Joaquín Mª Aguirre (UCM)
El
lunes, el presidente del gobierno y la de la presidenta de la Comunidad de
Madrid han quedado más que en verse para discutir soluciones, para hacerse
fotos que calmen la indignación que se vive en Madrid, se sea del color que se
sea. Para complicar la cosa, la alcaldía tercia —como no podía ser menos— y
avisa que la economía es la economía.
Los
pueblos y barrios perimetrados ya han
empezado a quejarse. ¡Unos tanto y otros tan poco!
Como la
gente se toma estas cosas como algo personal, se enfada y pide que su barrio,
pueblo, aldea o pedanía no sea estigmatizado y, menos todavía, cercado. ¡Qué
pena que muchos de los que se lo toman personal no se hayan tomado como algo
también personal las medidas de prevención ante el COVID-19!
La
oposición en la Autonomía ya ha dicho que es muy fácil poner restricciones pero
que es mucho más difícil poner dinero y personal sanitario, rastreadores,
maestros, etc. Y tiene razón. Poner barreras por quince días no es muy eficaz,
sobre todo si esas barreras son más fáciles de saltarse que las realmente eficaces,
las de las cuatro normas básicas que mucha gente no cumple ya sea por soberbia
(chulería), por principios (estupidez), por ignorancia o por una mezcla variable
de todo a la vez.
Los
pueblos y barrios empiezan ya sus quejas porque, en su opinión, les toca pagar
los platos rotos. No se ha hecho nada y ahora, encima, les cierran parece ser
el mantra que se repite ante micrófonos y cámaras y en páginas de los diarios.
Este es
el interesante desarrollo de reacciones recogidas en La Vanguardia entre los
pueblos afectados de la Comunidad madrileña:
10:20 La decisión de la Comunidad de Madrid
de decretar confinamientos selectivos para frenar la expansión del coronavirus
ha dado proyección a una medida que han adoptado previamente los gobiernos de
once comunidades de España y que ha afectado desde el final del estado de
alarma a casi cuarenta municipios.
10:15 Por su parte, el Gobierno de San
Sebastián de los Reyes ha rechazado valorar las medidas de la Comunidad de
Madrid contra el coronavirus Covid-19 hasta que las conozcan en profundidad,
aunque han adelantado que, en paralelo, han diseñado un plan especial de
actuaciones e intervenciones extraordinarias de seguridad y desinfección.
10:10 El alcalde de Fuenlabrada, Javier Ayala
(PSOE), también se ha mostrado "molesto" con la Comunidad de Madrid
por "no haberles hecho partícipes" como ayuntamiento de las medidas
que se van a aplicar en hasta tres áreas sanitarias de la localidad contra el
coronavirus. "Se ha actuado tarde", considera.
10:05 La alcaldesa de Getafe, Sara Hernández
(PSOE), ha denunciado la falta de comunicación oficial sobre las medidas contra
el coronavirus en Madrid, que se implantarán en dos áreas de su municipio. “Me
siento decepcionada y sorprendida, porque como alcaldesa me he enterado por los
medios de comunicación de las medidas que se proponen”, ha dicho.
10:00 En la misma línea, el alcalde de Parla,
Ramón Jurado (PSOE), ha expresado que hará “lo posible” por cumplir con las
restricciones contra el coronavirus Covid-19 en Madrid. “Tendremos que buscar
la manera de aplicar estas medidas, que llegan tarde y mal y que se nos antojan
bastante complicadas”, ha dicho.
09:55 El alcalde de Alcobendas, Rafael
Sánchez Acera (PSOE), ha asegurado que las restricciones de movilidad contra el
coronavirus Covid-19 en dos de sus áreas sanitarias le generan “muchas dudas”,
y ve “muy difícil” que se puedan hacer cumplir, por la “idiosincrasia" de
la localidad de la Comunidad de Madrid.*
Como
puede apreciarse, las reacciones no han sido precisamente "positivas"
ante las medidas tomadas. Lo que ha hecho el gobierno de la Comunidad de Madrid
es "señalar con el dedo" a determinadas zonas, mientras que se deja a
otras en la sombra. La distinción "norte-sur" en Madrid es algo más
que una cuestión geográfica y las zonas marcadas son las más populares, las de
menor renta y mayores desplazamientos por cuestiones de trabajo. Eso se llama
"política" y así lo reflejan muchos parámetros. Es algo similar a lo
ocurrido en los Estados Unidos o en Reino Unido o, en realidad, allí donde hay
fuertes desigualdades sociales que tienden a concentrarse en zonas, barrios,
etc. El trasiego de Madrid con las comunidades y pueblos es el resultado de la
creación de zonas ricas y pobres, algo que se determina por el precio del
suelo, de la vivienda y de los alquileres, de las zonas industriales y aquellas
en las que viven políticos, empresarios y ejecutivos pudientes. Antes del
coronavirus, ya la distancia de los demás se paga con dinero.
Hacer
un "aislamiento" del que se puede salir por motivos de trabajo,
estudios, etc. no deja de ser una broma. Y es aquí cuando todo se encadena en
esta realidad tozuda y liada. Personas que tienen que atravesar todo Madrid
para ir a trabajar o para asistir a las Universidades o a un centro médico o a
un colegio o...
Muchas
de las medidas tomadas son un brindis al sol, algo que va a tener poca eficacia
para algo más que mantener las UCI en números aceptables, que es una curiosa
manera de afrontar el futuro tras lo ocurrido en marzo. Esto no es una
"segunda ola", es un segundo mareo de la misma indigestión debida a
la inoperancia y a la creencia optimista en un futuro cercano en el que el Hada
Vacuna nos vaya tocando con la varita mágica liberando nuestro cuerpo de eso
bichitos malos, malos.
Quizá
en vez de tanto reality con casas observadas
durante veinticuatro horas al día, habría que haber conectado un canal UCI,
viendo todo el día lo que supone estar internado, luchando entre la vida y la
muerte, un canal que pudiera ser conectado remotamente y que nos asaltara en la
tranquilidad de nuestras celebraciones, de nuestras fiestas y saraos, un canal
que viéramos antes de salir de casa y nos hiciera ponernos las mascarilla, que
nos hiciera no salir de compras al supermercado nietos, padres y abuelos, a
hora que los tenemos a todos en casa. No estaría mal ver los efectos y sobre
todo las causas. Pero eso nos convertiría en un estado policial, pareceríamos
"chinos", que son los únicos que parece que han doblegado curvas y
realidad. ¡Qué pena que sean comunistas!
Las
medidas más efectivas son las básicas. Pero sirven de poco si uno no las cumple
o no las cumple todo el tiempo. Es duro, pero hay que hacerlo. El problema es
que hemos antepuesto muchas cosas superfluas y ahora nos encontramos con que no
llegamos a las esenciales: trabajo y estudios.
¿Cerrar Madrid? ¿Cómo? Lo que hay que
cerrar son otras cosas, como los discursos de algunos que siguen con su
negacionismo o los sanitariamente irresponsables. Lo que hay que abrir son
nuevos centros para evitar que haya colas infames esperando para cualquier
consulta, contratar más personal médico, más personal educativo, más rastreadores,
etc. Es lo que se le ha reprochado al gobierno de la Comunidad con razón. Ya no
es que lo haga la oposición, cualquiera de ellas, sino la gente común y
corriente que no considera que esto sea política sino supervivencia.
Ahora
se apela a la gente cuando se les ha lanzado anteriormente para "abrir la
economía", expresión que vemos hasta dónde ha llevado a Trump. Pero al
presidente norteamericano, al que cada vez quieren menos allí, por aquí algunos
le quieren mucho, demasiado.
En unos
días abrirán las universidades y el caos será el mismo. Los estudiantes y
profesores, el personal administrativo, tendrá que atravesar Madrid, poseedora
de una magnífica red de transportes en la que siguen practicándose recortes en
trenes y personal, por lo que no ayuda nada el estado en que se encuentra con
saturaciones y bajas frecuencias de trenes. Son los efectos de los mismos
recortes que en sanidad o educación. Se trataba de una política de pensamiento
único que se sigue repitiendo como una bendición: bajar impuestos. Las bajadas
de impuestos no son gratuitas; tienen consecuencias en el deterioro de muchos
servicios, que se acaban privatizando, como las residencias de mayores, con los
resultados que ya conocemos. Bajar impuestos no es una panacea si se resienten
servicios que hoy vemos esenciales. Pero es la política de desmantelar lo
público. Nuestros políticos van poco en Metro u otras formas de transporte
público. Lo usarán los trabajadores que cruzan Madrid y regresarán a sus casas
al caer la tarde con muchos kilómetros encima en vagones atestados, como han
denunciado constantemente los usuarios. No he escuchado nado sobre el
incremento de plantillas o de trenes y autobuses, como apenas se cubren las
bajas que el coronavirus hace en los funcionarios, personal sanitario o
educativo.
Todas
estas políticas tienen un único punto: la espera de la llegada de la vacuna.
Los avisos sobre cuándo puede llegar no son atendidos, calmados por los medios
que se hacen eco de cualquier noticia como si fueran a llegar las vacunas
veinticuatro horas después, alentando a la ciudadanía a aguantar. Es, de nuevo,
lo mismo que hace Trump en los Estados Unidos para llegar a las elecciones
dentro de unas semanas. Los expertos contradicen sus afirmaciones y dicen que
van para largo en términos de medidas sociales. Esto va a durar años y todavía
no lo han entendido muchos políticos, empresarios y mucha gente de la calle que
confunde los deseos y placeres con la dura realidad. Pero que haya ciudadanos
irresponsables es difícil de evitar, siempre habrá algunos; siempre estarán los
que usan su ingenio para saltarse las medidas que, sin un efecto ejemplar por parte
de los responsables, sirven de poco. ¿Quién va a entrar en un domicilio a
comprobar que ahora son 6 y no 10 los que se encuentran celebrando su fiesta
privada? Mi compra de los viernes me permite ver que no decrece mucho el número
de jóvenes comprando sus provisiones de fin de semana. El único problema que
tienen es en casa de quién toca esta vez.
Basta
con escuchar el tono debilitado de algunos políticos de la Comunidad para saber
que la indignación ciudadana crece. Y crecerá por algo que avisamos: si no se
interviene, comprobar cada día que tú "cumples", pero que los que no
lo hacen viven "mejor" y que tú serás —de nuevo— el
"pagano" de la fiesta es duro, deprimente y desesperanzador. Si no proteges
a los que cumplen, estás destinado a que cunda el desánimo. No puedes salir a
la calle con todas las precauciones y ver cómo entre los que salen a hacer
deporte, los que fuman, los que hablan por teléfono, los que se toman un café
durante horas o los que simplemente no les da la gana y te miran desafiantes a
los ojos, no se cumplen las normas. No se puede regresar optimista.
Se
avecina una gran batalla en la universidad y, de nuevo, las autoridades se han
ido pasando la pelota hasta llegar al final de la cadena, el aula, donde se
producirá el choque de las contradicciones entre la teoría de los protocolos y
la práctica del día a día. Si ha sido y es complicada la enseñanza primaria y
las medias, la universitaria añade conflictos nuevos, de la movilidad a la
responsabilidad que no está nada claro cómo se van a resolver.
La respuesta de los pueblos, de los barrios, zonas controladas en Madrid, hasta un total de 37, está por ver. Todo el mundo sabe el problema, lo que hacen falta son soluciones allí donde se necesitan, menos fotos, menos discusión y más atención a la realidad. Es momento de resolver problemas que vienen de hace tiempo y que nos han acabado reventando en las manos. Si no aprendemos, estaremos en las mismas o peor. Por tropezar mucho en la misma piedra, se acaba uno rompiendo el pie. Dejen de "hacer el oso" y asuman las responsabilidades de forma inteligente y preventiva. Lo demás son parches que dejan en evidencia la falta de liderazgo, responsabilidad y de inteligencia. Madrid necesita de todo esto y de recursos bien destinados y aprovechados.
*
"Coronavirus España | Últimas noticias sobre las restricciones en Madrid,
en directo" La Vanguardia 19/09/2020
https://www.lavanguardia.com/vida/20200919/483547166959/coronavirus-espana-rebrotes-contagios-fallecidos-covid-19-ultimas-noticias-hoy-en-directo.html
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