Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Tenemos
que a prender a vivir con los grados de información que van de lo acontecido a
lo inventado, pasando por estados como lo deseado, lo imaginado o el rumor.
Tenemos que hacerlo porque nos van muchas cosas en ello, como la convivencia,
el diálogo o, de no hacerlo, el conflicto, la manipulación y el engaño. Vivimos
bajo una presión constante de informaciones en un ecosistema mediático, en el
que los rumores toman forma de noticia y las noticias formas de rumor. Tenemos
que darnos cuenta, sí.
Es
importante porque muchos rumores no salen ya de la ignorancia sino de la
premeditación, perfectamente calculados, diseñados para vencer nuestras
resistencias y apoyarse en nuestra credulidad y predisposición. Así funciona,
así funcionamos.
El
diario El País, en Verne, recoge "Las
mentiras que se repiten sobre los migrantes a bordo del ‘Aquarius’". Y es
cierto, al menos una de ellas me llegó en el trayecto entre el comedor y una
tutoría. Advertí: "¡cuidado con las noticias falsas!" Entre la
credulidad infinita y el escepticismo absoluto está el sentido común, si bien
es cierto que las formas de llamar la atención —cada vez más exageradas— hagan
que no siempre podamos distinguir claramente.
Al
final del texto con las cinco mentiras recogidas por Pablo Cantó sobre lo que
ocurre u ocurrirá con los inmigrantes que llegan en el Aquarius, se incluye otro
pequeño texto, titulado "Los bulos sobre inmigración crecen durante las
crisis", de Álvaro Llosa en el que se expresa lo siguiente:
La relación entre los rumores y las crisis
(tanto migratorias como de cualquier otra índole) se produce, según algunas
teorías, de manera automática cuando una sociedad se siente amenazada. Jean
Delumeau escribió en El miedo en
Occidente que el rumor es "el primer estadío en el proceso de desahogo
que liberará a la masa de su miedo".
Sin embargo, otras teorías, próximas a La doctrina del shock de Naomi Klein,
apuntan a que los gobernantes ponen en circulación los rumores para predisponer
favorablemente a la población ante la introducción de medidas restrictivas.
Rosabel Argote, de la CEAR Euskadi, explica a
Verne que, sea cual sea el origen de los rumores, es importante que la
población sepa identificarlos y controlarlos. "Ante un rumor no hay una
respuesta pasiva", nos dice. Según ella, la mejor manera de contener un
rumor consiste en pensarlo bien antes de contribuir a su difusión.*
Es
interesante ver cómo el propio texto no es inmune a lo que denuncia, aunque se
les llame "teorías". En el primer párrafo se describe un principio
general de psicología social, la respuesta ante una situación crítica. En el
segundo párrafo, ya no se pone en pie un principio general, sino una "teoría
de la conspiración" generalizada. El problema está en la conexión entre
uno y otro párrafo con un "sin embargo" que actúa como bisagra entre
los dos párrafos e ideas transmitidas. En el primero se habla del rumor como un
fenómeno de respuesta ante el miedo; en el segundo, de una conspiración urdida.
Es el "sin embargo" el que establece una conexión perversa entre las
dos explicaciones. ¿Por qué los "gobernantes, por ejemplo, por qué no la
"oposición", pongamos por caso, para conseguir el poder? ¿Son solo
los gobiernos los malos en las
películas?
El
tercero, el de Rosabel Argote, no entra en explicaciones, sino en soluciones:
vengan de donde vengan, lo importante es pararlos, evitar convertirse en pieza
de transmisión. El arma más eficaz
contra las mentiras es dejar de difundirlas.
Hay que
tener cuidado con lo que se repite y, como quiere la hermenéutica,
completar el círculo que va de las partes al todo y del todo a las partes, es decir, ver cómo encaja en
una interpretación general sólida. La precomprensión determina la comprensión.
Eso viene a decir que una persona llena de prejuicios contra los gobiernos creerá
en el segundo párrafo, en la conspiración gubernamental, como explicación para justificar
lo ocurrido en el buque Aquarius. Le parecerá el primero absurdo y el tercero irresponsable, ¡hay que denunciar a los gobiernos y sus conspiraciones!
Las
noticias falsas, los rumores, etc. se hacen más fáciles en una sociedad llena
de prejuicios y estereotipos. Cuanto más rígido es nuestro pensamiento, más
previsible es y más fácil es engañarnos aprovechando nuestro dogmatismo. En
realidad, son las personas que tienen todo muy claro las que son más fáciles de
engañar porque ya se engañan ellas solas. Una mente abierta revisa sus
principios, que pueden ser claros, pero no llegar al estado de anquilosamiento y
no ejercer la autocrítica que los someta a revisión constante. Por eso los más
fáciles de engañar son los vanidosos. Les siguen, como se apunta en el primer
párrafo, los miedosos, que buscan formas de liberarse de la angustia que les
produce su inseguridad.
Mi
preocupación es ver el aumento de la xenofobia en parte de nuestra sociedad. Los
mecanismos de amplificación de mentiras y rumores —lo que nos permite hoy la
tecnología— son poderosos y se multiplican. Ya no es solo un boca a boca, sino
mecanismos que pueden saturar las redes en minutos con un rumor o una mentira
que cae en manos de quien quiere creerlas. Por eso el consejo de "pensarlo
bien antes de contribuir a su difusión" es bueno, algo de donde partir.
*
"Las mentiras que se repiten sobre los migrantes a bordo del
‘Aquarius’" El País - Verne 12/06/2018
https://verne.elpais.com/verne/2018/06/12/articulo/1528794173_525601.html
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