Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Tareq Abdel Latif |
Los sueños se pueden contar y cantar, Los sueños son sueños hasta que forman parte de tu vida despierta.
Se sueña con un mundo mejor, con la libertad. Pero siguen siendo sueños hasta que
tienes el pan para tus hijos y tu destino en las manos.
Rania y Tareq seguro que compartieron sus sueños en la
intimidad. En vez de guardarlos para ellos y construir una felicidad retirada
de los demás, dedicaron su vida a tratar de hacerla realidad. Tareq dio su vida
en los inicios de la revolución. La muerte de Tareq no es una muerte inútil
porque Rania y muchos otros egipcios no quieren que sus mártires sean simples muertos, meros incidentes de orden público. No quieren
que sean personas muertas en, sino muertas por. No son los muertos de una
plaza, barrio o calle, sino los muertos
de una causa, la de la libertad de todos los egipcios.
El diario Al-Masry Al
Youm publica hoy una impresionante carta*, la de Rania Shaheen a su marido, Tareq Abdel Latif, muerto el Viernes de la Ira, un profundo testimonio al cumplirse un año del comienzo de la
Revolución del 25 de enero. Tareq falleció entonces, en esos primeros días, los más duros, cuando lanzarse a la calle
era algo que no se sabía hasta dónde podía llegar porque lo único que se tenía enfrente
era la brutalidad. Sueños y piedras eran todas las armas que los
revolucionarios egipcios emplearon para atrincherarse y resistir. No asaltaron
nada, no destruyeron nada. Se limitaron a plantar sus sueños como plantaron sus
tiendas en el centro de una Plaza, la de Tahrir, y en otros muchos lugares de Egipto que
les sirvieron de escenario para su resistencia. Clavaron sus sueños al suelo y los alimentaron con
sus cantos y lágrimas. No quisieron escuchar las llamadas a la rendición que
les hacían y se limitaron a seguir la luz del futuro, la que nos se apaga al
llegar el día, la de la ilusión de un Egipto en libertad.
Los muertos y heridos se fueron acumulando, al igual que los
desaparecidos y torturados en los calabozos de una policía bien entrenada en
esas tareas crueles. No se pararon ante esa barbarie y dieron ejemplo de
dignidad a todo el mundo. Eran mártires,
un término con profunda significación que sirve para mostrar el agradecimiento y el respeto a aquellos que se sacrifican por otros y mantienen viva la llama
de la ilusión en mitad del sufrimiento. En el martirio pudieron vivir la
conciencia expresa de la dignidad y libertad que se les negaba en la sumisión
obscenamente exigida por la barbarie de unos gobernantes que hacían manifiesto el
desprecio por su pueblo, insultándole y robándole, dejándolo sin pan ni
educación. Por eso es por lo que dieron los mártires su vida.
Viernes de la Ira |
Rania le escribe a Tareq:
Do you hear and see what is going on in the country you laid down your
life for? Do you know of the other martyrs — who the state propagandists call
the Maspero dead, the Mohamed Mahmoud Street “thugs” and the cabinet building
“infiltrators”?
They refuse to call them martyrs, as though martyrs are waiting to be
honored by such traitors! Tell them that all martyrs are equal and that God
will grant them justice.
Reclama la justicia de los que no quieren olvidar, la de aquellos que saben que la revolución no se puede transformar en celebración cuando se les niega el honor a los mártires, cuyos sueños siguen sin hacerse realidad.
Pero ¿cómo van a celebrar a los muertos los mismos que les dispararon,
cómo van a rendirles honores bajo la presidencia de los que siguen en el mismo
sitio que estaban? La sola posibilidad es un insulto a los muertos y a los vivos. Para el homenaje queda la palabra y el grafitti de los amigos que le recuerdan en los muros de El Cairo, donde cayó.
Por eso, pasado un año, la revolución y sus mártires siguen pendientes
de materializar sus sueños. No se trata solo de cambiar o negar el nombre a los
mártires, como señala acertadamente
Rania; se trata de la revolución misma, cuyo alcance ha sido también modificado
al reducir sus pretensiones a una pobre situación que se presenta como un gran logro bajo la tutela militar, con
sus cientos de muertos, detenciones y juicios militares posteriores. ¿Dónde está
la revolución?
Rania |
I promise not to give up on a better future you have died for, a fair
retribution that gives you justice, and a changed country where your daughters
will live to talk proudly about the revolution in which their father sacrificed
his life.
Be sure that if they kill all of the men in this country, its women will
continue to take to the streets to demand your rights, and I will be one of
them.
So wait until I take revenge for you or die as a martyr.
Los que pretenden que Egipto sea un león dormido, molestado
de vez en cuando por algunas moscas impertinentes, se equivocan. No será fácil
conseguir que el león vuelva a su letargo anterior. La memoria de los mártires lo
mantendrán despierto. No volverá el miedo a la noche.
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