Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Un
juvenil y sonriente, seguro de sí mismo, Hosni Mubarak nos mira desde una fotografía
circulando por Facebook. "Miss me?" reza el letrero en la parte
superior. Todos los comentarios reflejan la misma respuesta, "no",
pero el hecho mismo de que esté circulando refleja algo claro: el profundo descontento
de los egipcios con la situación actual. La euforia poselectoral de las
presidenciales apenas ha durado lo que ha tardado en salir la caravana de
medidas restrictivas, de recortes y subidas de precios. Ya nadie canta por las calles a menos que les paguen por ello. Nada que celebrar.
La
crisis pone a prueba una de las pocas cosas que en Egipto sobran: la paciencia.
En realidad, la pregunta es una especie de chiste porque la situación que ahora
viven no es más que el resultado de la época de Mubarak, pero todo tiempo pasado
fue mejor especialmente con tiempos tan difíciles como estos. La pregunta
revela algo más: la esperanza en el liderazgo, la espera de un salvador que
acabe con todos los males. No hay ideas sobre cómo salir, solo se besan las
fotografías de los mismos que les llevan a la ruina.
En los
titulares de hoy se entremezclan las noticias futbolísticas con el rosario de
subidas de precios provocada por el aumento del precio de la gasolina, el 50%,
anunciada días atrás, después del gas y la electricidad. Como es evidente, las
subidas en energía se trasladan a todo ya que intervienen en su procesado y
transporte. Si en mayo subieron las tarifas del metro, ahora lo hacen las
gasolinas y los medios de transporte público restantes:
Egypt's newly appointed Prime Minister Mostafa
Madbouly has introduced on Saturday a new tariff for public transport services,
at an increase between 10 and 20 percent following a hike in fuel prices,
according to a statement by the cabinet.
The new fuel subsidy cuts have introduced a
52.7 percent increase on 80 Octane gasoline, 35 percent on 92 Octane gasoline
and 19 percent on 95 Octane gasoline.
Khaled Mostafa, the spokesman for the governor
of Cairo, told Ahram Online on Saturday that "penalties will be imposed on
drivers who do not abide by the new tariffs and anyone who violates the newly
introduced decisions."
According to a statement by Cairo governorate,
new fares for minibuses are as follow:
- Minibus: EGP 4, up from EGP 3
- Minibus with WiFi: EGP 4.25, up from EGP 3.5
- Minibus in new cities: EGP 5, up from EGP 4.5
- Air conditioned minibus with Wifi: EGP 8, up
from EGP 7
Cairo governorate has also issued the new
tariffs for taxi cabs, with the metres to start at EGP 6 instead of EGP 5 for a
one-kilometre journey, with each subsequent kilometre priced at EGP 2.50.
Saturday's fuel price increases were widely
anticipated as part of Egypt’s loan agreement with the International Monetary
Fund, and are the third fuel subsidy cut since the government floated the
Egyptian pound in November 2016.*
A las noticias de las subidas, los medios estatales añaden
siempre una "explicación", que se incorpora al texto como causalidad. En este caso es la conexión directa
con los préstamos del Fondo Monetario Internacional. Es una forma de decir: por nuestra parte no los subiríamos, pero
estamos obligados a hacerlo. No deja de ser cierto en un sentido. Y eso es
parte del problema en una economía ficticia
como es la egipcia. Lo que están viviendo, desgraciadamente, las familias
egipcias es un cambio de género narrativo: del cuento fantástico al dirty
realism. Es un serial que pueden leer cada día en la prensa y en las
facturas domésticas; un serial lleno de desagradables sorpresas a la vuelta de
cada página. No hay día en que no se anuncie una subida, no hay día en que no
se anuncie el recorte de algún subsidio. Todo ello sobre un fondo de depreciación
de la libra que dejó el valor de la moneda nacional en la mitad, llevándose los
ahorros y reduciendo el valor de los sueldos y pensiones. Todo ello con una
inflación galopante creada por la subida de lo básico, como es la energía y el
agua, que arrastran al resto.
¿Cuánto tiempo se puede sostener esto? La respuesta del
gobierno egipcio es recrudecer las medidas de control de la población: censura
de los medios (a los que se acusa de soliviantar al pueblo), considerar desestabilizadores,
radicales, incluso terroristas, a los que se manifiestan en contra de las subidas, como
ocurrió en el metro de El Cairo.
Pero las explicaciones no dan cuenta de cuándo se parará
esto y cómo van a recuperar algo de su nivel de vida o, para muchos, de
estabilidad en la pobreza, no seguir cayendo. Tras señalar que el anuncio de las subidas en los
combustibles se ha producido en plena celebración del Eid al-Fitr y recoger la
anterior del agua, de un 45%, Egyptian
Streets añade una coletilla explicativa con un sentido diferente al que
vimos en Ahram Online:
Egypt secured a three-year $12 billion bailout
loan in 2016 from the International
Monetary Fund by taking multiple measures including slashing subsidies,
imposing a value-added tax and a currency flotation. Although the economists
and business praised the tough austerity measures, poor and middle-class
Egyptians find difficulties in adapting to the new prices.
Following the 2011 unrest associated with the
ruling of Hosni Mubarak, Egypt’s economy is said to be still recovering as
Egypt’s President Abdel-Fattah el-Sissi declared that Egypt’s spending to cover
fuel, food and electricity is measured to be $18.6 billion a year.
El-Sissi thus defended his government’s
decision as he emphasized on the necessities of the economic reforms which none
of his predecessor s previously implemented.**
En el primer párrafo se advierte que quien está padeciendo
el enorme impacto es la clase media, que pierde poder adquisitivo de forma drástica
y a la que se sanciona directamente (muchas veces las tarifas se aplican por
barrios) y a los más pobres que ven cómo con la desaparición de los subsidios quedan
desamparados. La subida del gas para cocinar repercutirá en todos los hogares,
al igual que la electricidad o el agua, elementos básicos.
La pérdida de dinero por la corrupción hace mucho en el
lastre de la economía del país. Ponerle cifra fue lo que le costó a Hisham
Geneina, el auditor general del estado, su cese, juicio y cárcel. Simplemente
el cálculo ya le convirtió en un desestabilizador sospechoso. En los tiempos
lejanos de la revolución del 25 de enero, algunos discutían si había que
abordar primero los problemas económicos o los políticos. Los economistas
apostaban por la primera opción; no pensaban que la corrupción (problema
político) también lo es económico cuando esquilma al país en tal cuantía,
cuando se ha convertido en una forma natural de hacer negocios y conseguir
prebendas. No se cambió ni uno ni otro. Hoy se pretende cambiar la economía
combinándolo con la represión política y acallando las protestas por sus
efectos. Tampoco es el camino más adecuado. Se aceptan mejor los sacrificios
cuando se sabe que no los eluden los privilegiados.
La idea de al-Sisi es fabricar una imagen de un Egipto
tranquilo y pacificado, estable para poder atraer a los inversores extranjeros.
Pero no es sencillo. Las críticas exteriores crecen conforme aumenta el
autoritarismo, lo que provoca los estallidos de cólera del ministro de Asuntos
Exteriores y de su portavoz, empeñados en corregir las informaciones que se
publican fuera y en enmendar la plana a las instituciones que condenan la
situación interior, que van del Parlamento Europeo a Amnistía Internacional,
pasando por Reporteros sin Fronteras o las Naciones Unidas.
En Daily News Egypt, el economista Ahmed Ezz realizó una
pequeña historia de la deuda egipcia desde el siglo XIX. Su artículo lleva por
título "Loans: Who is to blame?" y ofrece algunas claves del problema
desde una perspectiva histórica. Pedir
prestado es una práctica que Egipto, nos dice, no ha usado correctamente, como
se puede apreciar en los resultados actuales, que han traído unas medidas muy
duras por parte del FMI. En su cierre, Ezz concluye:
Eventually, the analysis of a economy’s
performance and the impact of debt on it is subject, as with anything else, to
a simple principle: the optimal distribution of resources and wealth. In the
era of Muhammad Ali Pasha, loans were directed to achieve economic development
in Egypt by utilising them in long-term production and investment projects,
even if we saw during the monarchy era a misuse of debt through using it in
reducing the budget deficit without long-term production or investment
projects. All the British occupation did was adopt the optimal use of resources
(including debt), resulting in debt repayment in the 1940s. Then, Egypt fought
in all the successive wars with the reserves that were there since then. The
country borrowed again in the 1970s, as mentioned above, to face another debt
increase, also mostly spent on the budget deficit without long-term production
or investment projects.
Loans are a tool that cannot be judged, but a
country’s use of it and how far it commits to reform plans is what determines
whether debt is bad or good.***
No es otra la clave. Lo determinante es si el préstamo se pide para tapar
agujeros y es devorado por la corrupción y la ineficacia del sistema o si, por
el contrario, se solicitan para poder realizar proyectos reales para el
desarrollo del país. Cabe preguntarse, por ejemplo, si las cuantiosas inversiones
realizadas en una nueva capital administrativa o el segundo tramo del Canal de
Suez, cuya utilidad fue discutida por muchos analistas económicos, eran los
proyectos más adecuados para el desarrollo del país.
Efectivamente, cualquier sacrificio merece la pena si es
para mejorar la situación, especialmente de las generaciones futuras. Pero no
parece que ese sea el fin de los préstamos hasta el momento.
La estabilidad del sistema se fundamentaba en la ficción
económica de los subsidios para evitar cualquier conato de rebelión. Con una
población empobrecida y abandonada durante décadas, la sociedad egipcia se fue
polarizando entre los que se beneficiaban ampliamente del sistema y los que recibían
las migajas suficientes como para ir tirando en amplias zonas del país, que han
sido además —como una consecuencia en parte de la pobreza y el abandono—
semilleros del fundamentalismo islamista que siempre supo aprovechar las
carencias para crecer extendiéndose entre aquellos que lo van perdiendo todo.
Los egipcios, hasta el momento, solo ven la parte dura de
los préstamos concedidos. La cuestión esencial es el acierto en las inversiones
para poder sacar adelante al país con proyectos que arrastren la economía hacia
un mundo complicado tras tantos años de ficción económica resuelta en la
trastienda. Hasta el momento, no se ven demasiadas luces al final del túnel. La
forma de manejar el país no es la más interesante para los inversores, que
piden una estabilidad real y no una impuesta por la fuerza para silenciar el
descontento por las medidas. En norte de África es ahora mismo un clamor en
petición de medidas económicas que den salida a los problemas acumulados y a la
ineficacia de unos y el latrocinio de otros.
Las subidas constantes tienen un límite, un punto en el que
empieza la desesperación y deja de atender a las razones. En algún momento la
alcancía se quedará vacía y hay que salir a la calle a buscar. Lo que
encuentran allí son tarifas disparadas. Las reservas de los pocos privilegiados
que pueden pagar y cubrir las subidas no pueden durar siempre y se acabarán
marchando allí donde no sean desangrados.
No podemos más que desear a los egipcios una salida a esa
terrible crisis. Esa salida tiene que llegar desde el acierto de las decisiones
en el desarrollo del país. Hasta el momento la economía ha sido permitir la
riqueza de unos pocos y subsidiar para evitar las quejas de las mayorías,
acostumbradas a depender de lo que les arrojaban. Eso se creó esencialmente en
la época de Hosni Mubarak, el echado de menos. Sus delfines han sido liberados por
el régimen actual, limpios de culpa por las buenas o con módicos pagos. En Egipto nunca hubo corrupción, vienen a decir
las leves condenas; nadie se enriqueció y si lo hicieron fue porque Dios lo quiso.
Mubarak nos mira confiado, seguro, desde esa imagen del pasado: miss me? En realidad, nunca se fue.
*
"Fares for public transport increased by 10-20% following fuel price hike:
Egypt PM" Ahram Online 16/06/2018
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/3/12/302582/Business/Economy/Fares-for-public-transport-increased-by--following.aspx
**
"Fuel and Cooking Gas Prices Surge In Egypt" Egyptian Streets
16/06/2018
https://egyptianstreets.com/2018/06/16/fuel-and-cooking-gas-prices-surge-in-egypt/
***
"Loans: Who is to blame?" Daily News Egypt 6/06/2018
https://dailynewsegypt.com/2018/06/06/loans-who-is-to-blame/
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