lunes, 22 de agosto de 2011

Impudicias frescas

Joaquín Mª Aguirre (UCM)
Con la brutalidad que caracteriza al mundo de la información, Tele5 me enfrenta a un problema que no me había plantado nunca: «¿Le molesta a Belén Esteban que su novio Fran trabaje de camarero?». Y no tiene nada que ver con la economía del sector turístico, ni con el parón de la demanda interna, ni con nada por el estilo.
Tengo dividido el dial de mi televisor en zonas transitables y zonas prohibidas, en zonas de interés y en zonas “yu-yu”, en las que es peligroso transitar cuando se pone el sol mental. Pero la cuestión planteada con absoluta seriedad por un grupo de personas que dedican parte de su vida a investigar asuntos cruciales como estos y, en un acto de generosidad, hacen partícipes a un par de millones de personas de un asunto tan crucial para todos, me deja sumido en la perplejidad. ¿En dónde estoy?
Gustave Flaubert tenía la teoría de que la estupidez nunca se reduce y que avanzaba pareja con el progreso en una especie de líneas paralelas que quizá se junten en el infinito. Lamento llevar la contraria a Flaubert, pero mucho me temo que la parte estúpida de las líneas paralelas va a llegar un poco antes que la inteligente a ese punto de encuentro en el infinito. La estupidez avanza y gana terreno. Creo que no hay duda.

Y lo hace porque se gana dinero con ella. Hay países que apuestan por la inteligencia y otros por la estupidez. También hay “bonos-basura” de la inteligencia, como hay "turismo-basura" o "comida basura". La "basura" es una categoría, un conformarse con lo peor sin espíritu de mejora. Y también una forma de hacer dinero. 
Hubo un tiempo en el que la Televisión, por ejemplo, apostaba claramente por seleccionar concursantes inteligentes, personas que sabían mucho de algo, fuese de lo que fuese. Después se vio que era más rentable tener concursantes malvados y zoquetes, que era más rentable el espectáculo de la tontería chistosa que la elegancia inteligente, que tiene más gracia el eructo que el do de pecho. Desde que se vio que era más rentable preguntar a la audiencia cuál es la capital de España y pedirles que mandaran un SMS con la respuesta, nuestro destino estaba decidido. Para hacer rentable la estupidez, solo hace falta un listo.
De todos los refranes, el único que probablemente esté verificado por el conocimiento científico sea aquel de “lo que se come se cría”, tanto en los aspectos físicos como en los culturales. Parece ser que los ajos son buenos para eliminar parte de las flatulencias con las que las vacas contribuyen al agrandamiento del agujero de la capa de ozono. Desgraciadamente, da sabor a ajo a la leche. De igual forma, las estupideces con las que nos alimentan todos los días dan sabor a esta leche española, que te deja cada día la boca con un sabor de chiringuito televisivo de sobremesa, un sabor a gambitas bajo el sombrajo, que nos está moldeando desde los televisores y ha contagiado a otros medios que se han lanzado por el balcón informativo tal como nuestros turistas selectos se lanzan por los balcones de los hoteles.



Nos prometieron la BBC y tenemos la MMCs, unas horas diarias de impudicias que sorprenden a las personas que llegan de otros países y no se han puesto la vacuna infantil de la triple estupidez, que recibimos, como una invasión, por tierra, mar y aire, desde pequeñitos frente a la pantalla. ¿Cómo podéis ver esto?, nos preguntan. La respuesta es: unos se sumergen hasta las cejas y otros huyen despavoridos hasta de las sintonías. Existe el exilio interior televisivo, el quintacolumnismo mediático que utiliza el mando como una espada de la luz imaginaria que cortaría las cabezas de esos fantasmas parlantes.
La basura es una categoría que se extiende de lo general a lo particular, repartiéndose por el espectro social. Todo tiene influencia en todo. Como en tantas otras cosas, se ha deteriorado ese deseo de mejora colectiva, de avanzar hacia algún sitio, de llegar a un lugar —individual y colectivamente— un poco mejor que el que dejamos atrás.
¿Le molestará a Belén lo de Fran? No sé…, ¿no era torero?





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