miércoles, 18 de diciembre de 2019

Más aburrimiento

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Aburrido, terriblemente aburrido. Puede que algunos le encuentren pasión, pero la política española se ha convertido en el pozo del aburrimiento, en un Día de la Marmota que se repite y repite.
De vez en cuando salto desde los canales internacionales de noticias, que me cuentan cosas, hasta los españoles que han entrado en una cinta sin fin en la que la eternidad bosteza y ruega por un final rápido de los tiempos, por un liberador "Apocalypse Now!" que no se produce. Bill Murray debería conectar con todos los informativos para contarnos, una y otra vez, lo que pasa y lo que no pasa, la cara doble de la actualidad. ¿"Actualidad"? Se me hace rara esta palabra, digna de ser inspeccionada filosóficamente. 
Nuestros políticos, unos y otros discuten de forma extraña sobre el "hoy" (vamos a llamarlo "presente") y sobre el "pasado", un concepto extraño y plástico que manipulan y redefinen según sus teorías. De esta manera, sus declaraciones conllevan un poquito de hoy, mucho de ayer y unas dosis variables de mañana. ¡Nunca hemos tenido tantos futuros disponibles, tantos pasados interpretados y tan poco presente, reducido casi a la nada del desacuerdo y al peligro del acuerdo! Ya no se sabe qué es peor, si el encuentro o el desencuentro.
Visto desde el espacio, la cosa no mejora. Por más que uno se aleje, siempre queda la curiosidad, la esperanza de que algo cambie, a ser posible, a mejor. Pero no.


Fuimos celebrados en todo el mundo por la hoy "denostada" Transición, un modelo de paso de una dictadura a una democracia. Pero la ola callejera se siente molesta por este protagonismo. Acabo de escuchar a una señorita (no sé quien es) hablar con gran autoridad sobre lo que ella (y ellos) llama el "Régimen de 1978". Lo que caracteriza a este "régimen", no explica, es la corrupción. Desde ahí, la teórica explícita e implícita, claro.
Hemos dicho muchas veces aquí que uno de los grandes problemas es precisamente no haber sabido frenar y deshacerse de la corrupción. Pero no se me ocurriría subir un escalón con tal de derribar al "régimen", que es el objetivo, empezando por las asociaciones negativas. Desde que los libros de Neuromárketing son asequibles, no hay quien aguante a estos simples de asociacionismo (mental) y del refuerzo pauloviano. Repite y conecta. Lo malo es que como todos usan el mismo mecanismo, tenemos el cerebro hecho polvo, mareado de tanto asociar con aspectos negativos.
Los políticos son la vanguardia del aburrimiento. Pero, ¡cuidado!, los medios se han dejado arrastrar por el comentario chicle, que se debe alargar y alargar porque no hay solución. Es como vivir a cámara lenta, pero pensar a cámara rápida.
Puede que el desastre informativo de los medios estatales se deba a esa obligación de reflejar lo que los políticos hacen (o no hacen). Me pregunto si el entusiasmo con el que debaten cada día, desde las primeras horas de la mañana y a altas horas de la noche, es real o requiere de algún tipo de práctica mental, ensayo conjunto, etc. Es extraño como, en estos tiempos de ahorro, no se recurre a la multiprogramación. Pocos se darían cuenta de la repetición. Unos pequeños retoques y... ¡de nuevo es actualidad!



Es difícil solidarizarse con este sistema, en el que incluyo a los anti-sistema, los que hablan del "régimen de 1978" como el que habla de Frozen. La gran pregunta es siempre doble "cómo hemos llegado a esto" y "cómo salir de esto". La primera lleva a la melancolía; la segunda al distanciamiento o al enfado. Por temperamento, unos se hunden en la primera y otros se desahogan en la segunda. Pero no hay que dejarse arrastrar. El problema es dónde encontrar la sensatez necesaria que obviamente escasea entre aquellos que nos traen las soluciones a los problemas que ellos mismos han creado.
Dentro de esa repetición existencial, seguimos tropezando en las mismas piedras. Lo que avanzamos en unas décadas lo perdemos en unos años porque en España nada se olvida, todo se recicla, se hereda, se somatiza. Aburrimiento.
Me acuerdo al escribir esto de un viejísimo post en el blog sobre "el señor cabreado de la Castellana", una de esas experiencias vitales que te rozan al pasar. Me asalta la duda de si nos hemos convertido todos en él, en distintas versiones, con discursos políticos diferentes, pero con el mismo fondo de cabreo. ¿Y dónde nos llevará?
Eso sí me preocupa, porque el aburrimiento siempre ha dejado mucho campo libre.



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