Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Tras el portazo dado en el Consejo destinado a la
observación de los Derechos Humanos de Naciones Unidas, los Estados Unidos de
Donald Trump son un poco menos "líderes" del mundo occidental y, por
supuesto del resto del mundo, donde ya había división de opiniones. Se da la
paradoja de que los mayores admiradores de Donald Trump no son los países
democráticos sino los autoritarios, que ven sus prácticas defendidas de palabra
y obra por el presidente norteamericano.
La presión interior sobre Trump por la separación de
familias en la frontera de México ha sido tan enorme (incluida Melania Trump,
que se distanció de su marido), que ayer mismo se desdecía y dejaba en suspenso
la orden de separar las familias como estrategia disuasoria contra la
inmigración. La oleada de protestas desde todos los ángulos criticando la
medida ha hecho que Trump se lo piense mejor.
Este lenguaje de la opinión pública, Trump lo entiende bien.
Ha preferido, una vez que se habían identificado las dos cabezas pensantes del
asunto, entre ellas la del inefable Jeff Sessions. Una vez que esa política
nefasta se personificó, Trump podía permitirse el gesto "generoso" de
desautorizarles, como si fuera algo que no salía de él aunque lo hubiera
defendido a bombo y platillo horas antes.
The
Independent británico titulaba "Jeff Sessions says child migrant holding
cages not like Nazi Germany 'because they were keeping Jews from leaving'"
y señalaba la vergonzosa entrevista del Fiscal General en Fox News:
Accusations that child detention facilities on
the US-Mexican border are similar to Nazi concentration camps were always
likely to be rebuked by the White House – but perhaps no one quite expected
Attorney General Jeff Sessions’ line of reasoning.
“This is a real exaggeration,” he told Fox
News. “Because in Nazi Germany they were keeping the Jews from leaving the
country.”
Even the avowedly conservative presenter Laura
Ingraham seemed momentarily taken aback with the response, quickly moving the
subject on.
Attorney General Sessions had gone live on the
show to defend Donald Trump’s migration family separation policy, which has
seen around 2,000 illegal immigrant children taken from their parents and
placed in wire-cage holding cells.*
Una vez llegados a estos niveles, Trump no tiene reparos en
presentarse como el ser magnánimo que le gusta ser a los ojos de la opinión.
Con las condenas generalizadas, del Papa Francisco al secretario general de
Naciones Unidas, pasando por Theresa May, Trump se permite estos gestos.
Pero la cuestión de los Derechos Humanos tiene otro frente
abierto con la cuestión de la violencia en Israel. No olvidemos que esta se ha
recrudecido en estos últimos tiempos gracias a su decisión del traslado de la
embajada norteamericana de Tel Aviv a Jerusalén, medida que produjo una
reacción inmediata por parte de los palestinos y la condena de la prácticamente
todos los países e instituciones, con la excepción de dos países de
Latinoamérica.
Acosado en todos los foros internacionales, Estados Unidos
ha optado por la peor solución, revolverse contra el Consejo de Derechos
Humanos de Naciones Unidas:
The US has pulled out of the United Nations
Human Rights Council, calling it a "cesspool of political bias".
Nikki Haley, the US envoy to the UN, said it
was a "hypocritical" body that "makes a mockery of human
rights".
Formed in 2006, the Geneva-based council has
faced criticism in the past for allowing member countries with questionable
human rights records.
But activists said the US move could hurt
efforts to monitor and address human rights abuses around the world.
Announcing the decision to quit the council, Ms
Haley described the council as a "hypocritical and self-serving
organisation" that displayed "unending hostility towards
Israel".
She was speaking alongside US Secretary of
State Mike Pompeo, who denounced the council as "a protector of human
rights abusers".**
La agresiva embajadora en Naciones Unidas arremete contra en
Consejo e ignora que la condena a Israel por la violencia con la que se
reprimen las protestas es prácticamente unánime y más allá del Consejo.
La política de retiradas institucionales durante la
administración de Donald Trump se recordará el fracaso del diálogo en favor de
la fuerza. Una tras otra, Estados Unidos va quedando fuera de los grupos e
instituciones, del G7 hace unos días al Consejo de Derechos Humanos ayer, por
citar solo los últimos.
Frente al diálogo, Estados Unidos opone una política de
fuerza, manteniendo la doctrina de que ellos no pueden ser obligados pero sí
pueden obligar a aceptar sus opiniones o condiciones. Sin embargo, día tras
día, estas acciones le dejan más aislado y reducen su propia influencia.
No se pueden ganar todas las guerras y, sobre todo, no se
pueden ganar todas las guerras a la vez. Es un principio elemental que Trump
ignora. Se acrecienta en la medida en que además está obviando a sus aliados,
con lo que la fuerza disminuye de forma drástica.
Los matices diciendo que el Consejo de Naciones Unidas es una caricatura de los derechos y que va a ser Estados Unidos quien los defina unilateralmente no traen nada bueno. No es cosa de uno solo esto de los derechos humanos, por definición. Su valor es precisamente su universalidad. Trump e Israel se quedan solos en esto. Tampoco es bueno para Israel.
Son demasiados portazos los que está dando la administración norteamericana. Este en Naciones Unidas sobre Derechos Humanos muestra que el espíritu que llevó a crear las grandes instituciones internacionales para evitar o mitigar conflictos está en el aire.
* "Jeff
Sessions says child migrant holding cages not like Nazi Germany 'because they
were keeping Jews from leaving'" The Independent 20/06/2018 https://www.independent.co.uk/news/world/americas/jeff-sessions-immigration-child-holding-cages-nazi-concentration-camps-us-mexico-border-a8406011.html
** "US
quits 'biased' UN human rights council" BBC 20/06/2018
https://www.bbc.com/news/44537372
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