Joaquín
Mª Aguirre (UCM)
Como
era de temer, en Estados Unidos se está creando la "tormenta
perfecta", una espiral en la que cada acción eleva a un nivel superior la
violencia y aumenta el riesgo, preparando la siguiente acción que dará el salto
al nivel siguiente.
Ya
dijimos que Trump necesitaba de la violencia, que la cuestión era si se
trataría de una guerra exterior o interior. Hace tiempo que está claro que se
eligió la guerra en suelo americano, la que enfrenta a las dos Américas en
escenarios cada vez más violentos.
La
muerte de George Floyd fue el detonante de conflictos. El asesinato —no se
puede hablar de otra cosa— tenía mucho de humillante, de sacrifico ritual, la
rodilla en la garganta que lo distanciaba de otros casos de crímenes racistas.
La indiferencia del agente que practicaba la técnica rodilla-cuello dejaba
claras muchas cosas. Y eso es lo que la gente percibió: una ejecución lenta, indiferente,
burocrática, un acto banal en el que se muestra que la vida no importa si es de
un negro.
Los
siete disparos por la espalda, con sus hijos delante, a Jacob Blake son una
muestra más de un modus operandi, como
deshacerse de una rata, de una plaga que hay que eliminar, de un estorbo que ha
interrumpido nuestra tranquila roda nocturna. Son formas de ejecución
callejera.
De
nuevo, la amenaza de la violencia callejera convertida en batalla campal, cada
vez con más riesgos. La BBC recoge los temores del Fiscal General de Wisconsin:
Wisconsin's attorney general also addressed the
recent violence in the city, calling it "despicable".
He said that there are some people
"involved in destructive activity who are not from the city of Kenosha or
not from the state of Wisconsin".
"All they are doing is creating chaos,"
he said, adding that the people of Kenosha "deserve to have the
opportunity to grieve, protest peacefully [and] call for the change they want
to see."*
Cada incidente es un reclamo para la llegada de los nuevos
"defensores" del orden, los que siguen el llamado de Trump a evitar
el caos. En la misma noticia se recogen las palabras de un tuit de Trump
justificando el envío de fuerzas federales para combatir "looting, arson,
violence, and lawlessness on American streets".* No sé si serán solo los electores
los que tengan que juzgar a Trump con sus votos; la Historia lo hará, sin duda.
Juzgará sus palabras, insinuaciones, llamados, mentiras y comprobará cómo
causaron una enorme fractura en los Estados Unidos. Se le recordará por sus
divisiones, sectarismo y presunción, por si irresponsabilidad.
Los
desesperados intentos republicanos de mostrar sus pocos efectivos
afroamericanos no logran ocultar que la llegada de Trump fue el pistoletazo de
salida de un racismo a cara descubierta, ostentoso y descarado. No ha sido solo
contra los afroamericanos —un punto flojo en el movimiento—, sino inicialmente contra
los hispanos, a los que Trump estigmatizó —¡había que construir un muro para
evitar la llegada de los "bad hombres"!— y contra los que actuaron
los elitistas supremacistas "blancos". Luego llegarían los ataques a
los chinos.
Se
podrían recordar muchos incidentes, como el de aquel abogado judío neoyorkino mostrando
su irritación porque oye hablar
español a los camareros; aquella funcionaria despedida por referirse a Michelle
Obama como "mona con tacones" fue uno de los primeros incidentes.
Ahora a Trump le están saliendo algunos molestos seguidores antisemitas, a él,
tan preocupado por ganarse el apoyo de los integristas de la Nueva Jerusalén americana, una extraña cristiandad
xenófoba y racista.
Las
imágenes de los disturbios callejeros en Kenosha, Wisconsin, son muy
preocupantes por la presencia de milicias armadas atacando a los manifestantes.
Los apoyos a Trump de la Asociación Nacional del Rifle, esa misma a la que el
presidente recomendó cambiar su sede de Nueva York a Texas en cuanto han
empezado los fiscales a investigar sus finanzas, debe estar frotándose las
manos ante esta manifestación de la necesidad de protección ante las "hordas"
que se dedican a hundir a la América blanca.
El
joven de 17 años, residente en Illinois, que ha sido detenido por disparar a
los manifestantes es otro ejemplo de la movilidad
para desplazarse a las zonas de batalla, declaradas como tales por Trump y los
republicanos, los hombres del orden y del gatillo rápido. Recordemos el que
arremetió con su coche contra manifestantes hace un par de años. Lo hizo
igualmente al llamado de la presidencia, que trató de igualar la violencia.
Igual el que bajó hasta El Paso a matar mejicanos, una invasión intolerable.
De
nuevo, cada caso remite a sus precedentes de la era Trump, a sus palabras
calificando los acontecimientos y haciendo llamamientos, como el de
"liberar los estados" cuando estos exigen que se lleve la mascarilla.
En la
CNN se recogen algunos aspectos muy preocupantes:
Wisconsin Gov. Tony Evers declared a state of
emergency Tuesday after cars and buildings were set ablaze and called in 250
members of the National Guard to assist. On Wednesday, he authorized 500
members of the Wisconsin National Guard to support Kenosha County, his office
said.
And in a statement, Evers called on those not
protesting to stay away.
"I again ask those who choose to exercise
their First Amendment rights please do so peacefully and safely, as so many did
last night," he said. "I also ask the individuals who are not there
to exercise those rights to please stay home and let local first responders,
law enforcement, and members of the Wisconsin National Guard do their
jobs."
Beth [the Kenosha County Sheriff] said the
protests were peaceful until after dark on Tuesday night, at which point people
threw stones, bricks and molotov cocktails at police. He set a curfew of 7 p.m.
on Wednesday night and said police will be "very assertive" in
enforcing it.
Beth said that he had received requests from
community members to deputize citizens to aid police in responding to unrest in
the area at press conference today, but he rejected the idea.
"What happened last night is probably the
perfect reason why I wouldn't," he said. "They are a liability to me
and the county and the state of Wisconsin."
He said people carrying large guns on Kenosha
streets create confrontation and hurt law enforcement.
Wisconsin Attorney General Josh Kaul said the
violence and destruction in Kenosha was "despicable."
"The heavily armed vigilantes, arsonists,
and other opportunists who have come to Kenosha to attempt to spur chaos have
interfered with that and caused drastic harm to people," he said in a
statement. "If those engaging in violence and destruction of property believe
they are furthering some broader goal, they are wrong. They should leave Kenosha."**
A la
preocupante llegada de personas al pueblo para crear el caos, en un sentido u
otro, están esas peticiones para el nombramiento de "ayudantes"
policiales, que a lo visto de los casos, puede ser interpretado como una
"licencia para matar". La facilidad con la que se asfixia a una
persona o se le descargan siete disparos en la espalda es el peor ejemplo, por
lo que resulta llamativo el deseo de ser nombrados ayudantes policiales en una
situación como esta.
La
única forma de superar la violencia es la ley, cuya función es esa. Pero una
ley sin justicia, parcial y sesgada, que mira para otro lado y encubre, que se
ampara en la represión, lo que hace es generar más violencia como respuesta.
No deja
de ser una vergüenza el sentido del orden que Trump está alentando en los
"vigilantes", algo que ya se vio con los que bajaban a
"patrullar" el muro fronterizo con México poseídos por ese espíritu colaborador. Lo patriótico para el trumpismo es eliminar
a los que perturban su imagen de ese mundo integrista blanco. La guerra de las
capuchas, recuerden, se hizo por la muerte de un adolescente por parte de un
vigilante que patrullaba el barrio y al que ver a un joven negro con capucha le
parecía no solo sospechoso sino culpable.
Habrá
ciudades en las que alguien caerá la tentación de nombrar delegados policiales
entre los que lo soliciten, dándoles el permiso para "defender" el
pueblo o ciudad. Entonces tendremos que la tormenta anunciada por los lejanos
truenos, llegará y descargará su furia en forma de aguas torrenciales y rayos
de las que habrá ya poco margen para protegerse.
Trump
necesita del caos y la violencia. Mike Pence, con la que está cayendo, acaba de
anunciar que si Biden gana lo hará el desorden y el caos. Ganará, según Trump, la izquierda radical, que les hará aprender "chino". Todo ello será
contemplado por sus seguidores como un ataque a la voluntad divina que hizo a
Trump presidente.
Entonces, como ya hacen, se levantarán en armas para impedirlo y habrá más
balas perdidas o bien dirigidas que sembrarán muerte y dolor en una América que
despertará de su pesadilla recordando el tiempo en que se producían los
magnicidios en plena explosión de reclamo de los Derechos Civiles. Hoy esos
derechos están sobre la mesa y los peligros rondando por el aire. ¿Cómo han podido retroceder tanto?
Donald Trump, en un ejercicio increíble de cinismo, ha contestado a Barack Obama diciendo que el responsable de que él esté en la Casa Blanca es él mismo. Quizá, sin saberlo ni quererlo, Trump ha dicho una verdad. La descontrolada reacción racista de una parte de los Estados Unidos solo es explicable como un odio visceral y rabioso a lo que Obama representó en sus dos mandatos.
Se
oye el rugir de la tormenta y cada vez es menor la distancia entre los truenos y
los relámpagos. Se
acerca.
*
"Jacob Blake: Police officer in Kenosha shooting named" BBC
27/08/2020 https://www.bbc.com/news/world-us-canada-53927756
** Eric Levenson, Alisha Ebrahimji y Christina
Maxouris "Illinois teen arrested in fatal shooting at Kenosha protest,
police say" CNN 26/08/2020
https://edition.cnn.com/2020/08/26/us/kenosha-wisconsin-wednesday-shooting/index.html
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