Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
BBC
Mundo nos trae hoy un reportaje sobre las tasas de suicidio de las jóvenes hispanas
en los Estados Unidos, señalando que son sensiblemente superiores a las de las
comunidades blanca y afronorteamericana. Nos señalan que esto ya se detectó a
principios de los años 90 en otro estudio realizado. El número de jóvenes hispanas que
se han planteado, intentado o llevado a cabo suicidios es mayor que el de otras
comunidades, según el estudio bianual del Centro para la Prevención y el
Control de las Enfermedades. En 2013 —señala el estudio— "un 26% de las
jóvenes latinas de entre 13 y 17 años aseguraron haber contemplado suicidarse,
frente a un 21,1% de las blancas y un 18,6% de las negras."* Las
diferencias son apreciables y aumentan "si se analizan las cifras de las
hispanas que intentaron quitarse la vida: un 15,6%, frente al 10,7% de las negras
y el 8,7% de las blancas."*
En sus
consultas con especialistas en el tema, algunas de las respuestas se centran en
aspectos de índole cultural y generacional:
El profesor de la Universidad de Texas [doctor
Luis Zayas, decano de la escuela de Trabajo Social] apunta que todavía siguen
investigando qué factores hay detrás de este fenómeno, aunque señala que una de
las causas principales serían las grandes diferencias culturales entre las
jóvenes hispanas y sus padres.
"Los progenitores traen sus valores y
creencias de sus países de origen y las niñas se crían en EE.UU., en una
sociedad en la que la tradición no tiene tanta importancia. Así que no sólo hay
la brecha generacional que suele ser habitual entre padres e hijos, sino que
también hay una brecha cultural", explica Zayas.
"Así, muchas veces los padres de estas
adolescentes tienen una idea preconcebida de cómo deben ser sus hijas como
mujeres y cómo deben comportarse y les imponen muchas más restricciones, lo que
choca con la libertad que las niñas experimentan en la escuela y se crea un
conflicto".*
Aunque
no se nos dan los datos del mismo problema por el lado masculino, es de suponer
que si es ese el origen principal, la incidencia sería menor porque es la mujer
la que tiene una sujeción mayor a la familia y, por medido de ella, a la
tradición, entendida como un conjunto de normas que rigen el comportamiento.
Metemos
muchas cosas dentro del término "tradición" y
"tradicional". La tradición está compuesta de muchas cosas, pero ante
todo supone la transmisión de normas y valores que son usados para mantener un
modelo social. Ese modelo incluye, por supuesto, el establecimiento de una
autoridad capaz de juzgar e imponer esas mismas normas. En las sociedades
tradicionales esta forma principal que se mantiene a través de la tradición y a
su vez la mantiene es la forma patriarcal, que se centra en la familia como
modelo.
Ayer
hablábamos de la condena de la risa femenina por parte del viceministro turco,
islamista. La sociedad patriarcal no tiene fronteras y sí un modelo jerárquico
universal en el que la autoridad la representa el varón, que controla el
funcionamiento de la unidad familiar mediante la sujeción de los hijos y la
sumisión de las mujeres, es decir, esposa e hijas. El modelo se extiende a
través de formas más amplias en clanes familiares en los que uno de los varones
asume el control de otras unidades de la familia. De esta forma aumentan su
poder en la sociedad extendiéndose a través de los matrimonios.
El
principio que rige es el de la corresponsabilidad: todos son responsables del
nombre y honor de la familia; lo que uno hace afecta y mancha a todos los
miembros. Los llamados "crímenes de honor" obedecen a este principio
básico. Con el crimen "lavan" su honor ante la comunidad y
"advierten" a la propia familia de lo que les ocurrirá a aquellas que
pongan en peligro el nombre de todos.
Estados
Unidos está integrado por un conjunto de comunidades con sus especificidades culturales
que logran su convivencia y desarrollo con muchos condicionantes. Pero los
problemas principales surgen con las generaciones que se integran y van
perdiendo su "identidad" tradicional inicial. Las personas que salen
de sus países pueden adaptarse a ellos o establecer una coraza, un blindaje
para mantener el control de lo que en su propia cultura manejan con el respaldo
social. El choque, nos dicen los especialistas, se produce cuando entran en
conflicto las normas de la comunidad en que se vive con las que se mantiene el
control de la propia familia.
La
necesidad de integración social, de poder convivir en el espacio en el que
estamos, entra en conflicto con las normas heredadas y afectan más, como es
lógico, a aquellos que no las tienen adquiridas. Los normas no son obvias más
que en la medida en que son costumbres, transmitidas de forma acrítica en
período en el que no se puede juzgar sino que, por el contrario, se busca la
aceptación social. En las personas fuera de su país, el entorno es mucho más
débil ya que se limita a la familia o barrios, pero existe un mundo diferente a
pocos pasos, en las escuelas o en cualquier otro lugar de convivencia.
Que
sean las mujeres las que padecen más este choque nos da cuenta del rasero
diferente con el que la sociedad patriarcal y machista ajusta sus normas. Basta
con ver el rigor con el que se exige el cumplimiento de las normas de vestir en
los países árabes y la relajación, por decirlo así, de que disfruta el varón.
La tradición la afecta a ella porque toda norma ejercita el músculo del control
social y familiar: es también una prueba de poder y una prueba de obediencia.
Los
investigadores señalan una circunstancia de interés:
"Cuando hay una mala comunicación entre
hijas y madres, la probabilidad de un intento de suicidio aumenta. Las jóvenes
quieren que sus madres las entiendan. De hecho, en un estudio que realizamos en
Nueva York vimos que cuando aumenta la comunicación entre madre e hija se
reduce la probabilidad de un intento de suicidio en un 50%".
Zayas señala que también en este caso el
problema es la brecha cultural entre madre e hija.
"Si ambas estuvieran en el país de
origen, estarían en un ambiente cultural que las dos compartirían, pero en el
país de acogida la comunicación se corta".*
La
comunicación entre madre e hija es sumamente importante dentro de la familia y
si es fluida supone un freno a los problemas que se plantea en el estudio. La
lingüista Deborah Tannen dedicó uno de sus libros de pragmática al estudio de
la comunicación madre hija con el título "¿Piensas salir vestida
así?" (Integral 2007), traduciendo el título original inglés "Are you
wearing that?". La importancia de las comunicaciones masivas y comerciales
nos hace olvidar la esencial que tienen las comunicaciones interpersonales en
el orden familiar y, por extensión, familiar.
Que una
comunicación fluida reduzca la probabilidad del suicidio al 50% es muy
significativo y muestra su importancia. La solidaridad entre ambas mujeres,
madre e hija, es esencial para enfrentarse a los problemas a los que se
enfrenta que son los comunes de la adolescencia pero con la gravedad de la
brecha con la tradición. El hecho de que la madre y esposa dependa del orden
tradicional, del que forma parte, puede suponer un freno o un apoyo a la hija
en su incorporación al entorno y tiempo en el que realmente se encuentra y no
en el que otros se imaginan vivir o contra que el que se enfrentan para evitar
su propia disolución.
El
nuevo entorno puede hacer aumentar el control de la familia sobre las mujeres,
que lo acaban padeciendo doblemente y de forma traumática. Es en la
adolescencia cuando precisamente se busca la apertura del mundo hasta ese
momento más centrado en la familia. Sentir a la familia a tu lado puede ser
importante; sentirla en contra, un suplicio.
Los
expertos señalan otros factores para esas diferencias entre los suicidios de
las jóvenes hispanas respecto al resto, del menor acceso a los especialistas de
la salud por cuestiones económicas a cuestiones de estética, como las
diferencias entre el canon de belleza de unos y otros. Puede que todo cuente en
un suicidio y en la desesperación que lleva a él, pero el hecho de las
diferencias de cultura quizá sea el más relevante. Lo que analizamos para
mostrar los factores por separado, en la realidad está unido en las personas y
sus circunstancias vitales. Las estadísticas no logran reflejar el sufrimiento
o la angustia adolescente que llevan al suicidio. Hemos repasado la presa y los titulares se repiten en años anteriores casi calcados: las jóvenes hispanas son más proclives y se suicidan más que el resto. Las campañas y asociaciones que intentan frenarlo no han podido hacer demasiado hasta el momento. Intentan romper la barrera de silencio ante la que se encuentran, favorecer la expresión de los sentimientos que ellas se sienten obligadas a reprimir por la incomprensión de su entorno inmediato. Es un bloqueo que lleva al silencio.
La
cultura tradicional supone un refugio para muchos, un refugio de estabilidad,
orden y jerarquía, de respuestas predeterminadas. Pero para otros supone un
corsé insoportable que es difícil de llevar en la sociedad en las que se
encuentran, pero que puede ser todavía peor si viven en otra distinta que les
reclama pero en la que no pueden desarrollarse en igualdad de condiciones
porque se encuentran lastradas por la incomprensión y la intransigencia. Los hay exiliados dentro de su propia cultura, en la que tienen que convivir, aunque se sientan distantes de las tradiciones que se les aplica; son los disidentes locales. Aquí se nos habla de los desplazados con la tradición y del efecto de esa resistencia ante lo nuevo en las generaciones que viven fuera. El novelista marroquí Tahar Ben Jelloun lo mostró de forma clara en su novela "El retorno" (Alianza 2011), en la que se pueden ver bien estos dramas de la familia tradicional desplazada a entornos más abiertos y de los conflictos de autoridad que suponen para los patriarcas.
El
mundo se mueve y nos movemos en el mundo. No todo se puede meter en una maleta
y sacarlo al llegar. La integración siempre es una cuestión difícil por lo que
tiene de choque más o menos violento, pero el sufrimiento lo padece la
generación que crece en un mundo distinto del que recibe por la tradición. Y
dentro de ese sufrimiento, es lo que nos dicen, las mujeres adolescentes pagan
un precio mayor, rebeldía o sumisión. O muerte.
*
"¿Por qué tantas jóvenes hispanas intentan suicidarse en EE.UU.?" BBC
Mundo 31/07/2014
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/07/140728_eeuu_hispanas_latinas_problematica_suicidios_jg.shtml