Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
El
diario ABC recoge la carta de la mujer víctima de la violación en grupo en el
caso denominado de "La manada". Hay diversas aclaraciones de
psicólogos y expertos en estas situaciones en las que desarrollan la energía depositada
en sus palabras tras el inmenso apoyo popular cosechado. La sociedad ha estado
mayoritariamente con la víctima en una batalla con los prejuicios patriarcales
y con las sentencias judiciales que no han satisfecho a nadie, ni a políticos
ni a ciudadanos.
El caso
tiene una serie de circunstancias que revelan la peculiar deriva del machismo
agresivo en este país en el que se ha pasado de las violaciones individuales a
la violaciones en grupo, fenómeno que nos emparenta con sociedades altamente
patriarcales en la que este fenómeno tiene una significación específica.
Ayer
tuve ocasión de participar en un tribunal de Trabajos de Fin de Máster en el
que una de nuestras alumnas chinas hizo una exposición de la cuestión de las
violaciones en diferentes países asiáticos (China, Japón, Corea del Sur, India),
sobre su tratamiento mediático especialmente. Al término de su exposición, hice
algunas consideraciones sobre el fenómeno de las violaciones en grupo que me
gustaría poder desarrollar brevemente aquí, con referencia a este caso que ha conmocionado
e indignado a la sociedad española, con trascendencia mundial, y que repercutido
en la imagen de la Justicia por los desacuerdos sobre la valoración de los
hechos y las condenas.
El
fenómeno de la violación en grupo que se está dando en España queda bien
definido por los aspectos simbólicos presentados por la idea de
"manada". A diferencia de lo que ocurre en otras sociedades en las
que la violación en grupo puede ser una forma de castigo contra atentados al "honor"
familiar o del grupo, lo ocurrido en España es otra cosa. Hay un amplio abanico
en la violaciones en grupo: de las violaciones en zonas de guerra, en donde los
vencedores implantan el terror mediante los ataques a las mujeres como una
forma de humillación a los vencidos y botín sexual, hasta aquellos casos en los
que las mujeres son violadas por parte de los miembros de sus propios grupos
como forma de castigo en una especie de expulsión
ritualizada.
La
violación en grupo tiene unas diferencias importantes con las de los violadores
tradicionales que buscan esconder sus hechos. Un rasgo esencial de estos casos
es su afán de notoriedad, que se suele manifestar por compartir sus fechorías
con las redes sociales en donde suben vídeos o fotos. Hemos visto recientemente
otros tipos de agresiones a mujeres, mendigos, inmigrantes, etc. en los que la
"diversión" es agredirles y el premio los efectos de la difusión
mediática a través de sus cuentas de Facebook, canales de YouTube, etc.
No hay
duda que hay una forma de sexualidad pervertida en lo realizado por "La Manada",
algo que va más allá de la violencia y que revela su propia incapacidad para la
normalidad. Esa misma anormalidad patológica es la que está presente en los que
comparten el disfrute, la admiración hacia aquellos que son capaces de violar
en grupo.
"La
manada" se refuerza internamente con cada asalto sexual; es una especie de
"hermandad" que se siente más unida realizando este acto de agresión
hacia las mujeres que caen en sus manos tras noches de paciente observación
hasta elegir la víctima adecuada.
Como
sociedad, debería preocuparnos que entre quienes han realizado esta horrenda
agresión sexual haya un guardia civil y un soldado. No es mi pretensión en
absoluto responsabilizar a los cuerpos que acogieron a estas personalidades
anormales, pero sí preocuparme por qué eligieron ellos esas profesiones.
Evidentemente no tienen "vocación de servicio". Hay instituciones que
atraen a determinadas personalidades porque representan para ellos
"poder"; policía y ejército lo son. En ellas pueden encontrar un
amparo a esa "masculinidad" enfermiza. No es la institución en sí,
sino la representación mental que ellos tienen de ella.
La
violación en grupo no es solo un acto de violencia sexual. Es el uso de la sexualidad
violenta para poder sentir el poder que luego otros deberán admirar. Es lo
mismo que hay tras las violaciones en las zonas de guerra, otra demostración de
poder; la demostración de la superioridad de un grupo frente a otro o,
finalmente, la sanción del propio grupo. Lo absurdo del caso, lo peligroso y
que revela la enfermedad de sus integrantes es que es su ego disminuido y
agresivo el que les guía. Es su forma de demostrar una masculinidad que no
tiene capacidad de manifestarse de forma normal porque son incapaces de
mantener una relación emocional. Para ellos solo existe el "premio".
Una persona que participa en una violación en grupo demuestra que es de la
sensación de poder de donde proviene su propio placer y, especialmente, de la
sensación de admiración que despierta en aquellos que les aplauden.
Como
sociedad, debemos analizar el caso más allá de la ira. Hay que preguntarse por qué
se forman estos grupos que salen de caza en fiestas y fines de semana. Hace
mucho tiempo que la sociedad española no comparte valores; estamos demasiado
pendientes de nuestras fisuras y menos de repararlas. Desde hace unas décadas,
se crece en un modelo en el que el egoísmo es el centro, algo que se manifiesta
en fenómenos como la corrupción o la explotación laboral de los jóvenes, que llegan
después a conclusiones implícitas en estos procesos de mal aprendizaje.
Un
violador puede considerarse un enfermo mental, pero unos violadores en grupo
son algo más, de igual forma que distinguimos entre un ladrón y una trama
organizada que corrompe las instituciones. A los jueces les corresponde
considerar sus casos, pero a todos nos corresponde mirar el problema,
preguntarnos por sus orígenes y por sus posibles remedios. Ignorarlo es tener
casos similares. Por lo pronto, han aumentado las denuncias por violencia
sexual. Ya es un paso, pero quedan muchos más por dar.
El
progresivo avance de las mujeres, su visibilidad mayor y más ajustada a la
realidad, contrasta con la forma sexualizada de usar su imagen, que convence a
algunos perturbados que es un "objeto" a su "servicio", un
"objeto" de usar y tirar.
Muchos reaccionan airadamente ante esta
expansión de la mujer hacia sus derechos, trabajo, etc., que consideran un ataque a sus egos masculinos, una disminución de
sus poderes. La violación en grupo es un acto de "poder", una respuesta machista agresiva. Es patológica, pero también es "política". También el poder tiene sus enfermedades. Es lo que nos muestran allí donde se practican con profusión, de las guerras a la esclavitud.
Los
"señoritos" salieron de caza para demostrar al mundo de lo que eran capaces. Lo han hecho. Ahora debemos responder como sociedad ante el problema subyacente.
Anexo
Carta íntegra de la víctima
Hola a todas y a todos,
Supongo que esta carta pensaréis que es para contar mi versión y mi vivencia, pero no es así. Esta carta es de agradecimiento. Mamá, papá, gracias no solo por el apoyo sino por sacar fuerzas de donde no la teníais y habérmelas dado a mí.
Gracias por todo lo que me habéis enseñado y por todo lo que me enseñaréis, pero sobre todo por no abandonarme, ni abandonaros a vosotros por mucho que quisierais. Gracias a mis tías, a mis abuelos, a mis tíos y mis primos. Por hacerme ver que en esto se basa una familia. En estar siempre, pase lo que pase.
Quiero también dar las gracias a mis personas, mis elegidas, las mejores elecciones que he hecho en esta vida. Por apoyarme, llorar conmigo, enfadaros porque no tenía sentido lo que sentía. Por reír, por hacerme ver que lo mejor y lo peor de la vida hay que compartirlo, por odiar y sobre todo por querer. Vosotros me levantáis.
También quiero dar las gracias a todas las personas que me han ayudado en este camino. Ojalá nunca os hubiera conocido, pero la vida es así y te trae a las mejores personas en los peores momentos y eso es por algo. Ojalá nunca te hubiera conocido, amiga, de verdad. Pero gracias a esto tengo una persona imprescindible en mi vida. Compañera de batalla, que sé que nunca voy a olvidar.
También quiero agradecer a toda la gente que sin conocerme tomó España y me dio voz cuando muchos me la intentaron quitar. Gracias por no dejarme sola. Por creerme, hermanas. Gracias por todo, de corazón.
Gracias a todo el mundo que haya hablado de mí un segundo para repudiar lo sucedido. Asociaciones, personas de la calle, personalidades políticas, famosos, periodistas que me hayan respetado y, en general, a todo el que se haya preocupado por mí. Gracias por hacerme sentir otra vez parte de la sociedad en que parece que si te violan tienes que llevar el cartel de violada pegado en la frente. Gracias por luchar, gritar, llorar y apoyar esta causa.
Por último, para mí lo más importante: denunciad. Nadie tiene que pasar por esto. Nadie tiene que lamentarse de beber, de hablar con gente en una fiesta, de ir sola a casa o de llevar una minifalda. Nos tenemos que lamentar todos de la mentalidad que tiene esta sociedad donde esto le puede pasar a cualquiera. Os lo aseguro.
Tened cuidado con lo que decís, no sabéis cuántas veces he oído hablar de ‘la chica de Sanfermines sin saber que esa chica estaba sentada a tu lado. Por cierto, no soy ‘la chica de Sanfermines’. Soy la hija, nieta, amiga y a lo mejor, ese ‘de’ sois unos de vosotros, así que por favor, pensadlo antes de hablar.
Igual que estamos mentalizados y no bromeamos con enfermedades, no podemos bromear con una violación. Es indecente y está en nuestras manos cambiarlo. Por favor, solo pido que por mucho que penséis que no os van a creer, denunciéis. Os puedo asegurar que todo el camino que hay que recorrer no es plato de buen gusto, pero qué hubiera pasado si yo no hubiera denunciado, pensadlo.
Está muy bien condenar unos hechos, pero todos tenemos que ser partícipes del cambio. Personalmente, con que mi caso haya removido la conciencia de una persona o haya dado fuerzas a otra persona para luchar, me doy por satisfecha.
Para todas las mujeres, hombres, niñas, niños que estáis pasando por algo parecido: se puede salir. Pensaréis que no tenéis fuerzas para luchar, pero os sorprendería saber la fuerza que tenemos los seres humanos. Contadlo a un amigo, a un familiar, a la policía, en un tuit, hacedlo como queráis, pero contadlo. No os quedéis callados, porque si lo hacéis, les estáis dejando ganar a ellos.
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