viernes, 6 de abril de 2012

Perra vida, muerte perra

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
«––¡Como a un perro! ––dijo él: era como si la vergüenza debiera sobrevivirle.» Esta la frase que cierra la novela de Franz Kafka El proceso.  El impactante final describe la muerte de Joseph K como la de un perro. Muerto sin juicio, condenado sin defensa. Y, a veces, sí, la vergüenza sobrevive, aunque sea la ajena.
En Torà, un pequeño pueblo de la comarca del Vall del Llobregós, a cien kilómetros de Barcelona, se ha producido un hecho que ha soliviantado el ánimo de la gente y con razón. Parece casi una situación de película de Claude Chabrol, aquellas en las que nos mostraba los comportamientos de la Francia profunda y campestre, en la que los paisajes tranquilos ocultaban secretas pasiones y crímenes familiares. Pero aquí, pasiones, pocas. Más bien la revelación epifánica de la falta de sentido y solución que va adquiriendo todo, percibido a través de los pequeños detalles, que dicen más que los grandes discursos. Solo una pequeña parte de la realidad tiene asesor de imagen.
Los hechos —tal como lo recogió La Vanguardia—  son estos y ocurrieron el 29 de marzo:

La apacible vida de Torà se ha visto alterada estos días por un suceso muy desagradable que está levantando numerosas críticas entre los vecinos contra el equipo de gobierno del Ayuntamiento. El pasado jueves, el primer teniente de alcalde, Josep Maria Alsina Simón, decidió encargarse personalmente de sacrificar un perro sin amo que había levantado quejas entre el vecindario.
Lo hizo de una forma directa, con una escopeta, aunque según el relato de los hechos más difundido, los tres tiros que disparó sobre el animal no fueron suficientes y tuvo que rematarlo a golpes con un objeto contundente que para unos era un palo y que para otros era una pala. Según estas versiones, que no han sido desmentidas por el concejal ni por la alcaldesa, Mercè Valls, el hecho fue visto por muy pocos vecinos y la reacción fue inmediata.*

Me imagino que no fue agradable para el concejal tener que disparar tres veces y rematar la faena a golpes, pero hay cosas que, además de no ser agradables,  no están bien. El concejal, junto a estas tareas fuera de programa, tiene “las carteras de  Economía y Hacienda, Sanidad, Educación, Agua y Agricultura”. No sé muy bien por cuál de ellas estaba obligado a cumplir la ejecución sumaria del perro; quizá por una mezcla de todas ellas. Puede que fuera por ahorrar, por motivos de salud o porque en la “agricultura”, va también todo lo que se mueve por el pueblo y no es humano. Solo tengo mis dudas respecto a “Educación”, porque el caso no ha tenido nada ni de ejemplar ni de respetuoso.

El Ayuntamiento de Torà con su alcaldesa en el centro

Pero el concejal solo fue el remate de la historia, su brutal punto final. La historia revela, una vez más, esta España de “servicios” sin servicios. La muerte del animal es la constatación doble de la ineficacia y de la falta de sensibilidad.

[La alcaldesa de Torà] justificó el sacrificio del animal a partir del momento en que el Ayuntamiento se ve incapaz de hacerse cargo del perro por las diferentes y sucesivas negativas que iban cosechando sus gestiones ante protectoras, mossos, bomberos y agentes forestales. Según esta versión, los encargados de inmovilizar al animal fueron efectivos del Seprona de la Guardia Civil, que fueron los que capturaron al animal y lo ataron a un poste. Los guardias, una vez cumplida su misión, abandonaron Torà indicando al Ayuntamiento que ellos no podían hacerse cargo del perro. Cuando los guardias marcharon, Josep Maria Alsina se acercó con una escopeta y disparó.

Como en la novela kafkiana, pasó de institución en institución, sin recibir respuesta. Cada vez somos más cumplidores de nuestras estrictas obligaciones; ni un paso más. Lo que pone en el “catálogo”, lo que dice el “protocolo”, es lo que hacemos. ¿Es posible que nadie pudiera hacer algo con el perro? ¿Era tan necesaria su muerte inmediata? ¿Había consumido ya demasiado tiempo de las tareas de guardias civiles, mossos, bomberos, agentes forestales y ediles? ¿No había un veterinario? Son preguntas. Nada más. Todos sacarán sus libros de normas de actuación y protocolos y mostrándolos  preguntarán: “¿Dígame dónde pone que tengo que hacerme cargo de un perro?” Pero la pregunta también es “¿dónde dice que tienen que matarlo así, brutalmente?” Sin duda es un delito, aunque el perro haya pasado por todos los procesos de detención y haya sido la mano de la autoridad quien lo haya ejecutado, aunque hayan estado presentes concejal y alcaldesa, las máximas autoridades locales.


Son miles de reacciones en contra las que se han desatado al conocerse la ejecución sumaria y brutal del animal. La alcaldesa, finalmente, ha decidido tomar medidas:

Según ha informado hoy en un comunicado, la alcaldesa ha decidido cesar a Alsina por estar "directamente" implicado en unos hechos "que hieren la sensibilidad y no se ajustan a la norma", aunque seguirá como concejal sin responsabilidad en el Ayuntamiento.
La alcaldesa reconoció ayer que ella misma y Alsina acudieron al lugar de los hechos después de haber recibido quejas por las molestias que causaba el perro, que ya había mordido a una persona.
Valls lamentó que ningún cuerpo de seguridad al que pidieron ayuda reaccionó y que la Guardia Civil dejó al perro atado en el parque para que no atacara pero no ofreció una solución, pero reconoce que la decisión que finalmente adoptaron no fue la adecuada aunque en aquél momento no vieron otra salida.**

¡Qué pena que su amor al cargo no sea compatible con su amor por los animales! Esta especie de Lady Macbeth exterminadora, que estuvo presente en el hecho, que no creo que se plantara con los brazos en cruz, a pecho descubierto, frente a la escopeta de su concejal para evitar la muerte del perro “molesto”, cesa —sí, cesa— a su concejal, aunque aquí “cesar” no significa “dejar el puesto”, sino “dejar las responsabilidades” de gobierno. No sé si es un problema de “lost in translation” o si realmente Doña Mercè Valls es el líder fuerte que nuestro país necesita para salir de cualquier crisis.
Firme, segura, resolutiva, con capacidad retórica y dialéctica, capaz de delegar, la alcaldesa de Torà tiene un futuro político por delante y no va a dejar que un maldito perro molesto se lo enturbie.
Pero la muerte del perro queda ahí, como una mancha que no sale, en las conciencias. Y eso no puede ser, como lamentan los vecinos, que un pueblo tan bonito y tranquilo, con tanto románico, salga a la prensa por esto. Además de molestar el perro, ahora molestan los periodistas, los ecologístas... Una pena, sí. 
La Vanguardía finaliza así su información sobre la crisis del perro molesto:

El caso fue denunciado ayer ante la fiscalía por la Asociación de Defensa de los Derechos de los Animales (ADDA) y hoy ha sido denunciado al Departamento de Agricultura y Medio Natural en Lleida por la entidad ecologista Ipcena.**


Algo habrá que hacer.

* “Un edil de Torà mata a un perro de un tiro de escopeta porque molestaba”.  La Vanguardia 3/04/2012 http://www.lavanguardia.com/sucesos/20120403/54280536869/edil-tora-mata-perro-tiro-escopeta-molestaba.html


** “Cesado el edil que mató a tiros a un perro molesto en Torà”". La Vanguardia 5/03/2012 http://www.lavanguardia.com/sucesos/20120405/54282021898/cesado-edil-mato-tiros-perro-tora.html


Peticiones de dimisión

Reacciones a los hechos de Torà (Lleida)

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