lunes, 23 de diciembre de 2019

Jamal Khashoggi o el 5 x 1 ineficaz

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
La condena a muerte de cinco personas y de otras a cárcel en Arabia Saudí por el secuestro, tortura y asesinato de Jamal Khashoggi no soluciona el problema principal: la forma en que la monarquía saudí "define" y "soluciona" sus problemas. A la sombra de los Estados Unidos, el Reino parece que puede hacer todo lo que le perezca bien o aunque le parezca mal hacerlo. Todo el mundo sabe que está mal secuestrar a una persona en un consulado, torturarlo, asesinarlo y cortarlo en trocitos sin que se vuelva a saber de él. Creo, sí, que todo el mundo sabe que no está bien.
La autoría no tiene dudas más que para los saudíes que ahora pretenderán ir por el mundo diciendo que han hecho justicia, aunque nadie sepa qué es lo que han hecho más que enterrar a Khashoggi por segunda vez. Primero el cuerpo, luego la memoria. Pero es más difícil enterrar a la segunda que al primero. Les seguirá trayendo disgustos.


En The Washington Post, el periódico para el que escribía Khashoggi, la noticia queda a falta de que los comentaristas expresen las opiniones y críticas, pero ya apuntan a la farsa judicial:

The verdicts came after a trial in Riyadh’s criminal court that lasted nearly a year and was largely shrouded in secrecy, with court sessions closed to the general public. Human rights groups warned that the lack of transparency made the proceedings unfair, and increased the likelihood that senior officials could escape justice.
Diplomats from the United States, Turkey and several other countries were allowed to attend but told not to reveal details of the trial. Members of Khashoggi’s family also attended, according to Shalaan al-Shalaan, a spokesman for the Saudi public prosecutor.
In addition to the five people who received the death penalty, three more people were sentenced to jail terms totaling 24 years, according to Shalaan, who did not name any of the convicted defendants.
The CIA concluded last year that the crown prince had ordered Khashoggi’ s assassination, contradicting Saudi Arabia’s insistence that Mohammed had no knowledge of the plot. However, Saudi authorities had said they were investigating the roles played by two senior aides to the crown prince in organizing and dispatching the team of agents who killed Khashoggi.*



Con las evidencias claras de que Khashoggi fue engañado, torturado y desmembrado por los miembros del consulado en Turquía y por agentes de la Seguridad del estado, cuya llegada y salida está perfectamente sincronizada con el crimen, las únicas dudas por resolver son las de la implicación directa del príncipe coronado, la pieza de caza mayor, del que nadie duda que fue quien diera la orden de la ejecución, pero que estos cinco condenados a muerte van a salvar, al menos en apariencia. Serán oficialmente los "culpables", los cinco que tomaron la decisión de eliminar al molesto periodista bien emparentado. Al fin y al cabo, en Arabia Saudí tomo queda en su amplia familia.
Pero queda, por otro lado, lo segundo más importante: ¿ha pasado algo? Esta es la gran pregunta que se han de hacer los dirigentes y responsables de los diferentes países occidentales cuando se tengan que cruzar con el príncipe coronado, Mohamed Bin Salman.


La capacidad de los saudíes para mirar a otro lado está marcada por su propia historia. Pero para el mundo exterior la cuestión es distinta. Como siempre, los países deben elegir entre sus principios y sus intereses. Desde el punto de vista de los primeros, Arabia Saudí estará gobernada por una persona cuyo concepto de la política incluye el secuestro, tortura y asesinato de los opositores. La verdad es que ser opositor en Arabia Saudí es bastante sencillo porque apenas tienes libertades y si eres mujer, menos.
Para prepararle el trono del Reino, las arcas saudíes invierten millonarias cifras en convertir al príncipe Bin Salman en una especie de Che Guevara, por lo que todas las campañas en las que se trataba de reflejar la modernización se han ido al traste con lo ocurrido a Jamal Khashoggi.


No sabemos muy bien qué es lo que falló o si, por el contrario, todo funcionó como siempre. Quizá los saudíes calcularon mal el enfrentamiento con un periodista "adoptado" por la prensa norteamericana en pleno enfrentamiento de Donald Trump con los medios.
La "credulidad" de Trump ha sido más que engorrosa incluso para los republicanos (hoy tan cerrando filas). Una y otra vez el presidente decía cuando era preguntado por la prensa sobre el asesinato que el príncipe le había dicho que no tenía nada que ver con el asunto. Una y otra vez lo repitió... hasta que la CIA tuvo que salir a decir que era imposible que el príncipe no supiera nada del caso y lo consideraban el último responsable sobre el crimen. ¡Qué triste que hasta tus servicios secretos te dejen en evidencia! Pero el raro color de Trump no proviene del sonrojo precisamente.


Otra credulidad en cuestión ha sido la egipcia, que ha ido diciendo que cree firmemente todas y cada una de las contradictorias versiones que el Reino ha ido dando. Pero, ¿qué no hace por un amigo al que tanto debes? Después de regalarle dos islas (Tiran y Sanafir) y de hacerlas desaparecer de los libros de Geografía en las escuelas, esto parece una fruslería. Pese a ello, no deja de ser inquietante dado las prácticas similares que el gobierno egipcio mantiene con los que no le gustan. Por mucho menos desapareció Giulio Regeni para regresar ya cadáver torturado.
Más allá de la guerra interna norteamericana, el asesinato de Jamal Khashoggi afecta a la creciente corriente de asesinatos de periodistas. El miedo a Khashoggi era por su potencial mediático y a su empeño de crear nuevos focos de información lejos del control de los poderosos gobiernos de Oriente Medio. Los que han creado sus propias cadenas para influir en Occidente y mejorar de imagen no aceptan que existan medios críticos contra ellos. Eso está medianamente claro y este crimen es la constatación de lo que ocurre a las voces disidentes. Khashoggi llegó más lejos que otros que no pueden elevar la voz, silenciados en sus territorios o en el extranjero cuando intentan contar lo que ocurre o el futuro que desean. Jamal Khashoggi era un "mal" que había que cortar de raíz. Y así lo hicieron. El fallo fue hacerlo en Turquía, un país enfrentado a los saudíes y a sus aliados. No midieron bien el grado de vigilancia a que estaba sometido el consulado saudí.


La noticia de las cinco condenas a muerte de los saudíes en todos los medios mundiales no resuelve nada. Lo que hace es confirmar la autoridad suprema de la familia real sobre el destino de unos y otros. Da la impresión de ser algún tipo de oferta de grandes almacenes, un "5x1" como si eso fuera a llevarles clientela.
El destino de Arabia Saudí esta sellado por sus compras de armamento a los Estados Unidos, sus fuertes inversiones en los países que les interesa mantener de su lado, etc. El problema es que eso es cada vez más comprometido y difícil de sostener ante la opinión pública, cada día más levantisca en todas partes.
Hacen valer su dinero. Hasta que se acabe el petróleo o dejemos de necesitarlo. Entonces no será tan fácil mantenerse como ahora. El "5 x 1" no ha resultado rentable, solo otra muestra de poder y desvergüenza.



* "Saudi Arabia says five sentenced to death in killing of Jamal Khashoggi" The Washington Post  23/12/2019 https://www.washingtonpost.com/world/middle_east/saudi-arabia-says-five-sentenced-to-death-in-killing-of-jamal-khashoggi/2019/12/23/02fc0ea4-256a-11ea-9cc9-e19cfbc87e51_story.html


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