viernes, 4 de septiembre de 2020

Muerte desnuda de artificio

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)

Estados Unidos está siendo sometido al desgarramiento de la publicación de vídeos a cada uno más espeluznante de brutalidad policial y racismo. Cada publicación es un ejercicio especular sobre aquello en lo que se ha convertido el país de la igualdad, las oportunidades y de un sueño con nombre, el ideal de libertad de los que huían de la vieja Europa y sus guerras políticas y religiosas, de los dogmatismos y de la autoridades absolutas.

El espectáculo de los Estados Unidos de Trump es hoy un espectáculo oscuro y bochornoso a la luz de estas imágenes que trascienden a una opinión pública que abre los ojos a una realidad penosa e injusta, bochornosa en sus detalles, impactante en las conciencias de los propios norteamericanos. Son unas imágenes que sirven para dejar al descubierto las miserias de un sistema que se ha ido degradando hasta alcanzar lo que difícilmente se puede llamar "normalidad", por más que se esconda en "protocolos" de actuación que van siendo cuestionados conforme se ven sus resultados en la práctica.


Primero fueron las imágenes de George Floyd, con la "técnica rodilla-cuello"; después los siete tiros por la espalda, a quemarropa a Jacob Blade. Ahora salen a la luz otras prácticas aberrantes y deshumanizadas, un sadismo reglamentario, con la muerte de Daniel Prude, uno de los espectáculos más vergonzosos que se han podido contemplar, un ejercicio de crueldad infinita. Las imágenes de Prude, desnudo, bajo la nieve, sometido a todo tipo de vejaciones innecesarias, en un episodio de desequilibrio mental claro, por el que fue llamada la Policía por la familia buscando ayuda, son algo más que dramáticas, sumando la vergüenza infinita que provoca, la indignación ante lo que finalmente es, de nuevo como en los casos anteriores, un caso de sacrificio ritual al amparo de la pretendida impunidad del uniforme.

La indignación por la brutalidad es lógica y lo realmente problemático es que no existiera, que continuara con la misma indiferencia en la que muchos lo viven o justifican. Los mecanismos que el propio presidente de los Estados Unidos utiliza para justificar esta violencia se trasladan a esos "vigilantes" cuya función está clara: aumentar el desorden generando nuevos casos, elevando el nivel de violencia, produciendo el caos.



No creo que los Estados Unidos se hayan enfrentado a un nivel de desunión y enfrentamiento como el que están viviendo. Nadie puede permanecer indiferente ante estos episodios de violencia y racismo. Las llamadas "fuerzas del orden" se convierten en lo contrario en una confusión interesada de lo que es el "orden", la manera de establecer unas líneas de terror que cualquier ciudadano negro sabe que no debe cruzar porque su vida no depende más que de la lotería que supone tener un agente con los perfiles que vemos en sus acciones, donde ya comentamos hace días espanta la indiferencia con la que se mata y tortura en plena calle a las personas. Hay que tener mucha confianza en que el uniforme te protege para hacer esto. La única explicación es precisamente el grado de "normalidad" alcanzado por estas acciones, convertidas en excepcionales porque salen a la luz, no por lo único de lo que muestran.

En la CNN leemos las reacciones ante lo ocurrido en este último caso salido a la luz: 

Seven police officers in Rochester, New York, involved in the March arrest of a Black man who was pinned to the ground and later died have been suspended, the city's mayor announced.

"Mr. (Daniel) Prude lost his life in our city. He lost his life because of the actions of our police officers," Rochester Mayor Lovely Warren said Thursday in a news conference.

The suspensions come a day after attorneys for Prude's family released police bodycam video that shows officers covering the man's head with a "spit sock" and holding him on the ground in a prone position before he stopped breathing.

Warren said some of the officers who were suspended appear on the body camera footage and others "had a duty to stop what was happening." They are being suspended with pay "against the advice of council," she said.

CNN has reached out to the Rochester Police Locust Club, the union representing the city officers, for comment about the suspensions.

The mayor told reporters on Thursday that she had been misled by the city's police chief, who she said led her to believe the man died in police custody of an overdose. She saw the body camera footage for the first time nearly a month ago, Warren said.

Prude was failed by many officials before and during the March 23 incident, the mayor said. He would have been treated different if he was White, she said.

"Institutional structural racism led to Daniel Prude's death. I won't deny it. I stand before it and I call for justice upon it," Warren said.

Prude's daughter, Tashyra Prude, is calling for the officers' firing and wants them to be prosecuted over her father's death.

"They should be arrested and tried as the killers that they are," Tashyra Prude told CNN's Erica Hill on Thursday.

 


Ser llamados para ayudar a contener a una persona que sufre un episodio psicótico y acabar con esa especie de farsa de aquelarre que encubre un linchamiento institucional por mera diversión es algo que deja a los agentes sin disculpa alguna, sin motivación para su actuación, en la que pervierten el sentido mismo del "orden" que deben representar. El intento de hacerlo pasar por una muerte por sobredosis va más allá. Por eso la alcaldesa Warren ha sido clara en su consideración de "racismo estructural", el fondo sobre el que estas acciones tienen "sentido" para quienes las cometen.

Las cifras de muertes del coronavirus dejaban en evidencia que en Estados Unidos, la muerte va por grupos étnicos, que tus posibilidades de morir son más elevadas según pertenezcas a un grupo a otro. Por supuesto, no tiene nada que ver con la biología, sino con las condiciones en que se vive, el estado de salud en que se encuentran, las actividades que se desarrollan y el entorno en el que se encuentran. Todo ello da un perfil de abismo social marcado por la separación implícita y explícita. Las cifras lo mostraban claramente, pues reflejaban indirectamente la estructura social de los Estados Unidos y cómo dependía de la etnia. El mito de la igualdad se deshacía; el sueño americano solo quedaba en manos de los que tienen derecho a soñar. Otros solo pueden intentar sobrevivir, no cruzarse con algún policía, "vigilante" o vecino receloso. El incidente de la mujer que denunció al ornitólogo negro que se encontró en el parque fue muy revelador pues dejó claro, en otro vídeo, cómo funciona el sistema: basta que una mujer blanca diga que le ha molestado un negro para despertar Matar un ruiseñor y que tengas que demostrar tu inocencia. Las malas personas siempre saben lo que tienen que hacer para complicar la vida a otros. George Floyd murió por la denuncia por un billete de 20 dólares, pero el dueño de la tienda era blanco.


No se puede decir que el racismo haya llegado a los Estados Unidos por Donald Trump, pero sí que ha jugado con él, lo ha insinuado y lo ha camuflado, sí se puede decir que los racistas que lo convirtieron en su candidato, del KKK a los supremacistas, se han sentido reforzados. Sí se puede decir que los ultraderechistas armados, los grupos como los Boogaloo, esa ultraderecha armada que acude a los puntos calientes a "establecer el orden", que se movilizó a grito de Trump de "¡Liberad los estados!", como otros que acuden a disparar contra los manifestantes o demás prácticas, se encuentran bajo su sombra y apoyo al disculparlos o dejar de mencionarlos en sus discursos y tuits.

La división del país ha profundizado la división racial y racista. El racismo no es cosa de los afroamericanos. Aquí y allí es cosa de todos, un mal que destruye la sociedad pudriendo sus raíces, haciéndola crecer con la savia de la injusticia. Ese racismo estructural del que habla la alcaldesa de la población es una epidemia que se cuela en las otras epidemias sembrando de muertes vergonzosas el mapa nacional.


Si la brutalidad policial es rechazable y debe ser controlada, lo mismo debería ocurrir con todas aquellas instituciones en las que se han colado los que las apoyan, disculpan o exoneran. Eso va de los médicos que no ven crímenes sino muertes naturales en las autopsias, los jueces que ven comportamientos acorde a los reglamentos, etc.





La parte amplia de la sociedad norteamericana que repudia estos comportamientos, que se avergüenza de ellos, debe traducir en sus votos el cambio necesario. El problema de los Estados Unidos no es China o Irán o Rusia. El problema de los Estados Unidos es cómo cambiar esas raíces podridas que les acompañan desde antes de su fundación como país, que no han sido abandonadas y que su propia estructura dificulta erradicar. Cuando los pueblos confunden la libertad con otras cosas o la reclaman para lo que es claramente negativo, algo más allá de la expresión, es difícil de erradicar porque se enquista.

El problema está en ellos y en ellos la solución. Nunca será fácil, pero siempre será más difícil con personas como Donald Trump en la Casa Blanca. A ver si hay suerte o, simplemente, justicia.

La muerte que hemos visto es una escenificación, sin retórica ni disfraz, de lo que es algo más que brutalidad. Es una muerte desnuda de artificio, clara, sádica y cobarde. 


* Taylor Romine, Benjamin Norbitz y Madeline Holcombe "7 Rochester police officers suspended over Daniel Prude's death, mayor says" CNN 4/09/2020 https://edition.cnn.com/2020/09/03/us/rochester-police-daniel-prude-death/index.html

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