Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Llueve sobre mojado en este Madrid cada día más clasista. Esto de la
pandemia, pese a los eslóganes, no nos hace ni más fuertes ni mejores, sino más
empeñados en demostrar que el lujo se manifiesta hasta en esto. Las cadenas internacionales abren con las manifestaciones en Madrid por el confinamiento selectivo que deja a unos fuera y a otros dentro de forma peculiar. La CNN resalta en su titular el "enfrentamiento de manifestantes y Policía", algo anticipado quizá, pues solo se puso tenso ante la Asamblea de Madrid, donde fueron a protestar. Después, a presentar su apoyo a los sanitarios, con quienes se aplaudieron mutuamente. Menos Policía y más rastreadores e inversión en sanidad es lo que pedían. Es sentido común ante una demagogia peligrosa por parte de los políticos, como nos mostraba la portada de ABC con el consejero de Sanidad vendiendo conspiraciones para encubrir el pobre papel de los que quedan cada día más en evidencia. En esto el señor Monedero, de Podemos, hace un flaco favor al ir a lucir su enmascarillada cara a las manifestaciones. Es una excusa para quitar razones a los que se manifiestan. Hay apoyos que matan. Esto es ciudadano o no es.
Y entonces llegó el Real como remate de la jornada. Así nos cuenta La Vanguardia lo ocurrido en esta noche operística, digna de figurar entre las sonadas por el escándalo:
El Teatro Real de Madrid ha suspendido este
domingo una función de la ópera ‘Un ballo in maschera’, la obra de Giuseppe
Verdi, tras las quejas de varios de los asistentes por la recolocación de
algunos espectadores en las butacas de paraíso, y en las que supuestamente no
se guardaba la distancia de seguridad.
A gritos de “¡fuera, fuera! o “¡suspensión!”
los abonados en esta zona del Real impidieron ya que arrancara la función a su
hora prevista (20:00 horas) al considerar que el aforo en esta parte del teatro
(la más superior y lateral) superaba lo permitido, cuando en otras zonas, según
testimonios de algunos asistentes a través de las redes sociales, “había dos
butacas de separación entre espectadores”.
Acto seguido, y ante la trifulca montada, el
Real anunciaba por megafonía que “los que no quisieran quedarse o no estuvieran
de acuerdo con la recolocación podían acudir a las taquillas para la devolución
del importe de las entradas”.
Entre tanto, la orquesta tocó la obertura de
la ópera, mientras que las protestas continuaban, lo que obligó al maestro
Nicola Luissoti a bajar del podio y detener la representación, que trató de
retomarse cincuenta minutos más tarde, aunque finalmente el telón acabó
echándose definitivamente.
Después de cincuenta minutos de espera y tras
dos intentos de retomar la función, al final se ha tenido que tomar la decisión
de cancelar definitivamente la representación ante las incesantes protestas,
han confirmado a Efe fuentes del Real.*
Este incidente es algo más que anécdota, pues nos muestra cómo se están perdiendo los papeles cuando la necesidad afloja y, un poco más profundamente, el desprecio por las personas. Se pueden entender algunas cosas, pero esto es un desprecio a las personas o, a lo que es peor, a la salud de todos.
Leo
esto tras dedicar seis o siete horas de trabajo, pasada ya la media noche, a
intentar cuadrar mis clases de dentro de una semana para garantizar
precisamente la salud de todos. Y te encuentras con noticias que te muestran
que cada uno va a lo suyo aunque sea con estas malas formas. El "respetable",
que es tal como se debe tratar al público, se ha visto humillado y, algo peor,
expuesto a lo que parece ya no importar a nadie.
Resulta
grotesco que el día en que los barrios más castigados por la pandemia se
manifiesten contra unas medidas que consideran injustas o, más bien, una forma
barata de intentar controlarla, se produzca otro espectáculo en el que los más
modestos se sienten despreciados en términos de distancia. Una cosa es que te sienten arriba y otra el que el pobre esté financiando las distancias del que disfruta de mejor posición. La salud debe ser igual para todos... creo. Quizá soy un ingenuo y el que paga manda. Pero no es ni elegante ni justo: Más bien ofensivo. La idea de "cultura segura" debería ser otra cosa.
Ayer la
gente gritaba con ganas en las manifestaciones contra unas medidas que
perjudican a los menos privilegiados, a los que tienen las casas más pequeñas,
están más apretados y se tienen que desplazar más lejos para poder vivir. Pero
este Madrid clasista no invierte en el bien común, sino que su virtud es la del
ahorro y el recorte, que siempre perjudica a los mismos. Son estos los que
hartos de hacer colas para los test, sin nadie que les cuide a los niños cuando
les cierran las aulas, cansados ya de que les cancelen las visitas programadas
a los centros médicos, les retrasen las operaciones y dejen de tener ingresos;
muy hartos de viajar en un Metro que no se molesta en aumentar la frecuencia de
los trenes ni el número de vagones, lo mismo en los autobuses, etc. etc. se
están empezando a soliviantar. Y eso no es bueno, pero la cuerda se está tensando. Son muchos días, meses, lo que esto dura y los ánimos están levantiscos.
Estas cosas como las del Real o las manifestaciones de la mañana del domingo son avisos, advertencias que casi siempre se ignoran. Muy mal hecho, porque traerán consecuencias. Hasta el momento, el problema han sido los negacionistas, pero si los que creen que el virus sí existe, que es un peligro, pero que además están siendo discriminados... ¡cuidado! Ya hay bastantes problemas.
El alcalde de Madrid ha pedido a la gente no vaya a manifestarse a Sol "para evitar contagios". Me parece que llega un poco tarde y que Sol va a ver algunas protestas más.
A ver a quién se echa ahora la culpa.
* "El Teatro Real cancela la función entre abucheos por falta de distancia de seguridad en el gallinero" La Vanguardia / EFE 20/09/2020 https://www.lavanguardia.com/vida/20200920/483585600229/teatro-real-suspension-funcion-un-ballo-in-maschera-seguridad-covid.html
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