Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
La toma
de posesión el sábado del segundo mandato del presidente egipcio, Abdel Fattah
al-Sisi, ha servido para que muchos hayan aprovechado para manifestar las
prioridades de las demandas para intentar salir del agujero en el que los
egipcios viven desde hace tiempo. La doble crisis de la violencia y la
inestabilidad, por un lado, y por una crisis económica por efecto de la
depreciación brutal de la libra y el incremento de la inflación, más la
retirada de los subsidios no han dado respiro a la población.
En el
momento de afrontar el segundo mandato, la prensa egipcia no ha podido evitar
sacar a la luz lo que le piden al presidente, más que al gobierno. Ya hemos
hablado de ese doble papel que juega el gobierno: por un lado está seleccionado
por el presidente, pero por otro existe una distancia que permite dirigir las
críticas a los ministros preservando la responsabilidad última del presidente
en otra dimensión superior. Es una forma de preservar la figura presidencial,
en una mentalidad mesiánica que percibe la presidencia como un don.
Sin
embargo, las peticiones han ido directamente hacia la presidencia. Son
artículos que anticipan los peligros en una situación cada vez más oscura por
más que la propaganda trate de mantener la luz encendida.
Con el título "Op-ed review: Al-Sisi’s second term
promises need to be implemented through responsible executive, political
powers", la edición digital del Daily News Egypt realiza un resumen de los
temas tratados en la prensa con motivo del inicio del segundo mandato el pasado
sábado.
Amira El-Fekki comienza por los diarios estatales:
In state-owned Al-Ahram, Morsi Attallah wrote
that it is the responsibility of political and executive powers to have the
courage to be honest like the president, to tell people what is really
happening on the ground regardless of whether it will generate backlash from
public opinion. He added that the current phase needs enlightened thoughts and
a free, informative media, and that he hopes Al-Sisi’s second term will
overcome the inability to balance between preserving security and allowing free
circulation of information.*
La distinción entre el presidente y los gobiernos vuelve a
ser esencial, poniéndolo al primero por encima de los segundos. La presidencia
es intocable y significa el límite. De ella salen las instrucciones sobre lo
que hay que cambiar; el gobiernos debería cambiarlo. La crítica cae sobre los
gobiernos, dejando al margen a la presidencia.
La necesidad de verdad en la vida egipcia, solicitada en
esta primera reseña, se impone como urgente. Pese al temor, se nos dice, a la
reacción popular, la verdad de la situación debe ser dicha. Difícilmente se
podrá esto cumplir si la vida diaria está salpicada de cierres de medios, su
bloqueo o la presión para eliminar las críticas, algo que ha caracterizado
intensamente el primer mandato y lo sigue haciendo.
La lucha con los medios ha sido una constante en el periodo
anterior y es difícil que esto cambie. La presión sobre los medios
independientes es brutal, quedando completamente anestesiados, como ha ocurrido
con Al-Masry Al-Youm tras el incidente en la campaña electoral, con el despido
de su director y la llegada de otro que ha reducido el periódico a una balsa de
aceite.
Amira El-Fekki recoge las opiniones de un segundo artículo
en Al-Ahram, firmado Abdel Azim Al-Bassel, en el que señala que el gobierno
[...] should translate Al-Sisi’s orders into a
working programme, and that what people expect from the president in his second
term is to continue his campaign against corruption, the rule of law to be
applied to high-ranking officials before ordinary citizens, and a more speedy
justice system.*
De nuevo, se responsabiliza al gobierno por no cumplir las
"órdenes" presidenciales en "programa" gubernamental. La
visión militar de la orden y de la
eficacia en cumplirla es la que está presente en este tipo de declaraciones.
Surge de una idealización del poder en el que las palabras se transforman en
hechos. Sin embargo, las órdenes del presidente son de una obviedad pasmosa, de
una sencillez infinita. Tiene más del "¡hágase!" que de otra cosa. Y
no todo lo que se dice se puede hacer si faltan los recursos necesarios. Pero
para muchos egipcios, el hecho de que no se realicen las órdenes presidenciales
es por negligencia y no incapacidad. Eso no quita que muchos ministros no sean
precisamente los más apropiados para realizar las labores adecuadas. Al-Bassel
acaba pidiendo la mejora del sistema educativo, del sanitario, etc. Es algo que
todos perciben en su deterioro. Pero, por supuesto, nadie sabe de dónde sacar
los recursos.
Un tercer artículo en el diario Al Ahram, titulado "Mensaje
al presidente", de Mourid Shoby, incide de nuevo en que no sean los pobres
los que paguen todo. Va más
allá y reclama que «there should be serious administrative reform to end corruption and
officials who are able to think out of the box solely for the well-being of the
people.» La crisis cae siempre sobre los más débiles y a
ellos se les aplica la medicina. La
petición de atacar la corrupción del estado choca con el caso de Hisham
Geneina, el auditor que trató de combatir la corrupción poniendo cantidad a sus
efectos. El resultado fue su despido y encarcelamiento acusado de difamar al
estado. Es difícil que se luche contra la corrupción si poner en evidencia el
hecho tiene estos resultados. Es cierto que ha habido detenciones, pero también
que se han abierto las puertas de los que estaban detenidos tras las condenas
por corrupción durante el régimen de Hosni Mubarak. Esto ha hecho creer en la
impunidad de los corruptos, cosa cierta en muchos casos.
Los
objetivos de los medios privados son de otro estilo, si bien siguen pidiendo
para el segundo mandato reformas y aperturas:
Likewise, editor-in-chief of Al-Shorouk
newspaper, Emad El-Din Hussein, focused more on the need for political
openness, saying those who defended that cause have finally imposed their
logical demand on the president’s agenda, which was reflected in Al-Sisi’s
words: “I am president for all Egyptians, whether they supported or opposed
me.” To Hussein, a comprehensive development strategy cannot overlook political
plurality and human rights, and he called for democracy.*
Es difícil que la idea de al-Sisi de ser el "presidente
de todos los egipcios" pueda traducirse en una apertura democrática en el
segundo mandato. Es más bien una operación retórica en la que "opposed
me" tiene un efecto muy relativo. Una vez más, las palabras y los hechos
entran en contradicción. El recrudecimiento de la intolerancia se ha traducido
en el primer mandato en detenciones a críticas tan tontas como lo ocurrido a la
cantante Sherine y su broma sobre no beber las aguas del Nilo. Si a uno le
pueden detener por eso, ¿qué ocurre en los casos reales de oposición? Lo que ha
dicho Abdel Fattah al-Sisi es que es el presidente de todos los egipcios, les guste
o no. Eso se acerca más a una realidad dura en lo político.
Es cierto que las peticiones se centran en aquello que ha
brillado por su ausencia en el primer mandato, pero los deseos de la gente no
son el programa del presidente. Las carencias pueden seguir siendo carencias.
Al menos, el presidente sabe lo que muchos echan de menos.
El último artículo citado en la reseña de prensa proviene
también el diario privado Al-Shorouk e incide en un tema que sigue produciendo
titulares hoy mismo:
However, Al-Shorouk’s Mohamed Saad Abdel Hafeez
warned of the reconstruction of the dissolved ruling party, in reference to the
Mubarak-era’s National Democratic Party, as different figures from the
pro-state Egypt Support parliamentary coalition have tried to join another
pro-state political party, Nation’s Future. Abdel Hafeez said such political
plans would without doubt lead to the same practices of dictatorship of pre-25
January 2011.*
Aquí ya no hay petición,
sino advertencia. Y que, en efecto,
el futuro del régimen comandado por Abdel Fattah al-Sisi es el pasado de
Mubarak, un régimen mediante el que sobrevivió treinta años.
El movimiento parlamentario de creación de un partido
abandonando cada uno el suyo para configurar una fuerza que proponga su
gobierno al presidente no hace avanzar la democracia en ningún sentido, solo se
retrocede a las estrategias que dieron consistencia a Mubarak, del que todos se
rieron pero al que todos desean imitar.
La cuestión que se planteó al día siguiente de las
elecciones es cómo lograr que pase por normal lo que desean: el tercer, cuarto,
etc. mandato. Mubarak lo hizo vía excepción. Ahora habría que cambiar la
constitución que se hizo precisamente para evitar a los militares en el poder.
La opción de que otro militar ocupara el poder es la más sencilla sobre el
papel, pero lo más complicada en la realidad. ¿Quién sustituye al
insustituible? Por ello se están poniendo los cimientos de una nueva dictadura
a la vieja usanza: presidente eternizado en el poder y un partido amplio que
permita el apoyo desde el parlamento, que dé ministros y altos cargos, que cree
una red clientelar por abajo permitiendo que muchos rentabilicen su apoyo a la
presidencia. No hace falta inventar nada; ya está hecho.
Las peticiones y la advertencia servirán de muy poco. La
confianza en poder controlarlo todo siempre es consustancial al poder en
Egipto. No piden demasiado, pero eso ya es mucho si no se sabe, puede o quiere cumplir. Carencias hay muchas y es natural que los egipcios pidan. Sin embargo, no es lo que ha caracterizado al poder.
La prensa internacional se hace eco del segundo mandato de una forma muy diferente. Ya no son peticiones o advertencias, sino claras denuncias del camino recorrido y de la situación creada. El régimen se va pareciendo cada vez más al pasado egipcio, que ya sabemos cómo terminó.
*
"Op-ed review: Al-Sisi’s second term promises need to be implemented
through responsible executive, political powers" Daily News Egypt
03/06/2018
https://dailynewsegypt.com/2018/06/03/op-ed-review-al-sisis-second-term-promises-need-to-be-implemented-through-responsible-executive-political-powers/
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