miércoles, 2 de septiembre de 2020

La batalla de Madrid

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
¿"Fijación"? Cuando se dan las cifras del COVID-19, Madrid y su Comunidad Autónoma se ponen tensos y hablan de campaña contra ellos. "Ellos", por supuesto, son siempre los políticos al mando. Es una especie de excusa escolar, la de "el profe me tiene manía". El "profe", también por supuesto, es el gobierno central, de signo político contrario.
La clase política española, en todas sus variantes ambientales, ha desarrollado la piel sensible y el rápido complejo de persecución. En este país mosaico o puzle, a elegir, es difícil que haya sintonía porque el propio diseño lo favorece, haciendo buena la vieja expresión de "los reinos de taifas". Las aspiración a la armonía se ha convertido en cosa de ingenuos, lo que ha dado,  por el contrario, un tipo de político adaptado al medio, belicoso, que tira de ingenio e ironía, que se pasa el día hablando de cómo debemos ver a los demás y cómo debemos verlos a ellos porque el que da primero da dos veces, según el refrán. Estos políticos tienen siempre la queja, el lamento por regla. Lo bueno lo hacen ellos; lo malo les llega de la manía que les tienen, no a ellos, sino a la comunidad o ciudad que gobiernan. Extienden de esta manera la idea de agravio general, de ataque al grupo, una táctica vieja y no por ello menos efectiva. Las consecuencias son nefastas porque acaban creando un sentido de persecución contra la población.


Sería bueno y deseable que los políticos españoles aprendieran otras formas de discutir y, a ser posible, de colaborar por el bien de todos. Parece que les cuesta entablar conversaciones si no es para insultarse involucrando a las instituciones que representan, de un ministerio o la presidencia a una comunidad o alcaldía. Todo es fuego cruzado, trinchera y emboscada.
Lo malo es que tras la gresca descubren que están obligados a entenderse, aunque sean a regañadientes por la sencilla razón que la gente está empezando a exigirlo, a enfadarse con este tipo de comportamientos. La situación es seria y exige conservar las energías para causas mejores que tirarse los trastos a la cabeza.
Me gustaría pensar que el gobierno de la nación no tiene una "fijación" con la Comunidad o la capital o con nadie. Me gustaría pensar que lo que dice sobre los preocupantes números del COVID-19 tienen como objetivo mejorar la situación y no simplemente una crítica por fastidiar. Creo que, a estas alturas, es lo que todos queremos pensar.


Me gustaría creer que lo que dicen alcaldía, presidencia y consejeros no es puro lamento, sino que, más allá de la queja, hay una reacción a una situación preocupante para todos.
Madrid tienen muchos factores en contra, de la gran población al punto de tránsito, de los transportes a las grandes concentraciones de las universidades, estadios, amplios espacios públicos. Una gran ciudad y una comunidad llena de localidades que tienen poblaciones muy superiores a las de muchas capitales provincias, barrios como ciudades, de enorme variedad cultural y diferencias de densidad, etc. es lógicamente un espacio complejo y difícil de gestionar.
El interés de todos los que vivimos en esta comunidad es que las cifras decrezcan, que dejemos de estar en números cada vez más preocupantes y que las tendencias vayan a la baja. Nos gustaría ver cómo las instituciones colaboran para tratar de reducir estas cifras y no ver cómo luchan con ellas como armas.
No solo pedimos eficacia, creo que también hay que exigir buena voluntad. El ejemplo de las luchas políticas no es el mejor para esta situación crítica. Tampoco tiene mucho sentido esto del "poli bueno, poli malo", que se practica, con unos ofreciendo una mano y amagando con el puño con la otra.


Las medidas que estamos necesitando son tanto materiales, dotaciones presupuestarias, normas claras y eficaces, como comportamientos ejemplares, la visión clara de que todo esto no es una lucha partidista de las que algunos tratan de sacar rentabilidad política.
El ejemplo de lo que ocurre en los Estados Unidos, con el enfrentamiento visceral entre la presidencia de Trump y los republicanos, por un lado, y los demócratas por otro, debería hacernos reflexionar sobre hasta dónde se puede llegar en esta sinrazón. Las cifras de contagiados y muertos son muy claras sobre los resultados.
Las encuestas de diverso tipo que los medios realizan sobre las percepciones populares siempre nos muestran el deseo de unidad. Pero luego los políticos lo mezclan todo. Se han cruzado los Presupuestos Generales, lo que abre de nuevo conflictos. Cuando no son estos, son otros motivos porque todo se hace como oposición, llegando esta desunión hasta un gobierno con alfileres que pone pagas a los demás y los demás se las ponen entre ellos. Ellos mismos se hacen oposición, en un rizar el rizo del más difícil todavía.

La Vanguardia 02/09/2020

Lo que necesita la ciudadanía es el ejemplo de la unidad para salir de esto. A mayor bronca política, menos credibilidad. Y ahora necesitamos la credibilidad más que nunca. Credibilidad institucional, sobre todo. Y esto afecta a los padres que llevan a sus hijos a las escuelas o a los que regresan al trabajo, ya que deberíamos dar por buenas las garantías que nos ofrecen. Sin embargo, la merma de la credibilidad eleva el nivel de desconfianza y, por ello, el de angustia.
Aparque batallas y debates innecesarios. Sobre lo que se debería estar discutiendo es sobre salud pública y esto reduce mucho el margen de conflicto habitual. Debería ser más fácil entenderse sobre estas cosas y no usarlas como armas arrojadizas. Las críticas al gobierno se devuelven como críticas allí donde gobierna la oposición y viceversa. No necesitamos tanto debate sino más acuerdo. Menos ironías y más colaboración entre todos, de otra manera los ciudadanos saldrán, como están saliendo, por la calle de en medio.
Madrid no necesita más batallas en la guerra real en que se ve metida. Necesita menos soberbia y más coordinación, menos menciones y más apoyos porque es un punto central dentro del conjunto. Si Madrid empeora sin remedio, no va a mejorar mucho el resto. Por ello, a arrimar todos el hombro. Señores del gobierno: menos meter el dedo en el ojo; señores de Madrid: menos quejas y más trabajar. Es lo que necesitamos todos para salir de esto.
Las cifras son las cifras y hay que reducirlas, no enturbiarlas.



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