Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
No es
la primera vez que sale esta cuestión en la prensa egipcia. En un momento en el
que se vive la fiebre previa del mundial, con el dibujo de un gigantesco retrato
del héroe local Mo Salah en Times Square —con el rótulo "#largerthanlife"
en su base, lema de la campaña de grandes futbolistas pintado por el artista de
Nueva Orleans Bmike— ("Giant Mo Salah Mural Painted in NYC Times Square",
Egyptian Streets 7/06/2018), verdadero catalizador del fervor egipcio, en mitad
de la euforia de las esperanzas y las ilusiones futbolísticas, se vuelve a
colar la cuestión de la discriminación de los coptos en el deporte, en especial
en el deporte que a todos ocupa, el fútbol.
El tema
lo trae esta vez Cairo Scene con un titular directo al grano, "Are young
coptic footballers being oppressed by egyptian coaches?". El titular tiene
sentido pues el problema ya no es si se discrimina a los jugadores en los
grandes clubes, sino si se deja que se formen jugadores coptos que pudieran
llegar a ser objeto de admiración local. Es decir, ¿podría un copto llegar a ocupar
el puesto social ejemplar de Mo Salah?
El
texto de Cairo Scene comienza señalando que el fútbol es algo más que un
deporte en Egipto. Recordemos que los estadios egipcios están cerrados desde
hace tiempo por las diversas matanzas producidas (70 y 20 muertos) en
enfrentamientos entre seguidores de clubes o la Policía. Sí, el fútbol es algo
más que deporte en Egipto. Y eso condiciona mucho porque se percibe como un
espacio de triunfo o derrota. El deporte está altamente influido en lo que
respecta a dos cuestiones: Israel y los coptos. Aquí hemos tratamos un ejemplo
del primer caso, como ocurrió con el judoca egipcio sancionado porque, tras
perder con su oponente israelí, se negó a darle la mano. Perder ante Israel se
considera como una humillación imposible
y la reacción del judoca era lo que mostraba. En las olimpiadas no puedes
elegir tu rival; es el que te toca. Y si te toca Israel son lo pueden hacer dos
cosas: retirarte o ganar. Por la primera te sancionan y la segunda no está
clara en muchos deportes. El Maccabi de Tel-Aviv juega en la liga europea de
baloncesto por algo.
En el
caso de los coptos también entra la cuestión religiosa, pero de otra forma. Hay
muchos egipcios que no sienten una barrera religiosa con los coptos, se ven
todos egipcios, pero muchos otros sí y desean mantenerla lo más elevada
posible. A estos les repugna, la ven contra natura, la idea de que no existan
esas diferencias. Los intentos, por ejemplo, de hacer desaparecer los datos
religiosos de las tarjetas de identidad les parecía una abominación. Hay que
distinguirse de forma clara y nítida. Y el paso siguiente a la distinción es la
discriminación.
Cairo
Scene nos habla de ella en el fútbol:
Coptic Egyptian football player, Mena El
Bendary, is a prime example - a young man that has suffered at the hands of the
interfaith dynamics of Egyptian football. Insisting that he's faced religious
prejudice - along with a number of other Copts - Bendary decided to take
matters into his own hands and to tackle the problem at the root. Starting his
own football academy in Alexandria -Je Suis - to create an opportunity for
those who claim to have been put in a corner by coaches within official
football clubs in Egypt, Bendary is adamant on making a change.
"I used to play at one of Egypt's main
football clubs and I was recommended to them by a Muslim coach. A month in, the
coach asked me to change my name so I left," says Bendary. "I tried
and got rejected by a few other places before I decided to start my own
academy."
With over 300 players in his academy, 22-year
old Benadary is currently the youngest qualified coach in Egypt's history. He
decided to sacrifice the pursuit of his own dreams in order to give younger
generations a shot at reaching their goal. Bendary chose the name because it
symbolises potential." It means I am. I chose it because I want these kids
to be able to say I am capable, I am going to reach my potential and I am going
to reach to my goal."*
En el deporte no es necesario esconder la discriminación,
basta —como se señala— tener en el banquillo, que no te llegue la opción de
jugar. Los demás comprenden pronto que eres el que no vas a jugar y se apartan
para evitar el mismo procedimiento. El copto es el suplente. Los efectos que
esto tiene sobre los jugadores son demoledores porque les cierra cualquier
esperanza de prosperar. Si no juegan, ¿cómo van a promocionarse para ser
llamados por otros equipos y seguir una carrera ascendente?
La petición de que se cambien el nombre es una figura
intermedia entre el rechazo y el banquillo. Cambiarse el nombre es la propuesta
de aquel que quiere que juegue, pero no se atreve a que su nombre cristiano
aparezca en una alineación del equipo. El temor, claro está, es que alguien se
le acerque a recriminarle la inclusión de coptos en el equipo. A lo mejor el
próximo despedido es él.
La creación de la academia de fútbol para jóvenes cristianos
coptos trata de evitar alguno de los problemas, como que no se puedan desarrollar
como jugadores en los niveles en los que ya se siente la discriminación y se
procura dejarlos de lado. No soluciona la cuestión de la incorporación a
equipos posteriormente, pero al menos siguen jugando.
Los prejuicios contra los coptos son alentados desde el
mundo del salafismo, pero forma parte de una visión más amplia que sigue
considerando que son ciudadanos de segunda, "gente protegida" por el
mandato coránico, pero por eso diferente, a la que —según recuerdan a veces—
habría que cobrar el impuesto especial, la jizya.
Los poderes han jugado siempre con el apoyo obligado de los coptos ante la
posibilidad de ser dejados a su suerte.
En estos tiempos han sido objeto de atentados junto a los
sufíes. Los grupos afiliados al Estado Islámico que operan en Egipto lo
declararon objetivo prioritario y así se produjeron dos reciente masacres más
múltiples incidentes que ha ido de los asesinatos a los abandonos de sus casas
y poblaciones. Atados porque no pueden quejarse demasiado no sea que los dejen
a su suerte, los coptos tratan de mantener discreción sobre sus
discriminaciones en distintos ámbitos. Y el del deporte es uno de ellos:
Retired Egyptian football player, Ahmed 'Mido'
Hossam is one of the people who have spoken about the matter publicly. In an
interview with DMC Sport last April, the nomadic footballer asserted there has
been an issue with the participation, or lack thereof, of Copts at Egyptian
clubs. Speaking against the prejudice, Mido goes on to prove his point by
inquiring as to "why have there only been 5 Copt players in the top levels
of Egyptian football, if there's no discrimination?." Mido clarifies that
a lot of these kids stop playing football as a result of the injustices they
face by some coaches. Bendary hopes to save Copt children with footballing
ambitions from the kind of rejection that ended his own dreams by creating an
environment that fosters acceptance, opportunity and equality. The young coach
has been improving on the academy which has been up and running for 3 years now
and is working towards turning it into an official club. *
La discriminación es una cuestión delicada de abordar y que solo salta en ocasiones. En primer lugar porque oficialmente los gobiernos egipcios siempre se han mostrado como superadores de las discriminaciones. Pero ha sido más de palabra que de hecho. Quizá sería más ajustado decir que falla la conexión entre lo que se quiere arriba y la realidad egipcia de la calle. Allí no vale más que la tradición y no hay mucho interés en crear conflictos con esta cuestión que se puede volver peligrosa. El fútbol refleja la vida social. La segunda cuestión afecta a las propias autoridades coptas que no quieren polemizar con el gobierno precisamente por su misma debilidad social. Se ve obligadas a apoyar al régimen porque las otras opciones son peores. Aguantan y aguantan. Pero lo que no lo hacen tanto suelen ser los coptos en el extranjero que no se suelen morder la lengua ante las discriminaciones o ataques abiertos.
Tras contar el caso de jugador al que vieron su nombre real
cuando iba a firmar el contrato y que se quedó firmar, la publicación Mada Masr
señalaba en su artículo titulado "Copts and Egypt’s national game: We’ll
call you back later" los poquísimos casos que se pueden alegar:
Egyptian football fans have rarely seen a
football player whose name is indicative of his Christian identity, but they
all know that the famous former player for Al-Ahly Club and Egypt’s national
team, Hany Ramzy, was a Copt. Ramzy was the only Christian to play on Egypt’s
national team in the 1990s, and served as the coach of Egypt’s Olympic football
team in 2012.
When claims are made that Egypt’s Christians
are discriminated against in football, Ramzy is often invoked. He played for
several teams in Europe, and some commentators believe it was the success and
prestige he earned in Europe that enabled him to get so far in Egypt. The blog
The Turbulent World of Middle East Soccer describes him as the “exception that
proves the rule.”
There have been no other Christian players in
the national team and a few in Egypt’s local teams. Throughout the 1980s and 1990s,
these included: Nasser Farouk, former gatekeeper for Ghazl al-Mahalla, Emad
Shawqy, former gatekeeper for Talae’ al-Geesh, and 1980s Ismaili Club player
Mohsen Abdel Messieh.**
¿Qué impide que se pueda tener a un jugador o varios de
religión distinta en un equipo o en una selección nacional? Evidentemente una
visión propietaria de la identidad nacional asociada a la religión, una visión
discriminadora. Los intentos gubernamentales egipcios de crear una identidad
"nacional" sin distinciones religiosas chocan con el tradicionalismo,
por un lado, y con la manipulación islamista / salafista por otro.
Cuando se produjeron los atentados contra los coptos durante
las celebraciones religiosas de Navidad y Pascua, muchos egipcios fueron a
donar sangre a mezquitas y hospitales. Dieron muestras de solidaridad y de
ciudadanía. Pero no todos actúan de la misma manera. El peligro de cimentar la
identidad en la religión, línea por la que van muchos, condena al conflicto
exterior con los otros y al interior con los coptos a los que se percibe como
una especie de agentes extranjeros en eterna conspiración.
En este sentido la escuela de fútbol abierta por Benadary no
pretende ser un gueto, sino un espacio de encuentro y superación de barreras:
"Je suis was initially founded for the
Copts who'd gotten rejected because of their religion. Now we have both Copts
and Muslims. We want to breed an environment of acceptance. We're all one
community, Muslims and Christians. There's no difference when we play, it's
only from some of the coaches in the clubs,” claims Bendary. "I need to
make a change internally first because this isn't a problem limited to our
generation. It's been ongoing for years. How many Copts do we have on our national
teams? Barely any. I’d rather sacrifice my own career so that I can actually
tackle the problem at the core rather than just have something fleeting."*
Todo lo que divida a Egipto es malo para Egipto y su futuro,
para todos los que viven allí. La reclamada modernidad pasa por olvidar los
elementos que amplían la mente sectaria, que a muchos interesa que se mantenga
viva a la espera de los tiempos adecuados. Dividir es enfrentar, crear odios
que permitan manipular.
El deporte suele verse como una forma de integración, de
forma sana de competir y sentirse parte de algo mayor. La mente sectaria se niega
a que haya coptos en los campos de fútbol, se niega a celebrar un gol de
alguien de otra religión o convierte una falta en guerra religiosa. Uno de los entrevistados por Cairo
Scene pone el ejemplo del propio Salah: "Look at Mohamed Salah and what he
went through to get to where he is. He made it. And he's a Muslim playing among
Christians. His religion never made a difference"*. En efecto,
nadie ve un problema en ello. Pero eso no es un argumento para un salafista que
ve en el aplauso a Salah no un problema teológico sino el reconocimiento de la
superioridad del jugador. También vieron algunos una conspiración sionista en
la lesión por la entrada de Sergio Ramos. La mente sectaria ve lo que quiere
ver.
Puede que llegue un tiempo en que en la selección egipcia
puedan jugar personas en las que solo se mire su calidad y no su adscripción
religiosa. Que su camino hasta la fama sea una carrera de obstáculos en el que
tengan que sortear a entrenadores que les marginan o simplemente no les fichan
no deja de ser injusto y triste.
Cuando Egipto debute en el mundial se necesitarán todos los apoyos. Y todas las oraciones. Puede que en unos años, los chicos que hoy juegan juntos, cristianos y musulmanes, puedan hacerlo juntos en grandes equipos y en su selección sin que signifique escándalo u ofensa para nadie. Sería lo deseable. Será posible cuando desaparezcan los prejuicios que les impiden desarrollarse y ascender. Como al mismísimo Egipto.
* "Are young coptic
footballers being oppressed by egyptian coaches?" Cairo
Scene 6/06/2018 http://www.cairoscene.com/In-Depth/coptic-footballers-opressed-egypt
**
"Copts and Egypt’s national game: We’ll call you back later" Mada
Masr 20/07/2017 https://www.madamasr.com/en/2017/07/20/feature/society/copts-and-egypts-national-game-well-call-you-back-later/
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