Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La renuncia a la carrera presidencial egipcia de Mohamed El Baradei
es uno más de los síntomas de los derroteros que ha tomado la revolución
egipcia, cada vez más alejada de sus objetivos y dirigiéndose mediante un
movimiento extraño hacia un nuevo escenario de partida al término de casi un
año. Un extraño recorrido. El Baradei llegó y apoyó el cambio; cuando vio que
el cambio era difícil, se ofreció para liderar un gobierno civil de transición
a la democracia; y ahora, finalmente, renuncia ante el panorama previsible. Lo
ha intentado.
Hacia el exterior, el prestigio de El Baradei podía ser una
garantía de credibilidad. Su retirada ¿es un duro golpe para el régimen militar
o un alivio? Mucha gente apostaba por él y ahora se han quedado sin la figura
que para ellos representaba el compromiso y la independencia frente al sistema
anterior, la persona capaz de comenzar la transformación necesaria sin
ataduras.
Pero el escenario egipcio ha cambiado tras las elecciones y
lo que se dibuja en el horizonte está bastante alejado de lo que El Baradei y
muchos otros podían desear para Egipto. Hace unos meses señalamos que se estaba
hablando mucho del “modelo turco” pensando en términos de un islamismo moderado
capaz de respetar principios de convivencia democráticos que garantizaran libertades
individuales en el marco de los derechos humanos universales. Pero —recordamos
entonces y ahora—se olvidaba que el “modelo turco” podía entenderse también como
un estado dividido entre los poderes
civiles y militares, como hemos tenido ocasión de comprobar una vez más en estos
últimos días con el encarcelamiento de ex jefe del ejército turco, el general Ilker Basbug. Lo dejado al
descubierto no deja de ser interesante:
La Policía descubrió hace cinco
años las primeras pruebas de la trama ultranacionalista denominada Ergenekon (mítico
valle originario de la etnia turca), que conspiraba para crear una atmósfera de
caos que allanase el camino de una intervención militar para derribar al
Gobierno del Partido Justicia y Desarrollo (AKP) a causa de las raíces
islamistas de sus dirigentes. Erdogan niega que su partido, religioso y
tradicionalista, tenga una agenda integrista oculta.*
El ex jefe del ejército turco detenido |
Las estimaciones más optimistas hacia el islamismo egipcio
no daban más de un veinte por ciento en la mayoría de los casos, incluidas las
consideraciones de los propios Hermanos Musulmanes, antes e inmediatamente
después de la revolución de enero. El resultado de las elecciones egipcias ha
dado un setenta por ciento al islamismo, repartido más de un cuarenta por
ciento a la Hermandad y más de un veinte
por ciento a los salafistas, islamismo radical conectado con los saudíes, el
integrismo religioso puro. Para el resto de los partidos, de los liberales a
los socialistas, solo queda un tercio. ¿Cómo se ha producido este crecimiento
vertiginoso? ¿O ha sido una equivocación generalizada sobre el potencial
islamista? Quizás las dos cosas.
El intrincado, complejo y extraño sistema electoral egipcio,
deja por delante todavía la elaboración de una constitución y unas elecciones
presidenciales, lo que garantiza un aumento del caos y la discordia en un
futuro inmediato. La retirada de El Baradei es normal ante el incierto panorama
que se está gestando.
En qué acabará todo esto, no lo sabe nadie. Es difícil
imaginar escenarios cuando una parte importante de la acción se sigue
realizando entre bambalinas, con instituciones sin renovarse, la vieja policía en las comisarías, el juico de Mubarak
por medio, la misma cúpula militar, los juicios militares a los civiles, el
crecimiento del sectarismo salafista confiado en su poder y aplicando la ley de
la calle. La SCAF mantiene su poder y marca la agenda. El caso turco no debe desestimarse: una contemporización que le sirva
al ejército para convertirse en vigilante y un gobierno vigilado relativamente
avanzando en sus objetivos de control social.
Cualquier intento de reventar las revoluciones árabes pasa por la creación del caos y este es muy fácil de crear con los aumentos de las tensiones con Israel, en Irán y Siria. Puede que algunos lleguen a pensar que las soluciones militares serán la forma de mantener la estabilidad y el control sobre el islamismo radical y el conjunto de la zona. ¿Volverán a ofrecerse las dictaduras o las tutelas militares como solución?
Con la retirada de Mohamed El Baradei, Egipto pierde al único candidato con reconocimiento internacional en Occidente, los países árabes y el propio pueblo egipcio, una persona de prestigio, un Premio Nobel de la Paz que ya demostró su independencia y criterio, comprometido claramente con la modernización del país.
Lo que debemos tener muy presente es que se avecinan tiempos complicados para los que defiendan la democratización y los derechos humanos. Y necesitarán mucho apoyo y ánimo. El ejemplo reciente de la intimidación y acoso a las ONG en Egipto ha sido un primer aviso. Vendrán otros.
Lo que debemos tener muy presente es que se avecinan tiempos complicados para los que defiendan la democratización y los derechos humanos. Y necesitarán mucho apoyo y ánimo. El ejemplo reciente de la intimidación y acoso a las ONG en Egipto ha sido un primer aviso. Vendrán otros.
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