Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Leo con estupefacción y tristeza —en La Vanguardia— las declaraciones del señor don Víctor Grífols,
exitoso presidente de la farmacéutica Grífols, la tercera del mundo en
hemoderivados, según nos informan. Ha formulado una serie de lamentos
característicos de las empresas que van bien y les ha dado una serie de
recomendaciones y consejos a futuros empresarios que esperan compartir su éxito.
Les ha dicho, por ejemplo, que son los terceros porque han comprado unas compañías
en Estados Unidos casi, casi por obligación, para que nos las compren otros y
quedarse cuartos, por ejemplo. Son las cosas de los empresarios de éxito, cada
vez con menos libertad, siempre tan agobiados por los imperativos del mercado.
Víctor Grífols |
Pero lo que me ha dejado preocupado realmente es su
aportación crítica al mercado de la sangre en España. Les ha dicho:
[…] que de volverse a aprobar en
España la venta de plasma, Grífols pagaría por las donaciones unos 70 euros
semanales, lo que sumado a la prestación de paro es “una forma de vivir”. “Este
dinero lo damos en Estados Unidos; si España no lo quiere, que no lo coja”, ha
espetado Grífols, y ha indicado que una persona recupera muy rápidamente (48
horas) el plasma donado. Grífols es el
tercer productor mundial de hemoderivados, y cuenta con 147 centros de plasma
en Estados Unidos, donde se gasta unos 600 millones de dólares en pagar las
donaciones, un dinero que podría quedarse en España, a su juicio.
Si “la letra con sangre entra” —como dice el refrán
español—, el hambre con sangre sale,
según esta fórmula mixta que el señor Grífols propone: subsidio de paro más
extracción de sangre. Él está dispuesto a financiar parados mediante
donaciones. Es como tener un plan privado, más seguridad. Nos convierte en
potenciales autónomos de la sangre.
Quién sabe si podremos, poco a poco, gota a gota, llegar a tener tanto éxito como el, "empresario del año" para la Cámara de Comercio España-USA en 2011. Son ideas así las que nos llevan a lo más alto.
Me viene a la memoria mi época de estudiante y cómo algunos
compañeros se pasaban por los centros de extracción para que les sacaran sangre
por unas pesetillas, un bocata y un quinto de cerveza. Cuando a alguno le
faltaba dinero para lo que necesitara, se iba a “los vampiros”. No tuve que
recurrir a ello y sí, sin embargo, doné sangre en varias ocasiones. Me pareció
lo civilizado y me alegró que se prohibiera la venta.
Hay que agradecer al señor Grífols su deseo de que esos
seiscientos millones de dólares que da graciosamente a los necesitados
estadounidenses, se queden en España, que hacen tanta falta. Estoy seguro de
que, fuera del ramo que fuera, el señor Grífols, empresario de éxito, habría
hecho el mismo generoso ofrecimiento para mejorar la salud nacional.
Ni siquiera me indigno, porque cada uno da lo que tiene. El
señor Grífols ha tenido que irse a por plasma a Estados Unidos porque allí se
compra y se vende todo; allí los gobiernos no son quienes para decirle a la
gente lo que se debe hacer con las armas o con la sangre. Tu sangre es tuya, el
mercado es el mercado, y se acabó.
La auténtica pena es tener que dar las gracias porque nos
ofrezcan sacarnos la sangre como una contribución a la recuperación nacional y a la sociedad del bienestar.
Algunos se sentirán indignados y otros frustrados porque les parecerá muy bien —un
ideal laboral— eso de que te den setenta euros por estar tumbado y un
pinchacito. Al señor Grífols, empresario de éxito, los profesionales médicos han
tendido que recordarle algo:
La Sociedad Española de Hematología y
Hemoterapia (SEHH) ha advertido que «distorsionar» el sentido altruista de la
donación de sangre puede poner en «grave riesgo» la fiabilidad del sistema. Los
hematólogos responden así al presidente de la farmacéutica Grífols, Víctor
Grífols, cuya compañía es el tercer productor mundial de hemoderivados, que
defendió el pago por donaciones de plasma -que se extrae de la sangre- en
España.
Esta sociedad médica recuerda en un
comunicado que la donación no altruista, permitida hasta 1985, «trajo consigo
grandes problemas de salud y unos costes inmensos para nuestro sistema
sanitario».
Los hematólogos precisan además
que pagar por las donaciones de sangre supondría una violación de la actual
normativa europea y española sobre la materia.**
Si se abriera de nuevo el mercado de la sangre en España y
Europa, el encarecimiento que supondría para el sistema sanitario sería muy grande y también supondría la entrada fuerte de las empresas, tendrían acceso directo a las "materias primas".
Cuando se necesita sangre de algún grupo y te avisan, te sientes bien donándola. Sientes que estás dando algo tuyo, fuera de la oferta y la demanda, sin precio, por los demás. Puede que en un futuro no muy lejano nos dividamos entre emprendedores de éxito, por un lado, y los desangrados parias de la tierra por otro. Puede ser, no digo que no.
Cuando se necesita sangre de algún grupo y te avisan, te sientes bien donándola. Sientes que estás dando algo tuyo, fuera de la oferta y la demanda, sin precio, por los demás. Puede que en un futuro no muy lejano nos dividamos entre emprendedores de éxito, por un lado, y los desangrados parias de la tierra por otro. Puede ser, no digo que no.
He encontrado el testimonio de una persona que "vendió su sangre en 2009 en un centro Grífols en Estados Unidos. Es interesante:
They call it donating, because they don't want to just come out and say
you're selling your life fluid for a couple of extra bucks. Instead, you are
compensated for the time it takes to donate.
And it does take time.
The first time I went to Grifols Biomat in Orange it took four hours to
donate.
It takes four hours the first time because I had to fill out paper work,
have my iron levels, blood pressure and pulse tested, and answer tons of
questions about my sex life (In the last year have you had sex with a man who
has had sex with another man since 1978? Why 1978? Is that the magic number?
Before that, AIDS didn't exist? What if I had sex with a man who had sex with
another man New Year's Eve in 1977?)
Then I get physical. I lie on the table and let some strange dude listen
to my lungs and heart, feel around on my abdomen, test my reflexes, etc...
[...]
After that, you're done. No cookies. No sodas. Well, OK, they have a teeny fridge, but you have to ask nice and look tired. This is not the Red Cross. This is a business. They herd you out of your seat, take away your blankie and ball, and send you to the receptionist, who is waiting with your check.
$25.
El eufemismo empleado para no decir que "compran tu sangre", sino que te pagan por "el tiempo" que te hacen perder es significativo. Siempre se hace de la misma manera. Es el reconocimiento de que la sangre no tiene precio, del rechazo que suscita ya solo plantearlo. Mucho han debido de variar los precios desde 2009 (25 dólares) hasta lo que el señor Grífols dice pagar hoy, setenta euros. ¿La oferta y la demanda? ¿Un globo sonda para que haya presión en esta cuestión de la venta? Como bien dice la "donante de su tiempo", esto no es la Cruz Roja, es un negocio.
Se empieza por la sangre, se sigue con los órganos y no se
sabe muy bien con qué se termina. La pena es tener que volver a estas prácticas
para llegar a final de mes, retroceder hasta los ochenta; que te propongan
vender sangre porque han desangrado al país.
* "Grífols: "La
industria farmacéutica morirá si el Gobierno sigue abusando". La Vanguardia 17/04/2012 http://www.lavanguardia.com/economia/20120417/54284882166/grifols-la-industria-farmaceutica-morira-si-el-gobierno-sigue-abusando.html
** "Hematólogos
advierten del riesgo de cobrar por la donación de sangre". La voz de Galicia / EFE 21/04/2012
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/sociedad/2012/04/21/hematologos-advierten-riesgo-cobrar-donacion-sangre/0003_201204G21P31992.htm
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