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martes, 27 de marzo de 2012

El vagón

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El caso español provoca curiosidad y transciende nuestras fronteras. Esta vez la sorpresa llega por parte de un reportaje de la BBC en el que se describe una reunión festiva en Londres. Allí se encuentran unos cuantos españoles que no se conocen y hablando entre ellos resultan estar todos relacionados con el sector informático. Al no encontrar trabajo en España o, mejor dicho, ante las pobres ofertas de trabajo que se les ofrecían en nuestro país, decidieron emigrar. Y ahora se encuentran convertidos en miembros de una floreciente colonia trabajadora española en Londres. No es el único sitio.

Aunque no hay cifras oficiales, la fuga de ingenieros informáticos al extranjero es cada vez más notoria en España. En Estados Unidos por ejemplo, según Javier Pagés, presidente de la Federación de Asociaciones de Ingenieros Informáticos en España, la green card se la suministran con facilidad.
Allí les esperan sueldos de entre US$70.000 y US$80.000 anuales.
En Alemania, la canciller Angela Merkel realizó una invitación abierta a todo aquel "IT", (tal y como se conoce en inglés a los especialistas en informática) interesado en hacer las maletas.
Y no es que en España no encuentren trabajo, al contrario, apenas un 2% está desempleado, pero, de acuerdo con Pagés, "tienen bajos salarios, bajo reconocimiento y nula progresión de carrera".*

La afirmación final de Javier Pagés es lo más sangrante de todo porque revela algo que en lo hemos insistido una y otra vez. El “mal español” es la degradación de nuestras empresas convertidas en rutinarias y pequeñas entidades incapaces de ofrecer puestos de trabajos en condiciones. La formación es muy superior a la oferta de trabajo. No solo al “trabajo”, sino a la ·oferta”, es decir, a lo que el mercado español ofrece a sus trabajadores. Este es el efecto combinado de haber ido rebajando siempre la parte laboral. El ejemplo más claro es la maltratada figura de los “becarios”, auténtica mano de obra casi gratuita en la que la mayoría de las empresas no piensan como formación sino como ahorro. Un ahorro que se ha producido en los "mejores" momentos económicos. Esto es lo terrible. Tenemos un mercado laboral absolutamente degrado por tres décadas (desde los años ochenta) de considerar que había que alentar a las empresas a la contratación de jóvenes. Los resultados son los que tenemos ahora: un enorme paro juvenil dentro de un enorme paro general. Han fallado gobiernos y empresas, aunque ambos miren a los trabajadores. No es ahí donde está el problema, desde luego.
De la misma manera que el tratamiento fiscal (y España fue advertida repetidas veces de esto) dado a las compras de viviendas contribuyó a la burbuja inmobiliaria, los estímulos para sacar a los jóvenes de las cifras del paro —las únicas que la ciudadanía entiende— justificaban ignominiosas formas de contratación juvenil, que hacía que el sueldo de los jóvenes "formados" compitiera con el de los jóvenes "en formación". La beca hacía bajar los sueldos y los sueldos bajos hacían bajar las becas. Al final de este proceso, tenemos sueldos de miseria y no se ha creado empleo.


La explicación de Javier Pagés sobre esa tendencia permanente a rebajar los sueldos en las empresas surge de una pregunta:

"¿Qué se está haciendo ante la fuga de informáticos?", dice retóricamente Pagés, "importarlos de latinoamérica a precios latinoamericanos. Así el español compite con informáticos de Venezuela, Colombia, Perú y Argentina".
No obstante, los latinoamericanos también se lo están pensando. "Están empezando a retornar porque la situación está siendo mejor en sus países".*

Es el mismo papel que están desempeñando ahora los informáticos españoles en Alemania o Inglaterra, con diferencias importantes. Allí son bien pagados porque son sectores en expansión, con presente y visión de futuro. En estos países se están preparando para producir e innovar en la próxima revolución informática, nos dice, que generará quince millones de trabajadores —en Europa, de aquí a 2020—, de los cuales 800.000 estarán directamente vinculados con el sector informático: la computación en la nube. Javier Pagés explica a la BBC:

El problema, dice, es que España no sólo ofrece malas condiciones laborales a su capital humano sino que se dedica más a los servicios prestados a empresas de tecnología extranjeras, en lugar de desarrollar software propio.
En consecuencia, el país europeo invierte millones al año en formar a ingenieros informáticos de calidad en las universidades públicas. Pero muchos de esos profesionales se marchan y se prevé sólo volverán al país de vacaciones.
"No es que vengan las empresas extranjeras y se lleven el oro, es que se lo damos refinado", finalizó.*

Es un ejemplo más, otro, del despropósito español, del despilfarro humano. Nuestro sistema laboral está “distorsionado”. De la misma manera que los economistas hablan de las alteraciones que suponen para el mercado el proteccionismo, los sectores subvencionados, etc., con el empleo en nuestro país ha ocurrido algo así. Hemos estado creando unos sectores que no estaban acordes con la oferta de empleo. Pero la calidad del empleo es un resultado del desarrollo de una sociedad y debe ir a la par. La teoría económica señala que, ante situaciones así, lo que se produce es la emigración, algo que evidentemente está ocurriendo. Mandamos al exterior a las personas que formamos porque no estamos dispuestos a pagarles lo que merecen por formación.
Es el equivalente de un vagón del Metro: “antes de entrar, dejen salir”. En el vagón nacional, salen unos para que entren otros. La riqueza se traduce en mejor formación, pero esa formación se desperdicia porque nuestras empresas son incapaces de absorberla y dedicarla a producir entre nuestras fronteras. El modelo "ladrillo más turismo" produce mucho y necesita poco.
Pero la teoría económica es fría y no contempla que junto a estos ajustes de mercado está la voluntad de crear empresas capaces de innovar y ofrecer mejores puestos de trabajo para que mejore la calidad del país en su conjunto. Por eso una parte importante de la queja de Pagés es que los pocos informáticos que consiguen buenos puestos lo hacen en las empresas extranjeras que hay en España, empresas capaces de producir algo en este terreno. Hemos renunciado a hacerlo. Es el conservadurismo empresarial facilón lo que ha degradado el sistema, su falta de horizontes para poder crear lo que otros sí crean y emplean nuestras personas para hacerlo. Lo que ha fallado y sigue fallando ha sido la falta de miras y la codicia inmobiliaria y turística combinadas. Pobreza emprendedora, nula innovación.


Estos sectores apenas son capaces de absorber casi nada de las personas con alta formación, No los necesitan, sencillamente. Y eso es un elemento importante en la apatía juvenil, que ve que las alternativas son el subempleo o la emigración. Por eso rezuman cinismo e hipocresía, las campañas mediáticas dirigidas a alentar que los jóvenes se tengan que ir de su país, frente a las que debían realizarse de exigir a las empresas que se pongan a la altura de la sociedad en la que se asientan. Pero eso no aparece en la teoría económica.
Es la falta total y absoluta de sentido nacional, que queda reservado en exclusiva para nuestras orgullosas selecciones deportivas. Ahí sí que no hay becarios y los sueldos son competitivos. Es el vagón de primera clase. El resto de los vagones van cada vez más vacíos y se van degradando por el abandono, por la dejadez de los responsables. Muchos se bajan y otros pocos suben en estos tristes vagones. Solo el último, el del paro, está lleno a rebosar.

* “Españoles a los que les sobran ofertas de trabajo”. BBC / Tecnología  26/3/2020 http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2012/03/120326_tecnologia_informaticos_espanoles_aa.shtml