Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Comenta la defensora del lector del diario El País, Milagros Pérez Oliva*, por
segunda vez en poco tiempo, el fenómeno de la resurrección informativa de textos periodísticos por efecto de la
suma de lectores. Todo su comentario, a diferencia del primero, se dirige hacia
los problemas planteados por “ser ficticia” la crónica resucitada de Rosa Montero
—nunca fue real el caso que contaba y había versiones anteriores y posteriores
de la misma historia en diferentes países— deja de lado esta vez la profundidad del hecho en
sí: el que sean los lectores los que puedan resucitar las noticias al margen de
los propios medios. La redifusión a cargo de los lectores plantea, sin duda, una serie de cuestiones de gran importancia para el sistema informativo y su funcionamiento social.
Milagros Pérez Oliva, defensora de El País |
Cuando hablamos de “diarios”, “semanarios” y de “periódicos”,
términos que hemos sustantivado, hacemos
referencia a algo que en el surgimiento de la “prensa” llamó la atención: la frecuencia de aparición. “Diario” quiere
decir que aparece todos los días; “periódico”
que aparece regularmente, con cierta periodicidad, que ocurre en un periodo
de tiempo determinado (día, semana, quincena…). A diferencia de otro tipo de
obras de aparición irregular, lo
periódico impone su ritmo estableciendo, como el reloj o el calendario, una
ordenación de los fenómenos y de su percepción y clasificación. Es este aspecto de ordenación temporal, lo que está en la base de la constitución de los flujos de
información.
Por su carácter temporal, lo que ocurre desaparece al igual que lo hacen los acontecimientos: el periódico se sustituye a sí mismo como el presente sustituye al pasado. Llamamos “actualidad”
a los sucesos que ocurren en el periodo de tiempo fijado por el medio. Las hemerotecas son arqueología, conocimiento del pasado, la
supresión del carácter de actualidad de lo
periódizado. Los textos son los mismos, pero han dejado de ser de actualidad. Hasta no hace mucho, había
periódicos que tenían ediciones de “mañana” y “tarde”, en un intento de recortar esas veinticuatro horas que
marcaba el diario y competir con los medios de emisión
simultánea (directo) y continua , la radio y la televisión. No deja de ser sorprendente que en la época del "en tiempo real", emerjan las noticias del pasado confundiéndose con el presente.
Hasta el momento, la recuperación de noticias del pasado
estaba en función de las conexiones con la actualidad. El medio utiliza las viejas noticias como antecedente de lo que
acontece hoy. El que tenía acceso a la
hemeroteca, por decirlo así, era el profesional de la información. Por eso el fenómeno de la reaparición de noticias por
criterios ajenos a los profesionales o a la propia actualidad, es una sorpresa,
aunque relativa, de la que se deben extraer algunas conclusiones parciales.
La primera cuestión que se plantea es que la pulverización de lo periódico por efecto de la publicación continua ha hecho resentirse la idea de actualidad vinculada al presente. Pasada su publicación inmediata, cualquier texto se sale del tiempo informativo y entra a formar parte de una nebulosa temporal de la que es recuperable por criterios ajenos a la actualidad o a la voluntad de los gestores de la información. No existe justificación para esas noticias que emergen (por eso la apelación a lo literario, como atemporal, del texto recuperado de Rosa Montero por la Defensaora del Lector de El País). Es la inercia viral la que la sitúa en primer plano, crea su propia actualidad.
La segunda cuestión afecta a que esa nebulosa, en términos
mediáticos, se llama “base de datos”. La gente antes guardaba las noticias que
le habían interesado especialmente: las recortaba y las metía en un álbum, una carpeta
o entre las páginas de un libro. Era lo que el tópico llamaba “un viejo recorte”.
Ahora ya no se guarda nada. Nos han habituado a la “nube”, espacio virtual en el
que se mantiene la información. Las
noticias ya no son algo que guardamos, sino algo que está ahí, permanentemente y que “recuperamos” mediante un buscador.
No se busca por fechas generalmente (lo que determina la actualidad), sino temáticamente, por lo que se establece la
reaparición de los textos por sus contenidos.
El comentario de Pérez Oliva sobre el carácter literario del artículo de Rosa Montero no funciona en el caso del primero de los textos e hizo necesaria una nota explicativa del diario El País. A diferencia de este último caso, el primero sí tenía un carácter real y político y podía tener una incidencia en la opinión pública, como de hecho la tuvo. El hecho de que una persona disponga de un número de contactos suficientes como para que el simple envío se vea amplificado por los contactos de los contactos hasta adquirir una magnitud suficiente como para entrar en "lo más visto" de un medio importante, en donde comienza una nueva amplificación, es representativo de los nuevos fenómenos de la comunicación y de su futuro.
Desde el punto de vista de la política de la información, es
un paso más en la pérdida del poder mediático (control) en beneficio del de los
usuarios y consumidores que ya no se limitan a ese papel sino que intervienen
en un proceso esencial del control informativo: la configuración de la agenda, el filtro selectivo de lo que
aparece en un medio.Cuando decimos "en beneficio" es una forma de hablar que debería ser revisada para comprender su alcance.
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Cuando esa proximidad desaparece —se publica una noticia de
hace diez años—, los efectos o lecturas ya no son los mismos. Pero eso ya no lo
controla el medio o el profesional. La nota aclaratoria del diario sobre su
ausencia de intención en que una noticia antigua se convirtiera en la más vista del diario trataba de
evitar la acusación de manipulación informativa y de la violación de normas éticas
sobre el comportamiento periodístico. El diario no pudo evitarlo y es lo que trató de señalar con la aclaración.
Pero es seguro que esa ausencia de intención no ha impedido
la reflexión sobre lo que el fenómeno muestra y lo que de anticipo del futuro
tiene, una vez vistas sus posibilidades y efectos por algunos. Nada más fácil
que lanzar campañas virales; nada más fácil que esconderse tras las redes
sociales.
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Y desde el punto de vista de los medios, lo más preocupante es
la falta de control directivo de la
lectura. Las audiencias dejan de leer según la selección propuesta cada día
para organizar sus propias lecturas, fruto de las recomendaciones externas o
virales. Con ello están reflejando en la prensa un comportamiento que ya se
había producido en otros medios, que han sido desjerarquizados y atemporalizados. Cuando compro una serie de televisión de DVD me estoy sustrayendo a la tiranía de la programación y la veo cuando yo quiero.
Las nuevas generaciones, formadas en los micromedios
convergentes y en los mecanismos propios de las redes, crean sus propias
parrillas de programas y sus propias agendas informativas. Los propios medios
lo fomentan mediante la inclusión de “lo más visto”, etc., en donde se
aprovechan del factor imitativo viral minando su propia jerarquización de la
actualidad. ¿Por qué lo más visto
tiene que ser lo que el medio propone hoy
si todas las informaciones —pasadas y presentes— están ahí? Tiene su lógica.
Los efectos sociales y políticos que estos comportamientos
tienen sobre la idea de “opinión pública” y “actualidad” se verán en el futuro.
Es decir, pronto.
* Milagros Pérez Oliva: "'El negro' y sus mil avatares". El País 15/01/2012 http://www.elpais.com/articulo/opinion/negro/mil/avatares/elpepiopi/20120115elpepiopi_5/Tes
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