domingo, 22 de abril de 2012

Los que dicen que sí a todo

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Los datos que se han hecho públicos tras la auditoría de la empresa Ernst & Young a la Sociedad General de Autores confirman una vez más el modelo megalómano y despilfarrador de dirección del señor Bautista. Las alegrías con las que se gestiona e invierte el dinero ajeno son sorprendentes. El personalismo absoluto, en el que coinciden las informaciones de los distintos medios, va más allá de los estatutos de cualquier institución de país civilizado y democrático. El señor Bautista no dirigía, hacía de su capa un sayo, con la salvedad importante que la capa no era suya.
La Vanguardia resume así la descripción de su reinado derivada de la investigación de cuentas y actividades:

La auditoría de Ernst & Young explica asimismo que Teddy Bautista tenía al frente de la SGAE "capacidad para adquirir inmuebles por sí solo", y que creó a su alrededor una red de "clientelismo y fidelidades personales", así como de "sumisión a su persona". "Decidió las inversiones en teatros e inmuebles", recalca.*

Las inversiones de millones de euros en inmuebles para crear una red de teatros, muchos de los cuales se han perdido por el camino, las comisiones y pagos absolutamente desproporcionados y reincidentes que personas y empresas se han llevado de las arcas de la SGAE gracias al trato de favor dado por la Sociedad es auténticamente escandaloso.


No se trata solo de que el señor Bautista hiciera lo que hizo, se trata de cómo responden las instancias y personas dedicadas a la vigilancia de las instituciones. Lo que da realmente la medida de un país no es el nivel de inversiones, producción o crecimiento en cualquier sentido. Lo que realmente demuestra su seriedad y madurez es su capacidad de hacer que las instituciones funcionen correctamente. Siempre se puede producir un fraude o robo, por supuesto. El delito existe. Pero aquí estamos hablando del fallo sistémico y sistemático de las instituciones para controlar su propio funcionamiento y cumplir con su finalidad eficaz y honestamente.

Se acaba pensando que lo que se defiende es el “puesto” y no que el “puesto” es el lugar desde el que se defiende a los ciudadanos o instituciones. Las personas que no fueron capaces de frenar al señor Bautista fue porque el señor Bautista era quien les había puesto allí y, dejar de hacer lo que él pedía suponía automáticamente perder los privilegios y beneficios que se derivaran de decir que a todo.
Quien dice la SGAE, dice una comunidad autónoma o un ayuntamiento. Las instituciones tienen mecanismos para defenderse de las personas que las monopolizan y hacen perder el rumbo. Los entramados de dependencias y simpatías no son las relaciones idóneas para una mejora del sistema. Al final se acaba nombrando o ascendiendo a gente capaz de controlar  a los que pueden levantar la liebre y tienen influencias para frenar un escándalo. Los llamamos de “confianza”. Siempre trae más cuenta la gente sumisa que dice que sí o mira para otro lado. Esos medran siempre.


Entregadas a los que esperan sacar algo y a los que gustan de guardar silencio, las instituciones acumulan despropósitos hasta que estallan con algún escándalo ante el que nos rasgamos las vestiduras preguntándonos cómo es posible que no se haya sabido, que no se haya intervenido antes, que no se haya detectado a tiempo.

Cuando son los jefes los deshonestos, es importante que los subordinados tengan la capacidad de poder recurrir y denunciar las acciones en nombre de los intereses de todos. Lo mismo ocurre con políticos y ciudadanos. Esa es la medida real del funcionamiento de las instituciones. Para eso, se nos dice, existen los cauces adecuados. Pero estos cauces están secos la mayoría de las veces por el temor a la incomprensión o a la represalia. La consecuencia es la inhibición de los subordinados ante lo que viene avalado por los jefes. Y en política, el desinterés general.
En Estados Unidos ha estallado un gigantesco escándalo de corrupción con la empresa más importante del país, Wal-Mart, la cadena de hipermercados. Su expansión en México, propuesta como modélica, se ha cimentado en el pago de sobornos a las tramas existentes de corrupción en el país, evasión de impuestos, etc. Su crecimiento se fundamentó en la violación sistemática de leyes norteamericanas y mexicanas. El caso fue denunciado hace años con todo tipo de datos ante los directivos. No había duda. Pero la institución prefirió ignorarlo y ascendió al responsable de Wal-Mart en México a la Vicepresidencia de la empresa. Frente a los informes de los investigadores solicitando la intervención, los directivos recomendaron silenciarlo y los consideraron “demasiado agresivos”*. Enviaron los informes a las mismas personas que estaban involucradas para que “lo resolvieran”. The New York Times ha destapado el gigantesco escándalo que deja al descubierto la amoralidad e indiferencia institucionales en los niveles de decisión superiores. Los empleados cumplieron realizando sus investigaciones; los directivos, no. A menos que entendamos que su única responsabilidad era sacar el máximo beneficio para ellos y sus accionistas, en cuyo caso consideraríamos la legalidad como un obstáculo. Esto último parece coincidir de su política generalizada de bajísimos sueldos, allí donde se asientan, denunciada por sus empleados.


Tanto en el caso de la SGAE como en el de Wal-Mart —como en tantos otros— la podredumbre se ha instalado en las instituciones convertidas en herramientas de lucro, en tapaderas de fraudes, sobornos, enriquecimiento ilícito o clientelismo y amiguismo. En Wal-Mart, al menos, hubo quien realizó su trabajo: los que emitieron el informe denunciando las actividades delictivas de sus directivos. En la SGAE no hubo nada de eso. Solo aceptación sumisa e interesada de aquellos responsables que vieron lo que tenían delante pero no fueron capaces de denunciarlo o no tenían el más mínimo interés porque les beneficiaba. Un solitario, humilde y kamikaze socio se atrevió a levantar la liebre y tuvo como injusta respuesta una sanción oficial. A los que les falla la vista, nunca les tiembla la mano.


* “Teddy Bautista gastó 8,7 millones de euros en proyectos fallidos”. La Vanguardia 21/04/2012 http://www.lavanguardia.com/cultura/20120421/54285074117/teddy-bautista-gasto-8-7-millones-de-euros-en-proyectos-fallidos.html

** “Vast Mexico Bribery Case Hushed Up by Wal-Mart After Top-Level Struggle”. The New York Times 21/04/2012 http://www.nytimes.com/2012/04/22/business/at-wal-mart-in-mexico-a-bribe-inquiry-silenced.html?_r=1&hp






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