viernes, 18 de septiembre de 2020

Madrid no se merece esto

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


El día 2 de septiembre titulábamos la entrada de este blog "La batalla de Madrid" haciendo referencia a la situación de nuestra comunidad con un enfrentamiento bronco entre el gobierno regional y el central. La queja regional de entonces era que el gobierno nacional "tenía una fijación con Madrid", algo que consideramos aquí la típica excusa del alumno que se queja de que sus profesores "le tienen manía". Finalizaba la entrada con la petición de ponerse todos a trabajar y menos a discutir. "Si Madrid empeora sin remedio" —escribíamos—" no va a mejorar mucho el resto. Por ello, a arrimar todos el hombro. Señores del gobierno: menos meter el dedo en el ojo; señores de Madrid: menos quejas y más trabajar. Es lo que necesitamos todos para salir de esto." Pero no es ese el estilo de la Comunidad de Madrid, empeñada en ser la estrella opositora, ni del gobierno.

Los debates televisivos de la mañana, en diversos canales, muestran que el enfrentamiento sobre quién es responsable de que Madrid sea el peor punto de Europa, ¡triste título!, no cesan y que son más importantes que los que llevan a la solución. Es indudable que la situación de Madrid es especial, pero eso no justifica en modo alguno que se haya llegado a esta situación. Es una muestra más, trágica, de dónde nos llevan los políticos cuando no se unen ante causas de gravedad, como la situación en que nos encontramos.

No, "la batalla de Madrid" no cesa. Esta política brutal, que resquebraja al país por encima de sus problemas, es suicida en situaciones en que no hay otra forma más que la unión para alcanzar resultados positivos. La forma política de la agresividad por encima de cualquier otra línea de actuación, de la puya constante, hace que sea imposible ofrecer soluciones que impliquen a la ciudadanía.


Esta no es ajena a esta situación; tiene también su parte de responsabilidad. Pero esta viene en gran parte de la ausencia de directrices reales y de la irresponsabilidad de muchos. Esta situación de Madrid tiene muchos responsables, pero en orden. La responsabilidad primera es de la Comunidad, que es quien debe asumir sus responsabilidades y no lo ha hecho. Las quejas llueven por todos lados, de la sanidad a las escuelas. Lo único que ha llegado a ellas son promesas, pocas o ninguna realidad.

Señalan en La Vanguardia: 

El caos mayúsculo en la región con más casos de la Covid-19 de toda Europa, la Comunidad de Madrid, ha conducido a la intervención del presidente Pedro Sánchez, que ayer se ofreció a reunirse con la líder autonómica, Isabel Díaz Ayuso. Esta respondió con un sí, también por carta, agradeciendo el gesto no sin lamentar que “Madrid ha estado demasiado tiempo sola” y “pese a que (la Comunidad) haya puesto a funcionar a pleno rendimiento todos sus recursos, se hacen necesarias estrategias nacionales”. Ayuso aprovechó ese acuse de recibo para subrayar que la Comunidad necesita “seguridad jurídica, actuaciones en dependencias estatales y respaldo en materia legislativa y de seguridad ciudadana, competencias de las que carecemos, para que todas las demás medidas sean efectivas.”

El intercambio entre Sánchez y Ayuso llega en el momento en el que más unidad se precisa para combatir una pandemia que en Madrid crece imparable. La contribución del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso se resume en la generación de una angustia aún más mayúscula en los ciudadanos. Al caos colaboraron diversos consejeros, como Enrique Ruiz Escudero, el consejero de Sanidad. A través de un vídeo de pocos segundos, Escudero se refirió a las medidas que hoy adoptarán para reducir el “crecimiento sostenido” de la pandemia pero evitó las palabras confinamientos selectivos que el día anterior sí utilizó el viceconsejero de Salud Pública, Antonio Zapatero, porque “provocan alarma”. Escudero, que según la Cadena Ser grabó ese mensaje ante la negativa de Zapatero (hasta ayer el hombre de confianza de Ayuso en detrimento de Escudero), habló de restricciones de la movilidad” y “reducción de la actividad” en las áreas más afectadas, ubicadas fundamentalmente en el sur (Puente de Vallecas, Usera, Carabanchel, Ciudad Lineal, Parla y Fuenlabrada) con casi un millón de habitantes.

Horas antes, el consejero de Justicia, Enrique López, descartaba confinamientos parciales porque eso solo se puede hacer, indicó, con el estado de alarma que Madrid no quiere solicitar al Gobierno de Pedro Sánchez. Mientras López calificaba la situación de la región “como la de todo el mundo, extraordinaria, pero controlada”, el vicepresidente de la Comunidad de Madrid y portavoz del Ejecutivo, Ignacio Aguado (Ciudadanos), pedía la implicación urgente del Gobierno de Sánchez para atajar los contagios porque “Madrid no puede”. La pregunta sobre si el ejecutivo regional iba a pedir el estado de alarma quedó en el aire porque su intervención no admitía preguntas.* 


Creo que la extensión de la cita es necesaria para poder tener esa visión de conjunto del caos existente. Las intervenciones de los distintos consejeros o de la misma presidenta no alientan a la confianza sino a todo lo contrario. Efectivamente, como se señala en la propia crónica de Celeste López para el diario barcelonés, "caos" es el término que mejor describe la situación a la que se ha llegado en la Comunidad, con una política irresponsable y quejumbrosa, exculpatoria de toda responsabilidad y agresiva hacia los demás.

Recordemos que hace pocos días desde la comunidades limítrofes se pedía el "confinamiento" de Madrid pues se estaba exportando el COVID-19 a los que acudían allí a trabajar y regresaban a sus comunidades a través de los transportes que enlazan con la Comunidad. Madrid es un centro de intercambio constante entre barrios como ciudades y ciudades como barrios. Es el centro de negocios y de la política; centro cultural y espacio de eventos grandes. Y es, sobre todo, un centro de negocios que el gobierno de Díaz Ayuso no ha querido "perjudicar" con medidas que limitaran la vida económica.

De nuevo, aunque no se diga, los intereses económicos por delante de la salud general; de nuevo la tibieza en el corte de actividades para no paralizar la región. Desgraciadamente a esto hay que sumar las propias condiciones de Madrid, las del exceso de población en muchas zonas y las de los recortes de recursos que ahora se notan en demasía. Las quejas de los centros de salud y hospitales, del personal médico, de las escuelas y de los padres, a los que se sumarán pronto de las universidades, dejadas a su aire, etc. muestran que nadie está satisfecho con lo que se ha hecho y, especialmente, con lo que no se ha hecho.


La terrible situación que vivió Madrid desde marzo, con morgue en el Palacio de Hielo, con enfermos en los pasillos, con las UCI rebosantes, con las residencias con muertos sin recoger y extendiendo los contagios, etc. parece que se ha borrado de una ciudadanía errática y con grandes bolsas de irresponsabilidad conforme las promesas de la "nueva normalidad" y de la "curva aplanada" se iban desvaneciendo por el crecimiento de casos.

Volvemos a un argumento recurrente: hace poco más de mes y medio, todos los gobiernos autonómicos exigían la calificación de lugares "seguros", pedía corredores internacionales "seguros". Todo era optimismo y demanda de aperturas, de saltos de fases intermedias para liberar la movilidad nacional e internacional. Los extranjeros dieron pronto la voz de alarma y empezaron a poner restricciones a los viajes, a exigir cuarentenas disuasorias. Se trataba entonces de mover al turismo interior. Cada uno tiraba hacia su propia comunidad. El mal está en las costas masificadas, nos decían, vente a la España despoblada, rural, montañas, descubre pueblos, casas rurales... ´No tendremos fiestas, pero celebremos las "no-fiestas", toleradas porque qué alcalde se va a oponer a ellas... Unas cuentas multas y a seguir; que sigan botellones, fiestas privadas, despedidas, entierros multitudinarios porque "era muy popular aquí" (como recogimos en una ocasión).

¿Qué parte no entiendes de "aislamiento", "distancia" y "mascarilla"? ¿Qué parte sigues sin comprender de lo básico? Ayer hablábamos de la falacia de las "burbujas". No las hay ni en residencias, ni en hospitales, ni en cárceles, universidades, escuelas, supermercados, parques... Nadie es una isla, recordábamos citando al poeta John Donne.

El caos político trae la irresponsabilidad de los ciudadanos; la falta de medidas convincente y respaldadas con autoridad lleva a los incumplimientos en la vida diaria de aquellos que quieran salvar su negocio ya sea vendiendo, celebrando, repartiendo... Puedes ir anotando los que cumplen, los que aparentan cumplir y los que no cumplen en absoluto. Son los segundos los más peligrosos, la versión asintomática empresarial, los que expanden el virus que busca después canales familiares, laborales. etc.


Cuando camino a hacer la compra, no dejan de sorprenderme esas personas, adolescentes y adultos, que tienen bajada la mascarilla y que al ver que se acerca alguien la suben. Es un aparentar que no hemos conseguido evitar convenciendo que el riesgo no está en que te vean (el miedo a la bronca, a la multa), sino en estar sin la mascarilla hablando con otra persona, acogerse al eximente del cafetito, la cervecita, el chándal deportivo, el perro, los niños... para poder pasarte por el forro las restricciones. La denuncia de los médicos de recibir presiones para que hagan certificados y librarse de las mascarillas es un auténtica situación de vergüenza irresponsable.

Las autoridades, en la educación tratan de forzar la situación. Los efectos los estamos viendo. No se puede tener todo, cafés abiertos, fiestas privadas, escuelas llenas y UCI vacías. Hay que elegir. Pero lo queremos todo.

La batalla de Madrid se ha diversificado. Ya no son solo los políticos los que se enzarzan en estas infames e irresponsables grescas, los que usan la tinta del calamar en su huida. Ahora son las instituciones, la empresas, la educación en su conjunto, las familias, etc. las que tienen que tomar decisiones que nadie quiere tomar, una responsabilidad descendente hasta que llega al que no se puede negar, al que le llega el problema en una ventanilla, en la tarima de un aula, al volante de un autobús, en la entrada de un Centro de Salud. Son los que tienen que enfrentarse a una realidad ineludible que los políticos eluden echando la pelota al tejado ajeno.

El gobierno sabe que la petición madrileña es una forma de intentar atraparlos diluyendo la responsabilidad. Eso sigue siendo inaceptable en todos los niveles, pero es lo que estamos viendo. El gobierno asumió el desgaste del confinamiento y en el momento en que las cifras comenzaron a mejorar, las comunidades reclamaron el protagonismo de la desescalada pensando que lo peor había pasado y sus medidas serían recibidas con aplausos. Lo que se ha hecho es dilapidar el esfuerzo en una competencia por el turismo europeo frente a Italia, Grecia... cuyos nombres se usaron como trampa. Hoy España tiene las peores cifras de Europa y Madrid la más elevada.


Madrid necesita un liderazgo que no tiene y una extensión de la responsabilidad ciudadana más allá de la que vemos, para lo que es necesario que los responsables acepten su responsabilidad primera, las vidas y salud de las personas. Sin ellas no hay recuperación económica de ningún tipo. Hay que saber qué es el carro y qué los bueyes. Los modelos trumpistas, los de Johnson, con tantos admiradores en algunos sectores de la derecha española han llevado al desastre. Las carnavaladas de los anti mascarillas, los defensores de una libertad contagiosa se han dado en Madrid, en la Plaza de Colón y otros espacios donde se les ha dejado.

Ahora pagamos todos las consecuencias de estos enfoques de prometer y no hacer y de poner la "economía" —aunque no se diga así— por delante de las personas, es decir, no tomar medidas restrictivas y poner poco empeño en que se cumplan. Es no destinar los recursos donde se necesitan, es no hacerlos llegar a tiempo, es no compensar con personas las bajas de los que enferman, es que nada sea claro y que la confusión en escuelas, universidades, empresas, hospitales, etc. sea tan grande como la indignación que empieza a ser tan incontrolable como la pandemia, con trasmisión "social". Las colas en centros de salud, la desesperación de los responsables escolares, de los padres, de las esperas eternas para cumplir con los protocolos, que finalmente resultan imposibles porque se han hecho sin sentido de la realidad. ¿Reducir las cuarentenas, eliminar los PCR cuyos resultados no llegan nunca, desestimar la fiebre como síntoma porque no se puede atender en los centros...? ¿Son esas las soluciones al colapso y al caos?

Madrid no se merece esto, creo. Pero seguirá la batalla, faltarán dedos de la mano para buscar culpables. Pero con uno basta. 


* Celeste López "El desgobierno de Ayuso en Madrid bloquea la respuesta a la Covid-19" La Vanguardia 18/09/2020 https://www.lavanguardia.com/vida/20200918/483527492652/desgobierno-ayuso-madrid-bloquea-respuesta-covid-19.html

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