Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Las
fotos son muy importantes en política; para algunos, todo. Con una buena foto se
pasa a la historia. Antes se apostaba por las grandes frases, pero con lo
indocumentada que está la gente últimamente, se la acaban atribuyendo a otros,
creyendo que es un refrán o váyase usted a saber. ¡Hay tanto ignorante! Una
buena foto, en cambio, acaba en los libros. Primero se pone la foto y luego le
crece el texto alrededor.
Así
debe pensar Donald Trump, que está como loco por hacerse con la foto con Kim
Jong-Un y testimoniar ante el mundo que ha sido él el que ha acabado con el "problema"
de Corea del Norte.
Acostumbrado a los shows y no a la política, para Trump el
mundo es un espectáculo. Mucho más allá que Ronald Reagan, que era actor (malo,
pero actor) y se curtió como gobernador de California, Donald Trump es un
showman egocéntrico que se ofrece a sí mismo como regalo a las audiencias. El
espectáculo es él. Y las fotos el recordatorio para la historia.
Cuando
fue a Oriente Medio, se hizo una foto con el rey Salman y con el presidente
egipcio, Abdel Fattah al-Sisi. Con las manos puestas sobre una especie de globo
terráqueo luminoso, voceó al mundo que ya estaba allí y que se resolverían
todos los problemas como si fuera un predicador sureño en una sesión de
"revival", levantando enfermos de sus camillas, devolviendo la luz a
los ciegos y el oído a los sordos. Pero o no les pagó lo suficiente o Dios no
estaba de su lado, algo comprensible.
Tras su paso nada quedó arreglado sino en
un embrollo mayor, que terminó de enredarse con la búsqueda de otra foto, el
traslado de la embajada norteamericana a Jerusalén desde Tel-Aviv. La foto no
salió bien y acabó mostrando las decenas de muertos palestinos que su
inconsciente idea ha causado. El conflicto no solo no se arregló sino que ha
llevado al borde de otra entifada. La foto sirvió de poco.
La
Rusia de Putin parece empeñada en chafarle las fotos con las que pasar a la
historia. Después de elevar el nivel de peligro en las relaciones con Corea del
Norte, la siguiente foto era "arreglar" los estropicios. La foto era
la cita con Kim Jong-un en la que el apretón mostrara al mundo que ya estaba a
salvo después de su intervención. Sin embargo, una vez comprendido el modus
operandi, la forma de controlar sus pretensiones de posado son fáciles. Los
juegos de la cita o no cita han quedado reventados ante la sorprendente
apertura del líder norcoreano de tercera generación. Ha decidido recibir a todo
el mundo, como quien dice, antes que a Trump, que ha quedado en evidencia.
El
diario El País nos da cuenta de la visita de Serguéi Lavrov y el
estrechamiento de manos, otra foto adelantada. El encuentro tiene, además, un
marcado acento antinorteamericano:
El jefe de la diplomacia rusa, Serguéi
Lavrov, ha invitado al líder norcoreano Kim Jong-un a viajar a Rusia.
"Estaremos encantados de recibirle", ha dicho Lavrov a Kim este
jueves durante su visita a Pyongyang, según un comunicado publicado por el
Ministerio ruso de Asuntos Exteriores. Por su parte, Kim, quien ha destacado
que se reúne con el canciller ruso por primera vez pero confía en que este
encuentro sirva para estrechar más los lazos entre Moscú y Pyongyang, ha
elogiado la política del presidente ruso, Vladímir Putin, para contrarrestar
"la hegemonía de Estados Unidos".*
Con
estas sencillas palabras, Kim Jong-un deja fuera de juego a Trump y sus
pretensiones con la foto. Ya no se trata de Trump salvando al mundo del peligro
norcoreano, sino de lo contrario, de los peligros del imperialismo
norteamericano que debe ser contrarrestado por la unión de los demás.
Es lo
mismo que Trump ha conseguido en Irán, es decir, tener en contra a todos y
conseguir que Vladimir Putin se lleve el gato al agua. Hace mucho tiempo que
Serguéi Lavrov le gana la partida a sus colegas norteamericanos, incluidos
Hillary Clinton y John Kelly, no hablemos ya de los Secretarios de Estado de la
época Trump, desbordados por su propio jefe, muchas veces sometidos al ridículo
del desmentido o del cambio de planes. Lavrov, en cambio, es capaz de poner la
misma cara desmintiendo que Rusia tenga algo que ver con lo que ocurra en
Ucrania o para defender a Bachar al-Assad.
El
encuentro de Trump con el presidente de Corea del Norte, si es que produce finalmente,
no va a ser el que le permita a Trump presentarse como el líder del mundo, sino
en el que va a ser mostrado como un peligro mundial, un desestabilizador de la
paz. De eso ya se está en cargando el propio Kim Jong-un:
"Valoro altamente que el presidente
Putin contrarreste la hegemonía de Estados Unidos. Ustedes actúan con decisión
y nosotros estamos siempre listos para intercambiar opiniones con Moscú
respecto a la situación en la península coreana", ha dicho Kim al comenzar
la reunión en Pyongyang. "Usted está visitando nuestro país en un momento
muy significativo, cuando la situación en la península coreana está cambiando
radicalmente y se dirige hacia unas negociaciones en consonancia con los
intereses de los pueblos" de las dos Coreas, ha añadido, en referencia a
las conversaciones que está manteniendo con el presidente surcoreano, Moon
Jae-in.*
De esta
forma, se desplaza la atención de Trump tanto hacia las dos Coreas como agentes
de su propia relación y destino, como hacia la relación con Rusia, a la que se
apoya explícitamente en sus actividades de frenado de las pretensiones hegemónicas norteamericanas. Trump está obligando a
todos a acercarse a Rusia o, si se prefiere, Rusia aprovecha los
distanciamientos que Trump provoca con sus ínfulas y malos modos amenazantes. Kim Jong-un conseguirá que sea él quien parezca controlar a Trump y no al contrario. El peligro para medio mundo son los Estados Unidos, un desestabilizador en estado puro con Trump en el poder. El caso de Irán es claro.
Europa
queda en una situación compleja, con una guerra abierta con ambos —con Rusia
por las sanciones y con Trump por las sanciones arancelarias—. Es preocupante
(y revelador) que la unión de la ultraderecha y de los populistas de izquierda
en Italia tenga como primer fruto el acuerdo del levantamiento de sanciones a
Rusia tras la invasión de Ucrania y la anexión de Crimea.
Este
último aspecto es el importante tras muchas otras jugadas rusas. La
intervención de Rusia en Ucrania es el punto de partida de estrategia de
división de la Unión Europea y lo que ha hecho acrecentarse sus apoyos a los
movimientos antieuropeos, incluidos los apoyos a Trump como agente
desestabilizador mundial, algo que se ha revelado como de importancia para los
planes rusos de recogida de los daños causados por la catastrófica política
norteamericana.
Las
fotos de Donald Trump compondrán un álbum sombrío por el que será recordado
cuando pase definitivamente. El mundo tardará años en recuperarse de sus
errores y de una política que, centrada en Estados Unidos, tendrá unos efectos
nefastos. Norteamérica no se aísla, está siendo aislada. La idea de crear o
reavivar focos de tensión para después presentarse como gendarme del orden
mundial tiene un límite y un destino desastrosos si se comete un error de cálculo.
Estados Unidos, Trump va a quedar fuera de muchas fotos porque una vez que se ha entendido el protagonismo de Trump, frustrarlo en lo personal es fácil. Es lo que hizo Enmanuel Macron cuando le hizo el truco de dorarle la píldora para después soltar un discurso anti intervencionista en las cámaras norteamericanas. Macron fue astuto. Y le robó la foto.
RT, el canal de Putin, recoge, con cierta sorna en el titular, la voz de Trump "No me gustó el encuentro de Lavrov con Kim Jong-un" (Rusia Today 1/06/2018). Pues de eso se trataba.
*
"Lavrov se reúne con Kim Jong-un en Pyongyang y le invita a viajar a
Rusia" El País 1/06/2018
https://elpais.com/internacional/2018/05/31/actualidad/1527760684_917946.html
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