Como si
no hubiera problemas de los que ocuparse en el Egipto de al-Sisi, se recupera
uno de esos con los que las autoridades se muestran virtuosas: el de la
profesora Mona Prince, del que nos hemos ocupado en un par de ocasiones. El
problema —hay que decirlo desde el principio— solo existe en las mentes
perversas que lo perciben como tal. Recordemos: la profesora Mona Prince
escandalizó a los compañeros mojigatos de la Universidad del Canal de Suez por
dedicarse a bailar en la terraza de su casa.
La
recuperación del problema, en mitad de una tormenta de datos negativos y futuro
amenazante de más tormentas, la universidad en la que imparte clases ha
decidido despedirla. La noticia nos la trae el estatal Ahram Online con el
titular "Egyptian university dismisses professor a year after dance video
sparks controversy online", señalando en su contenido:
Egyptian English literature professor Mona
Prince has been suspended from her job at Suez Canal University, more than a
year after a video of her dancing sparked controversy online.
A copy of a decision by university head
Al-Sayed Al-Sharqawy, which Prince shared online on Tuesday, showed that the
university's disciplinary committee ordered her be suspended from her position
three weeks ago. However, her dismissal was only announced and reported by
local media on Tuesday.
Last year, the university launched investigations
into Prince after she shared a video online of herself dancing on the rooftop
of her home. The video, as well as other photos of Prince in a bikini, brought
her under fire, with many calling her behavior inappropriate.*
No hay datos en la noticia del diario estatal que permitan
saber si lo que cuenta se considera positivo, negativo o un acto del destino
contra el que es mejor no rebelarse. Sin embargo, como veremos, Mona Prince lo
hace porque es un espíritu libre en un Egipto lleno de prejuicios y dominado
por eso que se llama "redes sociales" y que aquí llaman
"controversia online".
El papel de estas "controversias" en la vida
egipcia es importante porque se trata de una sociedad altamente invasiva en la
vida privada de las personas, algo que se podría considerar casi un mito
inexistente. La vida, más bien, es un espectáculo judicial en el que cualquiera
puede opinar o, mejor, condenar a los demás en nombre de la virtud.
En este sentido, las redes, los "talk shows", etc.
son el complemento perfecto de una sociedad en la que la "virtud" es
algo que debe ser exhibido y la autonomía castigada, como ocurre con Prince. La
profesora ya se reivindicó anunciando su programa vital, que presentó ante
todos como una alternativa de gobierno. Mona Prince, ante la sorpresa de todos,
anunció su presentación a las elecciones presidenciales, algo que no realizó
finalmente, pero que le sirvió para decir lo que pensaba [ver Pisando charcos "Reír,cantar, bailar, escribir" 20/01/2018].
Mona Prince no se presentó, pero su mensaje estaba lanzado.
Ella era libre, tanto como para decir que ella, una mujer, se presentaba a las
elecciones a la presidencia para competir con al-Sisi. Evidentemente era un
desafío, una forma de decir a los que la criticaban "no solo no soy
culpable de nada, sino que puedo hacer lo que quiera". Pero en Egipto casi
nunca se puede hacer lo que se quiere y menos en público y desafiando a los más
activos en dimes y diretes.
Una de las características que definen las sociedades
democráticas frente a las que no lo son es precisamente la autonomía de que
disponen las personas para decidir sobre sus propias vidas. El caso de Mona
Prince es grave e ilustrativo porque se da en una universidad, un espacio que
debería ser abierto e ilustrado, y que, por el contrario, se muestra retrógrado e intrusivo en la vida privada de las personas. Lo hace además por las
presiones de una parte de la sociedad a la que debería "ilustrar" y
dar ejemplo, pero hace justo lo contrario.
Que para una serie de grupos sociales y profesionales les
resulte intolerable que Mona Prince pueda disfrutar de su libertad y derecho a
bailar en la terraza de su casa es un reflejo de la deriva autoritaria que la
sociedad egipcia ha ido experimentando. Los egipcios ya no solo se pueden
quejar de la represión policial o de su brutalidad; ahora se han convertido en
jueces públicos, en represores de las conductas de sus conciudadanos, en
anuladores motu propio de las libertades ajenas.
Pero Mona Prince no se calla fácilmente. En la segunda parte
del texto de Ahram Online se nos muestra su reacción:
Following the decision, Prince pledged on
Tuesday to take the matter to court.
"In the first incident of its kind in
Egypt, the Arab world and the whole world, a university professor has been
dismissed from her post, not because she accepts bribes, or sexually harasses
her students or colleagues…or leaks exams…[but] because of the professor's
pictures in a swimsuit and a video while dancing in a galabeya on her own
Facebook page," Prince wrote on her Facebook page.
"Meet you in court, University of
Suez," she added.*
De nuevo, la profesora Prince advierte y muestra la
contradicción permanente de la sociedad y las autoridades egipcias. La
modernidad no consiste en realizar grandes edificios acristalados; la
modernidad consiste en dejar entrar la luz en las mentes oscuras, que son cada
vez más.
El pasado agosto, Mona Prince se enfrentó a otra campaña en su contra por enseñanzas satánicas. La profesora de lengua y literatura inglesas había cometido el pecaminoso error de hacer una análisis de Paradise Lost, el poema de John Milton, una pieza angular en su campo de trabajo. Pero así es la mentalidad abierta, la hoja de ruta, en tiempos de al-Sisi. La palabería hueca no logra frenar el campo ultraconservador que encierra a escritores y demás artistas porque esa sociedad virtuosa se siente herida ante la cultura que no encaja en sus reducidas mentes.
El aplastamiento del espíritu del 25 de enero no solo ha
sido en lo democrático, que apenas existió como esbozo. Ha sido, especialmente, en lo anímico. La libertad que
se reclamaba estaba por encima de la economía o el derecho a votar. Se
reivindicaba especialmente un derecho a ser uno mismo en una sociedad en la que
el presidente se proclamaba —como ya hace el actual— el "padre de
todos los egipcios", En una sociedad patriarcal como la egipcia, esa
figura es ambivalente, pero representa sobre todo que debes aceptar lo que se
te diga porque "es por tu bien". Ya decía Kant que la ilustración era
salir del estado de infancia permanente en el que se tiene a la gente. Nada
más claro en este paternalismo autoritario que te acaricia con la misma mano
que te abofetea si discrepas.
Mona Prince es un ejemplo de lo que representó el 25 de
enero de 2011. La propaganda egipcia intenta evitar que no se repita otro
levantamiento mediante la estigmatización de la revolución asociando el momento
con todos los males del país. Se ignora, pues, que el 25 de enero se produjo
porque en los 30 años anteriores el país había sido una dictadura corrupta y
represiva. La nueva narrativa, en cambio, la identifica con un mundo rico,
feliz y permisivo. ¡Vaya memoria!
Irá a los juzgados y, sea cual sea el resultado, Mona Prince
dejará en evidencia a sus colegas. Ella, como profesora —y ahí les duele—, es
ejemplo práctico de libertad, actitud clave en su forma de ver la vida. Prince
enfrentará a sus contradicciones a un sector educativo caduco y retrógrado,
incapaz de dar ejemplo de libertad a sus alumnos. En vez de ilustrar, sus
colegas son el ejemplo contrario, de dejarse llevar por los prejuicios y las
corrientes retrógradas que disfrutan con ellos. Cuando la criticaron por su vídeo bailando, Mona Prince colgó otro.
Una vez más, nuestro apoyo a esta colega que disfruta de la
vida bailando en su terraza, escribiendo como le place y enfrentándose a la
oscuridad creciente, al rumor constante, desde la alegría de vivir y la honestidad personal.
*
"Egyptian university dismisses professor a year after dance video sparks
controversy online" Ahram Online 5/06/2018
http://english.ahram.org.eg/NewsContent/1/64/301850/Egypt/Politics-/Egyptian-university-dismisses-professor-a-year-aft.aspx
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