Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Las sanciones aplicadas en Egipto* a unos profesores y al
centro en el que imparten sus enseñanzas por incluir entre las cuestiones prácticas
de un examen que debían realizar sus alumnos la redacción de un telegrama de
felicitación a los Hermanos Musulmanes por sus resultados electorales va más
allá de la anécdota y es ejemplo de una forma de trabajo desde la base social.
Los resultados electorales obtenidos hasta el momento, con
más de dos tercios islamistas, en la que la Hermandad Musulmana resulta ser el
islamismo moderado y los salafistas los radicales, con un 20% de votos
aproximadamente, nos da la imagen radiográfica de los efectos de la dictadura y
su desastroso abandono social.
Desde su creación en los años veinte, la Hermandad ha trabajado en una dirección constante con una idea: ellos no hacen política, cumplen la ley de Dios. Los dictadores les enseñaban que la política era un ámbito de crueldad gratuita, impiedad, latrocinio y corrupción. Entre medio de ambas condenas de la política, la condena teórica de la teología y la condena práctica de la corrupción, se ha desarrollado la lucha de aquellas personas que deseaban que la política fuera la forma de sacar al pueblo de su ignorancia y pobreza hacia su futuro, lejos del fundamentalismo religioso y lejos del absolutismo político. Pero en la mayoría de las ocasiones la Historia no es el camino de los deseos, sino el de las frustraciones y los azares, el de los sueños incumplidos y las ocasiones desperdiciadas.
Desde su creación en los años veinte, la Hermandad ha trabajado en una dirección constante con una idea: ellos no hacen política, cumplen la ley de Dios. Los dictadores les enseñaban que la política era un ámbito de crueldad gratuita, impiedad, latrocinio y corrupción. Entre medio de ambas condenas de la política, la condena teórica de la teología y la condena práctica de la corrupción, se ha desarrollado la lucha de aquellas personas que deseaban que la política fuera la forma de sacar al pueblo de su ignorancia y pobreza hacia su futuro, lejos del fundamentalismo religioso y lejos del absolutismo político. Pero en la mayoría de las ocasiones la Historia no es el camino de los deseos, sino el de las frustraciones y los azares, el de los sueños incumplidos y las ocasiones desperdiciadas.
Las revoluciones socialistas, que comenzaron levantando a
los pueblos contras sus colonizadores, acabaron en dictaduras corruptas,
semilleros del fundamentalismo islamista que ahora se recoge en las urnas. Los
que hicieron las revoluciones, los que se lanzaron a la calle, asisten
asustados a la deriva de la lucha que comenzaron y a la que solo muy
tardíamente se sumaron los partidos islamistas, que hicieron lo mismo que el
ejército egipcio, es decir, esperar a ver de qué lado del tejado caía la pelota.
Unos mueven el árbol y otros recogen las nueces.
La frustración es que, tras una revolución, se sigue
manteniendo el mismo equilibrio de poderes con la diferencia de que ahora los
asientos en el parlamento los ocuparán otros pero con efectos muy similares. Si
el reparto se produce, puede que el pueblo egipcio tenga dos dictaduras
superpuestas: la militar, que seguirá manteniendo su capacidad de enjuiciar a
su gusto a todo el que discrepe sobre sus actuaciones, y la religiosa, que
afectará a la forma de vida, a la costumbre, regulando la vida pública y
privada, en mayor o menor medida. Unos tendrán las armas y otros tendrán las escuelas y los libros.
Por mucho que la Hermandad trate de calmar los ánimos, hay
hechos a los que se asiste con preocupación. Ese desprecio por lo político que
hemos mencionado, lo es también por sus reglas. Ganar en una elecciones
significa que ha ganado no solo una forma de gobernar, sino una forma de ordenar el
mundo, algo radicalmente distinto, más profundo y peligroso.
Las informaciones que llegan de múltiples puntos de Egipto
sobre declaraciones y llamamientos realizados y hechos producidos hablan de cómo se traduce
un resultado político por esa parte de la sociedad, de sus dirigentes, que no
entiende los límites o, por el contrario, que los ha entendido demasiado bien.
En Alejandría, un dirigente del Partido Nour (salafistas) señaló
que era pecado, que estaba prohibido, felicitar a los cristianos por la
navidad. También rechazaron cualquier signo festivo que pudiera exhibirse. Como contrapartida, muchos egipcios musulmanes han acudido a celebrar junto a los coptos sus fiestas, demostrando su deseo de paz y convivencia por encima de cualquier recomendación sectaria.
Algunos,
como el Viceministro de Asuntos religiosos, Abu Hatab, se han apresurado a
denunciar las palabras y actitud del dirigente salafista que va contra el deseo de unidad de muchos egipcios:
“How can Islamist extremists
forbid the greeting of Christians on their religious festivals?” Abu Hatab
asked.
“We must not listen to
the opinion of just one person. That person does not necessarily represent the
whole of Islam.”
Abdel Moneim al-Shahat, a senior figure in the
Salafi-oriented Nour Party and the official spokesperson for the Salafi
movement in Alexandria, said in a television interview on Wednesday that giving
festive greetings to Copts on their religious holidays is forbidden under
Islam.**
Pero la peculiar configuración del mundo islámico hace que una voz no sea solo una voz, sino todos
aquellos oídos que la escuchan, la valoran y la traducen a acción social. Desautorizar
voces o personas es muy relativo en un sistema basado en otro tipo de
autoridad.
Más preocupantes han sido las informaciones sobre la creación de grupos de vigilantes voluntarios destinados a actuar como “policía de la virtud y las buenas costumbres”, imitando la saudí, en zonas rurales de Egipto. Estos grupos se han convertido en vigilantes de la moralidad y tratan de presionar a los comerciantes sobre lo que deben vender o exponer en sus escaparates. Uno de los incidentes recogidos*** cuenta cómo las mujeres egipcias sacaron “a bastonazos” a estos vigilantes morales cuando entraron en una peluquería a reprobar y amenazar a las que allí estaban peinándose.
Más preocupantes han sido las informaciones sobre la creación de grupos de vigilantes voluntarios destinados a actuar como “policía de la virtud y las buenas costumbres”, imitando la saudí, en zonas rurales de Egipto. Estos grupos se han convertido en vigilantes de la moralidad y tratan de presionar a los comerciantes sobre lo que deben vender o exponer en sus escaparates. Uno de los incidentes recogidos*** cuenta cómo las mujeres egipcias sacaron “a bastonazos” a estos vigilantes morales cuando entraron en una peluquería a reprobar y amenazar a las que allí estaban peinándose.
Vigilante gangs of
ultra-conservative Salafi men have been harassing shop owners and female
customers in rural towns around Egypt for “indecent behavior,” according to
reports in the Egyptian news media. But when they burst into a beauty salon in the Nile delta town of Benha
this week and ordered the women inside to stop what they were doing or face
physical punishment, the women struck back, whipping them with their own canes
before kicking them out to the street in front of an astonished crowd of
onlookers.***
También, en las peluquerías masculinas dejaron avisos contra los afeitados de barbas. Pero las prohibiciones no van solo contra las
felicitaciones a los cristianos, las
cuestiones del arreglo físico de las mujeres o las barbas. También existen
voces que se vuelven contra la parte de su pasado preislámico que consideran prescindible. Ha habido voces
arremetiendo contra las esculturas antiguas y solicitando que sean cubiertas
con cera por considerarlas irreverentes y contrarias al islam. Ya se produjo en Alejandría, en noviembre, el tapado de una fuente pública durante la celebración de un acto del partido Nour salafista en la plaza donde se encontraba el monumento.
Egipto comienza una época de exámenes y las preguntas son las
que llevan doscientos años intentando contestar, desde sus primeros actos de
modernización. Son tiempos complicados para las personas que quieran sacar a
Egipto de la situación en la que se encuentra y llevarla hacia un futuro de
modernidad y prosperidad, de educación y libertad para todos. No lo tendrán
fácil y necesitarán mucha fe y energía en su proyecto de un Egipto moderno y democrático. Las
resistencias siguen siendo las mismas.
Los maestros que pusieron como tarea a los niños de esa
escuela felicitar a los Hermanos Musulmanes, junto a ese ejercicio, realizarán
mucho otros —no tan evidentes, más sutiles— para convencerles que no hay otra
forma de ser buen egipcio y musulmán, ya que no debe haber diferencia, que seguir las instrucciones de la
Hermandad o del salafismo. Afortunadamente hay mujeres que los sacan a
bastonazos de las peluquerías o personas que, incumpliendo los mandatos de los
radicales sectarios, felicitan las fiestas religiosas de los cristianos al
igual que muchos cristianos les felicitan a ellos las suyas, o que se afeitan cada
mañana. Entre el que obliga a felicitar a unos y el que prohíbe felicitar a otros, están todos los egipcios que desean tener la mayor cantidad posible de ocasiones de felicidad común.
* “Teachers
punished for exam expressing preference for Brotherhood party”. Al-Masry
Al-Youm 12/01/2012 http://www.almasryalyoum.com/en/node/596921
** “Coptic official warns Islamists of oppressing citizen” Al-Masry Al-Youm 12/01/2012 http://www.almasryalyoum.com/en/node/598766
*** “Egyptian
women cane morality police”. Bikyamasr
8/01/2012 http://bikyamasr.com/53028/egyptian-women-cane-morality-police/
Los cristianos coptos celebran la festividad de la Navidad |
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