Joaquín Mª Aguirre (UCM)
En estos días se percibe más actividad en el metro de Madrid
y en el tren de cercanías. Cada mañana tomo ambos para ir hasta la facultad y en
uno y otro he tenido encuentros con los revisores tanto en el interior de los
vagones como en las salidas, donde esperan las llegadas de los trenes para
solicitar el billete a los viajeros. Aumento de la vigilancia, sin duda.
Normalmente los suelo ver el día en que hay exámenes de selectividad en la
Universidad Autónoma, que es como pescar en un cubo. Como mucho, un par de
veces más en el año.
La “batalla del metro” ha comenzado. El diario El Mundo nos da hoy algunas de las
claves en su artículo «'Memetro'
o cómo 'olvidar' pagar el billete de metro llega a Madrid»*. “Memetro”, nos
explican, es el nombre de la asociación creada en Barcelona para saltarse los
controles y no pagar los billetes con ciertas garantías de éxito. “Memetro” viene por la
magnífica película “Memento” (Christopher Nolan 2000), una película de culto
que propongo a mis alumnos desde hace siete u ocho años para que comprendan e
indaguen los efectos de la manipulación en aquellos que carecen de información.
La película ha pasado de rara a ser
un clásico moderno. El protagonista no puede fijar los recuerdos y olvida lo
que ha hecho en las horas anteriores, por lo que busca registrar externamente
sus actos a través de fotografías, tatuajes, etc. para evitar ser manipulado
por aquellos que se aprovechan de su falta de memoria.
Memento (Christopher Nolan 2000) |
“Memetro” surge del
extraño caso de la amnesia colectiva de los que se “olvidan” de pagar el
billete del metro, una amnesia “pagana”. Víctimas de esta peculiar enfermedad que solo se produce ante los torniquetes de
entrada y las máquinas expendedoras de billetes, cuya función también han
olvidado, se han agrupado en una asociación —sin ánimo de lucro, pero sí de ahorro— que, nos dicen en el diario, tiene
como fin el estudio del origen de esta enfermedad social.
La asociación ha creado un sistema de alertas en tiempo real,
con su propia aplicación para móviles, en el que los informadores avisan de en qué
estación se encuentran los revisores para que los olvidadizos tomen otro rumbo
hasta que desaparezca el peligro recordatorio. También han creado un fondo
común para que, en el caso de ser atrapados sin billete, puedan pagar las
multas. Como si se tratara de una película de espías, esconden billetes usados del
día en las estaciones por si es necesario presentarlo al revisor y salvar la
cara (y la bolsa). Todo un exitoso montaje que van sumando asociados.
Ya dimos cuenta de las campañas orquestadas para colarse en
el metro de Madrid en su momento. Pero la organización que llega desde Barcelona
y que se está expandiendo con velocidad va más a allá, por lo que puede
apreciarse. El encarecimiento de los billetes del transporte público y el
creciente malestar social por recortes y amenazas de recortes favorece esta
forma de “ahorro-protesta”, que es una manera de politización del colarse de toda la vida justificado ahora por la necesidad y precariedad creciente de los usuarios. Dos pájaros de un tiro.
La acción individual y semioculta pasa a ser una acción
colectiva, reivindicativa y publicitada para mayor gloria
del ingenio y del desafío al sistema representado por las taquillas y torniquetes. No basta con colarse; hay que decirle al “sistema” unas
cuantas cosas. En el artículo, uno de los fundadores señala:
Para David el "trastorno
memetro es un síntoma del sistema enfermo": "El trastorno viene del
discurso de los políticos, que cuentan una cosa en elecciones y luego cuando
son elegidos se olvidan de todo; es un tipo de amnesia que se ha contagiado a
los usuarios", precisa.*
Atrápame si puedes (S. Spielberg 2002) |
El argumento es, pues, “si los políticos se olvidan de
cumplir, nosotros nos olvidamos de pagar”. Esta traducción o lectura de la política y de la acción
ciudadana en clave de incumplimientos
tiene sus peligros, como es evidente para cualquiera. La deriva social que
implica no se sabe muy bien cómo puede acabar. O sí, con solo un poquito de
imaginación.
Existe un evidente malestar social que irá creciendo
conforme los efectos de la crisis se vayan haciendo más patentes y se vaya
saliendo de la colorida ciudad Esmeralda para
caer en una Kansas en blanco y negro. Y no nos esperará el simpático Totó, sino
un doberman de colmillos afilados y cara de mal café. El género cinematográfico
en el que convirtamos lo que nos ocurra será una decisión que deberemos tomar pronto.
Por ahora se ha elegido la película Memento
como referencia, un thriller ingenioso y barroco de Nolan. Pero en el futuro cambiará
forzosamente. Las apuestas de algunos, por el momento, están por “Atrápame si puedes” (Catch Me If You Can, Steven Spielberg
2002), pero pueden subir pronto las de “Battle Royale” (Kinji Fukasaku 2001).
Los que hayan visto ambas películas entenderán las diferencias. Podemos pasar del
joven estafador simpático a la masacre juvenil.
Battle Royale (Kinji Fukasaku 2001) |
Lo peor de todo es que no me gusta lo que veo ni lo que
imagino, ni el desafío social ni el clima de amenaza permanentes. No
son el ideal de lo que considero una sociedad en la que me gustaría vivir. Nos
falla el modelo que llevamos años construyendo ante la indiferencia
más absoluta de muchos de los que ahora se quejan en un sentido y en otro. Este
es el resultado. O se busca paliar los efectos negativos de la crisis o con prepotencia y mano dura solo se conseguirá un mal clima, mucho peor de lo esperado.
A tres escalones del bono basura, la cosa no está para bromas. Necesitamos todo el ingenio para salir de esto.
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