Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
En un
momento en el que la atención de los medios se centra en el equipo nacional de
Fútbol, los propios medios deben hacer un hueco a la situación en que les deja
las nuevas leyes proyectadas en el parlamento, cuyos borradores han causado una
reacción negativa en la propia profesión que sale de su prudencial silencio
tras las elecciones presidenciales, etapa en la que se desencadenó una reacción
contra ellos.
Ahora,
pasados unos meses, la prensa vuelve a estar bajo la tutela de un régimen en el
que, como ya es habitual, las palabras van por un lado mientras que los hechos
apuntan en otra dirección.
El
obligatoriamente moderado y centrado en la información económica Daily News Egypt
titula de forma explícita y sin ambages "Press Syndicate members express
rejection of press, media laws". El diario resume así las reacciones ante
los nuevos borradores propuestos y lo que implica para la profesión:
Four members of the Press Syndicate’s board
expressed in a letter submitted to members of the syndicate’s general assembly,
their rejection of the new laws regulating the operations of media and press
institutions.
On Sunday, the Egyptian Parliament approved
three draft laws aimed at regulating the performance of the Supreme Council for
Media Regulation, the National Press Authority, and the National Media
Authority.
Press Syndicate members Gamal Abdel Rahim, Amr
Badr, Saeed Abdel Hafez, and Mahmoud Kamal denounced the new laws, saying that
they were all surprised by the bill that parliament has discussed over the past
several days to regulate the work of the press and the media. Around 200
journalists signed the statement expressing their rejection.
“The new law is shocking, suspicious, and does
not represent journalists in any way, but represents specific bodies only. It
aims at controlling the press, both national and private, and silencing it
forever, and is intent on a chance to harm national institutions and their
workers,” the statement read.
In their letter, the members referred to some
of the disagreed upon articles, stating that articles 35 and 37 of the National
Press Authority proposed law will reduce the presence of journalists in any
publications’ boards they work for and the general assembly of press
institutions to only two journalists in each, which will be a first in history.
Also, the new law reduced the number of members
of the general assembly of any publication to 17, including only two
journalists. The statement commented on that, saying that currently, there are
35 members in the general assembly of state-run Al-Ahram, including 20
journalists.
The members said the draft laws will “kill”
press institutions and will make their management a “big, real crisis,” adding
that the aforementioned articles will make the institutions manged by
outsiders.*
Como puede apreciarse e imaginar lo que supone, las leyes
que buscan aprobación significan el fin de la presencia significativa de los
profesionales en los órganos de los medios en beneficio de lo que podríamos
llamar de forma genérica el "aparato". La condena de los
profesionales a través del sindicato es clara: significa la muerte de la
independencia de la prensa y, como contrapartida, su puesta en manos de los
poderes del país, lo que agrupan los intereses de ese "aparato"
mencionado, un conglomerado de los políticos, militares y empresarios.
La retórica del futuro, tan querida y usada por este
régimen, encubre una forma de control autoritaria que se manifiesta en todas
sus acciones. No hay ninguna que dé más libertades, sino que todas ellas están
destinadas al control y al diseño cuartelero del país, que es la única
mentalidad que ha cuajado en el país a lo largo de su historia moderna. La
teoría subyacente es que todo lo que no funciona de forma jerárquica y
controlada por el estamento estatal y militar —que es quien controla el país—
tiende al desorden, a un caos que amenaza con extenderse como una especie de
plaga. Es como si se contemplara la historia egipcia como un una serie de
movimientos caóticos centrífugos a los que solo se puede reducir mediante
fuerzas centrípetas. La tendencia al caos se frena con represión, algo que se
identifica con la necesidad de "mano firme" (una sola).
En términos mediáticos, supone que la libertad de prensa y
expresión se ve como una tendencia centrífuga, algo que trae desorden, caos. La
mezcla de censura y propaganda, por el contrario, trae la
"normalización" del orden impuesto que evita la destrucción del
"orden". Contra el "orden" están las fuerzas internas y las
externas. Esas fuerzas se entienden como una mezcla de ideas, conspiraciones, críticas,
etc. Y las externas son igualmente las conspiraciones (que conectan con las
conspiraciones interiores), el terrorismo, Occidente (de forma global) y una
ristra de países empeñados en la destrucción de Egipto (de Turquía a Qatar, pasando
por Irán, grupo al que se puede añadir cualquiera en cualquier momento).
Las campañas contra la prensa extranjera son constantes,
desatándose la furia del ministerio de Asuntos Exteriores contra medios y
periodistas a los que se acusa de atentar contra Egipto y faltar a la verdad.
Los periodistas expulsados también son asunto cotidiano en un régimen que
solo admite lo laudatorio.
Las leyes que se quieren aprobar son rechazadas por un
sindicato de periodistas ya muy modelado por el propio régimen tras los
incidentes producidos por la cesión a Arabia Saudí de las islas de Tiran y
Sanafir, que contaron con un masivo rechazo popular del que se responsabilizó a
la prensa, de quien se pretendía que cantara la cesión del considerado
territorio nacional en uno de los más insólitos episodios de las relaciones
internacionales.
La cuestión se complica porque las regulaciones conflictivas
van más allá de los propios medios profesionales. Mada Masr trata del caso y señala recogiendo opiniones:
For former Journalists Syndicate head Yehia
Qallash, “the bill bestows upon the SMRC almost godlike authority that extends
beyond journalists to the open cybersphere and social media. In provisions
pertaining to labor relations, it is in stark bias toward employers and
administrations and against journalists and [media] professionals.”
Independent columnist Abdallah al-Sinnawy
shares Qallash’s sentiment. “The bill doesn’t only restrain and limit
journalists and newspapers, but places even social networking sites in that
enclosure, applying also to content published on them. The bill goes against
the Constitution in more than one of its provisions. Even the more minor
details — the provisions on extending the retirement age for [select]
journalists, for instance, are designed to reward journalists who gain
authorities’ favor and punish those who fall into their disfavor.”
The bill includes harsh punitive measures.
While it stipulates that journalists may not be held in remand during
investigations into publishing-related charges, it makes an exception in cases
that involve broadly phrased crimes like “incitement of violence,” “instigation
of discrimination” or “besmirching the honor [of individuals.]”**
La búsqueda del silencio absoluto ante las críticas y
disidencias es un hecho continuado que no mejora pese a la declaración de
intenciones. La presentación de estas leyes de control de los medios es la
confirmación del objetivo y la protesta de los periodistas la reacción.
Este es el objetivo de la penalización de lo informativo que
se percibe —como suele ocurrir en los regímenes totalitarios— como un peligro
del que deriva el desorden. El periodismo se considera un agente
desestabilizador y se considera "incitación a la violencia", por lo
visto en ocasiones anteriores, denunciar cualquier situación que provoque
protestas. Los periodistas que criticaron la entrega de las islas fueron
acusados de "incitación" a la violencia, de la misma forma que a
algún candidato a la presidencia se le acuso de "intentar separar al
pueblo del Ejército", delito curioso donde los haya, solo considerable
tras la acumulación de supuestos. Pero el régimen está lleno de presuposiciones
que se dan como válidas.
Las palabras del presidente al-Sisi pidiendo a los egipcios
que solo le escucharan a él, se ha convertido en el auténtico programa
informativo y mediático del gobierno. Las personas, además, pueden ser detenidas
acusadas, por ejemplo, de haber dado una entrevista a un medio hostil en el
extranjero (como ocurrió con Hisham Geneina) o de reproducir lo dicho por otro
medio (como ocurrió a un periodista que citó lo publicado). La obsesión
conspirativa no es más que una patología que proviene de la propia debilidad
argumental del régimen y el vicio autoritario que proviene de la mentalidad
militarista en la política. El orden es el objetivo, en donde "orden"
significa ausencia de respuesta a las acciones del gobierno.
Llueve sobre mojado. El diario estatal Ahram Online se hace
eco de la retirada de la prohibición de estreno de una película del cineasta y
diputado del parlamento egipcio Khaled Youssef, que cuyo estreno había sido
cancelado un día antes:
In a video posted on Tuesday on his Facebook
page, Youssef said that the film will screen on schedule and without censorship
after the intervention of "high level authorities" in Egypt, which he
did not name.
He added that preview screenings, which were
scheduled for Tuesday, will also be held on time.
On Monday, the Censorship Authority at the
Ministry of Culture announced that it has rescinded the screening permit of the
film, which was initially granted a permit on 30 April, citing “the violation
of the terms and conditions under which the licence was given," without
providing specifics.
The film stars Amr Saad, Khaled El-Sawy, Ghada
Abdel-Razek, and Maged El-Masry.
According to a synopsis on elcinema.com,
"the film tells the story of a young Muslim man who falls in love with a
Christian, who wed despite their families’ disapproval. Concurrently the film
explores the narrative of a businessman entangled in corruption, with two
stories intersecting to explore social relationships between members of different
religions."
Karma is a production of Misr International
Films.
The decision by the censorship authority
immediately created an uproar among filmmakers and actors in Egypt.
On Monday night, the members of the cinema
committee of the Supreme Council of Culture, including veteran director Omar
Abdel Aziz, producer Mohamed El-Adl and Boutros Daniel of the Egyptian Catholic
Centre for Cinema, signed a mass letter of resignation addressed to the culture
minister, to protest the cancellation of the permit amid what they described as
"unprecedented ruining of the climate of freedom of opinion and
creativity, as well as clear disregarding of artists and intellectuals."***
No se trata ya de censurar a los que están en contra del
régimen. La censura se vuelve ya, implacable, contra los propios miembros del
régimen, aunque sea como oposición legal. El hecho de que Khaled Youssef (al
que ya trataron de hundir en su vida personal difamándolo) sea miembro del
parlamento permite percibir que se está traspasando el límite de lo aceptable por las propias fuerzas que apoyaron a al-Sisi, que ven cómo la provisionalidad
prometida de las medidas tomadas se va perpetuando y se vuelve contra ellos. La retirada del la orden contra el estreno de la película es una muestra más de la arbitrariedad del sistema cuyas acciones se pueden paralizar con una llamada telefónica.
Así solo es posible un futuro complicado que no se va a
resolver implantando el orden disciplinado de las escuelas japonesas,
pintoresca idea que sigue adelante por parte del ministerio y que se concreta
en las fotos de un edificio ante el que unos pocos niños se fotografían con
kimonos de judo. Japón tiene uno de los sistemas educativos más disciplinados,
algo que se pretende imponer en uno de los países más abandonados a su suerte
en la educación.
El artículo de Mada Masr termina con una imagen sombría:
“The catastrophic consequences of the bill,”
Qallash tells Mada Masr, “are not limited to the freedoms of journalists and
the nature of their practice. We can say that it could lead to the demise of
the very profession. We are now losing what we previously used to scoff at as
‘a slim margin of democracy.’ Even that margin is being commandeered by force
of this [bill].”**
Los efectos de la libertad de prensa dentro del sistema
social y político son benéficos y muy negativos si se eliminan, pues
provocan represión y deterioro general
en ausencia de crítica, pues los errores se tapan. El régimen egipcio sigue
pensando que el poder supone el control y certificación de la verdad y la
sanción de la desviación. La creación de organismos de control que aparenten
tomar decisiones "profesionales" es de un infantilismio increíble,
como se han dado cuenta los periodistas que no quieren verse bajo control
político encubierto.
La creencia en que el orden (disciplina) se puede imponer
mediante la fuerza y la represión de la sanción constante es típica del pensamiento militarista egipcio que se ve a sí mismo como la fuerza que impide el caos. Lo
que no quiere ver es que, en gran medida, el caos es producido por la desconfianza en las
instituciones por su propia arbitrariedad y corrupción,
producida precisamente por el silenciamiento de las críticas y la imposición
del silencio. La creencia en un Egipto
japonés, impuesto desde la educación, es una fantasía de ciencia ficción, cuya
futura foto previsible será la implantación del uso de palillos en los comedores
escolares como signo de que algo ha cambiado.
Sin embargo, apenas cambia nada. La misma voluntad de silencio y verdad sigue en las mentes de los dirigentes y en aquellos a los que beneficia el sistema, que son los primeros en gritar "¡peligro!" para atraer la mirada del pastor y sus perros.
*
"Press Syndicate members express rejection of press, media laws"
Daily News Egypt 13/06/2018
https://dailynewsegypt.com/2018/06/13/press-syndicate-members-express-rejection-of-press-media-laws/
**
"Legislative process and content of new media law criticized by
journalists and MPs" Mada Masr 13/06/2018
https://www.madamasr.com/en/2018/06/13/feature/politics/legislative-process-and-content-of-new-media-law-criticized-by-journalists-and-mps/
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