sábado, 28 de enero de 2012

El sueño de los mártires y la revolución

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Tareq Abdel Latif
Los sueños se pueden contar y cantar, Los sueños son sueños hasta que forman parte de tu vida despierta. Se sueña con un mundo mejor, con la libertad. Pero siguen siendo sueños hasta que tienes el pan para tus hijos y tu destino en las manos.
Rania y Tareq seguro que compartieron sus sueños en la intimidad. En vez de guardarlos para ellos y construir una felicidad retirada de los demás, dedicaron su vida a tratar de hacerla realidad. Tareq dio su vida en los inicios de la revolución. La muerte de Tareq no es una muerte inútil porque Rania y muchos otros egipcios no quieren que sus mártires sean simples muertos,  meros incidentes de orden público. No quieren que sean personas muertas en, sino muertas por. No son los muertos de una plaza, barrio o calle, sino los muertos de una causa, la de la libertad de todos los egipcios.
El diario Al-Masry Al Youm publica hoy una impresionante carta*, la de Rania Shaheen a su marido, Tareq Abdel Latif, muerto el Viernes de la Ira, un profundo testimonio al cumplirse un año del comienzo de la Revolución del 25 de enero. Tareq falleció entonces, en esos primeros días, los más duros, cuando lanzarse a la calle era algo que no se sabía  hasta dónde podía llegar porque lo único que se tenía enfrente era la brutalidad. Sueños y piedras eran todas las armas que los revolucionarios egipcios emplearon para atrincherarse y resistir. No asaltaron nada, no destruyeron nada. Se limitaron a plantar sus sueños como plantaron sus tiendas en el centro de una Plaza, la de Tahrir, y en otros muchos lugares de Egipto que les sirvieron de escenario para su resistencia. Clavaron sus sueños al suelo y los alimentaron con sus cantos y lágrimas. No quisieron escuchar las llamadas a la rendición que les hacían y se limitaron a seguir la luz del futuro, la que nos se apaga al llegar el día, la de la ilusión de un Egipto en libertad.

Viernes de la Ira
Los muertos y heridos se fueron acumulando, al igual que los desaparecidos y torturados en los calabozos de una policía bien entrenada en esas tareas crueles. No se pararon ante esa barbarie y dieron ejemplo de dignidad a todo el mundo. Eran mártires, un término con profunda significación que sirve para mostrar el  agradecimiento y el respeto a aquellos que se sacrifican por otros y mantienen viva la llama de la ilusión en mitad del sufrimiento. En el martirio pudieron vivir la conciencia expresa de la dignidad y libertad que se les negaba en la sumisión obscenamente exigida por la barbarie de unos gobernantes que hacían manifiesto el desprecio por su pueblo, insultándole y robándole, dejándolo sin pan ni educación. Por eso es por lo que dieron los mártires su vida.
Rania le escribe a Tareq:

Do you hear and see what is going on in the country you laid down your life for? Do you know of the other martyrs — who the state propagandists call the Maspero dead, the Mohamed Mahmoud Street “thugs” and the cabinet building “infiltrators”?
They refuse to call them martyrs, as though martyrs are waiting to be honored by such traitors! Tell them that all martyrs are equal and that God will grant them justice.


Reclama la justicia de los que no quieren olvidar, la de aquellos que saben que la revolución no se puede transformar en celebración cuando se les niega el honor a los mártires, cuyos sueños siguen sin hacerse realidad.
Pero ¿cómo van a celebrar a los muertos los mismos que les dispararon, cómo van a rendirles honores bajo la presidencia de los que siguen en el mismo sitio que estaban? La sola posibilidad es un insulto a los muertos y a los vivos. Para el homenaje queda la palabra y el grafitti de los amigos que le recuerdan en los muros de El Cairo, donde cayó.
Por eso, pasado un año, la revolución y sus mártires siguen pendientes de materializar sus sueños. No se trata solo de cambiar o negar el nombre a los mártires, como señala acertadamente Rania; se trata de la revolución misma, cuyo alcance ha sido también modificado al reducir sus pretensiones a una pobre situación que se presenta como un gran logro bajo la tutela militar, con sus cientos de muertos, detenciones y juicios militares posteriores. ¿Dónde está la revolución?



Rania
La revolución egipcia sigue viviendo todavía en los sueños de los que cada noche traen con el recuerdo agradecido a los ausentes de sus calles. Vive, en los corazones de los que, como Rania, los recuerdan por el sacrificio y el compromiso que ellos testimoniaron para acercar los sueños a una realidad todavía muy distante. Ella mantiene vivo el recuerdo de su marido, amigo y compañero y pide justica y respeto para su condición de mártir.  El final de la carta de Rania es una muestra de dignidad y tesón, de firmeza ante aquellos a los que advierte de su determinación:

I promise not to give up on a better future you have died for, a fair retribution that gives you justice, and a changed country where your daughters will live to talk proudly about the revolution in which their father sacrificed his life.
Be sure that if they kill all of the men in this country, its women will continue to take to the streets to demand your rights, and I will be one of them.
So wait until I take revenge for you or die as a martyr.

Los que pretenden que Egipto sea un león dormido, molestado de vez en cuando por algunas moscas impertinentes, se equivocan. No será fácil conseguir que el león vuelva a su letargo anterior. La memoria de los mártires lo mantendrán despierto. No volverá el miedo a la noche.

 * Rania Shaheen: "I will take revenge for you or die as a martyr" Al-Masry Al-Youm 28/01/2012 http://www.almasryalyoum.com/en/node/623896




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