito para extender falsedades. Ironías de la Historia.

 

 

* Rishi Iyengar "The worldwide web as we know it may be ending" CNN 23/02/2021 https://edition.cnn.com/2021/02/23/tech/splinternet-tech-regulation-facebook/index.html