lunes, 31 de agosto de 2020

Incertidumbre y cómo vivir con ella

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Durante años, llegadas estas fechas, los medios de comunicación nos informaban sobre dos fenómenos relacionados con el regreso: el llamado síndrome postvacacional y lo que costaba el material escolar para cada familia. Al rededor de estos dos temas se generaban una serie de informaciones casi calcadas cada septiembre. Los psicólogos se alternaban para decir unos que el síndrome no existía mientras otros nos daban consejos sobre cómo superarlo. El coste de la vuelta al cole, en cambio, era unánime solo discrepando en la cifra del gasto por estudiante y familia, unos euros un poco más arriba y otros unos pocos más abajo.
Esta vez ya no tememos los efectos de dejar las vacaciones atrás y sumergirnos en las rutinas, entre otras cosas porque todo ha cambiado y lo que hay es incertidumbre. Lo que se repetía cada año es ahora una nebulosa que se abre ante nosotros con música siniestra de fondo, como manda el género de terror.


Frente a los tradicionales lloros del niño que va por primera vez al cole, ahora lloramos todos, de la guardería al doctorado, pasando por institutos, grados y posgrados. La extinción de otro verano extraño para muchos, igual a cualquier otro para los irresponsables o incluso más divertidos para los narcisistas furibundos, no impulsa hacia un septiembre con síndrome, esta vez, apocalíptico.
Las cadenas televisivas no ayudan mucho y se han pasado el verano programando más y más películas de epidemias y desastres bacteriológicos, radioactivos o de invasiones espaciales, contribuyendo a la creación de este septiembre apocalíptico en el que mañana pondremos un pie, pasando —como en Stargate— a otra dimensión. Lo que nos espera al otro lado es un gran agujero en el que las apariencias pueden engañarnos, descubriendo que nos encontramos en un mundo parecido al que dejamos pero un tanto inquietante, regido por leyes distintas, en donde todos pueden mirarte de forma sospechosa y tú sorprendente por el comportamiento de los otros. Es una mezcla entre La semilla del Diablo, El resplandor y La familia y uno más, pues todo nos parecerán aglomeraciones.
Mi nuevo equipamiento escolar incluye mascarillas (de las que he hecho acopio para las tres próximas pandemias), geles (como para limpiar los océanos), guantes de látex (para equipar diez quirófanos en diez años), varias pantallas protectoras y hasta un termómetro de esos de pistola, con el que me doy cierto aire a lo Bond. 


También me he equipado tecnológicamente con nuevo portátil (entes de que escasearan, como ahora, por tanto teletrabajador), nueva cámara web y un micrófono bluetooth de solapa porque me temo que nadie me escuche detrás de la mascarilla y la pantalla plástica a las distancias que estarán mis alumnos, suponiendo que alguno vaya al aula y no se quede viéndome en la pantalla del ordenador. 
Con todo, mis mayores pesadillas las tengo al ver las imágenes del transporte público, en el que me tengo que desplazar unas dos horas al día, una de ida y otra de vuelta. Ver ese amasijo de personas, es espeluznante en estos tiempos de distancia sociales. Otra batalla por delante.
La incertidumbre no se resuelve solo con las medidas de los políticos, que hacen un uso absolutista y abusivo de la palabra "seguro". La incertidumbre se vive en cada instante ante lo que esperas encontrarte fuera. "Dentro" y "fuera" son conceptos espaciales, pero sobre todo psicológicos. Implican la seguridad y la inseguridad. Y lo malo es que ese "afuera" inseguro se ha ido extendiendo como una mancha oscura a nuestro alrededor.


La Vanguardia intenta ayudarnos desde un titular, "Cómo afrontar con serenidad una vuelta al trabajo tan incierta y atípica". ¡Serenidad, qué bonita y clásica palabra! ¡Qué hermoso estado de ánimo! Lo malo de este término es que también es lo que se pide en incendios o hundimientos de barcos.
Escribe Rocío Carmona en el artículo citado:

Pero este inicio de curso no va a ser como los demás. La primera diferencia con que muchos van a toparse es que no será exactamente un regreso, al menos no en un sentido estricto, puesto que muchas personas ni siquiera volverán físicamente a su oficina, sino que se quedarán en su casa para continuar teletrabajando, o bien se reincorporarán de forma parcial utilizando fórmulas mixtas de presencialidad y trabajo en remoto. Para otras, es precisamente el volver a pisar la oficina, tras meses de no coincidir con sus compañeros, lo que añade ansiedad y exige un esfuerzo extra en esta reentré.
La vuelta también va a estar teñida por la incertidumbre que rodea al último cuatrimestre del año, con la crisis económica planeando sobre nuestras cabezas y las dificultades de conciliación que para muchas personas está conllevando la pandemia.
Helena Thomas, profesora colaboradora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, explica: “El principal problema de la situación actual es la incertidumbre, cómo nos va a afectar en el trabajo, en nuestra vida personal, en nuestra vida familiar, si vamos a tener que estar en casa o deberemos solicitar algún permiso para cuidarnos o cuidar a una persona que dependa de nosotros. En este sentido, es bueno hacer un uso proporcional de la información. Muchas situaciones de ansiedad que se han dado durante el confinamiento han sido por un exceso de información, muchas veces contradictoria. Y por la necesidad de estar permanentemente informados, actualizados”.*


La incertidumbre es, desde luego, el estado más extendido y esto nos lleva a la angustia. Por más que se nos den consejos sobre cómo gestionar esta situación, nadie está feliz con ella evidentemente. No tengo clara la cuestión del "exceso de información", creo que es, en efecto, algo que se ha ido resaltando, pero no sé si es una cuestión de "cantidad" o de "calidad" de la información.
La tendencia emocional, previa a la pandemia, ya se había convertido en un estándar comunicativo. Esta forma de sembrar inquietudes desde los mismos titulares usando términos rotundos e intimidadores no han ayudado mucho. Recuerdo unas declaraciones de personas muy mayores, al comienzo de la pandemia, confesando sentirse abrumados y en permanente angustia ante las noticias de las muertes en las residencias.
Deberían realizarse muchos análisis sobre la forma en que se ha informado en una situación de una gravedad como esta. Ha habido muy poca reflexión por parte de la mayoría de los medios que no han medido (o no les han importando) los efectos psicológicos sobre diferentes partes de la población, que tiene perfiles de edad (sobre todo) muy diferentes y, por ello, reacciona de muchas maneras. Habrá que crear unos nuevos modos "sensibles" de comunicar para asegurarse que se informa de una manera correcta.


Las recetas que nos dan en La Vanguardia para tratar de alcanzar esta serenidad con tendencia al desequilibrio son de sentido común; pero no todo depende de nosotros, sino de lo que nos dejen hacer, lo que nos obliguen a hacer o lo que no podamos hacer. No es solo cosa nuestra y son muchos los factores implicados.
Pero hay algo cierto. No sabemos qué ocurrirá, pero sí sabemos lo que podemos hacer. Hay que tener algo claro: mucho depende de nosotros, de nuestra capacidad para velar por nuestra seguridad. La mejor manera de manejar esto es adelantarse, no estar esperando a que otros hagan o decidan. Es molesto extender la vigilancia las 24 horas del día, pero es el único remedio y la única actitud que nos puede sacar de cierta incertidumbre. Haz lo que esté en tu mano; no esperes que la solución llegue de fuera. Es más seguro. Somos nosotros los que reducimos riesgos si somos conscientes de ellos, que es donde está el problema. Hay que tratar de relajarse, algo fácil de decir pero difícil de hacer. Por mucho que lo repitamos siempre habrá tensión, pero hay que aprender a vivir con ello, no olvidando, sino por el contrario recordando en todo momento qué es peligroso.
Sí, este septiembre es completamente nuevo y esperemos que irrepetible.



* Rocío Carmona "Cómo afrontar con serenidad una vuelta al trabajo tan incierta y atípica" La Vanguardia 31/08/2020 https://www.lavanguardia.com/vivo/lifestyle/20200831/483133996389/vuelta-al-trabajo.html

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