Joaquín Mª Aguirre (UCM)
En la menos conocida novela de Lewis Carroll Silvia y Bruno, publicada en dos
volúmenes en 1889 y 1893, se incluía una breve historia que puede expresarse
así: “había una vez un ratón muy, muy inteligente que se introdujo sin darse
cuenta dentro de un zapato y, una vez dentro, creyó que se había metido en una
ratonera. Como era muy inteligente y sabía que no se podía escapar de una
ratonera se quedó dentro y murió”. Los que me conocen, me habrán oído contarla más de
una vez porque considero que es una de las explicaciones más coherentes de la
incoherentemente lógica conducta humana.
Lo que la historia nos muestra son varias cosas. Se puede razonar desde el error, un error
de partida, decimos. Tras varios razonamientos, el error inicial se acepta
como verdad sobre la que se ha construido todo un sistema de explicaciones
aparentemente coherentes, como lo es razonamiento sobre la imposibilidad de
escapar de una ratonera, que es verdadero y bloquea al ratón. Bruno, uno de los niños de la pareja protagonista, aplica el calificativo de “inteligente” al ratón: "It were a
clever mouse. It knew it
couldn't get out of traps!", exclama. El hecho de alabar su
coherencia no es baladí, sino que revela la forma en que valoramos esas
conductas coherentes con errores de partida aunque nos lleven al desastre.
Angela Merkel representada críticamente en el carnaval alemán como la "loba capitolina" (2009) |
Angela Merkel acaba de decir —con más delicadeza que la
brutalidad reflejada en el titular periodístico— que la culpa del “excesivo” paro juvenil
español la tiene la legislación. Angela Merkel tiene un defecto: es inteligente
—como el ratón— y piensa que si a los alemanes les va bien, los demás deberían
hacer lo mismo. La respuesta a las crisis es volvernos alemanes.
Pero recomendar aumentar la productividad a un país que no
produce, flexibilizar la legislación a un país que no crea puestos de trabajo
(porque no produce), subir los sueldos conforme a la decreciente productividad
(que sería bajarlos), etc., es como el médico que se acerca a su paciente y le
dice “no debería usted morirse, haga como yo”.
Las recetas y las críticas de Angela Merkel se resumen en ¿por
qué no son ustedes alemanes?, ¡sería entonces todo tan fácil! La respuesta no está
ni siquiera en el viento, sino en la lógica
aplastante que nos dice que un zapato es
un zapato y una ratonera es una
ratonera. Pero Alemania es Alemania también porque España es España, porque
cuando ponemos a un alto al lado de un bajito, el alto parece más alto y el
bajo más bajo. No otra cosa es la cuestión del diferencial con el “bono alemán”,
cuanto más fuerte el alemán, más débil o caro el español y el del resto de
Europa, que va aumentando. Por eso Angela Merkel recomienda un imposible: que
seamos todos alemanes. Eso ya se inventó y se llama “europeos” y no ha
funcionado bien. Demasiadas diferencias para tan poco nombre.
Volvemos a tener otra situación de “ratón inteligente”. No
es la territorialidad, ni los fundamentos jurídicos, ni los derechos humanos,
ni el cristianismo, ni ninguna de estas cosas la causante de la crisis, sino las
divergencias de la economía comunitaria. Es la crisis de la “eurozona”, la de
los ratones que al descubrir que eran europeos —y los europeos son ricos—,
decidieron comportarse como tales.
En la entrevista que publica el diario El País con Angela Merkel, la canciller alemana señala:
Yo abogo por que en Europa
aprendamos los unos de los otros. También Alemania puede guiarse por otros
países en algunas materias.
Por mucho que apoyemos las ayudas multimillonarias y los
paraguas de rescate, también nosotros los alemanes tenemos que tener cuidado,
no resulte que al final nos quedemos sin fuerzas, porque tampoco nosotros
disponemos de posibilidades ilimitadas, y eso no ayudaría a Europa en su
conjunto.*
En esta Europa didáctica —en la que aprendamos todos—,
Merkel está diciendo que los europeos deben aprender de lo que hace Alemania y los alemanes, como contrapartida, deben
aprender del resto de los europeos lo que
no se debe hacer. Efectivamente, todos aprendemos. Cuando Merkel
describe la Europa del futuro, esta describiendo la Alemania del presente, algo
absolutamente irreal. Que para tener un futuro menos cardiaco que el presente debamos tener “virtudes alemanas”,
es probable, casi seguro. Pero una Europa llena de alemanias
también sería un problema, especialmente para Alemania, que tendría que
convertirse en otra cosa para marcar la diferencia.
Cuanto más claro se tiene el desastre y sus causas, más se
refuerzan los alemanes en sus resistencias (“tenemos que tener cuidado”, dice) en
su exigencia de que la mejor ayuda es la que viene de uno mismo, lo que no deja
de ser una gran verdad, si no fuera por lo antes señalado: Alemania también se
está beneficiando de la debilidad de los demás, pero no toda la culpa es suya. Que debemos hacer mejor las
cosas que hasta el momento, es indudable. Nuestra debilidad es real, no solo relativa
respecto a Alemania. Aunque los “inversores” no atacaran nuestra deuda pidiendo más y más, no dejaríamos de tener
los problemas reales que tenemos. La cuestión financiera no debe tapar el
origen de nuestras desdichas, que se manifiestan incluso cuando las cifras globales
van bien: no bajamos de los dos millones de parados. Y es ahí en donde hay que
concentrar nuestros esfuerzos, en entender por qué. Y elegir un futuro sólido hacia el que dirigirnos.
Nuestros políticos deberían empezar de una vez por todas a
dejar de aceptar y promover negocios y empresas fáciles y estimular otro tipo
de crecimiento y empleo. Un ejemplo clarísimamente negativo de esta
persistencia en el modelo desastroso lo
tenemos en los movimientos para promover un macrocomplejo dedicado al juego en
la Comunidad de Madrid. Basta con que alguien agite la bandera de que se van a
crear empleos (200.000 dicen) para que a los políticos les salten chispas en la
mirada y hasta loa alcaldes se derriten. Crear un centro de este tipo en Madrid es condenar la Comunidad y marcar su
desarrollo futuro, por muchos empleos que generen. Sabemos en qué acaban
estos centros y qué tipo de empleos crean. No se trata solo de crear empleo.
Hacen falta fábricas y laboratorios, exportar e innovar (ese el modelo alemán que tanto nos gusta) y
ahorrar (que también forma parte del modelo alemán). El proyecto va en la
dirección contraria: nada que exportar, nada que innovar y fomento del gasto,
pues no es otra cosa el juego. Reproducir
Las Vegas en Madrid significa condenar a la población de Madrid a girar en
torno a lo que ese tipo de actividad produce. Es repetir los males que nos han
llevado hasta aquí. Más de lo mismo.
El ratón sigue construyendo razonamientos coherentes
partiendo de un principio perverso. Podemos reconvertir nuestra historia del
ratón inteligente: “Había una vez un ratón tan inteligente, tan inteligente que
entró en un casino, y como sabía que la banca gana siempre, se dejó allí todo
su dinero”.
Quiero científicos e ingenieros, descubrimientos y patentes,
productos y exportaciones, y no croupiers,
tahúres, ludópatas, mafias, prestamistas, capillas Elvis, ni más camareros ni más alcohólicos. Al final, el ratón —dentro de su falsa ratonera— asume su destino, se disfraza de Elvis y acaba cantando Love me tender a las parejas del karaoke en el casino. El problema es que este ratón es ingeniero de telecomunicaciones y no encuentra empleo desde hace cinco años que terminó la carrera. Y ha tenido que elegir entre ponerse el disfraz para pagar su piso compartido con otros dos o irse de su país a lugares como Alemania, China o Brasil. Los teóricos del desarraigo le llaman a esto movilidad.
Tenemos que dejar de ser el chiringuito de Europa: sol, cerveza y ahora juego. La riqueza —cuando nos llegue— nos tiene que dirigir a otro sitio, a otro modelo económico y social, que es lo que cuenta. La riqueza te define y define tu futuro: si produces maquinaria, tienes un país de ingenieros; si ganas con el ocio, no dejas ser un espectáculo, la España de la tecnopandereta. Salgamos de una vez del
zapato en el que nos hemos metido con nuestra
brillante inteligencia. No es una ratonera, solo tiene los barrotes que le
construimos con nuestras propias acciones y razonamientos erróneos.
* Entrevista a Angela Merkel: "El paro juvenil en España también se debe a la legislación." El País 25/01/2012 http://internacional.elpais.com/internacional/2012/01/25/actualidad/1327480404_098456.html
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