Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Los datos que se han hecho públicos tras la auditoría de la
empresa Ernst & Young a la Sociedad General de Autores confirman una vez
más el modelo megalómano y despilfarrador de dirección del señor Bautista. Las
alegrías con las que se gestiona e invierte el dinero ajeno son sorprendentes.
El personalismo absoluto, en el que coinciden las informaciones de los distintos
medios, va más allá de los estatutos de cualquier institución de país
civilizado y democrático. El señor Bautista no dirigía, hacía de su capa un sayo, con la salvedad importante que la capa no era suya.
La Vanguardia
resume así la descripción de su reinado derivada
de la investigación de cuentas y actividades:
La auditoría de Ernst & Young
explica asimismo que Teddy Bautista tenía al frente de la SGAE "capacidad
para adquirir inmuebles por sí solo", y que creó a su alrededor una red de
"clientelismo y fidelidades personales", así como de "sumisión a
su persona". "Decidió las inversiones en teatros e inmuebles",
recalca.*
Las inversiones de millones de euros en inmuebles para crear
una red de teatros, muchos de los cuales se han perdido por el camino, las comisiones
y pagos absolutamente desproporcionados y reincidentes que personas y empresas
se han llevado de las arcas de la SGAE gracias al trato de favor dado por la
Sociedad es auténticamente escandaloso.
No se trata solo de que el señor Bautista hiciera lo que
hizo, se trata de cómo responden las
instancias y personas dedicadas a la vigilancia de las instituciones. Lo que da
realmente la medida de un país no es el nivel de inversiones, producción o
crecimiento en cualquier sentido. Lo que realmente demuestra su seriedad y
madurez es su capacidad de hacer que las instituciones funcionen correctamente. Siempre se puede producir
un fraude o robo, por supuesto. El delito existe.
Pero aquí estamos hablando del fallo sistémico y sistemático de las
instituciones para controlar su propio funcionamiento y cumplir con su
finalidad eficaz y honestamente.
Se acaba pensando que lo que se defiende es el “puesto” y no
que el “puesto” es el lugar desde el que se defiende a los ciudadanos o
instituciones. Las personas que no fueron capaces de frenar al señor Bautista
fue porque el señor Bautista era quien les había puesto allí y, dejar de hacer
lo que él pedía suponía automáticamente perder los privilegios y beneficios que
se derivaran de decir que sí a todo.
Quien dice la SGAE, dice una comunidad autónoma o un
ayuntamiento. Las instituciones tienen mecanismos para defenderse de las
personas que las monopolizan y hacen perder el rumbo. Los entramados de
dependencias y simpatías no son las relaciones idóneas para una mejora del
sistema. Al final se acaba nombrando o ascendiendo a gente capaz de
controlar a los que pueden levantar la
liebre y tienen influencias para frenar un escándalo. Los llamamos de “confianza”.
Siempre trae más cuenta la gente sumisa que dice que sí o mira para otro lado.
Esos medran siempre.
Entregadas a los que esperan sacar algo y a los que gustan
de guardar silencio, las instituciones acumulan despropósitos hasta que
estallan con algún escándalo ante el que nos rasgamos las vestiduras
preguntándonos cómo es posible que no se haya sabido, que no se haya intervenido
antes, que no se haya detectado a tiempo.
Cuando son los jefes los deshonestos, es importante que los
subordinados tengan la capacidad de poder recurrir y denunciar las acciones en
nombre de los intereses de todos. Lo mismo ocurre con políticos y ciudadanos. Esa
es la medida real del funcionamiento de las instituciones. Para eso, se nos
dice, existen los cauces adecuados. Pero estos cauces están secos la mayoría de
las veces por el temor a la incomprensión o a la represalia. La consecuencia es
la inhibición de los subordinados ante lo que viene avalado por los jefes. Y en
política, el desinterés general.
En Estados Unidos ha estallado un gigantesco escándalo de
corrupción con la empresa más importante del país, Wal-Mart, la cadena de hipermercados.
Su expansión en México, propuesta como modélica, se ha cimentado en el pago de
sobornos a las tramas existentes de corrupción en el país, evasión de
impuestos, etc. Su crecimiento se fundamentó en la violación sistemática de
leyes norteamericanas y mexicanas. El caso fue denunciado hace años con todo
tipo de datos ante los directivos. No había duda. Pero la institución prefirió
ignorarlo y ascendió al responsable de Wal-Mart en México a la Vicepresidencia
de la empresa. Frente a los informes de los investigadores solicitando la intervención,
los directivos recomendaron silenciarlo y los consideraron “demasiado agresivos”*.
Enviaron los informes a las mismas personas que estaban involucradas para que “lo
resolvieran”. The New York Times ha
destapado el gigantesco escándalo que deja al descubierto la amoralidad e indiferencia
institucionales en los niveles de decisión superiores. Los empleados cumplieron
realizando sus investigaciones; los directivos, no. A menos que entendamos que
su única responsabilidad era sacar el máximo beneficio para ellos y sus accionistas,
en cuyo caso consideraríamos la legalidad como un obstáculo. Esto último parece coincidir de su política generalizada de bajísimos sueldos, allí donde se asientan, denunciada por sus empleados.
Tanto en el caso de la SGAE como en el de Wal-Mart —como en
tantos otros— la podredumbre se ha instalado en las instituciones convertidas en
herramientas de lucro, en tapaderas de fraudes, sobornos, enriquecimiento
ilícito o clientelismo y amiguismo. En Wal-Mart, al menos, hubo quien realizó su trabajo:
los que emitieron el informe denunciando las actividades delictivas de sus
directivos. En la SGAE no hubo nada de eso. Solo aceptación sumisa e interesada
de aquellos responsables que vieron lo que tenían delante pero no fueron capaces de
denunciarlo o no tenían el más mínimo interés porque les beneficiaba. Un solitario, humilde y kamikaze socio se atrevió a levantar la liebre y tuvo como injusta respuesta una sanción oficial. A los que les falla la vista, nunca les tiembla la mano.
* “Teddy Bautista gastó 8,7 millones de euros en proyectos
fallidos”. La Vanguardia 21/04/2012
http://www.lavanguardia.com/cultura/20120421/54285074117/teddy-bautista-gasto-8-7-millones-de-euros-en-proyectos-fallidos.html
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