Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
En
estos tiempos que vivimos o padecemos, todo aquello que no pueden medirse
parece que no existiera. Podemos tener un sentimiento, pero hasta que no le
ponen cifra es como si no existiera más allá de la intuición. Son tiempos de la
vida con decimales, de las cifras casi místicas.
En este
contexto de mediciones y precisión del que viven muchos, leo el siguiente titular
en el diario El Mundo: "España cae 10 puestos en el Índice de Paz Global
por el conflicto catalán y el terrorismo". Inmediatamente me sobresalto,
incluso sin saber todavía que significa eso del "Índice de Paz
Global" o saber cuál era nuestro puesto anterior en esa lista en la que
caemos "diez puestos". Mi percepción intuitiva de lo que pudiera ser
la "paz global" se desploma solidariamente otros diez puestos.
Aquí
hemos tratado alguno de estos indicadores complejos, como el de la
"felicidad". Pero así como la felicidad es subjetiva, la paz es más
complicada por involucra a más sujetos. Uno puede ser feliz solo, pero solo se
puede estar en paz con los demás o los demás contigo.
La
noticia nos cuenta en su principio:
España ya no es uno de los 20 países más
pacíficos del mundo. En apenas un año, el país ha caído 10 puestos en el Índice
de Paz Global (GPI, por sus siglas en inglés) hasta situarse en el número 30 de
163 Estados, por debajo de Botsuana. "Es la primera vez que un país de
Europa occidental cae tanto", recalca, en conversación telefónica con EL
MUNDO desde Londres, Steve Killelea, presidente y fundador del Institute for
Economics and Peace, entidad que elabora dicho índice anual. Tras esta
vertiginosa caída en el ránking mundial -sin precedentes para un país
perteneciente a la que, según este mismo informe, es todavía la región menos
conflictiva del planeta- están el aumento de los ataques terroristas en nuestro
país -especialmente el atentado de las Ramblas de Barcelona el pasado mes de
agosto, que acabó con la vida de 14 personas- y, sobre todo, el aumento de las
tensiones políticas por el conflicto en Cataluña. Ambos elementos, indica
Killelea, han sido "sustanciales" para la erosión experimentada por
la paz española, aunque la inestabilidad fruto del desafío independentista sea
"probablemente" el factor de mayor peso.
Con un GPI de 1,678 (el del país más
pacífico, Islandia, es 1,096 y el de Siria, la nación más conflictiva, de 3,6),
España queda cuarta entre los países que más deterioraron sus niveles de paz y
calidad de vida durante el año pasado. Lo acompañan en este infausto 'top
cinco' Qatar, República Democrática del Congo, Togo y Birmania.*
Pues
sí, visto así, es para estar preocupados. Contra el terrorismo estamos todos, supongo.
Una sociedad lo padece en su conjunto y a cualquiera le puede tocar la lotería
negativa de estar en el lugar más inadecuado en el momento menos oportuno. Pero
que el descenso de los diez puestos venga determinado por el enfrentamiento
entre nosotros mismos, me parece preocupante. Y más si se presenta como
"caída sin precedentes", tal como nos cuenta la noticia, en este paraíso europeo.
La
cuestión ya está presente con solo enunciarla, está en el "nosotros",
expresión que indica un sujeto múltiple y conjunto en el que algunos se
resisten a entrar. El primer secesionismo empieza por ahí, por el
"nosotros" que se transforma en "vosotros" cuando se
dialoga y en "ellos" cuando se discrepa o insulta. Sí, todo empieza
por lo que signifique "nosotros".
Y es
que los "nosotros", como venía a decir Renan, se negocian cada día,
pero desde luego no se olvidan de un día para otro, como algunos pretenden. Así
no se entiende que este señor que ocupa el puesto sin puesto de Puigdemont,
Torras, diga que hay que hablar de algo cuya premisa es la proclamación de la
república en un reino y la secesión de algo que está definido como unidad. Eso
es siempre lo más sorprendente del caso que nos ha hecho caer diez puntos, que
se habla mucho de dialogar cuando hay poco que decir: estás o no estás, nosotros o ellos.
La paz
de un país se construye cada día y aquí vamos en sentido contrario con
demasiada frecuencia. Es una política divisiva que no es buena y que hemos
criticado muchas veces porque nos hará seguir cayendo puestos en la lista del
señor Killelea
Los
motivos por los que el mundo está empeorando son muchos y basta con ver las
noticias cada día. Eso hace que muchos piensen que la culpa la tienen los
mensajeros que dan cuenta de la situación. También hay una guerra contra los
propios medios, algo que disminuye la idea de paz global. Son ya unos cuantos
países los que imitan a Donald Trump e incluyen a los medios entre las amenazas
conflictivas, que es la forma de responsabilizar al mensajero y evitar las
críticas.
Si el
índice es fiable, la situación es preocupante más allá de nuestra situación.
Señalan en el artículo:
La visión planetaria dibujada por el Índice
de Paz Global no es más halagüeña que su radiografía de la situación española.
Según sus datos, el mundo es hoy un lugar menos pacífico de lo que lo ha sido
en cualquier momento de los últimos 10 años. Desde 2008, el GPI medio empeoró
un 2,38%."En la última década ha habido un deterioro sostenido y gradual
de la paz", lamenta Steve Killelea, que señala a aquellos conflictos que
se prolongan en el tiempo, en particular en Oriente Medio y el Norte de África,
como principales causantes de esta tendencia, sin olvidar las nuevas amenazas:
"Lo último que necesitamos es sumar más conflictos a Oriente Medio y el
Norte de África", alerta.
En cuanto al último año, los índices de paz
de 92 países se resintieron, frente a la mejoría experimentada por las otras 71
naciones estudiadas, el peor resultado de este dato en los últimos cuatro años.
El nivel de paz global, en la misma línea, disminuyó un 0,27%.*
Si los
conflictos se "suman" o se "multiplican" no es una cuestión
baladí pues los problemas llaman a los problemas. Una sociedad que se enfoca en
la resolución ya tiene mucho ganado, pero hay problemas enquistados o de
solución difícil por no decir imposible, problemas cuya resolución no deja paz
sino silencio tenso.
Las
guerras de Oriente Medio no traerán paz, sino la violencia por otros medios,
con otros nombres. De los centros de los problemas surgen las distintas ondas
expansivas que crean sus propios problemas más allá de los puntos de inicio. Tendemos
a situar en el espacio los problemas, a localizarlos. Pero los problemas se dan
en el tiempo y son extensibles en diferentes formas de inestabilidad o
alteración de esa paz a la que todos aspiran. El traslado del problema de
Oriente Medio y Norte de África se produce mediante el aumento del populismo
que se vincula con las actitudes políticas anti inmigración o contra los
refugiados, que se trasladan de un conflicto que padecen a ser ellos el centro
de un conflicto en otros espacios. Es una cruel ironía.
El
mundo va hacia peor, con conflictos crecientes por la lucha por la influencia
que se traslada a conflictos de diferentes órdenes y estilos. Trump ha introducido
nuevos conflictos con cuestiones como el medio ambiente, la inmigración o los
aranceles económicos. Nada está aislado, todo se conecta con líneas más o menos
visible, pero que están ahí actuando sobre el conjunto. Algunos efectos son
previsibles; otros, en cambio, no. Desde esta percepción, el deterioro de la
paz es un hecho en cuanto que se introducen nuevos conflictos.
Podemos
medir muchas cosas, pero no todas. Medir no significa controlar, ni tan siquiera comprender. La idea de paz es compleja y
puede significar simplemente una variación en lo que se mide. Engloba toda una
serie de variables por las que se mide a todos para que tenga sentido. Poco
más.
Lo
importante de la paz es la actitud, es decir, hacia dónde se quiere caminar
como sociedad. Hay voluntad de paz o de que crezcan los conflictos, aquello que
hará ascender los indicadores que el
señor Killelea mide.
Entre
Siria e Islandia estamos todos, incluidos nosotros, que descendemos 10 puestos,
hasta el 30. Noventa y dos países empeoraron; setenta y uno mejoraron. La
pregunta entonces es sobre hacia dónde queremos ir.
* "España cae 10 puestos en el Índice de
Paz Global por el conflicto catalán y el terrorismo" El Mundo 7/06/2018
http://www.elmundo.es/internacional/2018/06/07/5b1835dae2704ef97e8b45b1.html
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