martes, 3 de diciembre de 2019

No se puede negar

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Que Estados Unidos tenga que mandar una comisión a la Conferencia sobre el cambio climático bajo el lema aproximado de "No todos los americanos piensan como la Casa Blanca" es bastante penoso. Los noticiarios de hoy nos muestran la cabecera de la delegación, Nancy Pelosi, la líder de la oposición demócrata. ¡Triste momento en el que los Estados Unidos escenifican su ausencia y su presencia en un solo acto! 
Pelosi ha tenido sentido del estado y, todo hay que decirlo, de la oportunidad política cubriendo en inmenso vació representativo que deja el presidente. Eso sí, para el Wall Street Journal, el viaje de Mancy Pelosi es una pérdida de tiempo. Al diario le parece poco efectivo volar a Madrid e ignorar lo que se hace en Estados Unidos, con mención al "fracking" y las centrales nucleares. La batalla hay que darla en casa.
Si se mira la prensa norteamericana, ocurre algo parecido. El tema del cambio ha desaparecido arrastrado por el presidente, punto absorbente de la atención, ya sea por el proceso del impeachment, que ocupa las páginas, como por el acto alternativo de la OTAN estos días en los que se escenifica la sumisión de Europa a lo que Trump mande con los choques con Macron y los pocos que osan llevarle la contraria.


Las noticias de Norteamérica nos muestran, una vez más, un país dividido por la mitad, donde cada una de ellas trata de ignorar a la otra, pero se hace imposible. No solo están divididos, sino que están enfrentados. Desde Nueva York, se nos habla en uno de los reportajes televisivos de la mañana del enfrentamiento con la Casa Blanca de las ciudades comprometidas con el cambio. Su voluntad es tomar medidas, diga lo que diga Trump.
El panorama español tiene también sus diferencias. Esta vez, el cambiante Casado, habla de "compromiso inequívoco" contra el cambio climático. Hace unos días hablaba de la "identidad" izquierdista que suponían los ataques al cambio, junto a los de la "violencia de género". Lo hizo ante el Partido Popular europeo. ¡Lástima de ocasión! porque España está claramente por algo que padecemos de forma clara en la agricultura, el turismo o muchos otros sectores.
A otros, como era de esperar, les sale un discurso más a lo Trump, donde todo son objeciones a las falacias de que no es el Hombre quien actúa cambiando el clima, sino que es el clima el que se cambia solo. La teoría les debe parecer brillante, pero hasta un tonto distingue las diferencias entre un asesinato y la muerte natural. Todo lo vivo se muere, sí, pero ¡hombre! intente durar un poquito.


La cuestión del cambio climático no solo tiene los datos de las observaciones de los científicos. También tenemos evidencias día a día sobre que las cosas están cambiando. RTVE nos manda un mensaje desde el delta del Ebro, a cargo de Carlos Franganillo. Son formas de sacar a la calle las cosas para que la gente las entienda, algo que no es fácil. En el noticiario anterior, el mismo Franganillo ha tratado de escenificar que es eso del "efecto invernadero" junto a la meteoróloga del programa. Se trata de mandar mensajes.
La cuestión que se plantea es si es solo porque tenemos la cumbre del Clima o si es una política de información. La cuestión no es baladí porque la presión social está creciendo y desbordando las agendas oficiales para formar parte de las sociales.
Lo que Casado llamaba en su inconsciencia el "tercer muro", es decir, el cambio climático y la violencia machista, forman ya una agenda social clara. A los que se queden tibios solo les quedará espacio para hacer el Don Tancredo, como a Javier Ortega Smith ante una víctima de violencia.


Los políticos pueden discrepar en la forma de resolver un problema, pero no en negar el problema, cosa que algunos intentan, como Trump allí y los que le imitan aquí.
Un factor novedoso es precisamente cómo ha enganchado el mensaje entre los grupos de jóvenes que no entienden a los políticos, pero sí entienden los datos y, sobre todo un mensaje claro: se quedan sin futuro o este estará muy deteriorado. Una de las formas más claras del egoísmo es pensar en dejarles los problemas a los siguientes. Cuando este problema salte, yo no estaré aquí para verlo, dicen. Gracias a las estimaciones, la gente es consciente de que existe un futuro mejor o peor y eso lo sabe hoy, por lo que entra a formar parte del presente como actitud y como acción. Los que se quieren quedar al margen solo tendrán disgustos porque irá a peor y los argumentos se gastan. Ya es obcecación estar a favor de quedarse quieto ante los desastres o salvar la cara de los que los producen.
Antes el futuro quedaba lejos; era una promesa que se cumplía o no. Ahora es una amenaza que no es posible posponer porque ya vemos y padecemos los efectos. Los negacionistas tienen un margen muy pequeño.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.