viernes, 25 de septiembre de 2020

Madrid y Nueva York o las odiosas comparaciones

Joaquín Mª Aguirre (UCM)


Madrid lo está pasando mal y esto solo está empezando. Tenemos por delante medidas drásticas que volverán a poner en evidencia cuáles son las preferencias: salud o dinero (no escribo "economía" porque la propia salud es ya también un negocio), comunidad o individualidad. Por mucho que se niegue, las autoridades han practicado dos técnicas, la del doble lenguaje y la de la relajación de medidas. Mediante la primera se decía una cosa y se realizaba otra; mediante la segunda, lo que se decía no se hacía.

Partamos del principio de la dificultad, por sus propias características de capitalidad, centralidad, accesibilidad y distribución. Madrid no es una ciudad fácil de controlar por todos esos motivos. Hay que añadir otro factor: el enfrentamiento con las políticas del gobierno, porque había que hacer oposición cuando se trataba de cooperación. En esto Madrid quería sacar nota por las propias condiciones de debilidad política. No es el más fuerte el que más grita; el gobierno de Madrid es débil por su propia constitución y el peso que ha ido tomando la parte más derechista  y la propia ultraderecha. Por otro lado, la política tiene una fuerte vertebración norte-sur con adscripciones política muy diferentes. Otro factor muy importante, decisivo: el poder de la patronal en Madrid.

Todos estos factores han llevado a la situación actual, una ciudad al borde del confinamiento y de la rebelión de los distritos alentados por unos y otros. Los derechistas ven que el gobierno izquierdista les quiere destruir, mientras que los grupos más de izquierda consideran que se les está penalizando. Como esta división ideológica se corresponde también con la distribución espacial, es fácil para ellos suponer que se les está penalizando más allá de los datos.


¿Es cierto? da igual, es lo que parece y eso es lo que cuenta para la forma de respuesta. Lo que sí es cierto —y en eso coinciden todos los que no tienen un cargo político— es que Madrid no ha tenido en cuenta las prioridades de salud, no se han desarrollado los medios de prevención y no se han tomado decisiones a tiempo. Eso es así y solo los políticos responsables se empeñan en decir que no o en responsabilizar a otros. ¿Hay por medio guerras? Por supuesto. Pero son las guerras que nunca se debían haber dado entre administraciones y, mucho menos, convertirlas en la excusa para no invertir en todo lo que se debería haber hecho que, además, podría haber estimulado la propia economía, como es el caso de la digitalización de la enseñanza, del teletrabajo, etc. Se ha preferido lo restrictivo antes que la inversión en sectores que se han estado deteriorando por políticas de recortes y desinversiones, como se ha visto, en la sanidad y en la educación, sectores que se han mostrado como clave.

Desconfío de cualquier político o línea política cuyo única propuesta se la reducción de impuestos y recortes en sectores clave. Y eso es lo que ha resultado de una política de ya muchos años. Hoy entendemos que el problema no es gastar mucho o poco, sino hacerlo de forma inteligente en los sectores que aseguran un estado de bienestar, que incluye la seguridad y prevención sanitarias, a las comunidades. Pero eso no entra en las mentalidades simplistas de algunos neoliberales de salón, con el riñón bien cubierto y que todo lo basan en la filosofía del "dejar hacer", del no intervenir, porque todo se reajusta solo. Y eso se paga.


No, las políticas de Madrid han supuesto encontrarnos ahora en un estado débil para enfrentarnos a esto. El problema es que no se han puesto cimientos sólidos para poder enfrentarse a las oleadas siguientes. Por el contrario, la mentalidad ha sido siempre la provisionalidad dada la excepcionalidad de la situación. Pero la situación ha dejado de ser excepcional para constituir una "nueva anormalidad", un estado cronificado del problema que no solo no se reduce, sino que aumenta dado el deterioro o desgaste de los recursos materiales, humanos y de los fondos disponibles, cuyas deudas veremos cómo pagamos.

Somos la economía más perjudicada de Europa, somos el mayor foco de la pandemia de Europa y somos los que más rápidamente crecemos. Las medidas que haya que tomar se hacen con un sector sanitario agotado y desmoralizado, una población harta y mal acostumbrada por los propios políticos y sus vaivenes pragmáticos, y unos políticos que no quieren cargar con las responsabilidades y el desgaste políticos. Todos se apuntaban a la desescalada, que se prometía feliz, pero nadie quiere asumir su propio fracaso en este problema. Volvemos a repetir: hace mes y medio todas las autonomías clamaban por tener corredores seguros para que les llegaran los turistas. Los sensatos se quedaron en casa porque no les motivaba mucho poner en marcha nuestra economía y los insensatos llegaban a hacer en España las barbaridades que nos les dejaban hacer en los suyos, como ocurrió con los alemanes a los que su propio gobierno tuvo que llamar la atención. Luego, como consecuencia de nuestros deseos ilimitados de actividades sociales —de funerales a bautizos, de despedidas de solteros a barbacoas en las playas y botellones en los parques— todo lo ganado se perdía. Entonces, ya a finales de agosto, nos acordamos que había que llevar a los niños al colegio y que no se había contratado profesorado, no había aulas para dividirlos ni programas que poder hacer online. Lo que se dice de las escuelas, se puede aplicar a las universidades, dejadas a la buena de dios.


Me ha llamado la atención la información que nos ha facilitado Antena 3 sobre la comparación del desarrollo de la pandemia en las ciudades de Madrid y Nueva York. Es muy reveladora y clara, basta con ver las gráficas temporales. Explica porqué muchos científicos piden una auditoría a las acciones de unos políticos que decían siempre actuar guiados por expertos y en nombre de la Ciencia. En la última semana es frecuente comparar los datos de Madrid con los de Nueva York, dos grandes ciudades de gran movimiento y variedad de población.

En la web de la cadena podemos leer:

 

[...] en esta segunda ola de la enfermedad en Madrid se ha disparado los contagios de coronavirus, mientras que Nueva York ha conseguido contener el avance del virus.

Pero ¿Cuáles son los motivos para que en Nueva York las cosas hayan funcionado bien, y en Madrid estén funcionando tan mal frente al coronavirus? 

Las diferencias entre Madrid y Nueva York

Madrid pisó el acelerador y Nueva York, puso el freno. Eso creen los expertos. Reabrieron la ciudad más despacio, hicieron muchos más test y rastrearon mejor a los contactos.

Para Sara Lumbreras del Instituto de Investigación Tecnológica de la Universidad de Comillas (ICAI), "si hubiéramos tenido los rastreadores que se necesitaban, habríamos conseguido mantener los contagios tan bajos como estaban en verano y Nueva York parece que sí que ha hecho un gran esfuerzo" afirma la experta.

Antes de la desescalada, Nueva York ya tenía a 6000 rastreadores trabajando. En Madrid en total había 200.

Otro factor: a principios de verano Madrid daba luz verde a la hostelería con aforos reducidos al 50%, en Nueva York esto no ocurrirá hasta el próximo 30 de septiembre y con un 25% de aforo. A día de hoy, solo funcionan las terrazas.

"Si por ello hay un aumento en la tasa de infección, siempre podemos presionar el botón de pausa" afirmaba Andrew Cuomo, Gobernador de Nueva York, al que no le tiembla la mano a la hora de tomar decisiones para frenar el avance del coronavirus en su ciudad.

El pandemia puso a la ciudad de los rascacielos al borde del colapso. Los muertos por coronavirus se amontonaban. Hoy sus pacientes Covid ingresados en UCIS no llegan al 1%.*



 

Creo que las cosas no pueden ser más claras. Demasiada prisa por abrir y poco recursos para controlar. Claro como el agua. Hacer creer que una vez llegados a las cifras buenas, las malas no llegarían, ha sido una irresponsabilidad. La falta de turismo llevo a la promoción mediática de la salidas a donde fuera. Había que cambiar la foto de aquel que salía del supermercado cargado de rollos de papel higiénico por la toalla playera, asegurándonos que el mundo ideal era posible. Pero nadie quería dejar de intentar recuperar lo perdido, ya fueran la caja del negocio o las cervezas dejadas de beber, los cafelitos dejados de remover. ¿Quién puede vivir sin un bar, sin una cafetería, sin un chiringuito?

Hoy la realidad nos cae como una jarra de agua. Nos cae el aguay nos cae la jarra, de dura cerámica dejándonos descalabrados y estupefactos ante el anuncio de lo que no se tenía que haber producido, para lo cual los responsables, llamada la atención desde Europa, tienen que aparentar la firmeza que no tuvieron o que era de boquilla.


Durante meses se ha visto a gente burlar las medidas, sacar cincuenta veces al perro, prestárselo unos a otros. Nosotros no somos confucianos, pero tampoco tenemos a políticos como el gobernador de Nueva York, que decidió tomar el problema de frente, dar la cara todos los días y meterse en la mente de cada ciudadano de Nueva York y de su estado para lograr una respuesta que hoy tiene sus frutos. Nosotros tenemos lo contrario. Políticos quejicas, acusicas, muy limitaditos, temerosos siempre de que alguien les llame desde Génova o Ferraz, desde donde sea, a decirles que las medidas cuestan votos y hay que tener cuidado.

Echamos en falta políticos con ideas, responsabilidad y voluntad y no expertos en el insulto, la queja y en deshacerse del muerto pasándoselo a otros. Esta forma vergonzante de transmitir la responsabilidad a los ciudadanos más allá de los consejos, la recomendaciones, etc. no es la más adecuada. Se ha visto que no sirve porque en el fondo no se quería "parar la economía", frase tonta donde las haya, pues lo que tenían que haber hecho es estimular lo posible y, aún más, lo necesario, que es lo que se les ha quedado en el tintero. No tenemos lo que deberíamos tener en marcha, de hospitales a personal sanitario, de profesores a teletrabajadores. Había que haber estimulado iniciativas, que las hay, en sectores importantes y necesarios. Algunos han cumplido, pero lo han hecho a su aire o han sido dejados a lo que pasara (como ha ocurrido con los temporeros en las recogidas).

Es muy fácil poner sanciones (aunque no sea tan fácil cobrarlas). Es más difícil contratar personal sanitario, educativo, del transporte público, etc. Las condiciones en que se contrata a los sanitarios es de vergüenza ajena. No es nuevo y eso es lo preocupante. Ni la pandemia ha servido para modificar los modelos aberrantes de contratación (una enfermera decía en TV haber tenido decenas de contratos en solo tres meses, hilando unos con otros en un ciclo infinito de contratación y despido).


Lo que ha dejado en evidencia el coronavirus es la miseria de un sistema que lleva años cultivando el desempleo, la subvención, etc. en vez de afrontar la industrialización de España y su salto al siglo XXI. Tenemos un modelo económico infame, asocial y debilitado. Es lo que explica que formemos gente y después emigren a países donde ganan sueldos decentes, con contratos decentes y no lo que se ofrece en esta país que ha hecho de sus vicios virtudes.

No hay trazas de cambio. Es todo tan precario que nadie dice lo que ve o piensa por temor a quedarse fuera. Y eso vale para el que conduce un taxi, atiende una frutería, muere de un golpe da calor por no tener ni sombrajo o ducha, o para un profesor universitario que encadena uno tras otro miserables contratos por los que debe dar las gracias en un entorno despiadado y burocrático que ha convertido en muchas ocasiones los departamentos en escenarios selváticos. A todo esto lo llaman "mercado", "competitividad", "eficiencia", etc. Pero no es más que la injustica camuflada.

Madrid y Nueva York. El gobernador Andrew Cuomo le ha plantado cara a la brutalidad ignorante de Trump. Pero sus resultados le dan la razón, mientras que dejan a Trump en su lugar. Con líderes comprometidos, la gente responde mejor porque confía en ellos y sigue sus recomendaciones. Nosotros, desgraciadamente, nos contentamos con mucho menos. No conseguimos tener proyectos comunes entre tantas divisiones profundas y guerras abiertas, a las que nos arrastran. Acabamos defendiendo a unos porque no son los otros. No hay más mérito.

Suerte, Madrid. Vivir es sobrevivir, muchas veces a uno mismo.

 


* "¿Cuáles son los motivos para que Nueva York pueda contener el coronavirus y Madrid no?" Antena 3 25/09/2020

https://www.antena3.com/noticias/mundo/cuales-son-los-motivos-para-que-nueva-york-pueda-contener-el-coronavirus-y-madrid-no_202009245f6cf6be822f050001a8c91d.html

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