Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La Vanguardia
recupera una de las historias más fascinantes derivadas del 11-S, la de Alicia
Esteve Head*. La terrible fecha dio ejemplos de valor y de sufrimiento, de
abnegación y heroísmo. Pero también permitió fabricar una de las más
deleznables mentiras de las últimas décadas. Alicia nunca estuvo allí.
Alicia Esteve Head, hija de una conocida familia empresarial
barcelonesa, siempre vivió al borde de la fabulación. Se construyó una personalidad
ajustada al hilo de sus necesidades psíquicas. Este tipo de personalidades son teatrales, su mundo es un escenario en
el que representan el papel de su vida.
Cuando la vida que llevan no está a su altura, sencillamente, la elevan
transformando cada circunstancia. Alicia trabajó como secretaria, posición que
no satisfacía su ego, por lo que tuvo inventarse una vida paralela que
transmitía como información a los que estaban junto a ella. Ocultan su vida
real y sienten la necesidad constante de taparla con mentiras, por lo que son
personas locuaces.
La minusvalía de su brazo, la gran cicatriz que revelaba un
accidente, se contaba como un accidente en un Ferrari a 200 kilómetros por hora. No podía ser ni otro coche ni otra velocidad. Según contaba, el brazo le fue seccionado por el impacto y después
reimplantado. Por supuesto, ella no estaba sola; su novio era cirujano plástico
en Estados Unidos, Y su buen inglés era por haber estudiado en las mejores
universidades anglosajonas.
Alicia, transformada en Tania Head, apareció como una víctima. No como una víctima más, algo
que no encaja en este tipo de personalidades, sino como una superviviente
estrella. Apareció en la red, poco a poco, y fue creando unas expectativas.
Alicia, ya Tania Head, salía de los escombros del dolor y encontraba una
sociedad dispuesta a escucharla, apoyarla y sacarla de su sufrimiento. El
camino estaba preparado:
[…] el 28 de enero del 2004 se hizo
presente. Tania apareció físicamente en una de las reuniones fundacionales de
la Red de Supervivientes del WTC. "Todos los ojos estaban puestos en ella.
Ninguno la había visto, pero todos sabían quién era... Tania se había convertido
en una leyenda, era la súper sobreviviente".
Así se explica en The woman who wasn't there o La mujer que no estaba allí (Simon &
Schuster). Robin Gaby Fisher y Angelo J. Guglielmo desmenuzan cómo Tania Head
alcanzó notoriedad y se encumbró hasta la presidencia de la asociación de
supervivientes. Sin haber estado allí el día de la tragedia, mediante una
biografía totalmente inventada.*
El libro y un documental tratan de explorar la fabulación de
Alicia Esteve Head. Todos los datos recogidos por La Vanguardia, que fue quien desveló quién era realmente, tras
destapar la impostura The New York Times,
apuntan a que Alicia/Tania ya presentaba los síntomas de la persona que
necesita crearse un mundo en el que ser el centro
por lo escaso de sus recursos propios. Alicia maquillaba su vida para ajustarla
a lo que estaba dispuesta a aceptar de ella. El hecho de que su padre y su
hermano se vieran envueltos en un caso famoso de fraude a mediados de los noventa
no apunta a componentes “genéticos”, sino a un entorno familiar que es
necesario mantener con ficciones y engaños para poder ajustarlo a la propia
imagen.
Podemos considerar sus mentiras como una voluntad de engaño
o como una respuesta a su entorno desde sus propias necesidades específicas.
Podemos pensar que lo hace porque quiere o que no puede dejar de quererlo, lo
que nos resulte más satisfactorio como explicación. Quizá se den ambas circunstancias
y se haya creado un bucle de retroalimentación del que, una vez puesto en
marcha, se hace imposible salir. Y solo queda el descubrimiento, la fractura
brutal del sueño y las mentiras.
Con los alcaldes Guliani y Bloomberg |
Podemos preguntarnos por qué sintió cuando fue besada por
los sucesivos alcaldes de Nueva York, puesta
como un ejemplo para todos; hacerlo por sobre qué sentía cuando explicaba a los
demás cómo ocurrieron los hechos en los que nunca había estado; podemos también
hacerlo sobre sus sentimientos cuando consolaba y era consolada por los que
habían padecido las pérdidas familiares en los atentados. Ella era la superviviente
de la zona de impacto, una de las pocas; ella había perdido en la torre sur a su “novio
Dave” cuando ya tenía el traje de novia listo para la ceremonia.
Ella era el ejemplo, pero nunca
estuvo allí. Todo se fue desmoronando cuando, una vez se comenzó a tirar del
hilo, nada casaba. El libro sobre ella lleva en su portada "la verdadera historia de una gran decepción".
Las informaciones sobre quién era realmente en La Vanguardia, en 2007 |
Hay personas, familias, instituciones, países… que viven sus
propias fabulaciones, que mienten por encima de sus posibilidades. Se creen heroicas, superiores a los demás, ricas y tratan
de ajustar sus vidas a sus fantasías. El despilfarro es uno de sus síntomas. El
realismo, el tratar de verse lo más próximo posible a lo que se es, no es fácil.
El cerebro fabrica los delirios de grandeza como forma protectora. Pero los
delirios son también trampas de las que no es fácil salir. La forma placentera
de la mentira se acaba convirtiendo en dolor y angustia. La realidad es tozuda
y acaba rasgando las ropas elegantes para dejar al descubierto el cuerpo de la
miseria.
Alicia nunca vivió allí. Ahora es perseguida por el espectro
de Tania, el ser fabulado que construyó y dentro del que habitó durante un
tiempo. A Alicia le han embargado sus excesos, mentiras, fabulaciones y delirios.
Alicia somos todos.
* "Un libro narra el engaño de una barcelonesa en el 11-S". La Vanguardia 16/04/2012 http://www.lavanguardia.com/libros/20120416/54284823455/libro-narra-engano-barcelonesa-11s.html
** "La 'impostora' del 11-S es barcelonesa". La Vanguardia 29/09/2007 http://www.lavanguardia.com/internacional/20070929/53397918438/la-impostora-del-11-s-es-barcelonesa.html
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