miércoles, 30 de septiembre de 2020

La bronca

 Joaquín Mª Aguirre (UCM)


No es fácil suscitar reacciones como las que ha generado el debate electoral entre el presidente reinante Donald Trump y el aspirante Joe Biden. Las descripciones van desde las apocalípticas a las surrealistas. Estos son algunos de los titulares de ahora mismo en The New York Times: "After That Fiasco, Biden Should Refuse to Debate Trump Again", "Will You Leave the Country if Trump Is Re-Elected?", "Trump Has Sold Off America’s Credibility for His Personal Gain", "Trump Won’t Condemn White Supremacy; Policy Talk Is Drowned Out", "With Cross Talk, Lies and Mockery, Trump Tramples Decorum in Debate With Biden"...  Más allá del titular, en las frases que preceden al texto, encontramos afirmaciones como "Amid a volcanic performance full of untruths and bulldozer-style tactics, President Trump notably refused to condemn white supremacy when asked" o esta otra "Both he and Joe Biden lobbed personal attacks and expressed a level of acrid contempt for each other unheard-of in modern American politics."

No parecen estar describiendo un debate electoral sino un violento encuentro entre dos personas que se odian. Y quizá sea exactamente lo que parece.  En la CNN, Chris Cillizza escribe en su sección "The Point!": 

I have been an unapologetic lover of politics for decades. I love the pageantry, the competition, the strategy, the history, the battle of ideas. And at the top of the list of what I enjoy most about politics and campaigns has always been debates. They have long been an effective distillation of the mix of performance and policy required to not just be elected president but also to do the job well. Because I love politics so much, it was deeply disappointing to watch the debacle on my TV screen on Tuesday night. It didn't make me mad. It made me sad. Because politics is -- and has to be -- better than this.* 

 El momento soñado por todo comentarista político, el debate electoral por la presidencia se convirtió en una gresca barriobajera, en la que lo único positivo que la prensa ha encontrado es no estar el lugar del pobre moderador, Chris Wallace, que se ha ganado dos o tres reencarnaciones positivas y un descanso final de iluminado. El propio Cillizza le dedica un apartado que comienza señalando: 

Look, no one -- and I mean not any person currently alive on Earth -- could have effectively handled this debate. Trump is like a rhetorical pile driver -- he just talks and talks and talks. He has zero regard for rules. Or other people. Or politeness. Or answering questions. You get the idea.* 

Sí, es difícil no hacerse una idea a la vista de la unanimidad de los comentarios. En la CNN, Jack Tapper, siempre comedido, se ha referido al debate como "Sh*tshow", en donde ese asterisco pudorosamente colocado no evita el tufillo que ha dejado en los platós televisivos y redacciones desde donde se ha seguido y comentado.

Los periodistas han tenido que ampliar su repertorio y lanzarse a zonas casi sin explorar, recuperando palabras olvidadas en este tipo de debates para poder describir esas sensaciones.

La CNN ha hecho una encuesta entre los asistentes al debate, donde los que han contestado sitúan a Biden con un 60% de aceptación mientras que Trump no llega al 30%. El presentado rápidamente no explica que no es una encuesta general, sino solo entre aquellos que lo seguía. Se trata de evitar así llevar a confusión.

La pregunta realmente es ¿esperaba usted otra cosa de Donald Trump? Tiene que tener cuidado Biden porque ese es el terreno de Trump, el de la gresca y el insulto, el de llevar al oponente a un punto en el que sea incapaz de desarrollar una idea. Los suyos le aplaudirán, los de Biden se lo imaginarán y los indecisos se quedarán como estaban. Y eso es peligroso porque es la única baza que le queda a Trump, la de la marrullería.

Esto es lo que ha hecho toda su vida allí donde no los controla. Es lo que ha hecho con los periodistas díscolos en las ruedas de prensa. No va desencaminado el titular de Frank Bruni, antes citado, "After That Fiasco, Biden Should Refuse to Debate Trump Again". Pero si Biden se retira, Trump se declarará "ganador" por abandono y ese será el centro de la campaña, un triunfo anticipado por huida del contrario. Así que Biden debe aguantar el tipo y encontrar la estrategia para dejarle en evidencia sin que parezca que Trump gana terreno. No es fácil, nada fácil con un navajero consumado.

La prensa se ha encontrado horrorizada ante lo que ha visto. No deja de sorprenderme porque esperar otra cosa a esas alturas de la presidencia y de la vida de Trump sería mucho —demasiado— pedir. Trump es el jugar que tira el tablero cuando va perdiendo o le pega fuego a la casa. Cualquier cosa se puede esperar de él.

La salida de los temas relacionados con los impuestos no va a descolocarlo porque Trump es un toro herido esperando el descabello que te puede dar una mala cornada en cuanto que te descuides. No acabo de entender cómo, con el entrenamiento de la prensa y los políticos con Trump es posible que se haya producido ese violento enfrentamiento. Trump incumple, como señalan, todas las reglas, pero es lo que hace siempre. Esperar que fuera un debate limpio, como decimos, es confiar demasiado en los milagros.

Leyendo el lenguaje corporal de Trump, se mostraba muy tenso, sabe lo que se juega. No le vemos como cuando domina con la autoridad presidencial y sabe que hay un punto de ventaja en su favor. Aquí ha salido como un aspirante que va 20 puntos por debajo de su contrincante. Biden debe establecer otra estrategia, sabiendo que no va a haber moderador que le modere y que nadie va a expulsar al Presidente de los Estados Unidos del escenario. Aunque quizá sería un precedente interesante para el futuro.

El debate ha sido tan agrio que me parecía estar en España.

 


* Chris Cillizza "Hits and misses from the first Trump-Biden debate" CNN 30/09/2020 https://edition.cnn.com/2020/09/29/politics/first-presidential-debate-hits-and-misses/index.html



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