Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El auto de procesamiento de la jueza Mercedes Alaya del ex
Consejero de Empleo de la Junta de Andalucía, señor Antonio Fernández, no tiene
desperdicio ni se calla nada que no estemos pensando el resto de los afectados,
que somos todos los españoles en cuanto somos ciudadanos y contribuyentes.
Según recoge el diario El Mundo, la
magistrada señala en el auto la “dejación absoluta de las funciones que le
correspondían, generando las lamentables consecuencias que se han producido de
enriquecimiento injustificado para unos y de empobrecimiento para las arcas de
la comunidad autónoma andaluza por el despilfarro continuado de fondos públicos”.*
Solo se puede decir más alto.
Dejación y despilfarro son dos de los grandes
pecados que un político —y quien le nombra— puede cometer, especialmente porque
no son vicios ocultos, sino
perfectamente visibles y detectables. La
dejación tiene efectos claros y, no hablemos ya, el despilfarro que, además de
verse, suele repercutir sobre otras parcelas que se ven perjudicadas. No se
trataba, pues, de no ver lo que tenía
debajo de sus narices el Consejero, sino de lo que él mismo colocaba donde le
parecía con la aquiescencia y hasta el asesoramiento —no fuera a hacerlo
descuidadamente— de los que tenían que haberlo evitado asesorándole rectamente.
Tiene su guasa, pero maldita la
gracia, que el señor Fernández utilizara los servicios de asesoramiento para
elaborar la bien tejida trama de los ERE fraudulentos.
Según la magistrada,
"presuntamente" el ex consejero, además de "idear y
elaborar" el convenio marco de 2001 que reguló las ayudas investigadas,
fue quien "ordenó las directrices para la aplicación" del mismo, las
cuales "impartió" en su propio despacho al ex director general de
Trabajo y Seguridad Social Francisco Javier Guerrero.
"Estas directrices no se
amparaban en normativa estatal ni de desarrollo reglamentario por parte de la
Junta" sino que "eran criterios verbales que se manejaban en la
Consejería y que sólo sabían las personas o cargos más cercanos a la Administración,
de ahí que los beneficiarios tuvieran que tener estrecha relación con
ellos", señala la juez.*
Lo que se está describiendo aquí no es solo un “delito”; es
una pauta de comportamiento, un estado de cosas repetido. Como bien señala la
magistrada Alaya, se trata de que las personas que han sido elegidas para
gestionar de la mejor manera posible los bienes sociales, por el contrario, se
dediquen a su despilfarro y al enriquecimiento indebido, suyo y de otros. Este
señor no ha estado ahí diez días; ha estado ocho años como Consejero de la
Junta. Todo un ejemplo.
Ya que nuestros políticos no tienen la capacidad de
reaccionar ante este tipo de cosas, que prefieren que escampe con la creencia
fundada en que los charcos se acaban secando, son los jueces los que están
dejando en evidencia el clientelismo y la desvergüenza absolutamente indignante
por su propia evidencia. Así, el hombre que se concedía indemnizaciones a sí
mismo se convierte en figura emblemática de una modalidad política en la que los honrados solo pueden presumir de
ceguera y sordera a la espera, como suelen decir, de que hablen los tribunales. Y están en ello.
La jueza lo ha señalado claramente:
Tras subrayar que "la
política no puede ir contra la Ley y el Derecho, aunque sea avalada por los
servicios técnicos y jurídicos de la Junta", la instructora dice que
investigará "si en el asesoramiento que pudo recibir Fernández en toda su
etapa como consejero por los servicios jurídicos" con relación al convenio
marco "hubiesen prevalecido los criterios políticos sobre los
jurídicos".*
Es esta una línea esencial de investigación, pues este tipo
de corrupción se basa en el reparto de responsabilidades a lo largo de la
cadena para que unos papeles avalen a otros y al final todos están en su
carpetita, que es de lo que se trata. Se llenan las asesorías de personas
deseosas de decir que sí a lo que les piden aquellos que les contrataron y
acaban elaborando informes ingeniosos que sirven de justificación para realizar
las tropelías administrativas. Todo muy "legal" y asesorado, pero en contra del ciudadano. Por eso la línea de
investigación de la jueza es importante para este país porque hay que extender
las responsabilidades más allá e ir ascendiendo y
descendiendo por las escalas de la responsabilidad, del asesoramiento y demás
elaboradores de informes.
Le recrimina además la jueza Alaya al ex consejero que la “política”
pueda ir en contra de “la Ley y el Derecho”. Es realmente lamentable que
tengamos que leer esto en un auto
judicial contra un alto cargo de una institución del Estado. Sí, muy lamentable.
Lo seguimos diciendo: la política lleva mucho tiempo atrayendo
sinvergüenzas e ineptos que son colocados en la maquinaria del estado y del que
acaban sacando provecho propio y causando mal a todos. O los políticos son
conscientes del nivel de descrédito al que elevan la política misma o habrá
poco que hacer. Mientras unos y otros tapen sus escándalos con los del
contrario, saldremos perdiendo todos. La
política es absolutamente indispensable en una sociedad democrática. La
corrupción y los escándalos solo generan indiferencia, que es el estado social
que le viene bien a los que creen en la constancia del fraude y el despilfarro
junto a la alternancia del poder. Si la política (los políticos) no hace nada
para evitar el “efecto llamada” del inepto o del listillo, del prevaricador o del corrupto, no
deberían quejarse de que los ciudadanos les increpen o se pongan camisetas con bocatas alusivos.
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