Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Celebración hace un año en Sol |
Mañana se reunirán en la Puerta del Sol los egipcios y los
que queramos compartir con ellos el aniversario de su revolución. Las personas
que les hemos acompañado ilusionados en esta travesía durante estos doce meses
transcurridos, sabemos que en el corazón de muchos de ellos anidan inquietudes
sobre el futuro, en primer lugar, pero también un extraño sentimiento de
confusión sobre su papel y los cambios reales.
En un año han ocurrido muchas cosas en Egipto. Tantas que
probablemente se tardara otro año en contarlas y en tratar de entenderlas y
explicarlas sin muchas garantías de éxito. Muchas cosas y muy pocas claras.
Algunos tienen la sensación de caminar en círculos, de haber estado andando un
año para descubrir sobre la arena del desierto sus propias huellas, de no haber
avanzado nada. En otros, el sentimiento es no saber exactamente hacia dónde se
dirigen, de haber olvidado durante el camino cuál era su destino. Otros han
descubierto, con desconcierto, que la dirección que llevaban apuntada no existe
y que en su lugar solo hay un solar vacío en el que queda por construir todo.
Para otros, finalmente, el caminar les ha agotado y piden descanso.
Puede que haya más sentimientos confusos en millones de egipcios,
como los hay confusos en muchos otros países que realizaron su elección cuando
se sublevaron contra sus dictadores. Todos ellos están descubriendo ahora,
pasado un año, que estaban escribiendo el primero de los capítulos de una larga
historia apenas comenzada.
Hoy asistimos horrorizados a las imágenes de la quema como
protesta de cuatro jóvenes universitarios frente al Ministerio de Educación en
Marruecos. Se queman porque los cambios que perciben solo son nominales. Son
cambios que apenas cambian nada. Es la retórica del poder anestesiando las
protestas. Esa sensación de desesperación es la más dañina de todas.
Veo la fotografía de unas alumnas de la Universidad de El Cairo
sosteniendo una pancarta en español “Apoya la Libertad - Visita Egipto”. Las
informaciones que escuché hoy mismo hablaban de una caída de este sector estratégico,
como es el Turismo, de un treinta por ciento, una fuente de ingresos muy
importante para su desarrollo o, si se prefiere, supervivencia. Ellos saben ya
que la revolución es algo más que palabras y aportan sus granos de arena, cada uno en su
medida ilusionada. Sienten Egipto y están comprometidos con su bienestar y el
futuro de todos. Saben que es la libertad lo que les puede sacar finalmente del
agujero autoritario en el que están todos los demás problemas encerrados. Y piden ayuda, piden apoyo.
Pero creo que visitar Egipto debe ser algo más que ir a
hacer turismo. Me preocupa —porque lo escucho con frecuencia— la desesperación que viven muchas personas que piden y necesitan ese apoyo a la “libertad”, algo que va
mucho más allá de la cuestión del turismo.
Creo que las personas que están comprometidas con las causas
de las libertades, de los derechos humanos, se convierten en ciudadanos del
mundo, de una República de la Libertad, que asume la dignidad y libertad de todos y las defiende
contra los agravios que se realicen en cualquier parte del mundo. No debería
haber más distinción que esa: la República de la Libertad frente al resto, frente a
los que la ignoran o pisotean.
La mejor forma de apoyar esa libertad como reclamaba la
pancarta de las entusiastas alumnas cairotas es manifestar un apoyo permanente a
los que se enfrentan a la injusticia. La libertad no tiene patrias ni
fronteras; o es un deseo universal, que quieres compartir con los demás, o la
conviertes en el privilegio de un selecto club de afortunados.
Además de visitar Egipto, —que siempre es una buena elección—
hay que visitar a los egipcios,
interesarse por sus problemas y hablar con ellos, con los que, además de preocuparse
por la Economía, se preocupan por las libertades, por cómo se puede mejorar esa
situación. La lucha por salir de las dictaduras es siempre un camino duro,
muchas veces solitario e incomprendido. Los que reclaman libertades lo hacen,
asumiendo los riesgos, en nombre de todos.
Si mañana pasas por la Puerta del Sol y ves a unas cuantas
personas reunidas, verás probablemente que sus caras no tienen los mismos
signos evidentes de alegría que el día en que se reunieron precipitadamente al
enterarse de la salida de Mubarak. Mañana encontrarás reflejadas en sus caras,
además de la alegría, la preocupación y el cansancio, la inquietud natural por saber
cuánto camino queda por recorrer y las fuerzas necesarias para hacerlo. Puedes,
con tu presencia, aportarles la fuerza y alegría de saberse comprendidos y apoyados en sus luchas por ser más libres para beneficio de todos los egipcios.
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